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Capítulo cuatro: La noticia.

—¿En qué demonios estabas pensando Jules?

Los gritos de mi madre hacían eco por toda la casa mientras yo me mantenía sentada al frente de ella en su despacho mientras mordía mi labio inferior con fuerza para no entrar en llanto, siempre me pareció una mujer dulce pero cuando estaba enojada generaba bastante temor.

Desde la muerte de mi padre había desarrollado cierta sobreprotección hacia mi.

El haber quedado embarazada siendo tan joven era sin duda la gota que había rebasado el vaso.

—Olvidé tomarme la píldora —le respondí en voz baja aunque eso solo alteró mucho más su estado de ánimo.

—No tenías edad para tener sexo en primer lugar.

—Mamá soy joven, por supuesto que quería experimentar cosas...

—¿Y eso a dónde te llevó? Vas a tener un hijo cuando deberías estar estudiando para superarte.

—¡Tu jamás me escuchaste ni hablaste conmigo sobre sexo!

—¿Por qué hablaría de sexo con mi hija que debería enfocarse en la universidad ? —Me preguntó indignada.

—Porque es lo que una madre hace, yo no habría tenido que buscar por mi cuenta en internet o ir sola a citas con la ginecóloga, sabría de qué manera cuidarme —respondí.

—Esto es absurdo, me estás culpando a mi de un error que tú cometiste sabiendo que confíe en ti para dejarte salir con Silvanna siempre que querías.

—Nunca me dejabas salir con nadie más, o dejabas chatear con amigos.

—Pues quizás desobedeciste porque si no ¿Cómo conociste al padre de esa criatura? —Me preguntó acercándose más a mi con su mirada intimidante.

Venía la parte más compleja y mirar sus ojos verdes clavados en mi con su expresión de molestia me hacían sentir mucho más inferior de lo que ya era, no me salían las palabras de la boca y llorar no era una opción.

—Silvanna, ¿Tu sabes algo?

Mi mejor amiga me dió una mirada cautelosa mientras también se enfocaba en mi con algo de preocupación, estaba a sentada a unos metros de nosotras, en realidad deseaba que lo hiciera por mi ya que yo no me sentía capaz aún cuando estuve ensayando mi guión durante todo el camino.

—Ella no lo sabe, David...

—¿QUÉ?

Vanna se sobresaltó al ser interrumpida por el grito agudo de mi madre e incluso dió un respingo mientras acomodaba los mechones de su cabello detrás de sus orejas, algo muy propio de ella cuando se encontraba nerviosa.

Acto seguido mi madre se acercó un poco más a mi y no dudó en darme una fuerte bofetada que resonó por toda la casa y me dejó mirando hacia lo más profundo del espacio exterior.

—No sabes lo mucho que me decepciona ser tu madre, por años esforzándome y trabajando duro para que puedas tener un mejor futuro, una vida mejor a la mía ¿Y estás embarazada de un extraño?

Pese a todo lo que hemos atravesado juntas jamás imaginé que reaccionaria tan mal pero me dolían mucho más aquellas palabras que la bofetada, sentía que era una señal de que las cosas se irían cuesta abajo en nuestra relación madre e hija y que no había nada que pudiera hacer al respecto.

No temía que pudiera decir, creo que nada que saliera de mi boca en ese momento haría a mi madre conservar la calma que tenía cuando llegué a casa. No sabía que iba a ser de mi en ese momento, tenía demasiado miedo de cuál seria mi destino y empezaba a sentirme como una basura, pero las palabras que acabarían sepultando todo pensamiento alentador de mi cabeza unos segundos después fueron las de ella:

—Recoge tus cosas y vete de mi casa, no quiero saber nada de ti.

La miré con incredulidad mientras que Silvanna se colocaba de pie mientras negaba con un gesto de molestia a mi madre quien permanecía en su sitio indiferente a lo que yo pudiera sentir al respecto, aunque me estaba conteniendo por no llorar cada vez era más difícil no hacerlo.

Tenía una buena relación con mi madre, o al menos yo lo veía así, quizás me acostumbré durante años que ella controlara todas las situaciones o subiera cada vez más sus expectativas hacia mi persona.

—Tienes que estar bromeando Julieta, ¿Cómo vas a dejar a tu hija a su suerte con un bebé en su vientre? —Le recriminó Vanna aún molesta.

—No me importa en lo absoluto lo que suceda con su vida a partir de ahora, ya suficiente tengo con ser el hazme reír de toda la comunidad por su causa.

—No te molestes en decirle algo a mi madre Vanna, aún si no hubiera fallado de esta manera ella nunca está complacida con ninguno de mis esfuerzos por hacerle sentir orgullosa —le dije mientras secaba algunas lágrimas.

—Solo quería que destacaras.

—Y yo sólo deseaba que mi madre se interesara un poco más en mis cosas, en lugar de eso cada vez se me hacía más difícil llenar sus expectativas.

Hubo un minuto de silencio, una parte de mi esperaba una respuesta de su parte pero al contrario, solo permaneció sentada mirando hacia otra dirección, así que decidí ponerme de pie e ir hasta mi habitación para arreglar mi equipaje con el temor de saber que no tenía un hogar esperándome, que quizás mi bebé pagaría las consecuencias de mis errores.

Mi cabeza estaba llena de pensamientos negativos y mi corazon sufría el temor de un posible nuevo fracaso esperándome a la vuelta de la esquina, saber que todo iba a cambiar para peor por un descuido de mi parte y que eso definiría mi vida para siempre era simplemente aterrador. Silvanna entró a mi habitación rápidamente mientras también sacaba ropa del armario y me ayudaba a organizarla en las maletas.

—Entiendo que este molesta contigo, no es algo de lo cual sentirse orgulloso pero ¿Echarte de la casa? Eres muy joven y vas a tener un bebé en unos meses, necesitas un hogar y de mucho apoyo, no puedo creer que Julieta te haya hecho esto.

—La verdad yo tampoco, siempre supe que tenía un carácter bastante difícil pero no pasó por mi cabeza que me dejara en la calle, aunque tal vez lo tengo merecido ¿No?

Vanna me miró con preocupación y negó rapidamente con la cabeza mientras dejaba lo que hacía para consolarme.

—Por supuesto que no lo mereces, cometiste un error pero todos en algún punto lo hacemos. Nadie es perfecto por más que lo intente y una buena madre no arrojaría a su hija embarazada a la calle como a un animal por muy decepcionante que le parezca.

Terminó de hablar y me abrazó por detrás, acto que agradecí desde el fondo de mi corazón. Estaba deseando una muestra de afecto desde la mañana, tenía un tumulto de sentimientos encontrados que me han hecho decaer cada vez más, el encontrarme con un pie fuera de lo que por años fue mi hogar parecía ser un mal comienzo en esa etapa.

—¿Que se supone que voy a hacer con mi vida ahora Vanna? No tengo a dónde ir, siempre fuimos mi madre y yo, nadie más...

—Te equivocas Jules, eres mi mejor amiga, siempre será así, mientras yo exista tu no vas a quedarte sola —aseguró con una sonrisa.

No entendía muy bien a lo que se refería, pero era gratificante tener el apoyo de alguien a quién aprecio y quiero con toda mi alma.

—No lo entiendo Vanna.

—Le marcaré a mi padre, te irás conmigo ahora mismo. No necesitas más sufrimiento.

—¿Y que hay de tus padres?

—Ellos te adoran y apenas hable con ellos no dudarán en apoyarte en todo.

No tenía mucho que pensar, en realidad ni siquiera tenía otras opciones más de lo que ya me habían ofrecido. Terminamos de empacar todo y antes de salir de mi habitación eché un último vistazo con algo de melancolía al recordar mi vida en ese lugar del que ya no formaría parte.

Y como si ya no fuera suficiente con todo lo que sucedió anteriormente mi madre aún se encontraba de pie mirando hacia la ventana que daba al jardín de la casa ignorando todo, por un instante creí que al menos se despediría de mi pero nada de eso sucedió. Se mantuvo reacia ante la situación haciendo ver qué quizás irme había sido lo mejor.

—Te amo mamá —dije sin obtener ninguna respuesta.

Vanna miró a mi madre con desaprobación mientras tomaba una de mis maletas y abrió la puerta.

—Ya vámonos Jules, no vale la pena que sigas aquí insistiendo a alguien que no quiere escucharte — me dijo tomando mi mano y con algo de pesar obedezco.

La vida está constituida a base de decisiones, quiero creer que hice lo correcto al decidir tener a ese bebé y en algún momento quizas podría superar que mi madre tomó la decisión de echarnos.

Di una última mirada a todo el lugar, porque sabía que una vez cerrara la puerta ya no habria vuelta a atrás. Solo estaba segura de una sola cosa.

Iba a ser madre y no estaba preparada para lo que sea que se aproximara.

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