Capítulo 2
Aún no podía creer las palabras de Bárbara, aún dolía demasiado pensar en que él me hubiese engañado, de nuevo.
Creo que fue en ese momento en el que tomé la decisión de que tenía que verlo con mis propios ojos para poder creerlo, aun habiendo visto la fotografía necesitaba verlo en directo.
Y así fue como, casi un mes más tarde, Bárbara, Jamil, Amir y yo nos fuimos de viaje a Marrakech, aunque mi pequeño príncipe estaba entusiasmado por el viaje, pues quería ver con sus propios ojos todos los bellos lugares de los que su tío le había hablado con anterioridad.
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Caminábamos por las calles, junto a Bárbara y Jamil, observando la hermosa de aquella ciudad, mientras Amir no dejaba de hacer fotos con la pequeña cámara que le había regalado su tío por su cumpleaños.
La bonita joven agarró la mano de mi pequeño y caminó con él hacia nosotros, observando como los guardias se hacían a un lado para dejarla pasar.
Volvimos al hotel, aunque por el camino visitamos algunas cosas más, yo ya no podía prestarle atención, sin dejar de pensar en aquella niña, que había asegurado ser su hermana. No tenía ni idea de que Ali tenía hermanos.
Bueno, lo cierto era que, no tenía ni idea de nada sobre él, ni siquiera me habló sobre su familia cuando estuvimos juntos.
No podía dejar de pensar en lo que Bárbara me había dicho, él había vuelto a engañarme.
¿y si nunca me habría dicho la verdad? ¿y si todo hubiese sido mentira? ¿y sí…?
Capítulo 3
Le agradecí a Jamil y a Bárbara que se hubiesen llevado a Amir a enseñarle el mercado, pues necesitaba estar sola, necesitaba llorar, y delante de mi hijo no podía hacerlo.
Apenas había pasado unas dos horas solas cuando me di cuenta de que no podía hacerlo, no podía privar a mi hijo de su madre solo porque me hubiese dado cuenta de que su padre era un canalla que me había usado.
Me arreglé y corrí hasta el mercado, pero parecía que ellos se habían marchado hacía rato, porque no podía encontrarlos por allí.
Me paré en un puesto y me compré una larga camisa que casi parecía un vestido y un pañuelo en tono claro. Me lo coloqué encima de mi camiseta blanca y de mis mayas negras, y luego me anudé el pañuelo en la cabeza, parecía una auténtica árabe, o así me lo hizo saber el tendero.
Sonreí hacia él, para luego caminar calle abajo, observando cómo la gente ni siquiera se me quedaba mirando como sucedía normalmente, parecía que el tendero tenía razón, lucía como aquellas mujeres.
Me detuve entonces, observando un rostro conocido frente a mí, que hablaba alegremente con una mujer de un puesto de sábanas de seda.
Bajé la cabeza tan pronto como él se dio la vuelta y caminó hacia mí, temiendo que hubiese podido descubrirme, pero él tan sólo continuó su camino.
Alí me había engañado, me había utilizado y me había mentido, siempre había sido de aquella forma, y nada cambiaría con verlo. Nada cambiaría aquello, así que tan sólo debía aceptarlo, debía dejarle ir, él ya parecía haberlo hecho hacía mucho.
Aún podía recordar aquel te quiero sin voz en la gasolinera, era aquello a lo que me había aferrado durante años, a aquella demostración de cariño. Pero había comprendido que todo era parte de su plan, parte de un plan ideado por él y por su primo para desaparecer.
A él nunca le había importado ni lo más mínimo, y tenía que demostrarme a mí misma que él a mí tampoco, o mi orgullo quedaría destruido.
Me solté de él y caminé de regreso al hotel
Capítulo 4Los días habían pasado, y aquella noche era nuestra última noche en el país, Amir estaba entusiasmado con la cena de despedida que estábamos teniendo en el restaurante, no paraba de reír y de sonreír de felicidad. Así era mi hijo, siempre con una sonrisa en el rostro.Comíamos animadamente, mientras Bárbara me contaba con pelos y señales como había sido el baño que se había dado con mi hijo en el enorme jacuzzi que había en su habitación.***Al mismo tiempo que, en el otro lado de la ciudad, Ali descansaba sobre su lujosa alcoba, mientras su esposa entraba en ella, con poca ropa sin dejar
Capítulo 6Me encontraba en mi habitación, arreglándome para salir.Amir se había ido el fin de semana a pasarlo con su abuelo, era algo que atesoraba demasiado, y cuando le di permiso para ir casi se puso a saltar de alegría.Bárbara caminó hacia mí mientras se abrochaba el vestido.Ha sido toda una suerte que tu padre se halla quedado con Amir este fin de semana – aseguró, mientras yo me quitaba la toalla y me ponía un vestido blanco con bordados en el pecho - ¿cuánto hace que no sales a conocer gente? – preguntaba – no, mejor aún, ¿cuánto hace que no sales a ligar?Ya sabes que a mí nunca me gusto demasiado eso de salir a ligar.Ya,
Capítulo 7Volví hacia la mesa, tan pronto como hube colgado el teléfono, y admiré a Roberto bailando con mi amiga.¿te vas ya? – me preguntó Pablo al verme coger mi abrigo y mi bolso.Es tarde, y estoy cansada – le comuniqué, provocando que él se levantase de golpe, y agarrase su abrigo.Te llevo.---Habiba caminaba por los jardines, pensando en la llamada que había hecho tan sólo unos minutos antes.Mi pequeña hermanita – la llamó él, que estaba sentado en el borde de la fuente, con los pies metidos en ella – ven aquí, siento haber sido tan estúpido contigo, pero… - comenzaba, mientras ella se
Caminaba hacia el parque, donde Jamil me había citado, con mi pequeño príncipe agarrado a mi mano, pero tan pronto como llegamos allí me di cuenta de que mi amigo me había tendido una trampa, pues allí, sentado en un banco, se encontraba la persona que menos había esperado volver a ver en toda mi vida: Abdul Ali.Se levantó al vernos aparecer y sonrió hacia Amir, con calma.¿quién es ese señor, mamá? – me preguntaba mi pequeño, cuando hubimos llegado hasta él.Hola Amir – saludó él, agachándose hacia él para mirarle con interés, percatándose de lo especiales que eran sus ojos, provocando que mi hijo se perca
Mis lágrimas comenzaron a derramarse tan pronto como me percaté de que le había perdido incluso antes de haberme enamorado de él, a ser verdad nunca fue mío, siempre le había pertenecido a alguien más.No te culparé si te vas ahora – aseguré, mientras él me limpiaba las lágrimas con la yema de sus dedos – pero por favor, no dejes que Amir sufra con todo esto. Él es un niño demasiado especial.Volveré a por él, no voy a abandonarle – aseguró, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas – es lo único que me queda de ti.Él aún me amaba ya no me quedaba ninguna duda.Su tel&
Había llamado a mi padre para decirle que me iba de viaje a Marruecos, aunque no le había dicho que era lo que iba a hacer allí, me parecía muy cruel decirle que su hija, su única hija iba a desposarse con un árabe que además ya tenía una esposa.Temblaba de arriba abajo mientras me tomaban medidas y me arreglaban el vestido, pues la cena de pedida sería esa misma noche, donde estarían presentes los mayores, que no eran otros que su padre, sus tíos y sus abuelos. Parecía que vivían cerca, y se visitaban muy a menudo, pero lo que yo no sabía era que vivían en un palacio que estaba al lado del nuestro.Amir se había quedado con su tía, con la que se llevaba de maravilla.&iqu
Se separó de mi boca tan sólo un poco y habló entre jadeos, como si besarme le hubiese quitado el aliento.Necesitaba besarte… - aseguró, sin dejar de mirar hacia mis labios – al menos una vez más.No puedo quedarme aquí toda la noche – le dije, bajando la mirada, abochornada, mientras él se preocupaba por haber cometido un error conmigo – si sigo aquí contigo, terminaré cediendo al deseo – aclaré, haciendo que él volviese a prestar atención a mis labios, como si se le apeteciese la idea – Eso no es lo correcto, no ahora, Ali.Está bien – aseguró, mientras cogía su bata y me la cedía para que pudiese marcharme. Me l
Los días siguientes fueron muy tranquilos. Ali me evitaba todo el tiempo, y pareció centrarse en la única razón por la que me había arrastrado allí, nuestro hijo. Yo en cambio pasaba los días en los jardines, mandándome mensajes con mi amiga, a la que había puesto al día de todo y que me había asegurado que me haría una visita pronto.No llevaba ni una semana allí y ya sentía que me asfixiaba, y no tenía ninguna vía de escape en aquel lugar. Pues desde que habíamos llegado, Amir parecía no querer otra cosa más que pasar tiempo con su padre, y eso me dejaba a mí bastante fuera de juego.Caminaba por los jardines que había detrás de la casa, cerca del pequeño huerto que Habiba, mi cuñada, solía visitar todas las tard