Cap. 5 Suspendida

Alina se acercó al cuarto de su hijo y lo encontró con sus audífonos puestos y con semblante triste y le mostró galletas, oreo y leche.

—Esto te va a animar.

El chico se sacó los audífonos y sonrió emocionado.

—Son mis favoritas.

—Lo sé.

Se sentó a mirar a su hijo comer.

—¿Qué te dijo tu padre?

—Ese marrano no es mi padre.

Ella lo miró sorprendida y entonces lo retó.

—Hijo, pese a todo, él es tu padre y te ama.

—No lo considero de esa forma. Él no me ama, no te ama.

—Hijo, aunque las cosas no funcionaron entre tu padre y yo, eso no te separa de él.

Entonces Adler le preguntó.

—¿Por qué no tuviste más hijos?

Ella procedió a contarle.

—Después de que naciste, tomamos esa decisión para dedicarnos completamente a tu cuidado.

—Mamá, ¿de qué sirvió todo eso?

—Hijo, no me arrepiento de nada, te amo.

—Quiere que cene con él, habla como si no hubiera hecho nada.

Alina fue clara con su hijo, después de todo siempre Luke sería su padre.

—Cariño, él me dejó a mí, no a ti, y eso, grábatelo en la mente.

Adler, visiblemente molesto, le dijo a su madre.

—¿De qué puedo hablar con él ahora? —fingió usar un teléfono—. Hola, papá, ¿cómo está la familia? Por favor.

—Será complicado al principio, pero después…

—Después el tiempo lo cura todo, estoy cansado de toda esa perorata.

—Pero es así.

Ella fue a su habitación y al entrar todo ese vacío la embargó: el silencio, la cama demasiado grande para ella, fría, inmensa.

Revisó su joyero y vio un bello collar que le había dado en su aniversario número diez; fue tan romántico. La invitó a un restaurante italiano y la sorprendió con un tenor cantando dulces melodías.

Tenía que retomar su vida, aunque no sabía cómo recomenzar. Francis le había dicho.

—Para olvidar a un viejo amor, hay que conseguirse otro.

Ella no podía pensar de esa manera, pues era una romántica que creía en amores eternos, en terminar junto al ser amado, viendo un ocaso y nada de eso podía ser ahora.

**

Carl estaba revisando las redes sociales y entonces vio una noticia impactante en un diario en línea.

«El lado oscuro de Artem Nader, se sabe de buena fuente que el rico empresario tiene gustos por salir con adolescentes».

Carl se abanicó y vio a su jefe leyendo unos informes y le comentó.

—Señor, hay un problema.

—Soluciónalo.

—Es… complejo…

Le mostró la tableta con la noticia y él se quedó impresionado.

—Tiene muchas vistas y comparticiones.

—Arregla eso, ¡ya!

Su hija llegaba al departamento con sendas fundas de compras, detrás dos sujetos cargaban otro tanto de fundas.

—Por aquí, por favor.

Su padre se acercó sorprendido viendo todo el gasto.

—Hola, papi bello.

—Debra, ¿sabes en el lío en que me has metido?

—No, dime.

Le mostraba el post y ella se quedaba boca abierta.

—No te lo puedo creer, ¡qué mierdas que son!

—Escucha, esto es por andar diciendo tonterías.

Entonces ella recordó a la mujer que los había visto y cavilando, y de pronto exclamó.

—¡Claro! ¡Fue ella!

—¿De quién hablas?

—La mujer que nos confundió, la señora que nos llamó la atención y que nos miró mal.

Artem recordó a la bella señora West, entonces le dijo a su hija.

—No considero que esa señora se haya prestado para tal cosa, además nada de esto hubiera pasado si no fuera por tu locura.

Ella entonces se acercó a él y le dio la solución.

—Despídela y ya.

—¿Despedirla?

—Claro, ella habló de más y soltó injurias, debe pagar.

—¿Con eso solucionamos todo?

—Claro, lo malo debe de irse.

Artem miraba a su hija seleccionando prendas.

—¿Y cuándo te vas, hija mía?

Ella le hizo una mueca, su padre y sus malos chistes, se acomodó el cabello rosa y se acercó a él.

—Papito, no puedo irme de tu lado.

—¿Por qué no?

—Porque mamá anda de loca con otro sujeto, tú al menos eres un divorciado decente, pero mamá no. Estoy harta de su locura.

Carl se acercó a ellos y les interrumpió

—Listo, señor, saqué la noticia de las redes sociales.

Debra aplaudió y le dijo a Carl.

—Eres eficiente, muchacho.

Carl sonrió orgulloso y al ver la seriedad de su jefe se enserió.

—Haré que lleven todo esto a la habitación de la señorita.

Artem quedó cavilando en lo dicho por su hija: ¿y si Alina West lo había hecho? Era una posibilidad que debía contemplar y si ella fue capaz de hacer aquello, tendría que despedir a la bella señora West, aunque eso sería lamentable.

**

Debra Nader llegaba a la preparatoria e inmediatamente daba una mirada al ambiente exclusivo que había y a los chicos apuestos que pululaban. Cuando llegó al curso, entró con ese aire de suficiencia y pasó rozando a un muchacho que estaba taciturno.

—Oye —dijo molesto.

—¿Qué?

—Me rozaste y no te disculpaste.

—¿Debería?

Esa chica era linda y muy atrevida.

—La gente educada lo haría.

—Pues, no soy educada.

Fue a uno de los asientos, solo eso le faltaba a Adler, una bravucona en su camino.

Ella se sentó y lo miró bastante contrariado por su acción, pero Debra era una chica muy imponente y cuando vio que Adler Dixon era el chico más apuesto del salón, se volvió en su objetivo.

**

Alina acomodaba el armario, ahora tenía mucho espacio en donde poner sus vestidos y accesorios. Su móvil comenzó a sonar. El tono que caracterizaba a su ex.

—Dime.

—Alina, quiero hablar con Adler y me tiene bloqueado, ¿por qué Adler se comporta así?

—Dale tiempo, está pasando por un mal momento, déjalo ser.

—Es mi hijo, maldición.

—Dale tiempo, entonces —no deseaba saber, pero fue más fuerte que ella—, ¿cómo estás?

—Estoy en el hospital.

—¿Te sientes mal? —se alarmó.

—No… Es Madison, va a dar a luz y está tardando mucho.

Alina hizo silencio y entonces le prometió.

—Bueno, hablaré con Adler sobre ese asunto, no quiero distancias entre ustedes.

—Gracias.

Alina cerró la llamada y sintió una tristeza profunda.

**

Artem revisaba la hoja de vida de la señora West y era impecable, vio varios videos de ella muy alegre y animada, una dama en toda la dimensión de la palabra.

Carl se le acercó.

—Señor, ¿alguna determinación con el caso West?

—Es muy raro, ¿investigaste bien quién le dio a la información a la Gotera?

—Dicen que llegó por correo, pero se investigó y es un correo falso.

Entonces le preguntó a su secretario.

—¿Piensas que la señora West fue capaz de algo como eso?

Carl carraspeó y entonces le dijo lo que pensaba.

—Por dinero la gente hace lo que sea.

Entonces supo que debía aclarar algunos puntos con la bella Alina West.

**

Esa mañana, Alina llevaba unos apuntes para la reunión del programa, entonces le informaron que la requerían en presidencia, eso le pareció raro. Nunca había estado en presidencia, de hecho, se dio cuenta de que estaban haciendo remodelaciones y cuando la hicieron pasar a la oficina encontró al señor Nader sentado en su silla, como todo un poderoso señor, que le gustaban las chiquillas, ni más faltaba.

—Buenos días, señora West.

—Buenos días, me dijeron que deseaba hablar conmigo.

—Así es.  Siéntese, por favor.

Tanta educación y formalismo, Dios, se sintió tensa. Artem comenzó.

—He analizado su trabajo, es impecable y eso me gusta, usted me gusta.

Alina no supo qué sentir ante sus palabras, Artem se corrigió.

—Es un gran elemento, pero…

Un, pero siempre es malo. Algo malo se venía a venir, lo sentía en su ser.

—No imaginé que usted fuera capaz de colgar información falsa en los medios.

¡Qué!

—No entiendo lo que dice.

—Seré claro y conciso —le mostró la noticia impresa—, ¿usted difundió esto?

Alina estaba sorprendida con lo que leía y le respondió.

—Yo no hice eso, no es mi estilo. Soy de las que dice las cosas de frente y directo, por eso expresé lo que pensaba. Esa niña puede ser su hija.

Artem entonces le anunció mientras se levantaba.

—Ella es mi hija.

Alina lo miró con horror y él le explicó.

—Tiene por mala costumbre gastarse bromas estúpidas.

Su rostro se tiñó de rojo por la vergüenza que sintió en esos momentos.

—Bueno… yo, pensé… bueno… Es que…

—Ahora mi moral está en entredicho y, hasta no saber lo que realmente pasó, he tomado la determinación de suspenderla.

Alina, horrorizada y exclamó.

—¿Suspenderme?

—Sí, hasta que se aclare este incidente.

—No hice nada, jamás haría algo como eso.

—¿Entonces cómo se filtró esto al público?

Ella no tenía una explicación de lo pasado, solo que su gran boca la puso en mal. Musitó.

—No lo sé.

—Entonces, hasta saberlo, está suspendida.

Parecía gozar de su posición, aplastar su voluntad y no le daría el gusto.

—Bien.

—Me alegra que lo entienda y, si desea, podemos tomar algo y hablar del asunto.

Entonces ella estalló.

—¡No soy carne de cañón, señor Nader!

—Espere, no me malentienda.

—Sé lo que hombres como usted quieren y es aprovecharse de las mujeres.

—Eso no es lo que quiero hacer, usted es hermosa y en verdad me gusta.

Ella estaba sorprendida con su descaro.

—Pues, qué mal comenzó.

—Un divorcio no es el fin del mundo, pasé por eso y sigo entero.

Se acercó a ella y pudo percibir su colonia, olor a mar y madera, distinto al de su esposo.

—Sé que lo superará, es una mujer fuerte, lo sé, lo veo.

Acarició su rostro y ella miró en sus profundos ojos negros y se turbó, escapó de su contacto, no se sentía lista todavía para algo más.

La Pluma

Pobre de Alina, le pasa de todo y ahora hasta sin trabajo.

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