Alessandro se sienta en el mueble, cruza las piernas y lleva una mano a la barbilla, pensativo. Mientras, yo camino en círculos por la sala; los nervios se han desplazado a mi estómago y me da náuseas. Decido sentarme en un sillón, pudiéndolo ver de frente.
La barrera invisible entre nosotros es tan palpable que comprendo que la última discusión entre los dos ha destruido la poca esperanza que había de poder volver a estar juntos. El silencio me ayuda a meditar y comprender la situación que nos comprime. Nuestra historia de amor sucedió hace muchísimos años, ahora somos adultos que terminaron tan lastimados que lo mejor es pasar de página. Pero yo no quiero alejarme, lo amo tanto. Lo amo tanto que me niego a renunciar a él. Lo amo tanto que necesito luchar esta vez, aunque él termine aborreciéndome.
—¿Recuerdas los planos de la casa? —le pr
Qué incómodo que esté de pie en el umbral de la puerta. Detesto la cara de decepción que tiene en este momento. ¿Qué más miserable debo quedar en esta situación?Estoy sentada en el baño, sintiendo la cerámica fría en mi espalda. Espero a que el temblor se detenga y me permita caminar. No tengo nada de fuerzas.—¿Hace cuánto estás teniendo ataques de pánico? —me pregunta.—No lo sé —contesto y siento mi garganta maltratada, hablar me cansa.—¿Te vas a quedar ahí?—No… ya me voy —contesto e intento levantarme.Alessandro se acerca a mí y me carga en sus brazos. Me lleva hasta su habitación, algo que me impresiona, intento protestar, pero con las pocas fuerzas que tengo apenas si puedo gruñir un poco. Me acuesta en su cama y se queda recostado a mi la
—Pero mira que estabas bien pendiente de nosotros —exclamo y respingo las cejas.—¿Cómo no lo iba a hacer? Si estabas con otro hombre que te estaba colocando un anillo de compromiso.—Que no era de compromiso… —replico y coloco los ojos en blanco. Él me salpica de agua con los dedos para que deje de hacerle mala cara—. Es la verdad, nada más me lo regaló. —Cometo el error de mostrárselo, él rápidamente me toma la mano y lo observa detenidamente, acomodando mi mano para verlo con la luz.—Ay, pero qué baratija, ¿qué haces pasando vergüenza usando esta porquería? —Me suelta la mano y empieza a negar con la cabeza y saca una olla de los gabinetes inferiores.—No, pero, pero… —Trato de hablar—. Fue un regalo. —Me rasco la cabeza—. Bueno, ¿por qué Serena se enoj&
—Tú y yo tenemos muchos gustos en común y también sé mucho de ti.—Eso es porque crecimos juntos —replico—. De pequeños hasta tomábamos nuestros teteros juntos… —explico—. No puedes esperar que te pase lo mismo con una persona adulta, eso sería demasiado raro…Noto que Alessandro tiene la mirada triste. Decido dejar de regañarlo, es evidente que el tema le afecta. El problema de este hombre es que siempre ha sido demasiada buena persona.—Bueno, pues sí, las personas no estamos exentas de que una persona con malas intenciones venga y nos haga daño —digo—. Mira lo que me pasó, llegó Luciano y destruyó casi toda mi vida. Por lo que me hizo me atrasé un semestre en la universidad. Pero al final me pude reponer y aquí estoy. —Alessandro me observa en silencio y sé que estamos entrand
Nuestras familias exageraron, ¿cómo es posible que decidieran reunirse todos temprano por la mañana en un domingo? Hasta está presente la madre de Alessandro. Los chismes sí que son bien rápidos.Estamos todos sentados en la sala de estar. Menos mal Alessandro se sentó a mi lado, porque necesito apoyo para enfrentar a dos familias reunidas.—Bueno, ¿nos van a contar qué está pasando aquí? —pregunta mi papá, perdiendo la paciencia.—Eso me gustaría saber, ¿por qué todos se reunieron? —habla Alessandro.—Hay un video de ustedes dos peleando en un restaurante —interviene el señor Bacheli—. ¿Acaso no te prohibí que te acercaras a Penélope?—Yo no estaba peleando con Alessandro —aclaro—. Pelee fue con una de sus exnovias.—Sí, por él &md
No puede ser, ellos son tan buenos amigos y jamás habían discutido. ¡Están discutiendo por nuestra culpa!, esto es demasiado peligroso. Tenemos que detenerlo pronto.—Nuestro hijo hasta sufrió de neumonía porque discutió con ella el día de su graduación —sigue diciendo el señor Bacheli— y ella ni siquiera fue a visitarlo por una vez, ¿cómo puedo estar seguro de que no es su hija la que está jugando con nuestro hijo? Hasta aseguró que él la maltrataba, ¡cuando realmente habían tenido un noviazgo a escondidas!Comienzo a hiperventilar. Mariana me observa con miedo, advirtiéndome que haga algo.—¡Basta, paren los dos! —grita Alessandro y se levanta de su puesto.Todos hacen silencio y nuestros padres voltean a verlo. Alessandro me mira y me toma de la mano, obligándome a levantarme.&mda
—No es que no quiera casarme —confiesa y agacha su mirada—, es que no quiero hacerlo en estas condiciones. Detesto la idea de que mi familia quiera controlar mi vida, que mi padre me diga qué hacer.Alessandro desde muy pequeño ha tenido mala relación con su padre. De niño vivía haciendo travesuras, además, recuerdo que muchas veces quedé en medio de sus discusiones, porque su padre me ponía de ejemplo, le decía cosas como “¿por qué no puedes parecerte un poco a Penélope?” o “Penélope sacó una calificación más alta en el mismo examen”.Al ser hijo único, carga con una gran responsabilidad, es el heredero de todo un imperio, debe mostrarse perfecto y claramente eso siempre le ha estresado. Mi madre me contó una vez que de niño lo llevaron a vivir con sus abuelos porque era muy “tremendo&rdquo
Decido abrir la puerta, pero antes acomodo la camisa, desabotonando varios botones de la camisa, así que se me notan mucho los senos.Abro la puerta y despliego una sonrisa socarrona, sintiendo una gran satisfacción cuando noto la mirada desorbitada de Serena. Lleva en su rostro un parche en la mejilla, justo donde la golpee con el anillo, se le ve la mirada maltratada, como si hubiese llorado y no tiene nada me maquillaje, aunque aun así se ve extremadamente hermosa, con sus ojos azules y cabello rubio que le llega hasta las caderas.—Dime, ¿qué quieres? —pregunto, recostándome al umbral de la puerta con coquetería.—Ah… —Trata de hablar—. ¿Está Alessandro?La barro de pies a cabeza con la mirada, lleva unos baqueros y una camisa rosada, está tan sencilla, pero… típico de una super modelo: siempre todo le queda super bien. Pero n
—No quiero seguir así —suelto—, la vida es tan injusta. —Comienzo a sollozar y él limpia las lágrimas que empiezan a correr por mis mejillas—. ¿Por qué las personas malas no se cansan de atormentar a sus víctimas?—¿Te refieres a Emiliano? —pregunta con preocupación—. ¿Te escribió? ¿Te llamó?—No —sacudo la cabeza.—¿Entonces?, ¿qué pasa?—Yo estoy segura, él está con Serena y quieren destruirnos —insisto.Alessandro aleja sus manos de mí y suelta un largo suspiro.—No caigas en especulaciones, por favor —pide y se da media vuelta para tomar unos tomates y echarlos al lavaplatos—. Conozco a Serena, ella está un poco loca y no sabe lo que quiere en la vida, pero no es de las que se alía con personas para destru