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Cap. 3 Oficialmente divorciada

Luke estaba sentado en la sala del departamento pensando en cómo lograría revertir todo lo pasado. De cuando en cuando soltaba pensamientos en voz alta.

—Ella me va a exprimir y tiene pruebas para ello.

Madison sabía que él tenía mucho dinero, solo deseaba tener un poco de ese dinero para ella y su bebe. Se acercó a él y le dio un beso en la boca.

—Yo no estoy por tu dinero. Te amo y solo deseo que mi hijo nazca en bendición.

Su hijo, ahora iba a tener otro hijo. Un descuido imperdonable para un hombre como él, pero ¿qué podía hacer, ya el daño estaba hecho, su matrimonio en la ruina?

—Debo de ir a casa a hablar con ellos.

—Querido, esta es tu casa —le señaló su vientre—. Tu hijo y yo somos todo lo que tienes.

Entonces Luke con tono déspota, le dijo a su amante.

—También tengo un hijo, ¿recuerdas?

—Y ese hijo te mandó al carajo y con justa razón.

No podía creer que ella hablase con tanta frialdad de su familia.

—Hablaré con mi abogado, a ver si puedo salvar algo de mi patrimonio.

Ella sonrió, pues estaba logrando su objetivo: sería la esposa, ya no más la amante.

**

Alina estaba a oscuras, toda su luz se había apagado, no podía siquiera considerar que su Luke se estuviera yendo de su vida y de esa forma.

Francis entró en ese momento y la vio tan amargada y desolada entonces a modo de orden.

—Es hora de despertar, ese desgraciado no merece tus lágrimas.

—No ha vuelto a casa. Ya no va a volver a casa.

Sería un descarado si lo hiciese, entonces con infinita paciencia le explicó.

—Amiga, te entiendo, he pasado por esas situaciones tres veces, parece que uno nunca va a salir adelante y el tiempo te demuestra lo contrario.

—¡No quiero! ¡No puedo!

Estaba mal, su amiga abrió el armario y comenzó a sacar la ropa de Luke y le preguntó.

—¿Piensas perdonarlo? —se dio la vuelta para mirarla—, ¿se puede perdonar a alguien que ya tiene otra familia formada?

Alina solo deseaba que el tiempo retrocediera y todo volviera a ser como antes. Francis, como si leyera la mente, le recalcó.

—El tiempo no regresa, solo va hacia adelante. Como tendrás que hacerlo tú en su momento.

Tiraba la ropa de Luke en el piso y le comentó a su amiga.

—Debe de dar gracias a que no sacas su ropa como lo hice yo con mi ex.

—¿Qué le hiciste?

—Le entregué su ropa, pero todas hechas trizas —se rio—, el desgraciado tuvo que comprarse calzones nuevos.

Ella no quería hacer eso, solo deseaba que todo pasara, que ese dolor se fuera de su vida. Ver a los armadores, que un día tuvieron ropa de su esposo, vacíos, le dio un dolor grande. Ahora estaba sola.

Francis, después de sacar la ropa de Luke, se sentó a su lado y le recordó:

—Tienes un trabajo que retomar, un hijo que apoyar, una vida que vivir.

Asintió con pesar, su hijo la necesitaba y ella debía ser fuerte ante todos. Arrastras, salió de la cama y fue al baño a ducharse.

Cuántos recuerdos de baños tomados juntos y la pasión encendida en cada uno, como tallaba su espalda para que siempre estuviera limpia, ya no sabía si se bañaba con agua o con lágrimas.

Francis la esperaba con una bata limpia y una cálida sonrisa.

—Vamos a tomar un capuchino, ¿te parece?

Ella asintió y bajaron a la cocina en donde había de todo y muchos recuerdos de desayunos, almuerzos y cenas en familia también.

Francis preparaba todo y veía como la mirada de su amiga estaba ida y, cuando le colocó la bebida caliente delante de ella y percibió el dulce aroma, se dio cuenta de que no había comido en días.

—Siempre digo que me voy a comprar una máquina de estas y no lo hago.

Alina le contó lo que sabía de ella:

—Es italiana, la pidió por encargo cuando supo de sus bondades —dijo recordando ese momento—, estaba tan ansioso de que llegara que llamaba cada media hora a la empresa de envíos preguntando por ella.

—Valió la pena, cada ansiedad, es divina.

Francis dejó su taza a un lado y le comentó entonces.

—El nuevo jefe desea entrevistarse contigo, sabe qué estás pasando por un mal momento y desea que te recuperes primero.

—Yo también lo deseo.

—Somos mujeres, podemos con todo.

Cuando quedó sola, se recostó en el mueble de la sala a mirar el techo: una mujer más joven la había desbancado, solo ahí se percató de que su esposo se había ido hace tres años y no se dio cuenta de nada.

Escuchó llegar a su hijo, entonces se animó.

—Adler.

—Mamá —se acercó a besarla—, ¿estás bien?

—Sí —mintió—, ¿cómo vas tú?

—Bien, ¿quieres que te prepare algo?

—No, tomé un capuchino.

—Eso no es comida.

—Lo sé.

—Vamos, arriba, arriba —la puso de pie—, vamos a comer algo rico.

Su hijo, tan entusiasta, verlo cocinar era admirable y comentó.

—¿Cuándo te me creciste tanto?

Él respiró hondo y le dijo a su madre.

—Él llamó —vio su interés—. Quiere que hables con su abogado.

—¿Abogado?

—Por lo del divorcio.

¡Divorcio! ¡Dios, sonaba tan cruel esa palabra!

—Pensé que vendría a hablar.

—Y si viniera no lo recibiría, se pasó de la raya.

—Hijo.

—Nos dejó mamá, nos dejó hace tiempo.

Era cierto y no se dio cuenta de nada, tan acostumbrada estaba con esa relación que le daba igual sus silencios y lejanías. Su hijo entonces le indicó.

—Trata de desplumarlo.

Ella miró a su hijo y él lo comentó.

—Sácale dinero, el maldito te engañó.

—¡No maldigas a tu padre!

Adler se quedó callado y su madre se puso a sollozar sobre el mesón de la cocina.

—Mamá, sabes que te amo, pero debes ser fuerte.

Ella asintió y le dijo a su hijo.

—Lo seré, lo prometo.

Observó las rosas tan fragantes que adornaban la mesa de estar.

—¿Y eso?

—No sé, llegaron, no tienen remitente, pero son bonitas para alegrar la casa.

Para ese momento todo el asunto estaba en los medios de comunicación social. Alina Dixon, la hermosa presentadora, se separaba de su esposo y ponían la imagen de la modelo causante Madison Caín.

**

Alina leía el papel que el abogado de Luke le había proporcionado para que leyera los términos.

—Puede conservar la casa en la que viven y la casa en la playa, además de los autos.

» El señor Dixon le dará una pensión considerable y una cuenta a su nombre con una cantidad de dinero como compensación. A su hijo le dará una pensión aparte, por compensación destinada a sus estudios universitarios.

Al menos pensaba en compensarlos de lo pasado. Su hijo revisó el documento y le dijo a su madre.

—Nos deja la casa en la playa, los 4 autos, al menos es algo decente.

Supuso que su esposo quería rehacer su vida junto a esa mujer y al bebe que iban a tener. Entonces todo acababa de forma en que un papel medía lo que habían hecho hasta ese momento. Era doloroso, pero se lo debía a Adler. Así que firmó.

—Firmaste.

—Sí, fue lo mejor, así tu   padre puede rehacer su vida cuanto antes.

Adler se dijo dolido.

—Mi padre ya rehizo su vida y no nos dimos cuenta.

Alina abrazó a su hijo con fuerza y entonces le comentó.

—Ya todo terminó, lo mejor es poder seguir con nuestra vida.

—Al menos pasaremos temporadas en la casa de la playa.

Francis la llamó en ese momento:

—Hola, querida, ¿todo terminó?

—Así parece.

—Tenemos una reunión con la nueva directiva.

—¿Ahora?

—Sí, lamentablemente.

—Me cambio y voy.

No estaba para lucir nada alegre, así que tomó un vestido negro y se duchó y cambió. Estado civil: oficialmente divorciada.

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