59.

Alessandro se sienta en el mueble, cruza las piernas y lleva una mano a la barbilla, pensativo. Mientras, yo camino en círculos por la sala; los nervios se han desplazado a mi estómago y me da náuseas. Decido sentarme en un sillón, pudiéndolo ver de frente.

La barrera invisible entre nosotros es tan palpable que comprendo que la última discusión entre los dos ha destruido la poca esperanza que había de poder volver a estar juntos. El silencio me ayuda a meditar y comprender la situación que nos comprime. Nuestra historia de amor sucedió hace muchísimos años, ahora somos adultos que terminaron tan lastimados que lo mejor es pasar de página. Pero yo no quiero alejarme, lo amo tanto. Lo amo tanto que me niego a renunciar a él. Lo amo tanto que necesito luchar esta vez, aunque él termine aborreciéndome.

—¿Recuerdas los planos de la casa? —le pr

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