Narra Luna Salvatore
Estaba sentada en mi habitación, aún intentando procesar lo que acababa de suceder. Demon me miraba con esa intensidad que siempre me dejaba un poco aturdida, y aunque había una parte de mí que se sentía atraída por él, la otra parte no podía dejar de cuestionar todo lo que implicaba su propuesta. —Luna, si aceptas, puedo mudarte a ti y a tu familia a Seúl. —Dijo, su voz llena de convicción. Me quedé helada, los ojos bien abiertos. —¿Mudarte a toda mi familia a Seúl? —repetí, intentando asimilar la idea. —¿De verdad crees que eso es viable? —Sí, —asintió, como si hablara de algo tan sencillo como ir a comprar pan. —Pero primero necesitaré marcarte como debe ser. Mis ojos se abrieron aún más y un escalofrío recorrió mi espalda. —¿Marcarme? —pregunté, sintiéndome un poco incómoda al estar sola con él en mi habitación. —Ni se te ocurra tocarme. Sus orejas peludas se alzaron y se movieron de una manera que me hizo querer reír, a pesar de la seriedad de la situación. —No es lo que piensas, —dijo, divertidamente indignado—. No voy a comerme un bocadillo. —¡Eso espero! —exclamé, intentando mantener la seriedad, pero la imagen de él mordiendo un bocadillo de mí era demasiado graciosa. —Te lo explico, —continuó, recuperando la compostura—. Marcarte es esencial para que reconozcas nuestra conexión. Es como un vínculo, algo que te permitirá sentir lo que yo siento. —¿Y cómo piensas marcarme? —pregunté, ahora sintiendo una mezcla de curiosidad y temor. —El primer proceso es solo mordiendo. —Dijo, y mi corazón se detuvo por un momento. —¡Olvídalo! —grité, sintiendo que la adrenalina me recorría. —¿Sabes qué? No quiero esto. Es mejor que te vayas. Demon me miró con esos ojos de cachorrito, casi suplicantes. —No te dolerá por mucho tiempo, —dijo, su tono era tierno, pero no le creí. Me acerqué a la pared, sintiéndome acorralada. Él dio un paso hacia mí, su presencia era abrumadora. Con un movimiento delicado, tocó mis labios con su dedo índice, y un escalofrío me recorrió. Mis pensamientos se desvanecieron, y me costó respirar y tragar. —Luna, —dijo con una sonrisa, —la otra semana nos mudaremos y será algo simple. —¿Simple? —repliqué, intentando mantener la calma. —¿Y qué hay de la parte "simple" de marcarme? —Es un proceso que se divide en dos. —Demon se acercó un poco más, su mirada seria. —Una vez que te marque, podrás sentir nuestra conexión. Y además, si algo sucede, tendrás la protección de la manada. Fruncí el ceño, sintiendo que la situación se volvía más complicada. —¿Por qué debo firmar un contrato? —pregunté, intentando entender todo lo que estaba sucediendo. —Por seguridad. —Dijo, cruzando los brazos. —Amar a un humano no es bien visto en mi manada. Tendría que persuadirlos, y para eso necesito que tengas la marca inicial. —¿Y qué pasa si no quiero? —dije, sintiéndome un poco más segura. —Entonces, no podré protegerte. —Su rostro mostraba sinceridad, y aunque eso me inquietaba, también me hacía pensar en mis hermanos. —¿Es por eso que tengo que firmar el contrato? —insistí. Demon asintió, y su expresión se volvió más seria. —Exactamente. Al firmar, te contrato como mi abogada. Luego, una vez que completes el vínculo, serás mi mate y pareja permanente. Sintiéndome abrumada, miré el contrato que había dejado sobre la mesa. Era un documento sencillo, pero las implicaciones eran enormes. —¿Abogado? —repetí, tratando de encontrar un rincón de humor en la situación. —¿Estás seguro de que no me vas a cobrar honorarios exorbitantes? —Solo los de una pareja, —dijo, sonriendo, y por un momento, la tensión se disipó un poco. —Eres un caso, —dije, sintiendo que la risa se asomaba. —No sé si puedo con todo esto. Demon se acercó más, y su mirada se tornó intensa. —Luna, quiero que pienses en lo que significa para ti y para tus hermanos. No solo estarás a salvo, sino que también tendrás un futuro que tú y ellos merecen. —Lo sé, pero… —respiré hondo, sintiendo la presión sobre mis hombros. —No quiero que mi vida dependa de un "contrato" con un hombre lobo. —No es solo un contrato. Es un compromiso. —dijo, su voz suave, como si intentara calmarme. —Es un paso para garantizar que estés segura y protegida. La idea de mis hermanos teniendo una vida mejor, de no tener que preocuparme por su futuro, me hacía dudar. Pero el costo de eso seguía pesando en mi corazón. —¿Y si me arrepiento? —pregunté, sintiéndome vulnerable. —Entonces, siempre puedes dar un paso atrás. —Dijo, su tono era reconfortante. —Pero te prometo que no lo harás. Una vez que sientas la conexión, no querrás separarte de mí. Me quedé en silencio, considerando sus palabras. La verdad era que la idea de mudarme a Seúl y dejar atrás mis temores, aunque aterradora, también era tentadora. —¿Y si no te gusta? —pregunté, intentando mantener una actitud desafiante. —¿Qué pasa si no encajo en tu mundo? —Te aseguro que te adaptarás. —Sonrió, y por un momento, vi en su mirada la sinceridad que me tranquilizaba. —Además, estaré a tu lado para ayudarte. La imagen de Demon apoyándome en un nuevo entorno hizo que mi corazón se acelerara de nuevo. Pero aún había un gran obstáculo. —¿Y si la manada no me acepta? —pregunté, recordando lo que había dicho antes. —Si tienes la marca, tendré más peso en mis palabras. —Demon se acercó un poco más, y el espacio entre nosotros se volvió cargado. —No será fácil, pero juntos podemos superar cualquier obstáculo. Sentía que el tiempo se detenía mientras consideraba su oferta. La incertidumbre me llenaba, pero también había una chispa de emoción. Era un gran paso, pero, ¿era el correcto? —Está bien, —dije, sintiendo que había tomado una decisión. —Voy a firmar el contrato. Demon sonrió, y por un momento, su alegría iluminó toda la habitación. —Gracias, Luna. —dijo, su voz llena de gratitud. —Te prometo que no te arrepentirás. Mientras él colocaba el contrato sobre la mesa, sentí que el peso de la decisión se aliviaba un poco. Pero en el fondo, sabía que lo que estaba por venir iba a ser un camino lleno de desafíos y aventuras. —Pero primero, —dije, levantando un dedo—, explícame de nuevo esa parte de marcarme. Demon soltó una risa, y su expresión se tornó más seria. —Te lo prometo, no dolerá. —Dijo, acercándose lentamente. —Solo será un pequeño pinchazo, y después de eso, sentirás la conexión. Me quedé en silencio, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir en mis venas. —¿Preparada? —preguntó, y en su voz había una mezcla de emoción y seriedad. —No estoy segura, pero… —dije, sintiendo que la mezcla de miedo y emoción me envolvía. —Vamos a hacerlo. Con una mezcla de nervios y emoción, tomé la pluma negra que estaba sobre la mesa. Era una pluma sencilla, pero al momento de firmar, para mi sorpresa, la tinta resplandeció en dorado, como si el contrato cobrara vida. Miré la firma que había dejado, sintiendo que un peso se levantaba de mis hombros. —Hecho, —dije, sintiéndome un poco más segura de mí misma. Demon tomó la pluma y, con una sonrisa satisfecha, también firmó el contrato. —Ahora que has firmado, debo informarte sobre la segunda fase para completar el vínculo entre un lobo y una humana, —dijo, su tono tan serio que me hizo erguirme en la cama. —¿Qué segunda fase? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme. —El apareamiento. —Dijo, como si fuera lo más natural del mundo. Entré en pánico, mis ojos se agrandaron mientras procesaba sus palabras. —¿Debo hacerlo contigo? —pregunté, mi voz un poco más alta de lo que pretendía. Demon asintió, y su expresión se mantuvo seria. —Sí, pero no te preocupes. Para ese momento, seguramente ya lo harás, porque nuestra conexión nos guiará. —¿Guía? ¡Esto es una locura! —exclamé, sintiendo que el aire se me escapaba. —No estoy lista para eso. Apenas estoy tratando de entender lo que significa ser tu "mate". —Lo sé, —dijo, acercándose a mí. —Pero es parte del proceso. Una vez que me marques y sientas nuestra conexión, todo tendrá sentido. —¿Todo? ¿Como el "apareamiento"? —repliqué, sintiendo que mi cara se sonrojaba intensamente. —Sí, Luna. —Demon sonrió, pero había una mezcla de seriedad en su mirada. —Es la forma en que nuestros cuerpos y almas se entrelazan, y es fundamental para sellar el vínculo. —¿Y si no quiero? —pregunté, sintiéndome vulnerable. La idea de estar tan unida a él me asustaba. —No puedo forzarte a hacer nada. —dijo, su voz suave. —Pero ten en cuenta que, si eliges no hacerlo, no podrás completar el vínculo. Y eso podría tener consecuencias. Me estremecí ante la idea. ¿Qué consecuencias? No quería pensar en ello, pero la realidad de lo que estaba aceptando comenzaba a calar hondo. —Demon, esto es todo muy... —me detuve, buscando las palabras adecuadas—, complicado. —Lo sé, pero si sientes la conexión, entenderás que no se trata solo de un acto físico. Es algo profundo, un lazo que trasciende. —¿Y qué tal si no siento nada? —pregunté, sintiendo que la ansiedad comenzaba a elevarse nuevamente. —Confía en mí, —dijo, acercándose un poco más—. Una vez que estés marcada, no habrá duda. La conexión será innegable. Tomé un respiro profundo, intentando calmar la tormenta de emociones que se desataban en mi interior. —Es una locura, Demon. —dije, sintiendo que la confusión se apoderaba de mí. —No sé si estoy lista para todo esto. —Entiendo, pero piénsalo de esta manera: lo que estamos creando es una unión que te protegerá a ti y a tus hermanos. —Su mirada era intensa, y podía ver la sinceridad en sus ojos. —No solo es un vínculo entre nosotros, sino también una promesa de seguridad para tu familia. —¿Y eso significa que debo dejar todo lo que conozco? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. —No, no necesariamente. —Dijo, intentando calmarme. —Puedes seguir siendo la Luna que siempre has sido, pero ahora con la protección y el amor de un lobo que siempre estará a tu lado. La idea de tenerlo a mi lado, de no estar sola en esto, era reconfortante. Pero el costo seguía siendo alto. —¿Y si no me gusta vivir en Seúl? —pregunté, buscando una salida. —El cambio siempre es difícil, pero estaré contigo. —Dijo, su tono era cálido y reconfortante. —Además, puedes volver a Nueva York cuando quieras, siempre y cuando estés segura. —¿Siempre y cuando esté segura? —repetí, sintiendo que la ironía era palpable. —¿Y de qué me protege un contrato y un apareamiento? —De muchas cosas. —Dijo, su voz seria nuevamente. —De la manada, de fuerzas externas, de aquellos que no verán con buenos ojos tu relación conmigo. La gravedad de sus palabras me hizo reflexionar. Había más en juego de lo que había considerado. —¿Y qué pasa si me arrepiento? —pregunté, sintiéndome vulnerable. —Entonces, siempre puedes dar un paso atrás. —Dijo, acercándose un poco más, y el espacio entre nosotros se volvió cargado. —Pero te prometo que no lo harás. Una vez que sientas la conexión, no querrás separarte de mí. —Eso suena muy seguro, —dije, intentando mantener el sarcasmo a raya. —Lo sé, pero no estoy aquí para presionarte. —Dijo, su tono más suave. —Solo quiero que entiendas lo que implica. —No sé, —dije, sintiéndome más perdida que nunca. —Todo esto es nuevo para mí.Narra Luna: Dos días después, me encontraba sentada en un avión privado, sintiendo que la realidad se deslizaba lentamente hacia lo desconocido. A mi familia la habían enviado en otro avión, y aunque sabía que estaban a salvo, la inquietud seguía presente en mi pecho. Demon se sentó a mi lado, con esa calma que siempre me tranquilizaba, pero que al mismo tiempo me llenaba de nervios. El interior del avión era lujoso, con asientos de cuero suave y ventanas grandes que permitían ver el cielo despejado. A través de la ventana, las nubes parecían algodones blancos, y el sol brillaba con fuerza. —¿Te gusta? —preguntó Demon, observando cómo miraba por la ventana. —Es increíble, —admití, sintiéndome un poco tonta por lo emocionada que estaba. —Nunca había estado en un avión privado. —Y eso es solo el comienzo. —Sonrió, y su expresión se volvió traviesa. —Te prometo que habrá mucho más por descubrir. —Como qué, ¿vuelo en primera clase a la luna? —bromee, tratando de aligerar la tensión
Narra Luna: La noche transcurrió en una mezcla de emociones y pensamientos confusos. A pesar de la intimidad que había compartido con Demon, decidí que era mejor mantener distancia. La sensación de la mordida aún ardía en mi piel, y sabía que la conexión que habíamos forjado era intensa y poderosa. Temía perder el control y dejarme llevar por el deseo que brotaba en mí. La idea de lanzarme a sus brazos y besarlo era tentadora, pero también aterradora. **Al amanecer**, me desperté empapada en sudor, el corazón latiendo desbocado. Me senté en la cama, tratando de recobrar la calma, y fui directo al espejo. Cuando me vi, un grito se escapó de mis labios: ¡tenía colmillos! —¿Qué demonios...? —murmuré, tocando mis dientes con incredulidad. Justo en ese momento, Demon entró en la habitación, y al verme, su expresión se tornó preocupada. —Luna, ¿estás bien? —preguntó, acercándose rápidamente. —No estoy bien, ¡mira esto! —grité, señalando mis colmillos en el espejo. —¡Esto no pued
Demon me llevó en su elegante automóvil a explorar Seúl, y mientras avanzábamos, la emoción se apoderaba de mí. Las calles estaban llenas de vida; los vendedores ambulantes ofrecían deliciosa comida, y el aire estaba impregnado de aromas tentadores. Finalmente, nos detuvimos frente a un restaurante que desprendía un olor increíble: kimchi fresco y especias que prometían una experiencia culinaria deliciosa. El lugar era acogedor, con luces cálidas y mesas de madera oscura. Las paredes estaban adornadas con arte moderno que reflejaba la cultura local, y había un ambiente bullicioso que me hizo sentir bienvenida. —Este lugar es famoso por su kimchi, —dijo Demon, sonriendo mientras entrábamos. —Espero que estés lista para una explosión de sabor. —¡Listísima! —exclamé, sintiéndome emocionada por probar algo nuevo. Una vez sentados, Demon pidió una variedad de platillos, asegurándose de que probara un poco de todo. La comida llegó rápidamente, y al primer bocado de kimchi, sentí
Era de noche, y me encontraba en mi habitación, pero el sueño no llegaba. La ansiedad corría por mis venas, y empecé a caminar de un lado a otro, intentando calmarme. Mientras lo hacía, me miré en el espejo y, para mi sorpresa, mis ojos cambiaron a un amarillo brillante, pero solo por unos segundos. El efecto fue lo suficientemente impactante como para hacer que mi corazón se acelerara. —¿Qué está pasando conmigo? —susurré, sintiendo el pánico comenzar a apoderarse de mí. Los cambios en mi cuerpo estaban avanzando más rápido de lo que había imaginado, y no tenía idea de cómo manejarlo. Decidí que necesitaba un poco de agua para calmar mi sed. Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, tratando de mantener la calma. Abrí la nevera y serví un vaso de agua fría, sintiendo cómo el líquido refrescante me llenaba de alivio. Mientras estaba concentrada en mi vaso, sentí la presencia de Demon detrás de mí. Su energía era casi palpable, y cuando giré la cabeza, me encontré con su mir
Después de pasar un tiempo con Miu, decidí visitar a mi familia. Al llegar a la casa, sentí una oleada de emoción al ver a Jessica y Nicolás, pero lo que realmente me sorprendió fue encontrar a mis padres allí. —¡Mamá! ¡Papá! —exclamé, corriendo hacia ellos y abrazándolos con fuerza. —¡Luna! —dijo mi madre, sonriendo mientras me abrazaba. —Nos alegra verte. —Te hemos extrañado, —agregó mi padre, dándome una palmadita en la espalda. Mientras me acomodaba en la cocina, noté que la comida ya estaba en la mesa. Mi madre había preparado un plato de pasta boloñesa al estilo italiano, y el aroma era irresistible. —Esto huele increíble, mamá. —dije, sintiéndome ansiosa por probarlo. —Gracias, cariño, —respondió ella, sirviendo un plato generoso. —He estado practicando algunas recetas nuevas. Mientras nos sentábamos a la mesa, comencé a hacer preguntas. —¿Qué están haciendo aquí? —pregunté, sintiéndome curiosa. —Demon nos ayudó a encontrar trabajos mejores aquí en Seúl,
La luz de la tarde se filtraba a través de las ventanas de la lujosa oficina de Demon Presley. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo supiera que algo inusual iba a suceder. Me encontraba allí, con un mate humeante en mano, mientras Demon me presentaba a su nuevo socio.—Luna, quiero que conozcas a James —dijo Demon, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.James entró con una confianza desbordante, pero en cuanto lo vi, una sensación extraña se apoderó de mí. Sus ojos oscuros brillaban de una manera que me resultaba inquietante. Sin poder contenerme, me incliné hacia Demon y le susurré al oído.—Es un vampiro, lo sabías.Demon, sorprendido porque adquirir una nueva habilidad, arqueó una ceja. —Así es, pero es amigo de la familia —respondió en un tono bajo, casi nervioso. Su mirada se tornó seria—. Sin embargo, como tú no confío en él, necesito que empieces a hacerte cargo. Urgente, solo confío en ti.La preocupación en su voz me hizo sentir un nu
Narra Luna Salvatore: Corría por las calles, el frío de la noche calando en mis huesos, pero no me importaba. Tenía que llegar a casa antes de que oscureciera del todo y mis hermanos comenzaran a preocuparse. Con cada paso, el eco de mis pensamientos se mezclaba con el sonido de mis zapatillas golpeando el pavimento. —¡Vamos, Luna, no llegues tarde otra vez! —me repetía a mí misma, cuando de repente, !bam! Me estampé contra algo sólido. Me tambaleé hacia atrás, aturdida, y al mirar hacia arriba, me encontré con la mirada más intensa que jamás había visto. Era él: Demon. Su cabello oscuro caía desordenadamente, y esos ojos… parecían brillar con una luz sobrenatural. —¿Estás bien? —preguntó, su voz profunda y envolvente como un abrazo cálido. —Sí, claro, solo un pequeño accidente de tráfico, —respondí, intentando recomponerme. Pero antes de que pudiera dar un paso atrás, él inhaló con fuerza, como si estuviera bebiendo el aire que respiraba. —Eres… mi mate. —¿Mate? —repliqué, con
Narra Luna Salvatore.Ya adentro de casa, mis hermanos habían terminado de comer y los llevé a sus habitaciones. Con cuidado, les cubrí con las mantas y les di un beso en la frente. Ver sus rostros tranquilos me dio un poco de paz, pero mi mente no podía dejar de pensar en la oferta de Demon. Repetí en mi cabeza el momento en que me propuso irme a vivir con él a cambio de cuidar de mí y de mi familia. “No te faltará nada”, había dicho. Pero, ¿realmente podía arriesgarme a dejar todo lo que conocía? La idea me daba vueltas y más vueltas, como un torbellino de emociones.Finalmente, me dejé llevar por el cansancio y caí en un sueño que apenas duró tres horas. Cuando desperté, un ruido insistente me sacó del letargo. Alguien estaba golpeando la puerta.—¡¿Quién es?! —grité, intentando despejarme.El golpe continuó, más insistente. Me levanté de la cama, aún con el pelo desordenado y la casa en silencio. Me acerqué a la puerta, y al abrirla, me quedé boquiabierta.Frente a mí estaba un t