Capítulo 7
Volví hacia la mesa, tan pronto como hube colgado el teléfono, y admiré a Roberto bailando con mi amiga.
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Habiba caminaba por los jardines, pensando en la llamada que había hecho tan sólo unos minutos antes.
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Mi teléfono volvió a sonar, pero en esta ocasión la personita que me llamaba me hizo realmente feliz.
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Salió del agua, y sin tan siquiera despedirse de su hermana corrió hacia el estudio, donde guardaba su celular, lo agarró y marcó el número de Hammed, bastante nervioso y alterado.
Caminaba hacia el parque, donde Jamil me había citado, con mi pequeño príncipe agarrado a mi mano, pero tan pronto como llegamos allí me di cuenta de que mi amigo me había tendido una trampa, pues allí, sentado en un banco, se encontraba la persona que menos había esperado volver a ver en toda mi vida: Abdul Ali.Se levantó al vernos aparecer y sonrió hacia Amir, con calma.¿quién es ese señor, mamá? – me preguntaba mi pequeño, cuando hubimos llegado hasta él.Hola Amir – saludó él, agachándose hacia él para mirarle con interés, percatándose de lo especiales que eran sus ojos, provocando que mi hijo se perca
Mis lágrimas comenzaron a derramarse tan pronto como me percaté de que le había perdido incluso antes de haberme enamorado de él, a ser verdad nunca fue mío, siempre le había pertenecido a alguien más.No te culparé si te vas ahora – aseguré, mientras él me limpiaba las lágrimas con la yema de sus dedos – pero por favor, no dejes que Amir sufra con todo esto. Él es un niño demasiado especial.Volveré a por él, no voy a abandonarle – aseguró, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas – es lo único que me queda de ti.Él aún me amaba ya no me quedaba ninguna duda.Su tel&
Había llamado a mi padre para decirle que me iba de viaje a Marruecos, aunque no le había dicho que era lo que iba a hacer allí, me parecía muy cruel decirle que su hija, su única hija iba a desposarse con un árabe que además ya tenía una esposa.Temblaba de arriba abajo mientras me tomaban medidas y me arreglaban el vestido, pues la cena de pedida sería esa misma noche, donde estarían presentes los mayores, que no eran otros que su padre, sus tíos y sus abuelos. Parecía que vivían cerca, y se visitaban muy a menudo, pero lo que yo no sabía era que vivían en un palacio que estaba al lado del nuestro.Amir se había quedado con su tía, con la que se llevaba de maravilla.&iqu
Se separó de mi boca tan sólo un poco y habló entre jadeos, como si besarme le hubiese quitado el aliento.Necesitaba besarte… - aseguró, sin dejar de mirar hacia mis labios – al menos una vez más.No puedo quedarme aquí toda la noche – le dije, bajando la mirada, abochornada, mientras él se preocupaba por haber cometido un error conmigo – si sigo aquí contigo, terminaré cediendo al deseo – aclaré, haciendo que él volviese a prestar atención a mis labios, como si se le apeteciese la idea – Eso no es lo correcto, no ahora, Ali.Está bien – aseguró, mientras cogía su bata y me la cedía para que pudiese marcharme. Me l
Los días siguientes fueron muy tranquilos. Ali me evitaba todo el tiempo, y pareció centrarse en la única razón por la que me había arrastrado allí, nuestro hijo. Yo en cambio pasaba los días en los jardines, mandándome mensajes con mi amiga, a la que había puesto al día de todo y que me había asegurado que me haría una visita pronto.No llevaba ni una semana allí y ya sentía que me asfixiaba, y no tenía ninguna vía de escape en aquel lugar. Pues desde que habíamos llegado, Amir parecía no querer otra cosa más que pasar tiempo con su padre, y eso me dejaba a mí bastante fuera de juego.Caminaba por los jardines que había detrás de la casa, cerca del pequeño huerto que Habiba, mi cuñada, solía visitar todas las tard
La puerta de la habitación se abrió y Amir apareció en ella, sonriendo hacia mí como hacía tiempo que no le veía. En realidad, hacía tiempo que apenas veía a mi hijo, pues desde que estábamos allí sólo quería estar con él, con su padre.Mamá – me llamó, mientras caminaba hacia mí y me abrazaba la cintura, apoyando su pequeña cabeza en mi abdomen, mientras mis lágrimas salían al exterior, al volver a sentir a mi hijo de nuevo. Pero parecía que algo iba mal en aquel acto, pues mi hijo levantó la cabeza y miró hacia mí, parecía preocupado por algo – estás fría.Alguien más entró en la habitación en aquel momento, aprovechando que la puerta estaba abier
Aquel beso me persiguió el resto de la semana, no podía quitármelo de la cabeza, no dejaba de pensar en él haciéndome el amor, incluso soñaba con ello, como si fuese la cosa que más deseara en el mundo. Y en el fondo era así, era lo que más deseaba, aunque nunca lo admitiría. Yo no podía estar con él, no después del a situación en la que estábamos metidos: yo era su segunda esposa, él estaba casado con dos mujeres, él me había mentido durante mucho tiempo, él era un completo imbécil.La cena con los mayores fue más animada de lo que pensé, al parecer había varios hombres de negocios en ella, y comprendí que lo que pretendían con ella era conseguir inversores para los negocios de mi esposo, aunq
Un sonido al otro lado de la puerta me indicó que había alguien al otro lado de ella. Abrí los ojos, observando que era de día, cogí mi ropa del suelo y me cubría con ella, para luego caminar hacia la puerta, abriéndola, encontrando tras de ella a Fatima, su primera mujer.Tenía que acostumbrarme a aquella situación, a compartir al hombre al que amaba con su primera esposa.Sonreí hacia ella, intentando parecer calmada, mientras ella miraba hacia mí, sin comprender lo que hacía aún allí.Ya me voy – le dije, mientras ella se hacía a un lado y me dejaba pasar – así puedes llevarle el desayuno.Aurora – me llamó, provocando que volviese a