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Deseo y Colmillos 🦷💋

Narra Luna:

La noche transcurrió en una mezcla de emociones y pensamientos confusos. A pesar de la intimidad que había compartido con Demon, decidí que era mejor mantener distancia. La sensación de la mordida aún ardía en mi piel, y sabía que la conexión que habíamos forjado era intensa y poderosa. Temía perder el control y dejarme llevar por el deseo que brotaba en mí. La idea de lanzarme a sus brazos y besarlo era tentadora, pero también aterradora.

**Al amanecer**, me desperté empapada en sudor, el corazón latiendo desbocado. Me senté en la cama, tratando de recobrar la calma, y fui directo al espejo. Cuando me vi, un grito se escapó de mis labios: ¡tenía colmillos!

—¿Qué demonios...? —murmuré, tocando mis dientes con incredulidad.

Justo en ese momento, Demon entró en la habitación, y al verme, su expresión se tornó preocupada.

—Luna, ¿estás bien? —preguntó, acercándose rápidamente.

—No estoy bien, ¡mira esto! —grité, señalando mis colmillos en el espejo. —¡Esto no puede estar pasando!

—Cálmate, —dijo, tomando mis hombros con suavidad. —Deja que te explique.

Me aparté un paso, aún en estado de pánico.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué tengo colmillos? ¡No quiero ser un lobo!

Demon respiró hondo, intentando mantener la calma.

—Luna, los lobos pueden ocultar su carácter. —dijo, su voz firme pero reconfortante. —No te convertirás en un lobo. Eres humana, y eso no cambiará.

—¿Pero los colmillos? —pregunté, todavía incrédula. —¿Significa eso que estoy a medio camino o algo así?

—No, —respondió, su tono tranquilo era como un ancla en medio de mi tormenta interna. —Es una manifestación de la conexión. Con el tiempo, aprenderás a controlar esas características. Es parte del proceso.

—¿Controlar? —repetí, mis pensamientos girando. —¿Cómo se supone que voy a controlar esto si ya estoy aquí, en medio de una locura?

Demon se acercó más, su mirada fija en la mía.

—Lo harás, Luna. Con el tiempo, aprenderás a manejar lo que sientes. La conexión entre nosotros es intensa, pero es algo que debes aprender a aceptar.

Sentí que mi corazón se calmaba lentamente al escuchar su voz, pero la confusión seguía nublando mis pensamientos.

—¿Y si no puedo? —pregunté, sintiéndome vulnerable.

—Entonces estaré aquí para ayudarte. —dijo, su tono lleno de sinceridad. —No estás sola en esto.

Me quedé en silencio, contemplando sus palabras. La idea de perder el control me aterraba, pero también había algo reconfortante en saber que él estaba a mi lado.

—Pero, ¿y si me dejo llevar? —insistí, sintiendo que la ansiedad comenzaba a burbujear de nuevo. —¿Y si me lanzo a besarte o algo así?

Demon sonrió, y un brillo travieso apareció en sus ojos.

—No te preocupes, eso puede ser parte del proceso también. Pero siempre puedes elegir cuándo y cómo dar ese paso.

—¿Entonces puedo decidir no lanzarme sobre ti? —bromee, intentando aligerar la tensión.

—Exactamente. —Él rió, y esa risa era como un bálsamo para mi inquietud. —Tienes el control, Luna. Siempre lo tendrás.

Me acerqué al espejo nuevamente, observando mis colmillos. La idea de que todo esto era parte de un proceso me ayudó a calmarme un poco. Aunque no sabía exactamente lo que iba a suceder, al menos tenía a Demon a mi lado.

—Está bien, —dije, sintiéndome un poco más empoderada. —Supongo que tendré que aprender a lidiar con esto.

—Así es, —respondió Demon, su sonrisa iluminando la habitación. —Y ahora, ¿qué te parece si vamos a desayunar? Te prometo que no hay colmillos en la comida.

Reí, sintiéndome un poco más ligera.

—Vale, pero no me hagas comer algo raro, ¿eh?

—No te preocupes, —dijo, guiándome hacia la puerta. —Hoy te presentaré a algunas delicias coreanas.

Mientras caminábamos hacia la cocina, no pude evitar lanzar una mirada desconfiada a Demon.

—No me hagas bromas con eso de morder a un humano. —le dije, intentando mantener la seriedad.

Él soltó una risa, claramente divertido por mi preocupación.

—Luna, los lobos no suelen morder humanos, a menos que sea en un contexto muy específico. —dijo, con una sonrisa traviesa. —Normalmente nos alimentamos de animales, casi como los humanos.

—¿Así que estás insinuando que si te da hambre podrías comerme? —bromee, levantando una ceja.

Demon se rió de nuevo, y sus orejas se movieron de forma cómica, como si realmente estuvieran participando en la conversación.

—¡Exactamente! Aunque no creo que te guste la forma en que se prepara el "plato principal". —bromeó, haciendo un gesto exagerado como si estuviera sirviendo un banquete.

—¡Eso es repugnante! —exclamé, riendo. —Nunca me atrevería a compartir mesa contigo si eso es lo que comes.

—No te preocupes, no tengo intención de invitarte a un banquete de carne cruda. —dijo, haciéndome reír aún más. —Hoy solo habrá pancakes y frutas. Prometido.

A medida que nos acercábamos a la cocina, la atmósfera se llenó de una ligera energía, y de repente, algo cambió en mí. No sé qué pasó, pero sentí una chispa recorrer mi cuerpo, como si una corriente eléctrica me atravesara. Mis ojos se iluminaron, y antes de que pudiera pensar en las consecuencias, me lancé hacia él.

—Demon, —dije en un susurro casi inaudible justo antes de besarlo.

El contacto fue instantáneo y explosivo. Sus labios se encontraron con los míos, y en ese momento, todo lo demás se desvaneció. La conexión que habíamos creado se intensificó, y sentí como si el mundo girara a nuestro alrededor.

Demon respondió al beso, sus manos se deslizaron por mi cintura, atrayéndome más cerca de él. La calidez de su cuerpo resonaba con la energía que había despertado en mí, y me perdí en la profundidad de su mirada. Todo lo que había sentido hasta ahora se intensificó en esa fracción de segundo, y supe que el vínculo que habíamos formado era más poderoso de lo que jamás había imaginado.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos con dificultad, tratando de recuperar el aliento. La sorpresa estaba grabada en sus ojos verdes, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Wow, eso fue… —comenzó a decir, pero se quedó sin palabras.

—Lo sé, —respondí, sintiendo que el rubor se apoderaba de mis mejillas. —No sé qué me pasó.

—No te preocupes, —dijo, su voz suave y reconfortante—. Lo que acabas de hacer es parte de la conexión. A veces, puede ser abrumadora.

—¿Abrumadora? —repetí, sintiendo mi corazón latir con fuerza. —Eso es un eufemismo.

Demon se rió, y en su risa, encontré un refugio, una forma de aliviar la tensión que había acumulado en mi interior.

—Lo que quiero decir es que, a veces, la conexión puede llevarte a actuar de formas que no esperas. —dijo, su mirada llena de comprensión.

—¿Y eso es normal? —pregunté, sintiéndome vulnerable.

—Completamente. —Asintió, y su expresión se volvió más seria. —Es solo el principio, Luna. No tienes que forzarte a entenderlo todo de inmediato.

Sabía que estaba en un camino desconocido, pero con Demon a mi lado, sentía que podría enfrentar cualquier cosa.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —pregunté, sintiendo que la emoción se apoderaba de mí.

—Ahora, —dijo, sonriendo—, vamos a disfrutar del desayuno y a planear nuestra nueva vida juntos.

Asentí, sintiendo que la ansiedad comenzaba a disolverse. La idea de compartir esos momentos con él me llenaba de entusiasmo, y a pesar de todo lo que estaba por venir.

Antes de que pudiera sentarme a la mesa, Demon se acercó y, de repente, me besó apasionadamente. Fue un beso que encendió algo dentro de mí, aliviando la emoción que había estado acumulando. Sus labios eran cálidos y firmes, y la conexión entre nosotros pareció intensificarse, llevándome a una dimensión diferente.

La chispa que había sentido antes se transformó en un fuego ardiente, y me dejé llevar, sintiendo que cada parte de mí respondía a su toque. Era como si el vínculo que habíamos creado se manifestara de la forma más pura y hermosa.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos entrecortadamente, y la sorpresa reflejada en los ojos de Demon era inconfundible.

—Vaya, eso fue… —comenzó a decir, pero se quedó sin palabras, como si el momento nos hubiera dejado a ambos sin aliento.

—Sí, ya veo que no soy la única que se deja llevar, —bromee, sintiéndome un poco más ligera.

Justo en ese momento, la puerta de la cocina se abrió de golpe, y Rocco apareció con una bandeja que parecía contener un filete enorme, humeante y jugoso.

—¡Buenos días, pareja feliz! —anunció, con un tono exagerado y divertido, mientras entraba con su plato. —He traído el desayuno más delicioso que Seúl tiene para ofrecer.

No pude evitar que mi estómago gruñera al ver el filete, y sin pensarlo, me lancé hacia él, incapaz de controlar el hambre que me invadía.

—¡Demon! —grité, mientras me acercaba a la bandeja, pero antes de que pudiera alcanzar la comida, Demon reaccionó más rápido.

Me detuvo sujetando mi buzo por la capucha, y de repente me vi atrapada entre su agarre y el filete.

—¡Espera! —dijo, con una mezcla de sorpresa y diversión en su voz. —No puedes lanzarte así sobre la comida como si fueras un lobo hambriento.

—¡Pero tengo hambre! —protesté, sintiendo que la risa comenzaba a burbujear dentro de mí. La imagen de mí misma actuando como un animal salvaje era demasiado divertida.

Rocco soltó una risa estruendosa, disfrutando del espectáculo.

—¿Ves? ¡Esto es lo que pasa cuando marcas a una humana! —dijo, mientras se reía a carcajadas. —¡Está lista para devorar todo lo que vea!

—¡Cállate, Rocco! —exclamé, tratando de mantener la compostura mientras me retorcía para intentar alcanzar el filete.

Demon soltó una risa, y finalmente me dejó ir, pero no antes de acercarse a la bandeja y servir un pedazo en mi plato.

—Ahí tienes, pero solo un poco. —dijo, sonriendo mientras se aseguraba de que no me lanzara de nuevo.

—Gracias, mi lobo protector, —dije, sintiéndome agradecida y un poco traviesa.

Mientras me servía, Rocco se acercó a la mesa y comenzó a preparar su propio desayuno, llenando su plato con lo que parecía ser una generosa porción de todo lo que había en la cocina.

—Oye, Rocco, ¿tus orejas están listas para soportar el ruido de una chica hambrienta? —bromee, sintiendo que la alegría se apoderaba de mí.

—Solo si tú puedes soportar el hecho de que estoy aquí para recordarte que no puedes comer como una bestia. —respondió, levantando una ceja de manera juguetona.

—¿Y quién dice que no puedo? —repliqué, llevándome un bocado de filete a la boca.

El sabor era increíble, y no pude evitar cerrar los ojos de placer mientras masticaba.

—Mmm, ¡esto es delicioso! —exclamé, demasiado concentrada en disfrutar mi comida como para preocuparme por las implicaciones de lo que había sucedido antes.

—¿Ves? No hay nada que temer. —dijo Demon, observándome con una sonrisa. —Siempre tendrás el mejor desayuno en nuestra nueva vida.

Mientras disfrutaba del filete, sentí que la tensión de los días anteriores comenzaba a desvanecerse. Rocco continuaba haciendo comentarios graciosos, y Demon se unía a la diversión, creando un ambiente cálido y acogedor.

—Así que, ¿cuál es el plan para hoy? —pregunté, sintiéndome más relajada.

—Hoy, te mostraré Seúl, —dijo Demon, su mirada brillando con entusiasmo. —Quiero que experimentes la ciudad y todo lo que tiene para ofrecer.

—Eso suena genial, —respondí, sintiendo que la emoción comenzaba a crecer de nuevo en mi interior.

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