Capítulo 6

Un pitido constante y sonoro me invadía los oídos. Traté de abrir los ojos, pero los párpados me pesaban mucho. Algo que alertó todos mis sentidos fue el hecho de querer moverme y no pude. Las piernas, los brazos… todo mi cuerpo dolía.

Como pude, logré mover un brazo con la intención de dar un buen manotazo a lo que fuese que estuviese emitiendo aquel ruido y, otra vez, me vi imposibilitada. No entendía, no comprendía el por qué de tanto dolor y, con un enorme esfuerzo, comencé a abrir los ojos. La vista nublada, quizá por el sueño, pero algo no estaba bien. Cuando pude enfocar bien la mirada, lo primero que noté fue la puerta blanca. La de mi cuarto no era blanca. No. Quise sentarme, pero solo causé que un fuerte dolor me atravesase la cabeza y, para horror, descubrí que no me encontraba en mi habitación.

—¡Bella! —excl

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