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Capítulo 2. Eric.

Isabella Di'Giotanno.

Desperté con un grito ahogado, bañada en sudor. Esta pesadilla fue más real que las demás. Soñé que todo era arrasado por fuego.

La casa de la manada era reducida a cenizas y pícaros nos atacaban por doquier y veía cómo toda la manada luchaba con fiereza.

¡Diosa! ¡Deja de enviarme esas pesadillas! No es la primera vez que sueño cosas así, pero en este último año, se han intensificado.

No se han vuelto realidad, así que por lo menos me quedo tranquila. Es muy probable que sea el efecto de mi muy activa imaginación.

Me levanté, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina por un vaso con agua. Al encender la luz casi pego un grito al ver a Eric sentado en la oscuridad.

“¡Qué m****a, Eric! ¡Qué haces ahí en la penumbra! Pareces un vampiro con los ojos brillantes en la oscuridad. ¡Casi me matas del susto! —le digo jadeando.

“Perdón, perdón, ¡no quise asustarte!”

“Que haces aquí de todos modos. ¿Te ha pasado algo? ¿Por qué no estás durmiendo?”

Él me mira extrañado, mientras me replica sarcásticamente, “como si te importara.”

Frunzo el ceño, molesta, mientras le respondo. “No seas injusto, Eric. Tú no quisiste ser más mi amigo desde que estás de novio con Julie. ¿Acaso no recuerdas la conversación que tuvimos y lo duro que fuiste conmigo?”

Él se enoja mientras me responde desesperadamente, “lo sé, lo sé, la cagué, ¿está bien?”

Al verlo así, mi enojo desaparece. Suspiro y luego le pregunto, “¿me dirás que es lo que te pasa?” Le ofrezco un vaso con agua. El cual recibe.

Él mira hacia abajo mientras me responde, “Juliette me engañó con Mathias.”

Mathias es el “primo” de Juliette. Honestamente, no sabemos quién es su familia, ya que llegó a la manada hace unos años.

Los padres de Julie dijeron que era un familiar, así que para evitar preguntas incómodas, todos dicen que son primos, diez años mayor que nosotros.

“¿¿¿Qué???” Abro mucho mis ojos mientras coloco mis manos en mi boca, totalmente sorprendida.

Él suspira mientras cubre sus ojos con una mano. Luego responde, “sí, ahí está. Siempre tuviste razón con respecto a ella y yo estaba demasiado encaprichado para verlo con claridad.”

Yo le levanto una ceja mientras le respondo, “¡Querrás decir que estabas muy caliente con ella!”

Eric abre mucho sus ojos, sonríe avergonzado mientras me responde rápidamente, “Está bien, está bien, sí. Ya asumí que tenías razón, como siempre. Como sea, Se acabó. Le dije que no quería que se me cruzara por mi camino.”

“Que no existía para mí. Y que en la escuela más le vale de que no apareciera si no quería que hablara con nuestros padres. Imagínate, qué asco verla besuqueándose con su primo.”

Me tomo un momento para procesar lo que Eric me está diciendo. Luego le pregunto, “¡Diablos! ¿Cómo lo tomó?”

Eric responde, “¿Cómo crees?

Yo le digo, “Hum... Se me vienen un par de ideas a la cabeza.”

Eric demuestra su molestia, blanqueando los ojos mientras dice, “Lloró, mucho. Luego, continuó repitiendo que fue un error, que me ama.”

“Ella dijo que me escogió como su pareja y que no le importaba si su pareja destinada aparecía porque creía que la Diosa de la Luna nos había reunido. Todos sabían que éramos la pareja perfecta, y bla, bla, bla.”

“¡Uy! Y a ti, como te encanta el drama,” 

Él me responde burlonamente, “Ja, ja. ¡Hilarante! Pues se acabó.”

Hago una mueca, mientras le respondo, “Lo siento Eric.”

“¡Como si lo dijeses en serio!” 

“Hum... No, en lo más mínimo. Honestamente, nunca soporté verte con ella, pero respeté tus deseos, como siempre lo hago.” Se lo digo mientras sonrío a lo que acabo de decir. Luego añado, “Pero por el otro lado, Eric, recuperé a mi amigo... Te he extrañado…"y él me dice con una sonrisa, "¡Y yo también te extrañé a ti, Isa!"

Estuvimos en la cocina conversando durante horas. Ya se veía el amanecer cuando Luna Ayme entra y nos mira diciendo, “¿Y ustedes que hacen aquí a esta hora? ¡Son las seis de la mañana!”

“Oh, se nos pasó el tiempo conversando Luna,” le respondo.

“¿Cómo estás, mamá?” Pregunta Eric, colocando una mano en su mejilla.

“Por lo que veo, ¡mejor que ustedes!” 

Ja, ja, ja, ambos reímos a la vez.

“¿Ya se reconciliaron?” —pregunta Luna, Ayme.

“Sí, mamá, ya nos reconciliamos”

“Eso significa, ¿qué dejaste de ser un idiota? Tú serás un hijo maravilloso, pero en ocasiones, ¡eres igual de testarudo que tu padre!”

“¡Ouch Má!”

Sonrío maliciosamente mientras digo, “Digamos Luna que nuestra Diosa ya le dio su merecido. No creo que vuelva a dejar a sus amigos por una novia, otra vez.”

“¿Qué te hizo Julie?, ¿debo hacerle una visita?” 

“¿Qué? No, mamá, ¡por la diosa! ¡Gracias por eso Isa!”

Estallo de la risa, mientras le respondo, “¡De nada buen amigo! Bueno, esto ha sido divertido, pero si me disculpan iré a ducharme. Con su permiso Luna.”

“Ve tranquila mi niña. Prepararé el desayuno antes de que la tropa se levante.”

“Mamá, deberías dejar de hacer eso... ¡Tenemos suficientes omegas en la casa!”

Su voz suena dulce y cálida mientras le responde, “Lo sé, cariño, pero me gusta hacerlo.”

Es lo que alcanzo a oír mientras salgo de la cocina. Luego escucho, “¡Wow!, pero ¿quién es ese papazote? ¡Está bien, bueno, eh! ¡Lo montaría desde la mañana al anochecer! ¡Qué hombre!” Señala una voz femenina desconocida dentro de mi cabeza.

“¿Ehhh? ¡Qué pasa hoy con mi monólogo interno! Debo apresurarme o llegaré tarde a la escuela.”

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