Gritos

Mientras nos acercábamos a las montañas, Kentin iba sorteando árboles, ramas, arroyos y rocas. El Jeep Commander era un todo terreno, así que podía recorrer esos lugares sin problemas, aunque dentro del vehículo se estaba desarrollando un terremoto grado nueve por como íbamos de salto en salto.

Mientras yo me aferraba con fuerza a la manija que estaba sobre la ventanilla, Kentin giraba el volante y hacía cambios de marchas, se lo notaba sumamente concentrado. Por su parte, Aren parecía un niño, porque, con cada golpe y salto que hacía el Jeep, él exclamaba y daba pequeños grititos de sorpresa. Venía desde hace dos kilómetros diciendo «¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos?», la paciencia de mi prometido estaba en el límite y la mía también. Lily, que iba sentada al lado de Aren, venía sintiéndose mal desde que entramos en terreno irregular, y por su parte Louis estaba sumamente desorientado.

Por detrás de nosotros venían Nicholas en la camioneta Hilux azul que había rentado, en el vehículo iban
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