No pude decir nada, estaba estupefacta, anonadada, shockeada... No encontraba calificativos para describir ese agujero negro que se abrió en mi pecho en ese momento.—Aún queda saber si me van a llamar —dijo Kentin mientras se sentaba en la cama y apoyaba sus brazos en las rodillas—. Todavía nos queda esa esperanza.—Kentin... —susurré, era incapaz de decirle nada, todo lo que pensaba en ese momento era poco importante para mí. Quería gritarle "¡te lo dije!" pero no podía, no podía ser tan desgraciada para gritarle eso, él no tenía la culpa. Se notaba el terror en cada suspiro que daba mi esposo, él iba a correr el riesgo de morir, ¿qué derecho tenía yo de decirle nada? Lo único que atiné a hacer fue acercarme a él con cautela y rodearlo con mis brazos, le acomodé la cabeza en mi estómago y lo abracé con fuerzas. Kentin me rodeó el cuerpo con sus brazos y me abrazó.Nos quedamos así un rato largo, disfrutando de, lo que podría llegar a ser, uno de nuestros últimos momentos juntos. Sen
El avión se detuvo en el aeropuerto de Kuwait, desde allí tendríamos que subirnos a los camiones y viajar como ganado hasta los cuarteles dónde seríamos acondicionados e instruidos. Subí al camión junto con mis compañeros y la puerta se cerró. Empezamos a movernos por la ciudad de Kuwait. Sin lugar a duda me habría parecido hermosa si no fuera por la situación por la cual estaba pasando. Me aferré con ambas manos a la cruz de metal que mi padre me había regalado antes de partir y empecé a rezar para mis adentros para encontrar la paz, ¿pero qué clase de paz podía encontrar en esa tierra olvidada por Dios y hasta por el demonio mismo?En las afueras se notaba bien la diferencia de clases sociales, los perros callejeros tan escuálidos como un costal de huesos andantes, las mujeres vistiendo burkas, niqab o hidjab. Hombres luchando para sobrevivir y mantener a sus familias, y niños jugando despreocupados, ignorando la muerte y el hambre o conviviendo con ella, la verdad no lo sé.Un grup
Abrí la puerta de entrada mientras sostenía a Dante en brazos. Mi pobre hijo estaba con fiebre y no podía hacerla bajar pese a todos los baños fríos que le había dado. Del otro lado estaban Gaeil y Helena.—Hola, cuñadita —saludó mi cuñado con una sonrisa.—¡Gaeil, Helena! Pasen, por favor —exclamé mientras me hacía a un lado. Los niños al escuchar la voz de su padrino bajaron corriendo las escaleras, algo que no me gustaba que hagan.—¡Tíooooo! —gritaron mientras se prendían a las piernas de Gaeil, luego pasaron a atacar a Helena—. ¡Tíaaa!—¡Hola, diablitos! —saludó Gaeil. A Helena no le gustaban mucho los niños, sin embargo recibía su cariño con alegría.—No me basta verte todos los días en la oficina —rio al saludarme. Yo ahogué una carcajada y saludé con un beso en cada mejilla, como ella acostumbraba. Gaeil miró a Dante que le sonrió.—¡Ya te están saliendo los dientes, enano loco! —le dijo mientras mi hijo se retorcía de la risa en mis brazos mientras mi cuñado le hacía cosquill
El helicóptero dónde estaba sobrevoló uno de los objetivos que teníamos para ese día. Yo iba con todo mi equipo listo para combatir, era mi primer día de combate y estaba nervioso.—Enciendan las cámaras —nos dijo nuestro comandante desde los auriculares que llevábamos pegados en las orejas. Tanteé con mi mano enguantada el botón de encendido de la cámara que llevaba pegada al casco y la encendí.—Thyeo, listo —dijo Bucky a mi izquierda, uno de mis compañeros de unidad.—Torrez, listo —dijo Pancho.—O'Connor, listo —confirmé.Uno por uno empezamos a confirmar que habíamos encendido las cámaras, si una no funcionaba tendrían que solucionarlo desde la central de monitoreo. Esas cámaras eran más para seguridad de los civiles que para la nuestra propia, con ella se controlaba el desempeño profesional de cada uno de nosotros, por ende si violábamos a una mujer, asesinábamos un niño o un civil o un hombre desarmado... lo íbamos a pagar caro.—El objetivo está en la mira, Daddy —anunció Chuc
Cuando llamé a mis padres y a Thomas para contarles lo sucedido se negaron a creerme. Para ellos era algo imposible ya que Kentin había hablado con su padre la noche anterior a su mensaje en el contestador, y en caso de que lo hubieran secuestrado no le permitirían llamarme. Pero yo seguía insistiendo en que no mentía. El único que me creyó fue Gaeil. Que al enterarse que a su hermano menor había llamado diciendo que lo habían secuestrado, canceló su Luna de Miel en Hawaii con Helena y regresó en el siguiente vuelo.Por más que llamaba al móvil de Kentin, este no respondía, saltaba directo al contestador. En el ejército no podían darme información de ningún tipo, y también tuve que llamar al Cuartel en Kuwait pero no obtenía respuesta de ningún tipo.Fue la semana más larga de mi vida hasta que Kentin dio señales de vida. Apareció en la televisión, arrodillado y vistiendo un traje de presidario color anaranjado, junto con el resto de sus compañeros, con la cara demacrada y siendo apun
—¡Despierta! —me gritó una voz mientras recibía una patada en la pierna herida. El dolor atravesó mi cuerpo y abrí los ojos de par en par. Estaba en un cuarto sin ventanas, bien iluminado y rodeado por algunos de mis compañeros de unidad. Me encontraba atado de manos pero no de pies, observé la herida en mi pierna y me afligí al ver que una enorme mancha de sangre bañaba mi pantalón militar de rojo oscuro. Reconocí a Gabriel a pesar de estar con toda la cara magullada, Daddy estaba un poco más allá contra la pared. Pancho sangraba por la cabeza y Bucky me miraba con el único ojo que tenía a la vista, ya que el otro estaba tapado con un parche sangrante. Todos estaban atados de manos.—¿Dónde estamos? —pregunté.—En algún sitio —respondió Daddy. Intentó acomodarse contra la pared, pero el dolor atravesó su rostro—. Los yihadistas invadieron el campamento y nos trajeron aquí con las cabezas tapadas.—La invasión es lo último que recuerdo —gruñí. El dolor en mi pierna se intensificaba y
Sentía sus cálidos labios besando mi rostro… su perfume, el cosquilleo de su barba en mi piel y su voz profunda.—Mi reina —susurró. Yo me moví en las sábanas de nuestra cama mientras mis dedos se cerraban en la almohada que estaba en mi cabeza.—Kentin... —murmuré, más dormida que despierta.—Aún tienes fe que volveré —preguntó. Yo asentí. Quería seguir durmiendo pero su voz era tan dulce—. ¿Me esperaras?—Toda la vida —susurré. Kentin me dio un beso y desapareció.Abrí los ojos. Fuser dormía a mi lado, en el lugar de Kentin, custodiando que nadie que no fuese él ocupara su sitio. Me limpié las lágrimas de los ojos, nuevamente había soñado con mi esposo.Me coloqué boca arriba mientras miraba el techo. Estaba haciendo frío esa noche pese a ser verano. Muy pronto sería Navidad y no tenía dinero para comprarles nada a mis hijos. Más preocupada por lucir bien en el trabajo que por ahorrar, había gastado muchísimo dinero en ropa y zapatos que ahora adornaban patéticamente mi armario. Me
Sentía cada uno de los besos de mi esposa y de mis hijos; no había lugar para la tristeza. Mis hijos se colgaban de mis brazos mientras Annie sostenía a Dante que me reconocía y estiraba sus bracitos para que lo tome en mis manos.La sonrisa de Annie era radiante como el Sol. Mientras lágrimas de alegría inundaban su rostro al verme regresar sano y salvo. Sus uñas se clavaron en mi uniforme y sus cabellos perfumados inundaron el aire.No me faltaba nada, estaba completo.Un baldazo de agua me quitó de mi sueño. El agua entró con fuerzas en mis fosas nasales, ahogándome. Abrí la boca y empecé a toser mientras intentaba volver a respirar.Uno de mis captores dejó un pedazo de carne podrida delante de mí y se retiró. Esa era mi cena... Almuerzo... Merienda... No sabía ni qué día era, ni la hora, no sabía si era de día o de noche. No tenía conciencia del tiempo. Los pocos minutos que me dejaban dormir estaban celosamente controlados, y si dormía fuera de esos horarios establecidos recibía