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Capítulo Dos: Consecuencias.

No podía dejar de imaginar las manos del chico desconocido de traje azul recorriendo mi piel con tanta agilidad y su aroma me mantenía hipnotizada cómo si de alguna forma me hubiera lanzando un hechizo. Era inexplicable sentirme así entre los brazos de un completo extraño, alguien que con solo una noche me brindó el más increíble momento.

Mi corta vida ha girado entorno al fracaso y a las constantes decepciones amorosas, no hay día de la semana que no cuestione el porqué de mi existencia o el motivo por el cual siempre algo malo debe suceder, aún así me mantengo firme y positiva pensando siempre en que todo se puede solucionar. Que quizás esa sólo era una mala etapa de la que pronto iba a salir, pero dudo que me alcance suficiente entusiasmo al mirar la prueba de embarazo marcar positivo.

Y como si no fuera poco ni siquiera conocía al padre, no sabía su nombre, tampoco dónde vivía o número telefónico, lo único que si tenía claro era que su perfume era jodidamente adictivo, ni hablar de su caballerosidad.

Que se fijara en mi fue una gran novedad...

Mi cerebro siempre fue bastante cuestionable pero no pensé que lo suficiente para olvidar tomarme las pildoras anticonceptivas, y ahí estaba, después de varias semanas con vómitos y mareos en el baño de un hospital esperando los resultados pero debido a mi ansiedad me adelanté comprando una prueba casera.

Y ahora deseo haber esperado como alguien normal...

—Eres una tonta Jules, ahora tendrás que renunciar a todos tus sueños y dejar de comprarte cosas bonitas porque tú mundo girará entorno a ese bebé —me reprochó mi mejor amiga vanna, quien además continuaba mirándome con desaprobación desde hace aproximadamente 6 horas.

De todas las cosas que podía decirme eligió la más vanal, aunque no dejaba de tener razón, aún no sabía cómo diablos iba a cuidar de alguien más, ni siquiera supe jamás como protegerme a mi.

—No nos adelantemos a los hechos, la prueba casera suele fallar, mejor esperemos a que el doctor salga de esa habitación con los resultados y podremos estar más tranquilas —le respondí tratando de no sufrir un colapso nervioso.

En realidad solo estaba en negación, sabía que todo iba a salir mal. Siempre decía que tener un hijo a los diecinueve no es de las cosas por las que me sentiría orgullosa y aún lo sostengo, a pesar de que ahora formaré parte del equipo de mamis luchonas.

—Señorita Roussel.

La enfermera me llamó por mi apellido y mi amiga se giró rápidamente y corrió hacia el interior del lugar sin siquiera esperar a que yo reaccionara, estaba mucho más ansiosa de lo normal, no me quiero imaginar cómo habría sido si le hubiera ocurrido a ella.

Apenas llegué me senté al lado de Vanna quién continuaba en silencio, me resultaba positiva esa actitud, era como una especie de calentamiento para cuando llegara a casa y le dijera a mi madre que sería abuela y que probablemente acababa de arruinar todo mi futuro.

Que bueno que en medio de tanta desgracia seguía conservando mi sentido del humor.

—Estos son los resultados de la prueba, señorita Jules, felicidades, está usted embarazada —dijo el doctor con una sonrisa.

Vanna se puso pálida, la enfermera conservaba su expresión neutral mientras yo seguía pensando en cómo pasé de una noche de chicas a estar sentada frente a un doctor con síntomas de embarazo.

—¿Felicidades? Es el peor día de mi vida —respondí casi perdiendo la cordura.

—¡Jules! —Me reprendió mi mejor amiga mirándome con ojos muy abiertos.

—No se preocupe joven, es normal a su edad que esa sea su reacción pero un tiempo después todo cambia. Yo no puedo imaginar una vida sin mis hijos desde que me convertí en madre —expresó la enfermera con ojos brillantes y una sonrisa.

—Y yo no puedo imaginar una vida con hijos —solté con pesar.

— Al final todo depende de lo que usted decida para su vida —aconsejó el doctor mirándome con ternura.

Quiero creer que era ternura y no lástima.

Salimos de allí rápidamente no sin antes agradecer a el doctor y enfermera por habernos atendido, guardé en mi bolsillo el papel con aquella fatídica prueba de que había procreado a un ser en mi interior, alguien que no sabría quién era su padre y que probablemente se convertiría en un testigo constante de todas las malas decisiones que tomaría a lo largo de este viaje que llamo vida.

había terminado el bachillerato y aunque me había tomado dos años sabáticos para pensar muy bien en que carrera podía apuntarme y trabajar para ahorrar no estaba entre mis planes tener un bebé.

Siempre olvidaba tomarme mis vitaminas cuando era niña y de grande olvidé tomar la píldora anticonceptiva, soy un pésimo ejemplo.

—Me siento culpable ¿Sabes? Si no te hubiera sacado de casa aquella noche nada de esto habría ocurrido —soltó Vanna unos minutos después.

Con que era ese el motivo de su silencio.

—Esto no tiene nada que ver contigo, solo tratabas de ayudarme, yo fuí quién tomó la decisión de irse con el chico y además me descuidé a la hora de tomar mis píldoras. Eres una amiga increíble que siempre ha sabido estar para mí en cada momento y siempre estaré agradecida por eso.

La chica de cabello castaño por un momento permaneció pensando en la situación y luego me brindó una sonrisa acompañada de un pellizco en mi brazo que me hizo sobresaltar.

—Te dije desde antes que buscaras otro método, sabiendo que eres terriblemente olvidadiza existía ese riesgo.

—Mira el lado positivo, ya sé que no debo volver a hacerlo —respondí rápidamente.

—¿Ya para qué Jules? —Me preguntó reprimiendo una risa.

—En realidad quiero intentar ser optimista con todo esto, porque sé que cuando llegue a casa y le dé la noticia a mi madre va a enloquecer.

—Bueno deberías pensar antes si en verdad deseas tenerlo o no —sugirió.

Estaba tan enfocada en los resultados de las pruebas que no me percaté de ello. Aunque por el momento prefería ser honesta con mi mamá y tal vez escuchar algún consejo de su parte una vez pudiera asimilarlo.

La situación era desalentadora y como si no fuera suficiente saliendo del hospital casi me caigo al torcer mi tobillo, pero lo que más me llamó la atención fué un Ferrari color azul, lucía costoso e inclusive me parecía familiar, me acerqué unos pasos más y observé con detenimiento a la persona bajando de él.

Ahora todo tenía sentido, él era aquél hombre misterioso con quién había compartido probablemente una de las mejores noches de mi vida, me dió una mirada tierna y tomó mi mano con mucha suavidad mientras sus ojos aún continuaban sobre mi. Era como un cuento de hadas moderno en dónde yo era la protagonista.

—Dios, te he estado buscando por toda la ciudad Jules. ¿Por qué huiste antes del amanecer sin ninguna explicación? —Preguntó mirándome con fijeza.

Su contacto hizo que mi piel se erizara pero mi conciencia me decía que debía dejar de lado mis pasiones y enfocarme en lo principal: El embarazo.

—Creo que fueron demasiadas emociones para una sola noche y ahora me temo decirte que...

—Estás embarazada —me interrumpió

Me quedé paralizada en aquel momento, ¿Cómo logró encontrarme? Y lo más importante de todo esto ¿Cómo se enteró?

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