Había llamado a mi padre para decirle que me iba de viaje a Marruecos, aunque no le había dicho que era lo que iba a hacer allí, me parecía muy cruel decirle que su hija, su única hija iba a desposarse con un árabe que además ya tenía una esposa.
Temblaba de arriba abajo mientras me tomaban medidas y me arreglaban el vestido, pues la cena de pedida sería esa misma noche, donde estarían presentes los mayores, que no eran otros que su padre, sus tíos y sus abuelos. Parecía que vivían cerca, y se visitaban muy a menudo, pero lo que yo no sabía era que vivían en un palacio que estaba al lado del nuestro.
Amir se había quedado con su tía, con la que se llevaba de maravilla.
Se separó de mi boca tan sólo un poco y habló entre jadeos, como si besarme le hubiese quitado el aliento.Necesitaba besarte… - aseguró, sin dejar de mirar hacia mis labios – al menos una vez más.No puedo quedarme aquí toda la noche – le dije, bajando la mirada, abochornada, mientras él se preocupaba por haber cometido un error conmigo – si sigo aquí contigo, terminaré cediendo al deseo – aclaré, haciendo que él volviese a prestar atención a mis labios, como si se le apeteciese la idea – Eso no es lo correcto, no ahora, Ali.Está bien – aseguró, mientras cogía su bata y me la cedía para que pudiese marcharme. Me l
Los días siguientes fueron muy tranquilos. Ali me evitaba todo el tiempo, y pareció centrarse en la única razón por la que me había arrastrado allí, nuestro hijo. Yo en cambio pasaba los días en los jardines, mandándome mensajes con mi amiga, a la que había puesto al día de todo y que me había asegurado que me haría una visita pronto.No llevaba ni una semana allí y ya sentía que me asfixiaba, y no tenía ninguna vía de escape en aquel lugar. Pues desde que habíamos llegado, Amir parecía no querer otra cosa más que pasar tiempo con su padre, y eso me dejaba a mí bastante fuera de juego.Caminaba por los jardines que había detrás de la casa, cerca del pequeño huerto que Habiba, mi cuñada, solía visitar todas las tard
La puerta de la habitación se abrió y Amir apareció en ella, sonriendo hacia mí como hacía tiempo que no le veía. En realidad, hacía tiempo que apenas veía a mi hijo, pues desde que estábamos allí sólo quería estar con él, con su padre.Mamá – me llamó, mientras caminaba hacia mí y me abrazaba la cintura, apoyando su pequeña cabeza en mi abdomen, mientras mis lágrimas salían al exterior, al volver a sentir a mi hijo de nuevo. Pero parecía que algo iba mal en aquel acto, pues mi hijo levantó la cabeza y miró hacia mí, parecía preocupado por algo – estás fría.Alguien más entró en la habitación en aquel momento, aprovechando que la puerta estaba abier
Aquel beso me persiguió el resto de la semana, no podía quitármelo de la cabeza, no dejaba de pensar en él haciéndome el amor, incluso soñaba con ello, como si fuese la cosa que más deseara en el mundo. Y en el fondo era así, era lo que más deseaba, aunque nunca lo admitiría. Yo no podía estar con él, no después del a situación en la que estábamos metidos: yo era su segunda esposa, él estaba casado con dos mujeres, él me había mentido durante mucho tiempo, él era un completo imbécil.La cena con los mayores fue más animada de lo que pensé, al parecer había varios hombres de negocios en ella, y comprendí que lo que pretendían con ella era conseguir inversores para los negocios de mi esposo, aunq
Un sonido al otro lado de la puerta me indicó que había alguien al otro lado de ella. Abrí los ojos, observando que era de día, cogí mi ropa del suelo y me cubría con ella, para luego caminar hacia la puerta, abriéndola, encontrando tras de ella a Fatima, su primera mujer.Tenía que acostumbrarme a aquella situación, a compartir al hombre al que amaba con su primera esposa.Sonreí hacia ella, intentando parecer calmada, mientras ella miraba hacia mí, sin comprender lo que hacía aún allí.Ya me voy – le dije, mientras ella se hacía a un lado y me dejaba pasar – así puedes llevarle el desayuno.Aurora – me llamó, provocando que volviese a
Sentada sobre el borde de la piscina, miraba hacia mi hijo, el cual se sumergía solo, con aquellos manguitos que Nadima le había conseguido.Mira mamá – me llamaba, mientras movía a mover los pies como loco y salpicaba todo a su paso. Reí divertida mientras Habiba llegaba hasta nosotros.Al fin te encuentro – comenzó hacia mí – estuve en la casa de las aves – explicaba – pero no os encontré allí, y luego Nadima me dijo que habías venido a la piscina con Amir.Le encanta el agua – aseguré – es como un pequeño pececillo.Fatima y mi hermano están discutiendo en el saló
Las visitas se habían marchado, así que subí a darle un beso de buenas noches a Amir, pero al llegar allí me di cuenta de que se había quedado dormido en el sofá con la tele puesta.Le moví hacia su cama, y le arropé con cariño, para luego salir de su habitación y observar el otro lado del pasillo, donde Ali y Fatima discutían de nuevo, parecía que no hacían otra cosa desde que mi hijo y yo habíamos llegado, y eso me molestaba, no quería que sucediese algo como aquello, no quería que él tuviese problemas con su primera esposa.Caminé hacia ellos, decidida, mientras sentía como mi corazón se rompía en mil pedazos a cada paso, al pensar en la mínima posi
Habíamos tenido que quedarnos a causa de que los papeles aún no estaban listos.Amir aún dormía, y casi lo prefería así, no quería que mi hijo sufriese más, y yo caminaba por los jardines junto a su hermana…Siento muchísimo todo lo que ha pasado – comenzó ella, intentando calmarme.No eres tu quien tiene que sentirlo.Mientras tanto Fatima entraba en la habitación de Amir, con un enorme peluche de un delfín bajo el brazo y una caja de sus dulces favoritos en la otra.Los dejó sobre la mesilla de noche y miro hacia él, arrepentida, ya que lo último que había querido había sido dañar a aquel ni