Capítulo 23
Caminaba por la playa, sintiendo la suave brisa con olor a sal sobre mi rostro, mientras mis cabellos se movían hacia atrás, volando libres con el viento, con pies descalzos, sintiendo la esponjosa espuma de las olas sobre mis pies y los granitos de arena bajo ellos. Levanté la vista para ver a mi pequeño Amir, que ya no era tan pequeño, cabe destacar, tenía catorce años, y era lo único que me ayudaba a luchar cada día, era mi fuerza, mi razón de ser, la única esperanza que aún poseía.
Zuleima pegó un grito de alegría cuando Rashid entró en la cocina, y se echó a sus abrazos, aferrándose a él con fuerza.¿Cuándo has llegado? – preguntaba con curiosidad, justo después de besarle reiteradamente en la mejilla.Hace un rato, ¿mi hermano no te ha dicho nada? – preguntó con curiosidad, ya que él ya había estado allí, incluso había dejado las maletas en el otro cuarto de invitados, pues mi padre, se estaba quedando unos días con nosotros, justo después de una larga temporada en el norte de la península con el camión.¿Qué huele tan bien? – preguntaron los gemelos, entrando en la cocina, dirigiéndose hacia la olla en la que su madre estaba preparando la comida.Tajín &n
Amir había caído rendido en su litera justo igual que sus tíos, tan sólo los mayores bebían animadamente en el salón, mientras yo intentaba no pensar demasiado en lo que pasaría en cuanto Amir se marchase a Madrid a estudiar periodismo, sabía que aún quedaban algunos años, pero, aun así, me aterraba la idea de quedarme sola.Eh – me llamó Rashid, entre susurros, haciendo que me limpiase las lágrimas y mirase hacia un lado, no quería que él me viese en aquel estado – Aurora…Dime que pase lo que pase tú no me dejaras – rogué, egoístamente, haciendo que él sonriese, para luego cederme la mano, admirando como la cogía y me dejaba llevar hacia el salón, donde nadie pudiese escucharnos.Te lo dije aquel dí
Amir jugaba al fútbol junto a sus tíos, Rashid y Ali, mientras Zuleima y yo pelábamos las habas para hacer la comida.Estaba sentada sobre una silla, junto a la puerta de la casa de la abuela de Amir, mientras ellos jugaban frente a nosotras, en medio de la calle.Ali se quedará hasta finales de mes – aseguró la mujer, haciéndome salir de mis pensamientos y prestarle atención – así que no tienes que preocuparte por Amir mientras estés fuera.Gracias por todo, Zule… - comencé, pero ella me agarró del brazo, intentando reconfortarme, justo como solía hacer cuando estábamos a solas.Rashid es un buen hombre – aseguró, haciéndome sonreír al darme cuenta de que era lo que pretendía – y es guapo.No es as&ia
Por supuesto que no seguí el consejo de Rashid sobre comprobar si aún amaba a Ali, yo sabía perfectamente que era así, que le amaba, pero eso no arreglaría nada. Al llegar a mi habitación aquella noche, Ali ya no se encontraba allí, y yo me fui a la cama entonces.A la mañana siguiente, me despedí de la familia y de mi hijo, para luego emprender el viaje en el turismo de Rashid.Al llegar a Gibraltar, nos hospedamos en el mismo hotel en el que él solía quedarse, todos parecían conocerlo, y me hicieron sentir fuera de lugar desde el momento uno.Debes darte prisa – me decía él, mientras me ponía los pendientes con forma de estrella, al mismo tiempo que él se anudaba los zapatos – el coche vendrá a recogernos en cinco minutos.Asentí, mentalmente, intentando relajarme, ya que hac&i
Me duchó con delicadeza, como si fuese un bebé muy frágil, sin dejar de mirarme con detenimiento, sin decir ni una sola palabra, lo que empezó a hacerme sentir incómoda, y él pareció notarlo.¿Te ha gustado? – preguntó, haciéndome asentir en señal de respuesta – siento haberte manchado – se disculpó, mientras yo bajaba la cabeza, avergonzada – pero no tenía preservativo, no pensaba acostarme contigo.¿Sueles usarlo con Cinthya? – pregunté, algo avergonzada con todo aquello. Sonrió ante aquella pregunta, divertido, para luego negar con la cabeza.Cinthya no es alguien que deba preocuparte – aseguró, mientras apagaba la ducha y ponía una toalla sobre mis hombros - ¿Quieres repetir? – preguntó, acari
Cuando desperté a la mañana siguiente, él se estaba duchando, así que me vestí y bajé a desayunar, quería borrar de mi mente todo lo que había pasado la noche anterior entre él y yo.Odiaba haber bebido, haberme dejado llevar por aquel deseo primario, y a causa de ello, me había acostado con aquel que había considerado como un hermano para mí.Las cosas no volverían a ser las mismas, no después de aquello.Él bajó a desayunar, casi quince minutos después que yo, hizo algunas llamadas telefónicas, envío algunos emails, y se tomó su café, mientras yo miraba hacia la piscina del hotel, intentando parecer calmada, no quería que él se diese cuenta de que estaba histérica de tenerle tan cerca.Tengo que ir a hablar con Charles esta tarde – aseguró re
Cuando desperté a la mañana siguiente, Rashid estaba allí, durmiendo plácidamente, como si nada. No le había escuchado llegar, así que no os puedo decir a la hora que llegó, pero sí sabía que me acosté a las tres y él no había llegado aún.Me metí en la ducha, ya que me sentía asqueada pues el día anterior no me había duchado en condiciones. Así que lo hice en ese instante.Cuando salí del baño, entre toalla y albornoz, él estaba allí, mirando hacia mí, desde la cama, con una amplia sonrisa en el rostro.Cogí un vestido y unas bragas, y me dispuse a entrar en el baño, sin tan siquiera mirarle, pero él me detuvo.Puedes cambiarte aquí – comenzó, poniéndose en pie de un salto, con la camisa entre abierta y sin pantalon
Me gustaría poder deciros que no volví a acostarme con él después de ese día, que quedé tan sumamente decepcionada que le repudié y le alejé de mi vida para siempre, que volví a casa ese mismo día, que … pero, os estaría mintiendo.Lo cierto es que, durante nuestra última semana en aquel lugar, no dejamos de acostarnos. Y se sentía extraño después de hacerlo, su forma de actuar conmigo, como si sólo fuese un objeto con el que saciarse para él, me mataba por dentro. Saber que me estaba usando a mí y a todas las mujeres que le rodeaban, me hacía terriblemente daño, a mi mente, pues mi cuerpo seguía disfrutando de su compañía, como bien os digo.Amir me llamó esa mañana, un día antes de marcharnos de ese lugar, para decirme las muchas ganas que tenía de verme, y dar