—¡Amor! —La llamo cuando su celular suena—. Te llama Yamila 《otra vez》
¿Quién es Yamila y por qué en los últimos tres días la llama tanto? Es un misterio para mí, porque mi esposa no ha querido decirme qué ha estado haciendo. Se va un par de horas y regresa cansada y con dolor en los pies.Sale casi corriendo del baño a contestar y por poco tropieza con Lana.—Con cuidado, mi vida —le pido con el ceño fruncido. Me mira con una sonrisa exagerada y me tira un beso. Niego rodando los ojos.Baja al primer piso para evitar que yo escuche y yo trato de no darle vueltas al asunto, aunque me mate la curiosidad y quiera ir a escuchar.
Me mantengo meciendo a Becky que me mira con los ojos abiertos sin una pizca de sueño. A medida que va creciendo está más activa y menos dormilona.Caro sube a los minutos y saca ropa para alistarse. La miro mientras lo hace y si no fuera porque tengo a la bebé en braRecostados en el sofa, reclinada en el pecho de mi esposo, paso el dedo índice por su torso, recorriendo sus pectorales con el mismo dedo y la boca hecha agua.Sus ojos dejan de mirar la película para conectarse con los míos.La película que escogí es en parte la causante de que me encuentre caliente, pero el mayor mérito se lo lleva él.Bajo por la linea media de su abdomen por encima del ombligo y exhala su delicioso aliento en mi frente haciendome cosquillas.—¿Christian Grey te tiene así? —pregunta con tono burlón.Niego.—No, Abel Cardona me tiene así —levanta la cejas con orgullo y amo que se sienta especial porque lo es. Es el hombre más especial y único que existe, por ello amo levantarle el ego y otras cositas...—. Anastasia Stile no está nada mal ¿cierto? —le pregunto cuando la protagonista aparece en una escena de espalda completamente desnuda—. Tiene lindo trasero.
***ABEL***Término de picar las frutas para acompañar el desayuno y subo con la bandeja al segundo piso para que desayunemos juntos en la cama.Entro al cuarto abriendo la puerta de espaldas.—Buenos días, mi bella dormilo... —Me doy cuenta que ya mi amada no está entre las sábanas.—¡Cielo, estoy en el baño! —grita desde allá. Acomodo todo en la mesa de noche.—¿Necesitas ayuda? —pregunto acercándome a la puerta.—¡No y ni se te ocurra entrar! —grita nuevamente desde dentro—. Necesito privacidad en esto.Me río y regreso al cuarto. Reviso a Becky en la cuna. Está dormida con el chupete en la boca. Intento quitárselo, se queja y se aferra a él. Soy conciente que no es lo mejor,
Llego a casa, después de un no planeado día laboral al que tuve que ir. El obstetra de turno, se accidentó y me pidieron reemplazarlo. Así que, el deber me obligó a separarme de mi esposa por unas horas, que fueron más de las previstas y se sintieron eternas.Entro y no la veo por ningún lado, debe estar arriba en el cuarto o en la azotea.Becky no está, ya que la llevé y a Lana, ayer con mis padres, para asistir al evento de la secundaria de mi esposa.El recuerdo de la noche anterior llega a mi cabeza y la imagen de los dos haciendo el amor como posesos, me hace acalorar.Pensar en el rostro de mi amada, mientras la penetraba contra la puerta del salón de clases y luego sobre el escritorio, donde la tuve en diferentes posiciones, hace que mi entre pierna vaya apretando mi pantalón.
***CAROLINA***Despierto de golpe, bañada en sudor. Es de madrugada, todo se ve oscuro y al parecer, se ha ido la luz, pues el aire acondicionado está apagado, al igual que la lámpara de noche y, por supuesto, ese es el motivo por el que estoy tan acalorada.Levanto mi húmeda cara, del pecho de mi esposo. Parece que a él no le molesta el calor, pues está plácido y profundamente dormido.Con cuidado salgo de la cama y agarro el celular de la mesa de noche de mi lado. Miro la hora, son las 4:26 am. Busco la linterna en el aparato antes de bajarme y alumbro al suelo, para no tropezar a Lana, que está acostada en su cama al lado de la cuna de Becky; cuidándola como siempre. Levanta su cara al sentirme y mueve la cola saludándome. Me inclino para darle un beso en su cabeza y recibo un lametón lleno de babas en mi mejilla. ¡Cuánto amo a mi hija peluda!
***ABEL***Voy camino a la floristería de mi esposa, quiero verla, necesito disculparme.No ha contestado mis llamadas ni mensajes, supongo sigue molesta. Esta mañana, me puse intenso y me porté de forma egoísta, no queriendo que fuera al trabajo.—Amor, hoy es importante que vaya —me dijo cuando se estaba vistiendo y yo la desvestía.—Que se encargue Adela —le dije, soltándole el sujetador, besando su cuello y mirando sus pechos que están un poco más grandes, preparándose para la lactancia. Aún es muy pronto para que produzcan, pero yo me estoy encargando de estimularlos.—Cielo, Adela no es la representante de l
***CAROLINA***Veo con emoción como la lluvia golpea la ventana y empieza a aumentar. Tengo a mi princesa Becky en los brazos y me quedo observando como sus ojitos se cierran.—Ahora no es el momento, pero a penas estés más grandecita, te llevaré a que disfrutes de la lluvia conmigo —le susurro suavecito al oído, la beso y se la doy a mi suegra, que sonríe sabiendo qué intenciones tengo.—Con cuidado, Carito —la escucho decir por la ventana, cuando salgo de su casa.Bajo los pocos escalones de la entrada sin prisa y al llegar al último, ya siento cómo la lluvia cae sobre mi. Cierro los ojos sintiendo el placer que me produce este clima.Estaba con Becky en casa de mis suegros,
***ABEL*** Le doy un beso en la coronilla a mi princesa número uno, antes de dejarla con mi madre y de inmediato, retomo el camino de regreso a casa para estar con mi amada esposa. Entro al cuarto y la encuentro profundamente dormida. Me río porque hace menos de 5 minutos salí y dijo que me esperaría despierta para alistarnos e ir a la ciudad a comprar ropa de maternidad, ya que empieza a quedarle pequeña la ropa que tiene. La observo antes de meterme a la cama para despertarla. Es la imagen más bella que tengo la fortuna de ver. Su silueta de medio lado con su centro abultado es la mejor escultura que mis ojos han visto y vaya que he visto mujeres embarazadas en mi vida, pero ella... Es solo ella. <
Carolina, una mujer tímida, tierna y bondadosa que al pasar del tiempo pierde las esperanzas de encontrar el amor, ya que no pretende conformarse con cualquiera. A sus 29 años decide ser mamá y la manera más correcta, desde su punto de vista, es mediante una inseminación. Lo que no sabe es que justo en la primera consulta, se topará con eso que por mucho tiempo esperó, pero un amor del pasado la hizo desconfiada y se verá sometida a la incertidumbre. Abel, médico ginecólogo, especialista en fertilidad, un hombre apuesto y con valores, piensa que su alma gemela o complemento no existe o está muy lejos de encontrarla; hasta que un día, cuando menos lo espera una cálida sonrisa y una mirada encantadora, hacen que su corazón reciba una descarga eléctrica de emociones que jamás imaginó. Para ambos la vida se transforma y se ven sometidos a pruebas, alegrías, tristezas, perdidas dolorosas y sorpresas... el amor será su fo