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Contratada por el Lobo🐺
Contratada por el Lobo🐺
Por: EmilyJ860
Encuentro inesperado🐺😉

Narra Luna Salvatore:

Corría por las calles, el frío de la noche calando en mis huesos, pero no me importaba. Tenía que llegar a casa antes de que oscureciera del todo y mis hermanos comenzaran a preocuparse. Con cada paso, el eco de mis pensamientos se mezclaba con el sonido de mis zapatillas golpeando el pavimento.

—¡Vamos, Luna, no llegues tarde otra vez! —me repetía a mí misma, cuando de repente, !bam! Me estampé contra algo sólido.

Me tambaleé hacia atrás, aturdida, y al mirar hacia arriba, me encontré con la mirada más intensa que jamás había visto. Era él: Demon. Su cabello oscuro caía desordenadamente, y esos ojos… parecían brillar con una luz sobrenatural.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz profunda y envolvente como un abrazo cálido.

—Sí, claro, solo un pequeño accidente de tráfico, —respondí, intentando recomponerme. Pero antes de que pudiera dar un paso atrás, él inhaló con fuerza, como si estuviera bebiendo el aire que respiraba.

—Eres… mi mate.

—¿Mate? —repliqué, confundida. —¿Qué estás diciendo?

Se inclinó un poco hacia mí, su mirada fija en la mía, y de repente, sentí su aroma: un cóctel embriagador de bosque y algo que no podía identificar, pero que me hacía sentir como si estuviera flotando.

—Soy Demon, —se presentó, y su sonrisa era tan deslumbrante que pensé que podría desmayarme. —Y tú eres la persona que he estado buscando.

—¿Buscando? —pregunté, arqueando una ceja. —¿Qué soy, un perro perdido?

—No, no, nada de eso. —Él se rió, y por un momento, la intensidad se desvaneció. —Te estaba buscando porque… bueno, porque eres mi compañera.

—Eso suena a una película romántica de bajo presupuesto, —dije, intentando mantener la seriedad. —No creo en esas cosas.

—¿No? ¿Y qué tal un almuerzo para convencerte? —sugirió, levantando una ceja con un brillo juguetón en sus ojos.

—¿Comer? —dije, sintiendo cómo mi estómago gruñía en respuesta. —No sé, no tengo tiempo para…

—Pero, ¿acaso no te gustaría comer algo delicioso y, de paso, hablar? —insistió, su tono era encantadoramente persuasivo.

—Bueno, si me invitas a algo decente… —dije, intentando sonar indiferente mientras mi estómago rugía de nuevo, como si estuviera de acuerdo con la idea.

—Perfecto. Te prometo que te va a encantar. —Su sonrisa se amplió, y antes de que pudiera cambiar de opinión, tomó mi mano y me llevó a un pequeño restaurante que pasaba desapercibido.

Una vez dentro, el ambiente era acogedor, con luces cálidas y un aroma a comida que hacía que mi estómago se retorciera de impaciencia.

—¿Qué vas a pedir? —preguntó Demon mientras hojeaba el menú con una expresión de intensa concentración.

—No lo sé, tal vez algo que no me haga sentir culpable por comer como una vaca —bromeé, sintiendo que la tensión entre nosotros comenzaba a desvanecerse.

Él soltó una risa profunda que me hizo sonreír.

—No te preocupes, aquí no hay juicios. Además, siempre puedes culparme si alguien te dice algo.

—¡Esa es la mejor oferta que he escuchado! —dije con una risa.

Mientras esperábamos la comida, comenzamos a charlar. Demon era encantador, y aunque seguía sintiendo que había algo extraño en él, no podía evitar disfrutar de su compañía.

—Así que, ¿qué te trae por aquí a estas horas? —preguntó, mirándome con interés.

—Solo tratando de llegar a casa a tiempo, —respondí, tratando de no pensar en mis hermanos. —Tienen que estudiar, y yo tengo que asegurarme de que no se quemen la casa.

—¿Tienes hermanos? —su rostro se iluminó. —Eso es genial.

—Sí, dos pequeños que dependen de mí. —Sonreí con orgullo, aunque el peso de la responsabilidad me apretaba el pecho. —Por eso tengo que correr como loca.

—Podrías dejar que yo me encargue de ellos —dijo, su tono era juguetón, pero había un trasfondo de seriedad.

—¿Y qué, les vas a enseñar a cazar? —me reí, imaginándolos persiguiendo a un gato.

—¡Exacto! —dijo, riendo también. —Pero solo si te unes a mí en un entrenamiento épico de supervivencia.

—¿Supervivencia? —dije, arqueando una ceja. —¿Qué crees que soy, una guerrera?

—Definitivamente lo eres. —Su mirada se volvió seria de nuevo, y por un momento, me pregunté si hablaba en serio. —Pero también puedes ser algo más, si decides dar el paso.

La comida llegó justo en ese momento, interrumpiendo la conversación.

—¡Por fin! —exclamé, mirando los platos con deseo. —Lo que no me dejará sentir culpable.

—Espero que estés lista, porque esto es solo la primera parte de la aventura. —Demon sonrió, y aunque me sentía un poco perdida, había algo en su mirada que me animaba a seguir adelante.

Mientras devoraba la comida, no podía evitar sentirme cada vez más cómoda con Demon. Su risa contagiaba, y antes de darme cuenta, había compartido más de lo que pretendía.

—En fin, —dije, terminando mi plato de pasta—, soy Luna Salvatore. Mis hermanos tienen 16 y 18 años. Son un par de locos, pero los quiero con locura.

—Luna Salvatore, —repitió, como si saboreara mi nombre. —Me gusta. Suena fuerte.

—¿Y tú? ¿De dónde eres? —pregunté, intentando conocer más sobre el misterioso hombre que tenía enfrente.

—Soy de aquí y de allá, —respondió, encogiéndose de hombros con una sonrisa enigmática. —Digamos que tengo un hogar un poco… diferente.

Justo cuando pensé que la conversación podría desviarse hacia un terreno más profundo, él volvió a enfocarse en mí. Terminamos de comer, y mientras los camareros despejaban nuestra mesa, Demon me miró con esos ojos verdes preciosos que casi me dejaron sin aliento. Su cabello castaño estaba despeinado, dándole un aire de despreocupación que me intrigaba aún más.

—Luna, —dijo con voz suave, acercándose demasiado, y en un momento pensé que iba a besarme. Mi corazón latía desbocado, pero en lugar de eso, se inclinó y limpió una mancha de salsa de mi mejilla con su pulgar.

—Tienes un poco de… —murmuró, su voz casi un susurro, y el roce de su piel contra la mía envió un escalofrío por mi cuerpo.

Me quedé paralizada, sintiendo que el mundo alrededor de nosotros se desvanecía. Era un momento íntimo, cargado de tensión, y por un instante, deseé que el tiempo se detuviera. Pero, como siempre, la realidad interrumpió ese instante perfecto.

—¡Uy! —exclamé, recuperando la compostura y dando un paso atrás. —Creo que me has dejado un poco… desordenada.

—¿Desordenada? —repitió, riendo. —Yo diría que estás más bien… exquisita.

—¡Oh, vamos! —le lancé una servilleta, sonriendo. —No me vengas con halagos. No soy una pizza.

—Tal vez deberías serlo. —Él rió de nuevo, y su risa era contagiosa. —Así podría llevarte a todas partes y presumir de ti.

—¿Llevarme a todas partes? ¡No me hagas reír! —dije, intentando no pensar en lo que eso podría significar. —Mis hermanos no me dejarían salir de casa si supieran que estoy con un extraño.

—Un extraño con un contrato, —dijo él, guiñándome un ojo. —Pero no te preocupes, no soy un extraño cualquiera. Soy el extraño que te ofrece aventuras.

—Aventuras, sí, eso suena divertido, —respondí, con sarcasmo. —Como escalar montañas o nadar con tiburones.

—¿Tiburones? —sus ojos se agrandaron con diversión. —¿Quién te dijo que tengo tiburones?

—No sé, quizás en tu mundo hay tiburones que hablan, —bromeé, sintiéndome más relajada. —Un mundo de hombres lobo y tiburones parlantes.

—¡Eso sería épico! —exclamó, riendo a carcajadas. —Imagina un tiburón que te dice: "¡Hola, Luna! ¿Te gustaría nadar un poco?"

Ambos soltamos una risa estruendosa, atrayendo miradas curiosas de otros comensales. En ese momento, la tensión se desvaneció por completo, y me di cuenta de que, a pesar de lo extraño de la situación, realmente disfrutaba de su compañía.

—Mira, —dijo él, recuperando la seriedad. —Te agradecería que consideraras mi oferta. Quiero que estés cerca, y creo que juntos podríamos hacer cosas increíbles.

—¿Cosas increíbles? —repetí, sabiendo que no podía resistirme a la idea de una aventura, aunque una parte de mí seguía dudando. —Como… ¿hacer una película de tiburones?

—¡Exacto! —dijo él, sonriendo de nuevo. —Tiburones, lobos, y una heroína que no se deja intimidar.

La idea de ser la heroína de una historia, incluso en un escenario tan absurdo como ese, era tentadora. Pero mientras la risa se desvanecía, volví a sentir la presión de mi realidad. Aún tenía que pensar en mis hermanos, en lo que significaría aceptar su oferta.

—Está bien, Demon, —dije, sintiéndome extrañamente emocionada y aterrorizada al mismo tiempo. —Te daré una oportunidad, pero no esperes que firme nada hasta que esté lista.

—Eso es todo lo que pido. —Él sonrió, y por un momento, supe que había tomado la decisión correcta, aunque el camino por delante fuera incierto.

Mientras salíamos del restaurante, no podía dejar de pensar que había algo más en juego.

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