Allison le sonrió a Kentin. Se la notaba cansada, pero feliz al mismo tiempo. Chester se encontraba mirando a sus hijos, casi con asombro y temor, quizás dándose cuenta de que había dejado de ser un chico libre y sin muchas responsabilidades a ser un hombre de familia responsable de tres vidas.—La niña se llama Catherine y el niño Dylan —dijo Allison. Los observé detenidamente, la niña tenía el cabello negro como su padre y el muchachito era rubio como su madre. Catherine abrió los ojos, eran verdes como los ojos de Allison, me miró con desconfianza y frunció el ceño, en cambio Dylan miraba a todos lados con sus fríos ojos grises.—Son preciosos —dijo Rose mientras se acercaba con cuidado, colocando su cabello plateado de costado.—Gracias —agradeció Allison y bostezó abiertamente.—Oye, Allison, ¿quieres que te dejemos descansar y volvamos más tarde? —pregunté. Los niños la tenían día y noche despierta, reclamándole el pecho, pañales o atención.—Se los agradecería enormemente, esto
Al escuchar la pregunta de mi novio, su hermano dejó salir una carcajada.—Te avisamos que íbamos a venir a visitarte, ¿lo recuerdas? —le dijo. Kentin se golpeó la frente con la mano.—Dios… Lo olvidé completamente —reconoció—. Estoy con mucho estrés encima.—¡Pasen, por favor! Pero van a tener que quitarse el calzado porque el parqué es muy sensible —dije haciéndome a un lado. Les alcancé un par de pantuflas a los tres hombres mientras ellos se quitaban su calzado y lo colocaban en el mueblecito donde poníamos los nuestros.—Tanto tiempo sin verte, Annie —dijo Gaeil y me abrazó muy fuerte mientras me levantaba por el aire. Mi cuñado estaba más musculoso que antes y su cabello más alborotado.—¡Oye, la vas a partir! —bromeó Kentin. Le dio un puñetazo en el brazo y luego ambos hermanos se fundieron en ese abrazo tan característico y especial de los hombres, con palmadas en la espalda tan fuertes capaz de hacerte escupir los pulmones.—¡Que gusto verte, querida Annie! —exclamó el abuelo
—¿Qué? —preguntó Kentin, sus ojos verdes relampagueaban con fiereza a través de los cristales de sus lentes de montura verde. Podía sentir como iba aumentando su enojo, tenía el ceño fruncido y yo temblaba de pies a cabeza; tragué saliva y me animé a repetir lo que ya le había dicho.—Que deberíamos de atrasar la boda —repetí. Kentin me miró directo a los ojos, sentí como si un hielo se derramase por mi espalda.«Mierda», pensé.—¿Por qué no dices que no quieres casarte y listo? —preguntó Kentin, me envaré abriendo mucho los ojos. ¿Me lo estaba diciendo en serio?—¿De qué estás hablando? ¡Yo si quiero casarme! ¡Pero es evidente que no tenemos que casarnos ahora!—¡No pongas excusas ni digas estupideces! ¡No puede ser posible que la reserva se haya caído así nomás! ¡Tú debiste de haber cancelado todo para no casarte conmigo!—¡Por el amor de Dios, Kentin, escúchate! ¡Si no me quisiera casar te lo diría! ¿Por qué estás tan desesperado con la boda? ¡Las cosas no sirven si las fuerzas, en
Los varios centímetros de nieve dificultaban con creces nuestra movilidad hacia la cabaña de la tía de Allison. Nicholas ayudaba a su hermana con sus sobrinos mientras Louis, Chester, Kentin y los gemelos llevaban las maletas, excepto la mía ya que le había prohibido a mi prometido ayudarme. Estaba demasiado cabreada con él y el enojo ya me llevaba varios días.Lily y Lila nos estaban acompañando. Más relajada de sus exámenes y ya curada, Lily se estaba integrando muy bien al grupo, tanto así que casi no había actividad que nosotros realizáramos sin que ella venga con nosotros.La cabaña parecía de juguete junto con las montañas de fondo y el paisaje nevado, los pinos tenían sus ramas cargadas de nieve y el cielo tenía unas cuantas nubes. Entré arrastrando mi valija y me quité el exceso de nieve de los pies: la cabaña era amplia y hermosa, tenía una chimenea, lista para que prender leña en ella, unos cómodos sillones, televisor, y un bar en la cocina. Las escaleras nos invitaban a exp
Miré a Mae con fiereza. Ella se había dado cuenta de lo ocurrido en el segundo en que dijo mi nombre. Meses había esperado poder encontrar a la responsable que mi boda con Kentin estaba al borde del fracaso, pero JAMÁS se me hubiera ocurrido que hubiera sido ella. Había pensado en Dessire, Lidia, hasta dudé de Allison, pero jamás se hubiera ocurrido pensar que habría sido Mae, sencillamente porque estaba lejos y porque era demasiado vieja para entender la sofisticada tecnología que implicaba para una persona mayor el WhatsApp y sintetizar una voz, pero ahora que lo veían mis ojos... todo quedaba más que claro.—Fue usted —susurré. Mis ojos chispeaban con fuerza y los de Mae eran el terror personificado—. Usted. Usted fue quién nos canceló la reservación en la Catedral y en el hotel. Fue usted quien provocó que se nos caigan las demás reservaciones.Mae estaba pálida, seguramente no contaba verme en ese Starbucks ese día... o cualquier otro día.—¿Qué está haciendo aquí, por empezar? —
En el momento en que me tiré a la cama, Kentin entró corriendo la puerta con violencia. Jamás lo había visto así: tenía el ceño tan fruncido que creí que sus cejas se partirían a la mitad y los dientes muy apretados. Llevaba entre los dedos mi anillo de compromiso y su mano derecha crujía por la fuerza con la que apretaba el guante de cuero.—¿¡Qué mierda significa esto, Annie!? —bramó mientras sostenía el anillo—. ¿¡Acaso me estás confirmando que no quieres casarte!?—¡No puedes estar más ciego! ¡Te acabo de decir que tu abuela me confesó que hizo todo esto porque no quiere que nos casemos! —le grité, la situación me estaba cansando.—¡Me importa una mierda que mi abuela no quiera que estemos juntos! ¡Yo sí quiero estar contigo, tú la pones excusa para no casarte!—¡Abre y los ojos! ¡No quiero casarme también con tu abuela! ¡Es tu abuela el problema!—¡Mi abuela vive en Irlanda!—¡Se vino hasta aquí solo para arruinarnos la boda!—¡Y yo me iría hasta el fin del mundo solo con estar c
Gaeil y yo bajamos por el ascensor mientras mi hermano mayor no paraba de darme toques entre medio de las costillas, soy muy cosquilloso y no podía evitar dar pequeños espasmos, a pesar de que ya le había dado tres puñetazos, no paraba de molestar.Coloqué los ojos en blanco mientras las puertas del ascensor se abrieron ante nosotros, salimos al garage del subsuelo y desactive la alarma de mi Jeep.—Yo conduzco —dijo Gaeil, me envaré.—Ni en tu sueños —le dije mientras me subía en MI lugar, que era el del conductor—. No dejo ni que Annie lo conduzca y te voy a dejar a ti.—Soy tu hermano mayor, es diferente —dijo con una sonrisa y subió, yo arranqué el motor mientras veía como mi hermano encendía un cigarro.—¡Gaeil, te he dicho mil veces que no fumes dentro de mi auto! —le Grité a mientras le daba otro puñetazo.—Que denso eres —masculló con el cigarrillo sostenido entre sus labios, abrió el cenicero del auto y apagó allí ese palito provocador de cáncer.—Carajo, ahora tendré esta pe
Me encontraba en mi descanso, esperando a que Chester termine con su turno para poder regresar a atender las mesas en el café.Mientras descansaba miraba el fondo de pantalla de mi celular, era una foto mía y de Annie, sonreí mientras observaba aquellos hermosos ojos verdes que me tenían cautivado desde hacía años. Tenía una carpeta entera de mi amor imposible. Maldito Kentin… era uno de mis mejores amigos pero eso no quería decir que no desee matarlo por haber enamorado a mi Annie.—¿Qué estás haciendo, motherfoca? —preguntó Chester colgándose de mis hombros, vio la foto fe Annie—. ¿Otra vez, Louis? ¿Hasta cuándo vas a continuar con esto?—No sé de qué me hablas —le dije mientras guardaba mi celular en el bolsillo.—De que sigas prendido de Annie, de eso hablo —dijo Chester, se rascó con fuerza la cabeza alborotando sus cabellos pelirrojos.—No le veo nada de malo amar a alguien —dije mientras tomaba mi bandeja para seguir atendiendo a los clientes.—Por supuesto que no tiene nada de