Sentí la mano de Kentin agarrándome del jean y jalándome de regreso al sofá, deteniendo mis besos de alegría hacia Louis. Yo lo miré. Estaba frunciendo el ceño con fuerzas y mirándome con ganas de matarme.—De todas maneras… Helena está al tanto de que esto sólo es una entrevista y que si las cosas no salen bien deberemos de seguir buscando —explicó Louis. Estaba acomodando su ropa y arreglando su cabello, sus mejillas estaban rojas debido a mi repentina muestra de amor.—Es peor que nada —le dije. Kentin se acomodó en su asiento mientras se cruzaba de brazos y dejaba su portátil de lado.—Muchas gracias, Louis. Pero no creo que Annie esté interesada en trabajar en una agencia de modas —dijo. Yo lo miré incrédula de lo que estaba diciendo—. La veo mucho más útil para el ejército que para Dolce & Gabanna.—Discúlpame, Kentin. No quiero ser grosero, pero evidentemente tú y Annie acaban de pelear. Así que los problemas que puedas tener entre tú y tu esposa los arreglan entre ustedes —dij
Helena y yo nos miramos mientras nuestra jefa seguía de pie esperando nuestra respuesta. Pero Helena fue más sensata que yo.—¿Podemos discutirlo un momento? —preguntó, Anastasia asintió con la cabeza y volvimos a nuestros escritorios. Helena espió por el marco de la puerta y esperó a que Anastasia se sentara en su silla para poder hablar conmigo—. ¿Quién va, Annie?—Helen, tú sabes los celos de Kentin y que si llego a aparecer en las revistas al lado de un modelo en mi primer mes de trabajo, va a pensar cualquier cosa —le dije. Helena se llevó los dedos a los labios y pensó.—Bueno, yo no tengo acompañante para esa fiesta, pero alguien va a tener que estar al lado de Anastasia en caso de que algo malo suceda. Generalmente siempre soy su segunda al mando —susurró, luego me miró con sus ojos—. ¿Vos vas a poder estar al lado de Anastasia?—Si me dices qué y cómo tengo que hacer en caso de una emergencia, seguramente podré —aseguré. Helena asintió. Volvimos al despacho de Anastasia quien
Aren regresaría luego de varios meses de ausencia, vendría con su esposa e hijos. Finalmente volveríamos a ver a nuestro querido gamer. Y, aunque Annie no estaba del todo de acuerdo, Gaeil y yo organizamos una fiesta de bienvenida en mi casa. Nicholas, Louis, Chester y Ayaka se plegaron a la misma y en cuestión de días ya teníamos todo resuelto.Justo para esa fecha se iba a disputar un clásico de la Champions League: Barcelona contra Real Madrid, así que teníamos un motivo más para festejar.—Seguro que les rompemos el culo —rio Gaeil mientras comprábamos todo en el supermercado con Ayaka y Chester.—¡Ja! Sigue hablando, O'Connor. El Madrid es lo más grande que puede haber, ustedes sólo tienen a Messi —dijo Chester mientras tomaba varios paquetes de latas de cervezas y los colocaba en el carrito.—Un momento, si esto es una fiesta de bienvenida a mi hermano, ¿por qué vienen también Allison, Helena y Annie? —preguntó Ayaka, que cargaba varias bolsas de frituras.—Porque Aren viene con
No pude decir nada, estaba estupefacta, anonadada, shockeada... No encontraba calificativos para describir ese agujero negro que se abrió en mi pecho en ese momento.—Aún queda saber si me van a llamar —dijo Kentin mientras se sentaba en la cama y apoyaba sus brazos en las rodillas—. Todavía nos queda esa esperanza.—Kentin... —susurré, era incapaz de decirle nada, todo lo que pensaba en ese momento era poco importante para mí. Quería gritarle "¡te lo dije!" pero no podía, no podía ser tan desgraciada para gritarle eso, él no tenía la culpa. Se notaba el terror en cada suspiro que daba mi esposo, él iba a correr el riesgo de morir, ¿qué derecho tenía yo de decirle nada? Lo único que atiné a hacer fue acercarme a él con cautela y rodearlo con mis brazos, le acomodé la cabeza en mi estómago y lo abracé con fuerzas. Kentin me rodeó el cuerpo con sus brazos y me abrazó.Nos quedamos así un rato largo, disfrutando de, lo que podría llegar a ser, uno de nuestros últimos momentos juntos. Sen
El avión se detuvo en el aeropuerto de Kuwait, desde allí tendríamos que subirnos a los camiones y viajar como ganado hasta los cuarteles dónde seríamos acondicionados e instruidos. Subí al camión junto con mis compañeros y la puerta se cerró. Empezamos a movernos por la ciudad de Kuwait. Sin lugar a duda me habría parecido hermosa si no fuera por la situación por la cual estaba pasando. Me aferré con ambas manos a la cruz de metal que mi padre me había regalado antes de partir y empecé a rezar para mis adentros para encontrar la paz, ¿pero qué clase de paz podía encontrar en esa tierra olvidada por Dios y hasta por el demonio mismo?En las afueras se notaba bien la diferencia de clases sociales, los perros callejeros tan escuálidos como un costal de huesos andantes, las mujeres vistiendo burkas, niqab o hidjab. Hombres luchando para sobrevivir y mantener a sus familias, y niños jugando despreocupados, ignorando la muerte y el hambre o conviviendo con ella, la verdad no lo sé.Un grup
Abrí la puerta de entrada mientras sostenía a Dante en brazos. Mi pobre hijo estaba con fiebre y no podía hacerla bajar pese a todos los baños fríos que le había dado. Del otro lado estaban Gaeil y Helena.—Hola, cuñadita —saludó mi cuñado con una sonrisa.—¡Gaeil, Helena! Pasen, por favor —exclamé mientras me hacía a un lado. Los niños al escuchar la voz de su padrino bajaron corriendo las escaleras, algo que no me gustaba que hagan.—¡Tíooooo! —gritaron mientras se prendían a las piernas de Gaeil, luego pasaron a atacar a Helena—. ¡Tíaaa!—¡Hola, diablitos! —saludó Gaeil. A Helena no le gustaban mucho los niños, sin embargo recibía su cariño con alegría.—No me basta verte todos los días en la oficina —rio al saludarme. Yo ahogué una carcajada y saludé con un beso en cada mejilla, como ella acostumbraba. Gaeil miró a Dante que le sonrió.—¡Ya te están saliendo los dientes, enano loco! —le dijo mientras mi hijo se retorcía de la risa en mis brazos mientras mi cuñado le hacía cosquill
El helicóptero dónde estaba sobrevoló uno de los objetivos que teníamos para ese día. Yo iba con todo mi equipo listo para combatir, era mi primer día de combate y estaba nervioso.—Enciendan las cámaras —nos dijo nuestro comandante desde los auriculares que llevábamos pegados en las orejas. Tanteé con mi mano enguantada el botón de encendido de la cámara que llevaba pegada al casco y la encendí.—Thyeo, listo —dijo Bucky a mi izquierda, uno de mis compañeros de unidad.—Torrez, listo —dijo Pancho.—O'Connor, listo —confirmé.Uno por uno empezamos a confirmar que habíamos encendido las cámaras, si una no funcionaba tendrían que solucionarlo desde la central de monitoreo. Esas cámaras eran más para seguridad de los civiles que para la nuestra propia, con ella se controlaba el desempeño profesional de cada uno de nosotros, por ende si violábamos a una mujer, asesinábamos un niño o un civil o un hombre desarmado... lo íbamos a pagar caro.—El objetivo está en la mira, Daddy —anunció Chuc
Cuando llamé a mis padres y a Thomas para contarles lo sucedido se negaron a creerme. Para ellos era algo imposible ya que Kentin había hablado con su padre la noche anterior a su mensaje en el contestador, y en caso de que lo hubieran secuestrado no le permitirían llamarme. Pero yo seguía insistiendo en que no mentía. El único que me creyó fue Gaeil. Que al enterarse que a su hermano menor había llamado diciendo que lo habían secuestrado, canceló su Luna de Miel en Hawaii con Helena y regresó en el siguiente vuelo.Por más que llamaba al móvil de Kentin, este no respondía, saltaba directo al contestador. En el ejército no podían darme información de ningún tipo, y también tuve que llamar al Cuartel en Kuwait pero no obtenía respuesta de ningún tipo.Fue la semana más larga de mi vida hasta que Kentin dio señales de vida. Apareció en la televisión, arrodillado y vistiendo un traje de presidario color anaranjado, junto con el resto de sus compañeros, con la cara demacrada y siendo apun