58.

—Pues él mismo aceptó que era por un acuerdo, yo debía casarme con él para que su padre no le quitara la herencia —reclamo.

—Oh, Pen, como si a ti no te gustaría quedarte con la herencia de los Bacheli, ¿o por qué ibas a aceptarlo?

—¡Lo iba a hacer, pero porque me prometió dejarme embarazada! —exclamo.

Roberto abre la boca con impresión y lleva una mano a su pecho.

—Bueno, mírate, otra vez sacando las garras. ¿Está bien que tú le pidas un hijo, pero no que él te pida matrimonio por conveniencia? Qué hipocresía.

—¡Paren los dos! —interviene Mariana y nos fulmina con la mirada—. Tú… —Señala a su esposo— ¿cómo es posible que todo este tiempo supieras semejante secreto y no me dijeras nada?

—Ay, por favor, no te hagas

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