***ABEL***
Entro al cuarto y la encuentro profundamente dormida. Me río porque hace menos de 5 minutos salí y dijo que me esperaría despierta para alistarnos e ir a la ciudad a comprar ropa de maternidad, ya que empieza a quedarle pequeña la ropa que tiene.
La observo antes de meterme a la cama para despertarla. Es la imagen más bella que tengo la fortuna de ver.
Su silueta de medio lado con su centro abultado es la mejor escultura que mis ojos han visto y vaya que he visto mujeres embarazadas en mi vida, pero ella... Es solo ella.
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Hola, mis románticas!!! Espero que les gusten estos nuevos relatos, llenos de sentimientos incluida la nostalgia por Abby 🥺. No olviden que pueden dejar comentarios dentro de los capítulos tocando unos segundos los párrafos. Me encanta encontrarlos y saber qué les pareció. Y...No olviden que pueden unirse al grupo de f: Lizcaronovelas. Por ahora me despido. Les mando mi cariño💚. Nos leemos pronto 😘
Carolina, una mujer tímida, tierna y bondadosa que al pasar del tiempo pierde las esperanzas de encontrar el amor, ya que no pretende conformarse con cualquiera. A sus 29 años decide ser mamá y la manera más correcta, desde su punto de vista, es mediante una inseminación. Lo que no sabe es que justo en la primera consulta, se topará con eso que por mucho tiempo esperó, pero un amor del pasado la hizo desconfiada y se verá sometida a la incertidumbre. Abel, médico ginecólogo, especialista en fertilidad, un hombre apuesto y con valores, piensa que su alma gemela o complemento no existe o está muy lejos de encontrarla; hasta que un día, cuando menos lo espera una cálida sonrisa y una mirada encantadora, hacen que su corazón reciba una descarga eléctrica de emociones que jamás imaginó. Para ambos la vida se transforma y se ven sometidos a pruebas, alegrías, tristezas, perdidas dolorosas y sorpresas... el amor será su fo
"La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces." Proverbio persa. ______________________________ De niñas, los cuentos infantiles nos venden la idea del príncipe azul que llega y te despierta con un beso; del que arriesgaría su vida para liberarte del castillo pese al dragón; o está el príncipe que con el beso de amor verdadero deshace el veneno de la manzana y te hace volver a la vida. Sucede que nos ilusionan con esas historias y a veces, no es lo que esperámos...***CAROLINA*** Tuve una vida tranquila en mi niñez, había sido una niñez hermosa. Crecí rodeada de mucho amor, pero en mi adolescencia, también tuve pérdidas irreparables. A mis 17 años, mis padres fallecieron en un lamentable accidente y fue un periodo muy difícil para mí, lleno de mucho dolor. Amelia Torres y Nicolás Guerra habían sido las personas más importantes de mi vida. Me enseñaron valores y principios de los que siempre estaré agradecida. A pesar del vacio que dejaron, recobré la alegr
Un día leyendo algunas revistas de interés científico, uno de los temas cautivó mi atención, se trataba de un artículo que hablaba de la inseminación artificial. —¿Y sí...? —pensé para mis adentros... Aunque al principio creí que era una idea loca, incluso vergonzosa, cada día fue tomando más fuerza en mi interior. Me había ilusionado con la idea de ser mamá, pero no tenia esposo para poder adoptar y no había nadie para enamorarme; tener un bebé de esa manera me iba pareciendo menos descabellado que acostarme con alguien solo para quedar embarazada. Con la inseminación no tendría que fallar a mis principios, no me iba a entregar a un hombre sin amarlo y sin estar segura de que era con quien pasaría el resto de mi vida. —Sí, así de anticuada soy—. Y por otro lado ya que el amor de mi vida no había aparecido y no aparecería por lo visto, no tendría que compartir la custodia del bebé, por lo poco que sabía, nunca conocería quien sería el donante, ni nadie reclamaria la paternidad, as
***ABEL*** Dicen que para cada uno hay alguien especial, un alma gemela, un complemento. Alguien que te hace querer dar todo lo mejor de tí y que te da lo mejor de sí, pero a mi no me había llegado aún y no estaba muy convencido de que pasara. Solía bromear con mi hermano que esa mujer especial que quería, debía vivir del otro lado del mundo o había muerto y yo seguía esperándola. «—Llegará de la manera más inesperada y vas a sentir una corriente en tu corazón. Te lo aseguro», eran las palabras de mi hermano, quien estaba felizmente casado. Yo seguía incrédulo. Hasta ese día... Había sido un día muy agotador; había atendido cuatro partos, dos de ellos complicados y aún faltaban varias consultas... Tuve la necesidad de salir a tomarme un café y un poco de aire, para recargar mi batería. Iba de regreso a la clínica cuando miré hacia la puerta y vi a una mujer que dudaba en entrar. Me causó curiosidad. Crucé la calle y observé a una anciana a la que se le caían sus papeles. Me disp
***CAROLINA*** Luego de aquella primera consulta con el doctor Cardona, salí de su consultorio y me dirigí a la secretaria. —¡Hola! El doctor Cardona me dijo que pidiera una cita para una ecografía pelvica mañana. Me miró de forma extraña. —¿Ecografía pelvica? Eso no es en esta parte del hospital. Levanté los hombros sin tampoco entender. Luego su teléfono sonó. —Dígame, doctor —me miró con la frente arrugada—. Ok, ya la programo —colgó. —Carolina Guerra, mañana a las 2:00 pm. —Gracias —dije sonriendo. El resto del día no pude concentrarme en nada, mi mente giraba al rededor de la consulta y de la conversación con el doctor y en la noche fue peor. Me inquietaba pensar en la opinión que él tuviera de mi, pero, ¿por qué? Nunca me había importado lo que la gente pensara. No es que me molestará lo que soy y lo que dije, mas sentía la extraña necesidad de que me entendiera. Al día siguiente iría y pensar en volver a verlo, no me dejaba dormir. Entrada la madrugada, por fin log
***ABEL*** Había pasado la tarde confirmando lo maravillosa, inteligente y compasiva que era Carolina. Después de dejarla en su casa y despedirme, caminé a mi departamento junto a Lana, iba recordando nuestras conversaciones; sus preguntas y sus respuestas, decían mucho de su persona. Lo bondadosa con los López y su pasado doloroso con la muerte de sus padres, me hacían admirarla más. Yo estaba deseoso de conocerla mejor. «Es una chica demasiado especial» —me había dicho la abuela López y sí que lo era. Lo poco superficial que parecía ser me encantaba. Ni siquiera parecía estar conciente de lo atractiva que era y es que, no solo era su belleza física la que atraía, era su sonrisa, su amabilidad, cómo trataba a las personas a su al rededor, algo en su esencia que solo se podía sentir. Emanaba una dulzura irresistible. El mesero, al igual que un hombre que estaba cerca a nuestra mesa no dejaron de mirarla y, ¿cómo culparlos? si yo también estaba cautivado ante su presencia. Era natur
***ABEL*** Terminé con mis pacientes y faltaba poco para que Carolina llegara. Salí varias veces de mi consultorio asomándome. Estaba ansioso por verla. —¿Tú qué haces aquí? —escuché a Mónica hablar altaneramente a alguien, pero jamás me imaginé que era a Carolina, quien estaba con su bello rostro consternado por aquella actitud. —Yo le pedí que viniera —Mónica giró hacia mí, pálida—. Por cierto Mónica, ¿por qué me dijiste que la señorita Carolina, no había llamado? —¡Ehhh! —no le salían las palabras. —Debió olvidarlo, doctor —interrumpió Carolina para calmar el momento—. ¿Cierto, Mónica? —la miró con compasión a pesar de lo mal que la trató. Miré a Mónica con desaprobación esperando que se disculpara con ella. —Sí, disculpe, señora Carolina. —No te preocupes, Mónica —le dedicó una sonrisa genuina, sin ningún rastro de haberse ofendido. Su carácter tan dulce. Le llamaría la atención después a Mónica. Por lo pronto, quería aprovechar el tiempo con ella. Le señalé a Caro que s
***ABEL*** «Vasquez». Vladimir Vasquez era un pediatra y compañero de trabajo; también era un experto en seducir a enfermeras, recepcionistas y secretarias del hospital. No era de mi agrado, no me inspiraba confianza y no toleraba su constante necesidad de mirar con deseo a las mujeres que cruzaban por su camino. Incluso habían comentarios sin confirmar de algunas enfermeras que habían renunciado, por el constante acoso de éste. Y como no era de extrañar, depósito su sucia mirada en Carolina. Ella había inteligentemente evadido su presentación, pero ahora estaba ante él nuevamente presentándose, tendiendo su sucia mano hacia ella. Antes de llegar a nosotros lo vi mírala de pies a cabeza y lamerse los labios con morbosidad. Sentí que la sangre me hervía por dentro, pero yo no tenía ningún derecho hacia ella. Sin embargo, y para mi sorpresa ella se agarró de mi brazo ignorando su mano dejándosela nuevamente extendida. —Carolina —le dijo solamente, presentándose por educación. —¡Mmmm