La Cadena Global Capital había cerrado trato con el importante magnate de los medios, Artem Nader, un hombre poderoso que en sus inicios fue modelo para una perfumería famosa. Era un hombre de metro ochenta, fornido en su musculatura, mandíbula recta y con barba ligera que le daba un aspecto rudo.
En ese momento recibió su nueva adquisición. Su secretario le explicaba las bondades del entorno.
—La cadena tiene varios programas de éxito, en este momento se lleva a cabo uno de los más populares —consultó con su tableta—. El público objetivo es mujeres amas de casa.
—Entiendo.
Caminaban por las instalaciones y revisaban su tableta con atención.
—Tiene una reunión con el departamento financiero y una propuesta de la agencia publicitaria sobre el relanzamiento de la cadena.
Algunos programas se estaban realizando en esos momentos y varios tenían público. Eso le gustó mucho, le gustaban los negocios que marchaban y poder darles un toque más sofisticado.
Su secretario le nombraba los programas de éxito y lo que se esperaba a realizar.
—Uno de los programas con más alto rating, es Mujeres en alto, tiene cinco estrellas y tiene una buena organización. Presentadoras de lujo y abordan edades desde los 18 hasta los 30 años.
—Es un formato ganador.
—Tal vez podemos renovar los sets, darles otro aire más sofisticado, sin tocar el formato de programación.
—Establece reuniones con cada programa y quiero el balance de audiencia de cada uno y ver si se debe hacer algún cambio.
—Además, el departamento publicitario está trabajando en el nuevo, el logo —revisó su tableta—. Cambiaría a Nader Global, si le parece, claro.
—Suena perfecto.
Su nombre era su marca, se detuvo en esos momentos y le indicó a su secretario.
—Recuerda que tengo una hija, necesito ver a Debra y darme un tiempo con ella.
—No se preocupe, señor, programé una cita con ella para una cena en un elegante restaurante frente al mar.
—Bien, cuánta eficiencia, Carl.
El tal Carl se sonrojó y dijo carraspeando.
—Es un placer servirlo, señor.
Artem sonrió por la atención de su subalterno, porque era la persona más cálida que tenía a su alrededor.
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Un cantante de moda deleitaba a todos con su melodiosa voz y Alina sonreía conmovida, de cuando en cuando miraba su móvil para ver si Luke le había enviado algo y nada.
Intentaba sonreír ante todos, después de todo cumplir 35 años y con una belleza casi juvenil, y hasta ese momento podía jurar que era una mujer exitosa.
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Luke Dixon estaba realizando su jornada laboral de siempre, era un hombre de rutinas en cuando va al trabajo, pero en el plano sentimental le gustaba salirse de las normas y, desde que cierta joven modelo llamada Madison había aparecido en su vida, se sintió más vital y fortalecido. Lo que una carne joven en la cama podía hacer.
Recibió una llamada y vio que era Madison.
—Hola, preciosa.
—Luke, sé que me vas a odiar…
—¿De qué hablas, nena?
—Hablo de la verdad.
Luke pensó que esa vena filosófica no le sentaba para nada.
—Cariño, los temas profundos no son tu fuerte.
—¿Eso piensas?
—Madison, estoy trabajando, dime lo que sea.
Ella hizo silencio y luego le soltó.
—Estoy en la Cadena Global, voy a hablar con tu esposa en estos momentos.
Luke palideció y se levantó tirando la silla.
—¡No te atrevas!
—Lo siento, ya me atreví.
El ruido del cierre lo dejó congelado y miró la fecha de su escritorio y gritó maldiciendo.
—¡Hoy es su cumpleaños!
Para ese momento se tiraba de los cabellos y su secretaria entró preocupada.
—Señor…
—¡Es su cumpleaños! ¡Hoy es su cumpleaños!
La mujer le recordó y le indicó.
—Esta mañana se lo iba a recordar y usted dijo que no deseaba tocar temas que no fueran de trabajo.
Solo eso le faltaba, miraba su reloj y solo esperaba que su esposa no pudiera hablar con ella.
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Madison iba resuelta y se acercó al set del programa de mujeres
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Alina aprovechó que fueron a comerciales y salió del set en donde funcionaba el programa y comenzó a verificar si había mensajes de Luke, pero no, nada. ¿Tan resentido estaba ese hombre con ella? Dios mío, entonces murmuró.
—Luke, ¿qué pasa contigo?
Revisó las últimas fotos junto a su esposo; eran de hace tres meses. Momentos sociales en donde sonreían y se acercaban, dando ese aire de pareja especial.
Hizo un Zoom a la mirada de su esposo y la encontró fría, mecánica; eso no podía ser una buena señal. En cambio, su mirada era evocadora, sonreía porque la vida le parecía divertida, lo tenía todo: un esposo apuesto de 40 años, un hogar maravilloso y un hijo talentoso.
Vio otra foto de Luke y se lo veía incómodo en esa reunión, era como si se sintiera forzado por estar… ¿Junto a ella? Eso no era una buena señal.
Suspiró, tenía que hacer algo para reavivar la llama de su matrimonio, hacía tres meses atrás discutieron por una tontería y de desde allí no se hablaban gran cosa.
Sonrió cuando vio una foto de ellos junto a Adler. Los tres estaban en un paseo y se veían felices. Parecía que Luke junto a su hijo era diferente.
Había un molesto silencio entre ellos y tal vez debía romper ese hielo e iniciar algo.
La llamaron para otro segmento y un patrocinador le envió de obsequio un viaje a un parque de diversiones.
—¡Amiga, esto quiere decir que necesitas diversión!
Alina sonreía radiante y agradecía.
—Gracias, en verdad necesito divertirme junto a mi esposo.
Alina reía divertida y la invitaron al set de cocina en donde el chef preparaba unos entremeses para todos.
—Esto te va a gustar, Alina.
—Se ve delicioso y huele delicioso.
Francis llegó en ese momento.
—Comeremos bien por el cumpleaños.
Francis tomó su lugar y comenzó su segmento y cuando le tocó el turno al chico fitness, ella se acercó a su amiga.
—¿Qué te dio Luke?
—Nada, ni se acordó.
Eso sorprendió a Francis y vio a su amiga tomar su móvil.
—Le voy a decir…
—Eso no es lindo, se supone que él debe de recordarlo.
—Ya sabes cómo es Luke, no se acuerda ni de él mismo.
Salía para hacer una llamada rápida a su esposo.
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El objetivo estaba frente a ella y en ese momento sintió que era un error, pero no podía retractarse, tenía que dejar de ser la otra y volverse la esposa. Fue dispuesta a todo por hacer valer sus derechos.
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Alina no obtuvo respuesta y pensó que su esposo era muy duro cuando a trabajo se trataba. En ese momento una mujer se le acercó. Era joven y usaba ropa materna.
—Eres Alina Dixon, ¿verdad?
Alzó la mirada para ver a la joven, de cabello rubio y de hermoso aspecto. No tenía mucha barriga, debía ser su primer embarazo, tenía cierto aire de elegancia en sus gestos.
—Sí, soy yo, ¿pasa algo?, ¿necesita alguna cosa?
—Tenemos que hablar.
Alina no dejaba de ver su barriga, debía estar por los seis meses o siete; sin embargo, no la conocía de nada y ella le hablaba con cierta confianza.
—¿Quién eres?
—Madison Caín —respondió como si fuese la gran cosa—. Soy modelo de pasarela.
Sabía que esos gestos tan estudiados no eran por gusto, eran modelo. Entonces dijo con cordialidad.
—Hola, Madison, ¿de qué quieres hablar?
Pensó que deseaba una opinión sobre la maternidad o algún consejo sobre temas de bebes.
Madison, en cambio, pensaba que tanta amabilidad sacaba de onda; sin embargo, esa era su oportunidad. Escuchaba el timbre de su teléfono repetidas veces, no le iba a contestar, se acomodó el cabello y le dijo a la mujer.
—Quiero hablar sobre Luke Dixon.
Eso no se lo esperó, era muy raro que deseara una desconocida, deseara hablar sobre su esposo. Sintió una punzada en el corazón y preguntó.
—¿Qué tienes que hablar sobre mi esposo?
Ella le mostró una foto de Luke, en una cama junto a esa mujer. Estaban demasiado íntimos y lo que siguió fue realmente impactante.
—Luke y yo somos amantes desde hace tres años y estoy embarazada de él.
Alina sintió que algo tiró de su estómago y que por un momento su corazón se detuvo al escuchar esas palabras.
—¿Qué me dices?
Ella alzó la voz, pues si estaba sorda, tenía que dejárselo claro.
—Lo que escuchas. Luke y yo nos amamos y ahora espero un hijo de él. Solo quiero que lo sepas para qué se termine y pueda tener al padre de mi hijo junto a mí.
Alina la tomó de los hombros con fuerza y gritando.
—¡Qué dices!
—¡Déjalo ya!, solo queremos ser felices.
El mundo de Alina tambaleó en esos momentos y ante la voz aireada de Alina. Francis se acercó curiosa y miró a la joven mujer.
—¿Qué pasa aquí?
La mujer entonces le recalcó.
—Bueno, ya lo sabes, espero un hijo de Luke Dixon y pronto estaremos juntos, lo quieras o no. Feliz cumpleaños, cariño.
Francis se dio cuenta de lo que pasaba y agarró a la mujer y la llevó a un lado.
—¿Te volviste loca?
—Tenías razón, Francis. Esas mujeres se derrumban ante la realidad.
Llamó al personal de seguridad y entonces la mujer fue sacada por uno de los guardias, mientras veía a su amiga con rostro ceniciento tambalear.
—¿Alina? ¡Alina!
Alina salió corriendo sin mirar nada, hasta estrellarse contra lo que ella creyó era una pared y cuando alzó su mirada, unos ojos negros la recibieron, se dio cuenta de que era un hombre y perdió el conocimiento en sus brazos.
Artem contempló el bello rostro pálido de Alina Dixon. Francis llegó a ellos y se volcó a atender a su amiga.—¿Alina?, ¿Alina responde?—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó.—Una mujer se presentó y…Su móvil sonó y molesta contestó.—¡Maldito, descarado! ¡Cómo pudiste hacerle eso el día de su cumpleaños!Artem no entendía nada, solo miraba a la bella mujer que yacía pálida e inconsciente en el mueble y escuchaba los reclamos de su colega.—¡Miserable! No pudiste hacerlo tú y enviaste a tu amante a hacer tu trabajo, ¡poco hombre!Cerraba molesta la llamada y veía a su amiga volver en sí, mirando al frente con terror.—Calma, amiga, calma.Miró a Francis y le dijo impactada.—Él me engañó. Me engañó —se agarró de su blusa—. Mi marido me engañó.Artem se apartó para preguntarle interesado a su secretario.—¿Quién es ella, Carl?Carl revisó su tableta y le señaló.—Es la presentadora estrella del programa de mujeres, Alina Dixon.Él la miró abrazada a su amiga, llorando desgarradoramente. S
Luke estaba sentado en la sala del departamento pensando en cómo lograría revertir todo lo pasado. De cuando en cuando soltaba pensamientos en voz alta.—Ella me va a exprimir y tiene pruebas para ello.Madison sabía que él tenía mucho dinero, solo deseaba tener un poco de ese dinero para ella y su bebe. Se acercó a él y le dio un beso en la boca.—Yo no estoy por tu dinero. Te amo y solo deseo que mi hijo nazca en bendición.Su hijo, ahora iba a tener otro hijo. Un descuido imperdonable para un hombre como él, pero ¿qué podía hacer, ya el daño estaba hecho, su matrimonio en la ruina?—Debo de ir a casa a hablar con ellos.—Querido, esta es tu casa —le señaló su vientre—. Tu hijo y yo somos todo lo que tienes.Entonces Luke con tono déspota, le dijo a su amante.—También tengo un hijo, ¿recuerdas?—Y ese hijo te mandó al carajo y con justa razón.No podía creer que ella hablase con tanta frialdad de su familia.—Hablaré con mi abogado, a ver si puedo salvar algo de mi patrimonio.Ella
Artem recibió esa mañana una llamada de su exesposa, literalmente le había gritado que su hija estaba fuera de control y que se fue de casa y no sabía de su paradero.Debra, así se llamaba la joven, siempre tuvo una personalidad compleja y explosiva. En ese momento, se estacionó frente a él un descapotable rosa chillón. Su hija llegó con su aire autosuficiente.—¡Qué hubo, Carl!—Señorita Nader.—Oh, dime Debra —le guiñó el ojo—, papá.Le dio un beso en la mejilla y él admiró a su preciosa hija de cabello rosa. Sí, usaba ese rosa pálida muy llamativa. Por cierto, la joven miró a todos lados y le preguntó.—¿Este es tu nuevo juguete?Observó ella mirando en torno con curiosidad.—Sí, lo acabo de comprar.—Vaya, ya sé de dónde saco la manía de comprar a lo grande —sonrió.—Yo compro activos para trabajarlos, no como entretención —admiró a su hija—, ¿sucede algo?El rostro de la joven se iluminó y entonces le anunció.—Te vine a dar una gran noticia.Artem no creía en las buenas noticias,
Alina se acercó al cuarto de su hijo y lo encontró con sus audífonos puestos y con semblante triste y le mostró galletas, oreo y leche.—Esto te va a animar.El chico se sacó los audífonos y sonrió emocionado.—Son mis favoritas.—Lo sé.Se sentó a mirar a su hijo comer.—¿Qué te dijo tu padre?—Ese marrano no es mi padre.Ella lo miró sorprendida y entonces lo retó.—Hijo, pese a todo, él es tu padre y te ama.—No lo considero de esa forma. Él no me ama, no te ama.—Hijo, aunque las cosas no funcionaron entre tu padre y yo, eso no te separa de él.Entonces Adler le preguntó.—¿Por qué no tuviste más hijos?Ella procedió a contarle.—Después de que naciste, tomamos esa decisión para dedicarnos completamente a tu cuidado.—Mamá, ¿de qué sirvió todo eso?—Hijo, no me arrepiento de nada, te amo.—Quiere que cene con él, habla como si no hubiera hecho nada.Alina fue clara con su hijo, después de todo siempre Luke sería su padre.—Cariño, él me dejó a mí, no a ti, y eso, grábatelo en la me
Debra era una joven con mucha personalidad, nunca se amilanaba ante nada y en su primer día de clase debía arrasar. Entró al curso y dio una mirada rápida, vio al chico taciturno y guapo leyendo un libro y se acercó a él.—Hola.Adler la miró, le pareció bastante pedante esa chica.—Hola.—¿Cuál es tu rollo?Adler no entendió su jerga y ella continuó.—Pareces deprimido o tienes cara de lamento, no sé.—Tengo problemas.—Wow, como todo el mundo —entonces como si se tratara de nada—, mira, se me rompió una uña y no hago drama.Adler la miraba con asombro, ¿se estaba burlando de su dolor? Y le dijo:—Escucha, no me caes bien.Oh, ese chico era un estúpido y ella una loca irracional.—Dramático.—Bruja.—¡Te hechizo! —movió sus manos.—¿Qué es eso?—Un hechizo, estás hechizado o ¿qué piensas que hacen las brujas?, nene.Adler, fastidiado, le respondió.—Idiota.Ella se fue molesta y se sentó en su puesto, entonces iniciaron las clases, hasta que…Entraron unos chicos con disfraces y tambo
Adler sintió que era una reverenda locura haber seguido a la chica del cabello rosa, por lo menos sus compañeros se divirtieron un tanto. Él, por contrario, se sintió más solo y terminó hasta maltratado.Cuando vio su casa, se sintió bastante triste, se quedó viendo el jardín en donde corrió junto a su padre de chico. Sentía que vivió por mucho tiempo en una mentira, se recostó en el volante a recordar a su padre tan totalitario y recto para ciertas cosas y tan torcidas para otras.Revisó su móvil y vio varias llamadas y mensajes de su padre.«Hijo, tu hermana ya nació».«Deseo hablar contigo, por favor».«¿Podemos cenar? Hijo, por favor».Y así había muchos textos, no quería llorar, pero en verdad se sentía decepcionado y se lo puso en un texto.«No quiero verte, me has decepcionado. Ya nada va a ser igual y no sabes cómo me afecta. Siento que te has llevado nuestra paz mental y espiritual».Se lo envió, se cogió la cabeza y le llegaron las fotos de la fiesta de la loca del cabello ro
Francis, era una mujer muy picante, siempre decía lo que pensaba, pero sus frustraciones en el plano personal le dieron cierta maldad. Esa noche había citado a Luke en un restaurante, lo encontró más delgado y ojeroso, pero con ese aire de quien no le importa nada más que su persona.—No sé qué vio Alina en ti.—Vio que soy un hombre viril e inteligente. ¿Cómo lo viste tú en su momento?—Es cierto que tuvimos nuestra aventura, siempre deseé una relación con el marido de una amiga.—Y te jugó el número conmigo.—Me diste chance fácilmente —entonces le preguntó—. ¿Qué tal tu nueva paternidad?Hizo un gesto de fastidio y respondió.—Apenas si duermo.—Fuiste tan descuidado, siempre hiciste las cosas bien y ahora te dejas engañar por una mujercita, Madison es una piraña.Era cierto, Madison lo envolvió y le hizo esa pasada; tenía que reconocer que había bajado la guardia. Preguntó preocupado.—¿Cómo está, Alina?—Mal, la suspendieron.—¿Suspendida?—Sí.—¿Por qué?—Un malentendido, ahora n
La voz de Luke se escuchó alterada.—¡Qué!—Esa mujer le está haciendo un escándalo a mi mamá.Cerró molesto y Alina miró sorprendida a la joven mujer.—¿Qué quieres aquí?—Vine a decirte, Alina West, que no me vas a quitar a mi marido.Adler se le fue encima.—¡Destructora de hogares!—Salvé a tu padre de esta mujer.—¡Falsa, hipócrita!—¡Tengo una hija con tu padre y voy a defender mi hogar!Alina no daba crédito de lo que le estaba pasando y le ordenó.—¡Sal de mi casa!Madison vio todo y entonces le dijo muy segura.—Pronto será mi casa, quiero todo lo que tienes.Adler, fuera de sí, le gritó.—Fuera de aquí, bruja.Ella reía y les dijo molesta.—Solo deseaba que supieras que no te dejaré a Luke, se acabó todo eso, ¿entiendes o estás senil?Alina miraba a esa mujer con horror, nunca esperó ser perturbada por la amante de su exesposo.**Artem tenía un problema de cabello rosa. Su hija bajaba en esos momentos pavoneándose como la princesa del mundo.—Tenemos que hablar, Debra.—Papi