La puerta de la habitación se abrió y Amir apareció en ella, sonriendo hacia mí como hacía tiempo que no le veía. En realidad, hacía tiempo que apenas veía a mi hijo, pues desde que estábamos allí sólo quería estar con él, con su padre.
Alguien más entró en la habitación en aquel momento, aprovechando que la puerta estaba abier
Aquel beso me persiguió el resto de la semana, no podía quitármelo de la cabeza, no dejaba de pensar en él haciéndome el amor, incluso soñaba con ello, como si fuese la cosa que más deseara en el mundo. Y en el fondo era así, era lo que más deseaba, aunque nunca lo admitiría. Yo no podía estar con él, no después del a situación en la que estábamos metidos: yo era su segunda esposa, él estaba casado con dos mujeres, él me había mentido durante mucho tiempo, él era un completo imbécil.La cena con los mayores fue más animada de lo que pensé, al parecer había varios hombres de negocios en ella, y comprendí que lo que pretendían con ella era conseguir inversores para los negocios de mi esposo, aunq
Un sonido al otro lado de la puerta me indicó que había alguien al otro lado de ella. Abrí los ojos, observando que era de día, cogí mi ropa del suelo y me cubría con ella, para luego caminar hacia la puerta, abriéndola, encontrando tras de ella a Fatima, su primera mujer.Tenía que acostumbrarme a aquella situación, a compartir al hombre al que amaba con su primera esposa.Sonreí hacia ella, intentando parecer calmada, mientras ella miraba hacia mí, sin comprender lo que hacía aún allí.Ya me voy – le dije, mientras ella se hacía a un lado y me dejaba pasar – así puedes llevarle el desayuno.Aurora – me llamó, provocando que volviese a
Sentada sobre el borde de la piscina, miraba hacia mi hijo, el cual se sumergía solo, con aquellos manguitos que Nadima le había conseguido.Mira mamá – me llamaba, mientras movía a mover los pies como loco y salpicaba todo a su paso. Reí divertida mientras Habiba llegaba hasta nosotros.Al fin te encuentro – comenzó hacia mí – estuve en la casa de las aves – explicaba – pero no os encontré allí, y luego Nadima me dijo que habías venido a la piscina con Amir.Le encanta el agua – aseguré – es como un pequeño pececillo.Fatima y mi hermano están discutiendo en el saló
Las visitas se habían marchado, así que subí a darle un beso de buenas noches a Amir, pero al llegar allí me di cuenta de que se había quedado dormido en el sofá con la tele puesta.Le moví hacia su cama, y le arropé con cariño, para luego salir de su habitación y observar el otro lado del pasillo, donde Ali y Fatima discutían de nuevo, parecía que no hacían otra cosa desde que mi hijo y yo habíamos llegado, y eso me molestaba, no quería que sucediese algo como aquello, no quería que él tuviese problemas con su primera esposa.Caminé hacia ellos, decidida, mientras sentía como mi corazón se rompía en mil pedazos a cada paso, al pensar en la mínima posi
Habíamos tenido que quedarnos a causa de que los papeles aún no estaban listos.Amir aún dormía, y casi lo prefería así, no quería que mi hijo sufriese más, y yo caminaba por los jardines junto a su hermana…Siento muchísimo todo lo que ha pasado – comenzó ella, intentando calmarme.No eres tu quien tiene que sentirlo.Mientras tanto Fatima entraba en la habitación de Amir, con un enorme peluche de un delfín bajo el brazo y una caja de sus dulces favoritos en la otra.Los dejó sobre la mesilla de noche y miro hacia él, arrepentida, ya que lo último que había querido había sido dañar a aquel ni
La despedida para Amir fue insoportable, no dejaba de llorar y patalear, de decir a grito vivo que era injusto y que no quería marcharse de allí.Llegué al aeropuerto de Granada hacía más de media hora, pues la dirección que Ali me había dado pertenecía a un barrio de la ciudad, un barrio que no estaba lejos del centro histórico de la ciudad.Agarré la mano de mi pequeño príncipe, justo después de dejar las maletas en una de las taquillas de la estación, y cruzamos hacia la parada de taxi, para acto seguido entregarle la nota que Ali me había dado y observar como el hombre ponía rumbo al Albaicín, el antiguo barrio moro de la ciudad.Pagué al taxi y nos bajamos del auto, observando entonces la hermosura de aquel barrio. Agarré la mano
Nos quedamos unos días en Granada, en casa de mi suegra, Zuleima, una mujer que era todo un ejemplo de superación. Se había casado con Farah su esposo y vivían juntos en aquella casita, junto a sus dos pequeños. Pero aún así, parecía que ella no había olvidado a su antigua familia, y recibía noticias de un informante al que no quería mencionar, sobre sus hijos, cada año, por medio del correo.Era mi último día allí, y estaba sentada en la plaza, junto a mi suegra, mientras ambas mirábamos hacia nuestros hijos, que jugaban en la fuente. Parecían haberse hecho grandes amigos, y eso lo agradecí bastante, pues él no solía relacionarse con otros niños. Le costaba mucho confiar en los demás.Mi teléfono móvil comenzó a s
Esa noche me quedé en la mansión, pues Fatima no quería que me marchase tan pronto, quería que al menos esperase al día siguiente.Somos sus esposas – aseguraba en la cena, frente al resto de la familia. Aunque Ali no estaba, debía guardar reposo absoluto al menos aquella noche – debemos cuidar de él.Fatima tiene razón – añadía mi cuñada – deberías quedarte hasta que Ali se recupere.¿dónde está Amir? – preguntó mi compañeraLo he dejado con su abuela.No sabía que tu madre aún viviese, creo que Ali me dijo que ella…Con su abuela paterna.