Capítulo 20

La despedida para Amir fue insoportable, no dejaba de llorar y patalear, de decir a grito vivo que era injusto y que no quería marcharse de allí.

Llegué al aeropuerto de Granada hacía más de media hora, pues la dirección que Ali me había dado pertenecía a un barrio de la ciudad, un barrio que no estaba lejos del centro histórico de la ciudad.

Agarré la mano de mi pequeño príncipe, justo después de dejar las maletas en una de las taquillas de la estación, y cruzamos hacia la parada de taxi, para acto seguido entregarle la nota que Ali me había dado y observar como el hombre ponía rumbo al Albaicín, el antiguo barrio moro de la ciudad.

Pagué al taxi y nos bajamos del auto, observando entonces la hermosura de aquel barrio. Agarré la mano

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