Le di un beso y poco a poco fui sintiendo el placer crecer en mi interior, al mismo tiempo que lograba notar en sus labios que sentía lo mismo.
—Pen… nuestras familias están en la casa —susurró mientras intentaba alejarse.
—Nadie va a entrar —solté.
Me acomodé para dejarlo acorralado sobre mis piernas abiertas, meciéndome en su pelvis, sintiendo su erección crecer. Besé su cuello y podía sentir su piel erizarse, obligándolo a soltar algunos gruñidos de placer.
Era la primera vez que los dos estábamos sintiendo el verdadero placer.
Bajé la cremallera de su pantalón y acaricié su miembro con mis manos, excitándolo mucho más. Era la primera vez que lo masturbaba y me encantó ver su rostro de placer, colocando sus ojos en blanco.
Acomodé mi panty a medio lado e introduje su pene en mi
En esa cena Roberto no nos dejaba de observar, le picaba la lengua al querer contar lo que había visto. Creí que la bomba explotaría al día siguiente, que mi familia pegaría el grito en el cielo y hasta enviarían a Alessandro a vivir nuevamente a Edimburgo. Pero nada de eso pasó, Roberto no dijo ni una sola palabra. Y nuestra familia recibió año nuevo con la noticia de que Roberto le pidió matrimonio a Mariana.Él nos criticó tanto al apresurarnos, pero él no se aguantó al pedirle matrimonio. Y en todo ese nuevo año no se habló de más nada que no fuera de la boda, la cual se celebraría dos meses después de la graduación de mi hermana de la universidad. El regalo de graduación de Mariana iba a ser el convertirse en esposa y ama de casa...Romina me observaba con asombro cuando termino de contarle mi historia c
—Pues él mismo aceptó que era por un acuerdo, yo debía casarme con él para que su padre no le quitara la herencia —reclamo.—Oh, Pen, como si a ti no te gustaría quedarte con la herencia de los Bacheli, ¿o por qué ibas a aceptarlo?—¡Lo iba a hacer, pero porque me prometió dejarme embarazada! —exclamo.Roberto abre la boca con impresión y lleva una mano a su pecho.—Bueno, mírate, otra vez sacando las garras. ¿Está bien que tú le pidas un hijo, pero no que él te pida matrimonio por conveniencia? Qué hipocresía.—¡Paren los dos! —interviene Mariana y nos fulmina con la mirada—. Tú… —Señala a su esposo— ¿cómo es posible que todo este tiempo supieras semejante secreto y no me dijeras nada?—Ay, por favor, no te hagas
Alessandro se sienta en el mueble, cruza las piernas y lleva una mano a la barbilla, pensativo. Mientras, yo camino en círculos por la sala; los nervios se han desplazado a mi estómago y me da náuseas. Decido sentarme en un sillón, pudiéndolo ver de frente.La barrera invisible entre nosotros es tan palpable que comprendo que la última discusión entre los dos ha destruido la poca esperanza que había de poder volver a estar juntos. El silencio me ayuda a meditar y comprender la situación que nos comprime. Nuestra historia de amor sucedió hace muchísimos años, ahora somos adultos que terminaron tan lastimados que lo mejor es pasar de página. Pero yo no quiero alejarme, lo amo tanto. Lo amo tanto que me niego a renunciar a él. Lo amo tanto que necesito luchar esta vez, aunque él termine aborreciéndome.—¿Recuerdas los planos de la casa? —le pr
Qué incómodo que esté de pie en el umbral de la puerta. Detesto la cara de decepción que tiene en este momento. ¿Qué más miserable debo quedar en esta situación?Estoy sentada en el baño, sintiendo la cerámica fría en mi espalda. Espero a que el temblor se detenga y me permita caminar. No tengo nada de fuerzas.—¿Hace cuánto estás teniendo ataques de pánico? —me pregunta.—No lo sé —contesto y siento mi garganta maltratada, hablar me cansa.—¿Te vas a quedar ahí?—No… ya me voy —contesto e intento levantarme.Alessandro se acerca a mí y me carga en sus brazos. Me lleva hasta su habitación, algo que me impresiona, intento protestar, pero con las pocas fuerzas que tengo apenas si puedo gruñir un poco. Me acuesta en su cama y se queda recostado a mi la
—Pero mira que estabas bien pendiente de nosotros —exclamo y respingo las cejas.—¿Cómo no lo iba a hacer? Si estabas con otro hombre que te estaba colocando un anillo de compromiso.—Que no era de compromiso… —replico y coloco los ojos en blanco. Él me salpica de agua con los dedos para que deje de hacerle mala cara—. Es la verdad, nada más me lo regaló. —Cometo el error de mostrárselo, él rápidamente me toma la mano y lo observa detenidamente, acomodando mi mano para verlo con la luz.—Ay, pero qué baratija, ¿qué haces pasando vergüenza usando esta porquería? —Me suelta la mano y empieza a negar con la cabeza y saca una olla de los gabinetes inferiores.—No, pero, pero… —Trato de hablar—. Fue un regalo. —Me rasco la cabeza—. Bueno, ¿por qué Serena se enoj&
—Tú y yo tenemos muchos gustos en común y también sé mucho de ti.—Eso es porque crecimos juntos —replico—. De pequeños hasta tomábamos nuestros teteros juntos… —explico—. No puedes esperar que te pase lo mismo con una persona adulta, eso sería demasiado raro…Noto que Alessandro tiene la mirada triste. Decido dejar de regañarlo, es evidente que el tema le afecta. El problema de este hombre es que siempre ha sido demasiada buena persona.—Bueno, pues sí, las personas no estamos exentas de que una persona con malas intenciones venga y nos haga daño —digo—. Mira lo que me pasó, llegó Luciano y destruyó casi toda mi vida. Por lo que me hizo me atrasé un semestre en la universidad. Pero al final me pude reponer y aquí estoy. —Alessandro me observa en silencio y sé que estamos entrand
Nuestras familias exageraron, ¿cómo es posible que decidieran reunirse todos temprano por la mañana en un domingo? Hasta está presente la madre de Alessandro. Los chismes sí que son bien rápidos.Estamos todos sentados en la sala de estar. Menos mal Alessandro se sentó a mi lado, porque necesito apoyo para enfrentar a dos familias reunidas.—Bueno, ¿nos van a contar qué está pasando aquí? —pregunta mi papá, perdiendo la paciencia.—Eso me gustaría saber, ¿por qué todos se reunieron? —habla Alessandro.—Hay un video de ustedes dos peleando en un restaurante —interviene el señor Bacheli—. ¿Acaso no te prohibí que te acercaras a Penélope?—Yo no estaba peleando con Alessandro —aclaro—. Pelee fue con una de sus exnovias.—Sí, por él &md
No puede ser, ellos son tan buenos amigos y jamás habían discutido. ¡Están discutiendo por nuestra culpa!, esto es demasiado peligroso. Tenemos que detenerlo pronto.—Nuestro hijo hasta sufrió de neumonía porque discutió con ella el día de su graduación —sigue diciendo el señor Bacheli— y ella ni siquiera fue a visitarlo por una vez, ¿cómo puedo estar seguro de que no es su hija la que está jugando con nuestro hijo? Hasta aseguró que él la maltrataba, ¡cuando realmente habían tenido un noviazgo a escondidas!Comienzo a hiperventilar. Mariana me observa con miedo, advirtiéndome que haga algo.—¡Basta, paren los dos! —grita Alessandro y se levanta de su puesto.Todos hacen silencio y nuestros padres voltean a verlo. Alessandro me mira y me toma de la mano, obligándome a levantarme.&mda