No sé qué era más hermoso, si el atardecer coronando de rojo aquellas verdes praderas o Annie con ese bello vestido blanco bañado en dorado por la luz del Sol.Tenía el cabello suelto, ondeando al viento, se lo veía sedoso y nutrido; el astro Rey le sacaba destellos cobrizos y sus ojos verdes contrastaban con el rubor de sus mejillas. Estaba descalza, sentada de costado, extendiendo sus piernas sobre el mantel que habíamos colocado para merendar; se había pintado las uñas de las manos y los pies de color rosado pálido y su piel brillaba como si fuese un diamante.—¿Sucede algo, Louis? —me preguntó. Yo la miré a los ojos y negué con la cabeza mientras sonreía.—Sólo que te ves muy hermosa —dije mientras tomaba su mano. Ni la mejor seda de toda Asia podía compararse con la piel de Annie, ella me regaló una sonrisa.—Este sitio es muy bello —observó y era cierto, esas praderas no cabían en la imaginación, parecían salidas de un cuento de hadas.Yo tomé una fresa y se la acerqué a la boca
Me desperté bastante contracturada. Estaba demasiado malacostumbrada al sommnier tamaño king que compartía con mi novio, esa bolsa de dormir era una tortura china. Me senté y mi cabello se expandió hacia todos lados, con un gruñido intenté acomodarlo; las chicas seguían durmiendo, me fijé en el reloj: Las ocho de la mañana.Estiré mis brazo y, tomé la campera impermeable que Kentin me había regalado antes de que vengamos para acá; gateando me acerqué a mi bolso y busqué mi cepillo de dientes y mi pasta, un espejo y salí de la carpa. Mis tenis estaban afuera, me los coloqué y abrí el cierre de la tienda, estaba haciendo frío. Volví a cerrar la cremallera y me dirigí hacia el rio a lavarme los dientesMe sorprendía que aún los muchachos siguieran durmiendo, Kentin era un entusiasta con asuntos como campamentos o de supervivencia así que el hecho que no esté reproduciendo la diana con su teléfono para despertar a todos era algo nuevo en él. Seguramente el golpe que le había dado ayer le
Cuando llegamos con Louis al campamento Chester casi le da un beso en los labios. Sabía que perder a su mejor amigo era demasiado para él, pero Kentin nos miró y entornó los ojos, como si sospechara que algo había pasado entre nosotros cuando estábamos solos en el bosque. No se me acercó para preguntar pero tampoco me despegó la mirada de encima; así que evité problemas y me senté a jugar a las cartas con las chicas y Aren. Nadie más, a excepción de Louis y yo, y Kentin que sólo podía sospechas y hacer conjeturas, tenía idea de la tensión que empezaba a gestarse en el ambiente.Kentin llegó cargado de leña para preparar el fuego, como había estado a punto de ir a los golpes con Nicholas estaba haciendo todas las cosas él solo y no recibía ayuda de nadie, ni siquiera la mía, dándome a entender que, efectivamente, no confiaba en mí. Dejé que su orgullo estúpido se fuera y me concentré en pasarla bien con mis amigas.—Gané de nuevo —anunció Lily con una sonrisa. Nosotras dejamos nuestras
Los últimos tres días de campamento habían pasado sin demora, jugando al vóley, al fútbol, explorando el bosque y nadando en el río, por suerte el clima había cooperado para ello. Tenía que aceptar que Chester y Allison hacían una linda pareja, se los veía felices y unidos. La rubia usaba un traje de baño de una pieza, su estómago era bastante grande… Algo que no era normal para el tiempo de gestación que, supuestamente, llevaba… aun tratándose de un embarazo gemelar. Sin duda sus hijos tendrían el tamaño de Chester, pobre Allison... Lo que le esperaba.Con los chicos decíamos que esos niños iban a tener un carácter horrible, cosa que sacaba de quicio a los padres y nos daba la razón a nosotros.A razón de la idea de ser padres a los veinte años, Chester y Allison habían decidido tomarse muy en serio la enorme responsabilidad que ello ameritaba: Chester había hablado con sus suegros del embarazo de su hija, provocando la furia y desaprobación, en el señor Andrews, y vergüenza y lágrim
Una vez que llegamos a casa, Fuser me derribó de la emoción. Sólo había estado fuera cuatro días y mi perro ya se comportaba así. Lo que más nos costó del viaje fue desarmar los bolsos y guardar todo en el lavadero, en el armario.El loft estaba igual que siempre, parecía que esos días en los que nos alejamos de todo y de todos hubieran sido en realidad treinta años. Me sentía cansada y con ganas de dormir, pero antes había algo mucho más importante: La voz misteriosa.Aren me hizo pasar al dormitorio que compartía con Ayaka, abrió su computadora y seleccionó los archivos que iba a escuchar; me pasó sus cascos.—Este es el audio original que me pasaste —dijo y lo reprodujo, ahí estaba esa voz de nuevo, luego seleccionó el otro archivo—. Y esta es la voz decodificada.Al escuchar la voz la encontré extrañamente familiar… demasiado familiar. Ese acento tan marcado… lo había escuchado antes pero no podía recordar dónde o en qué momento. Era una mujer y hablaba bastante extraño. Reproduje
Yo me quedé callada y respirando con la boca abierta porque no me pasaba aire por las fosas nasales debido a mi congestión nasal. La mirada de Kentin era una mezcla de desconcierto y asombro, los chicos se habían quedado callados y lentamente se retiraron a sus habitaciones, cosa que agradecí enormemente.—¿No tenemos salón? —pregunté mientras me limpiaba la nariz—. ¿Y ahora? Ya tenemos el DJ, el catering, las luces... Pasado mañana tengo que ir a ver a Rose a que me pruebe el vestido y tú a Leon a ver tu traje.—Lo sé, y seguiremos con todo como si no hubiera pasado nada —aseguró Kentin, levanté las cejas—. Ya encontraremos otro lugar.—¿Como si no hubiese pasado nada? —pregunté, sorprendida por lo que mi prometido me había dicho—. Kentin, no tenemos salón. Por ende no tenemos donde celebrarlo, ¿para qué quieres continuar con todo como si no hubiese pasado nada? No me malinterpretes, me quiero casar contigo, pero esto es un caos...—Algo se nos ocurrirá, linda... —aseguró mi prometid
Allison le sonrió a Kentin. Se la notaba cansada, pero feliz al mismo tiempo. Chester se encontraba mirando a sus hijos, casi con asombro y temor, quizás dándose cuenta de que había dejado de ser un chico libre y sin muchas responsabilidades a ser un hombre de familia responsable de tres vidas.—La niña se llama Catherine y el niño Dylan —dijo Allison. Los observé detenidamente, la niña tenía el cabello negro como su padre y el muchachito era rubio como su madre. Catherine abrió los ojos, eran verdes como los ojos de Allison, me miró con desconfianza y frunció el ceño, en cambio Dylan miraba a todos lados con sus fríos ojos grises.—Son preciosos —dijo Rose mientras se acercaba con cuidado, colocando su cabello plateado de costado.—Gracias —agradeció Allison y bostezó abiertamente.—Oye, Allison, ¿quieres que te dejemos descansar y volvamos más tarde? —pregunté. Los niños la tenían día y noche despierta, reclamándole el pecho, pañales o atención.—Se los agradecería enormemente, esto
Al escuchar la pregunta de mi novio, su hermano dejó salir una carcajada.—Te avisamos que íbamos a venir a visitarte, ¿lo recuerdas? —le dijo. Kentin se golpeó la frente con la mano.—Dios… Lo olvidé completamente —reconoció—. Estoy con mucho estrés encima.—¡Pasen, por favor! Pero van a tener que quitarse el calzado porque el parqué es muy sensible —dije haciéndome a un lado. Les alcancé un par de pantuflas a los tres hombres mientras ellos se quitaban su calzado y lo colocaban en el mueblecito donde poníamos los nuestros.—Tanto tiempo sin verte, Annie —dijo Gaeil y me abrazó muy fuerte mientras me levantaba por el aire. Mi cuñado estaba más musculoso que antes y su cabello más alborotado.—¡Oye, la vas a partir! —bromeó Kentin. Le dio un puñetazo en el brazo y luego ambos hermanos se fundieron en ese abrazo tan característico y especial de los hombres, con palmadas en la espalda tan fuertes capaz de hacerte escupir los pulmones.—¡Que gusto verte, querida Annie! —exclamó el abuelo