Narra Luna Salvatore.
Ya adentro de casa, mis hermanos habían terminado de comer y los llevé a sus habitaciones. Con cuidado, les cubrí con las mantas y les di un beso en la frente. Ver sus rostros tranquilos me dio un poco de paz, pero mi mente no podía dejar de pensar en la oferta de Demon. Repetí en mi cabeza el momento en que me propuso irme a vivir con él a cambio de cuidar de mí y de mi familia. “No te faltará nada”, había dicho. Pero, ¿realmente podía arriesgarme a dejar todo lo que conocía? La idea me daba vueltas y más vueltas, como un torbellino de emociones. Finalmente, me dejé llevar por el cansancio y caí en un sueño que apenas duró tres horas. Cuando desperté, un ruido insistente me sacó del letargo. Alguien estaba golpeando la puerta. —¡¿Quién es?! —grité, intentando despejarme. El golpe continuó, más insistente. Me levanté de la cama, aún con el pelo desordenado y la casa en silencio. Me acerqué a la puerta, y al abrirla, me quedé boquiabierta. Frente a mí estaba un tipo bien vestido, con un traje que parecía sacado de una película de negocios. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fueron las orejitas peludas de lobo que asomaban por encima de su cabeza. Era un contraste tan ridículo que no pude evitar querer reírme. —Hola, soy Rocco, —dijo el hombre, intentando mantener una expresión seria, pero sus orejas se movieron al ritmo de su voz, como si tuvieran vida propia. —¿Rocco? —pregunté, tratando de contener la risa. —¿De verdad te llamas así? —Sí, Rocco. —Él sonrió, pero las orejas se agitaron de nuevo, y eso rompió cualquier intento de seriedad. —Vengo de parte de Demon. —¿De parte de Demon? —repetí, sintiéndome como si estuviera en una comedia de enredos. —¿Y qué quiere? —Demon está preocupado por ti. —Dijo, cruzándose de brazos, pero sus orejitas se movían de un lado a otro, como si estuviesen en una conversación propia. —¿Preocupado? —pregunté, levantando una ceja. —¿Por qué? ¿Por el collar que lancé a la vecina? Rocco trató de mantener su seriedad, pero la risa se asomó a sus labios. —Sí, bueno, eso fue… inesperado. —Se rió y, por un momento, su seriedad se desvaneció. —Pero en realidad, Demon quiere asegurarse de que estés bien. —¿Y tú eres el mensajero? —dije, cruzando los brazos y tratando de no sonreír ante la situación absurda. —Algo así. —Él se pasó una mano por el cabello, y las orejas se movieron de nuevo, lo que me provocó una risa involuntaria. —Mira, Rocco, —le dije, mientras intentaba recuperar la compostura—, no estoy interesada en mudarme con Demon. Estoy bien aquí, y no necesito que un lobo en traje venga a darme recados. —No soy solo un lobo en traje, —replicó, frunciendo el ceño, aunque la sonrisa seguía en su rostro. —Soy un lobo en traje muy importante. —¿Importante? —repliqué, riendo. —¿Como para qué? ¿Para llevar a cabo reuniones de negocios en la luna llena? —¡Exacto! —dijo, comenzando a reírse también. —Pero en serio, Luna, debes considerar lo que Demon te ofreció. Mi risa se desvaneció un poco, y recordé la seriedad de su propuesta. —Lo sé, Rocco, pero no estoy lista para dejar todo. Mis hermanos son mi prioridad. —Lo entiendo, —dijo, su tono cambiando a uno más comprensivo. —Pero piensa en su futuro. Demon puede ofrecerles oportunidades que tú no puedes. Miré a Rocco, sintiendo que su preocupación era genuina, pero la idea de dar ese paso seguía asustándome. —Está bien, —dije finalmente, suspirando. —Tal vez hable con Demon. Pero no prometo nada. —Eso es todo lo que pido. —Rocco sonrió, y sus orejas se movieron felizmente. —Solo recuerda: ¡el lobo en traje siempre está aquí para ayudar! Mientras cerraba la puerta, no pude evitar reírme de la situación. ### Capítulo 2: Decisiones Inesperadas Rocco estaba allí, aún con esas orejas peludas moviéndose de un lado a otro, mientras se acomodaba el traje como si estuviera a punto de dar un discurso importante. —Demon compró una casa en Seúl, —dijo, sacando un juego de llaves de su bolsillo y agitándolas frente a mí. Me quedé boquiabierta, sin poder procesar lo que estaba escuchando. —¿Seúl? —pregunté, observándolo con disgusto. —¿Y qué se supone que haga con eso? —Es una oportunidad, Luna. —Rocco intentó parecer convincente, pero no podía dejar de pensar en lo absurdo de la situación. —Demon quiere que te mudes con él. —¿Mudarse? ¡Eso es muy lejos! —exclamé, cruzando los brazos. —No puedo dejar Nueva York. Mis hermanos necesitan de mí aquí. Justo cuando iba a rechazar las llaves, una voz profunda resonó detrás de mí. —¿Quieres quedarte en Nueva York? —Era Demon, que había aparecido de la nada, bajando de un brillante BMW último modelo. Mis ojos se abrieron como platos mientras lo miraba, sintiendo que el aire se me escapaba. —Demon, —dije, intentando mantener la calma—, no creo que esto sea una buena idea. —¿No piensas que podrías aprovechar esta oportunidad? —preguntó, acercándose con esa confianza que siempre me dejaba un poco aturdida. Su mirada se posó en mí, y en ese instante, sentí la presión de su presencia. —¿Empezar desde cero? —repliqué, sintiéndome fastidiada. —¿Me estás diciendo que creíste que no tengo una familia? Mis padres trabajan duro, y por eso yo me encargo de mis hermanos. Sus ojos brillaron con una mezcla de sorpresa y comprensión. —No quise ofenderte, Luna, —dijo, su voz era más suave ahora, pero había una intensidad en su mirada que no podía ignorar. —Solo pensé que podrías querer un cambio. —¿Un cambio? —repetí, casi riendo. —¿Y dejar todo lo que he construido aquí? Mis hermanos dependen de mí. No puedo simplemente… desaparecer. —Luna, —interrumpió Rocco, intentando mediar—, solo piénsalo. Pero antes de que pudiera continuar, una brisa helada recorrió el aire y un estruendo resonó a lo lejos. De repente, una sombra oscura apareció en la esquina de la calle, acercándose rápidamente. Mis instintos se dispararon y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Demon se puso en guardia, y Rocco retrocedió, sus orejas peludas rígidas. —¿Qué es eso? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme. La sombra se materializó en una figura imponente que se acercaba a nosotros a gran velocidad, el sonido de sus pasos resonando como un trueno. Era un hombre, pero no un hombre común. Sus ojos brillaban con una luz sobrenatural y su presencia era intimidante. —Demon, —dijo el extraño con una voz grave y amenazante—, has estado jugando con fuego y se fue —Luna, —dijo Demon, su voz suave pero firme—, necesito que tomes una decisión. Pero recuerda, no estás sola en esto, aunque solo estoy de vacaciones. —¿Qué quieres decir con que estás de vacaciones aquí? ¿Vives en Seúl? —pregunté, sintiendo que el aturdimiento se apoderaba de mí. —Sí, —respondió, con una sinceridad que me sorprendió. —Estaba de vacaciones en Nueva York, pero ahora que he encontrado a mi mate, quiero que estemos juntos. El aire se volvió pesado con sus palabras, y el impacto de la revelación me dejó sin aliento. ¿Era esto lo que realmente quería?Narra Luna SalvatoreEstaba sentada en mi habitación, aún intentando procesar lo que acababa de suceder. Demon me miraba con esa intensidad que siempre me dejaba un poco aturdida, y aunque había una parte de mí que se sentía atraída por él, la otra parte no podía dejar de cuestionar todo lo que implicaba su propuesta.—Luna, si aceptas, puedo mudarte a ti y a tu familia a Seúl. —Dijo, su voz llena de convicción.Me quedé helada, los ojos bien abiertos.—¿Mudarte a toda mi familia a Seúl? —repetí, intentando asimilar la idea. —¿De verdad crees que eso es viable?—Sí, —asintió, como si hablara de algo tan sencillo como ir a comprar pan. —Pero primero necesitaré marcarte como debe ser.Mis ojos se abrieron aún más y un escalofrío recorrió mi espalda. —¿Marcarme? —pregunté, sintiéndome un poco incómoda al estar sola con él en mi habitación. —Ni se te ocurra tocarme.Sus orejas peludas se alzaron y se movieron de una manera que me hizo querer reír, a pesar de la seriedad de la situación.
Narra Luna: Dos días después, me encontraba sentada en un avión privado, sintiendo que la realidad se deslizaba lentamente hacia lo desconocido. A mi familia la habían enviado en otro avión, y aunque sabía que estaban a salvo, la inquietud seguía presente en mi pecho. Demon se sentó a mi lado, con esa calma que siempre me tranquilizaba, pero que al mismo tiempo me llenaba de nervios. El interior del avión era lujoso, con asientos de cuero suave y ventanas grandes que permitían ver el cielo despejado. A través de la ventana, las nubes parecían algodones blancos, y el sol brillaba con fuerza. —¿Te gusta? —preguntó Demon, observando cómo miraba por la ventana. —Es increíble, —admití, sintiéndome un poco tonta por lo emocionada que estaba. —Nunca había estado en un avión privado. —Y eso es solo el comienzo. —Sonrió, y su expresión se volvió traviesa. —Te prometo que habrá mucho más por descubrir. —Como qué, ¿vuelo en primera clase a la luna? —bromee, tratando de aligerar la tensión
Narra Luna: La noche transcurrió en una mezcla de emociones y pensamientos confusos. A pesar de la intimidad que había compartido con Demon, decidí que era mejor mantener distancia. La sensación de la mordida aún ardía en mi piel, y sabía que la conexión que habíamos forjado era intensa y poderosa. Temía perder el control y dejarme llevar por el deseo que brotaba en mí. La idea de lanzarme a sus brazos y besarlo era tentadora, pero también aterradora. **Al amanecer**, me desperté empapada en sudor, el corazón latiendo desbocado. Me senté en la cama, tratando de recobrar la calma, y fui directo al espejo. Cuando me vi, un grito se escapó de mis labios: ¡tenía colmillos! —¿Qué demonios...? —murmuré, tocando mis dientes con incredulidad. Justo en ese momento, Demon entró en la habitación, y al verme, su expresión se tornó preocupada. —Luna, ¿estás bien? —preguntó, acercándose rápidamente. —No estoy bien, ¡mira esto! —grité, señalando mis colmillos en el espejo. —¡Esto no pued
Demon me llevó en su elegante automóvil a explorar Seúl, y mientras avanzábamos, la emoción se apoderaba de mí. Las calles estaban llenas de vida; los vendedores ambulantes ofrecían deliciosa comida, y el aire estaba impregnado de aromas tentadores. Finalmente, nos detuvimos frente a un restaurante que desprendía un olor increíble: kimchi fresco y especias que prometían una experiencia culinaria deliciosa. El lugar era acogedor, con luces cálidas y mesas de madera oscura. Las paredes estaban adornadas con arte moderno que reflejaba la cultura local, y había un ambiente bullicioso que me hizo sentir bienvenida. —Este lugar es famoso por su kimchi, —dijo Demon, sonriendo mientras entrábamos. —Espero que estés lista para una explosión de sabor. —¡Listísima! —exclamé, sintiéndome emocionada por probar algo nuevo. Una vez sentados, Demon pidió una variedad de platillos, asegurándose de que probara un poco de todo. La comida llegó rápidamente, y al primer bocado de kimchi, sentí
Era de noche, y me encontraba en mi habitación, pero el sueño no llegaba. La ansiedad corría por mis venas, y empecé a caminar de un lado a otro, intentando calmarme. Mientras lo hacía, me miré en el espejo y, para mi sorpresa, mis ojos cambiaron a un amarillo brillante, pero solo por unos segundos. El efecto fue lo suficientemente impactante como para hacer que mi corazón se acelerara. —¿Qué está pasando conmigo? —susurré, sintiendo el pánico comenzar a apoderarse de mí. Los cambios en mi cuerpo estaban avanzando más rápido de lo que había imaginado, y no tenía idea de cómo manejarlo. Decidí que necesitaba un poco de agua para calmar mi sed. Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, tratando de mantener la calma. Abrí la nevera y serví un vaso de agua fría, sintiendo cómo el líquido refrescante me llenaba de alivio. Mientras estaba concentrada en mi vaso, sentí la presencia de Demon detrás de mí. Su energía era casi palpable, y cuando giré la cabeza, me encontré con su mir
Después de pasar un tiempo con Miu, decidí visitar a mi familia. Al llegar a la casa, sentí una oleada de emoción al ver a Jessica y Nicolás, pero lo que realmente me sorprendió fue encontrar a mis padres allí. —¡Mamá! ¡Papá! —exclamé, corriendo hacia ellos y abrazándolos con fuerza. —¡Luna! —dijo mi madre, sonriendo mientras me abrazaba. —Nos alegra verte. —Te hemos extrañado, —agregó mi padre, dándome una palmadita en la espalda. Mientras me acomodaba en la cocina, noté que la comida ya estaba en la mesa. Mi madre había preparado un plato de pasta boloñesa al estilo italiano, y el aroma era irresistible. —Esto huele increíble, mamá. —dije, sintiéndome ansiosa por probarlo. —Gracias, cariño, —respondió ella, sirviendo un plato generoso. —He estado practicando algunas recetas nuevas. Mientras nos sentábamos a la mesa, comencé a hacer preguntas. —¿Qué están haciendo aquí? —pregunté, sintiéndome curiosa. —Demon nos ayudó a encontrar trabajos mejores aquí en Seúl,
La luz de la tarde se filtraba a través de las ventanas de la lujosa oficina de Demon Presley. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo supiera que algo inusual iba a suceder. Me encontraba allí, con un mate humeante en mano, mientras Demon me presentaba a su nuevo socio.—Luna, quiero que conozcas a James —dijo Demon, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.James entró con una confianza desbordante, pero en cuanto lo vi, una sensación extraña se apoderó de mí. Sus ojos oscuros brillaban de una manera que me resultaba inquietante. Sin poder contenerme, me incliné hacia Demon y le susurré al oído.—Es un vampiro, lo sabías.Demon, sorprendido porque adquirir una nueva habilidad, arqueó una ceja. —Así es, pero es amigo de la familia —respondió en un tono bajo, casi nervioso. Su mirada se tornó seria—. Sin embargo, como tú no confío en él, necesito que empieces a hacerte cargo. Urgente, solo confío en ti.La preocupación en su voz me hizo sentir un nu
Narra Luna Salvatore: Corría por las calles, el frío de la noche calando en mis huesos, pero no me importaba. Tenía que llegar a casa antes de que oscureciera del todo y mis hermanos comenzaran a preocuparse. Con cada paso, el eco de mis pensamientos se mezclaba con el sonido de mis zapatillas golpeando el pavimento. —¡Vamos, Luna, no llegues tarde otra vez! —me repetía a mí misma, cuando de repente, !bam! Me estampé contra algo sólido. Me tambaleé hacia atrás, aturdida, y al mirar hacia arriba, me encontré con la mirada más intensa que jamás había visto. Era él: Demon. Su cabello oscuro caía desordenadamente, y esos ojos… parecían brillar con una luz sobrenatural. —¿Estás bien? —preguntó, su voz profunda y envolvente como un abrazo cálido. —Sí, claro, solo un pequeño accidente de tráfico, —respondí, intentando recomponerme. Pero antes de que pudiera dar un paso atrás, él inhaló con fuerza, como si estuviera bebiendo el aire que respiraba. —Eres… mi mate. —¿Mate? —repliqué, con