Charlize se mira al espejo, le sonríe a su reflejo y se guiña un ojo. Lleva un pantalón de tela que cae desde su cintura, una blusa ancha que se esconde dentro de la pretina, una chaqueta ligera de color negro, y unos zapatos de tacón bajo.
Por maquillaje, ojos delineados y labios con un brillo rosa traslúcido, el cabello suelto, pero se asegura de guardar una goma para el cabello, por cualquier cosa.
Al bajar, su madre la abraza orgullosa, mientras que Gerard la mira de pies a cabeza y mueve la cabeza de manera negativa.
—¿Pasa algo, papá?
—Esa no es manera de vestir para salir, deberías ponerte algo más… cerrado… —pero solo una mirada de Luz lo calla al instante —. Estás hermosa, princesa.
—No le hagas caso, está celoso, porque apenas tienes unas pocas horas y vas a salir, pero él no entiende que esta es tu primera salida de adulta.
—¡Pero no puedes hacer cosas de adulta! —le advierte Gerard —. Recuerda que eres menor para beber y para…
—Papá, solo iré con una amiga a la que no veo hace años a tomar algo, malteada para mí, lo que sea para ella.
—Vuelves temprano, ¿cierto? Es que mañana tengo una audiencia temprano y…
—¡Mamá! Por favor, llévatelo y termina lo que empezaron en su oficina, ¿sí?
Gerard abre la boca y los ojos, pero antes de que diga algo, Luz tira de su corbata para llevárselo y Charlize está en la puerta, lista para salir.
Le envía un mensaje a Ava, avisándole que va en camino al lugar que la citó, el Marquee New York. Un último suspiro y el chofer la lleva hasta el lugar donde ha quedado con su amiga.
Llegan casi al mismo tiempo, se abrazan emocionadas y entran al lugar. Esta es la primera vez que Charlize entra a un lugar de estos, porque las pocas fiestas a las que asistió en la universidad eran en alguna casa.
Se queda impresionada con lo grande del lugar, lo elegante, cómodo y moderno. Ava la guía a la barra, para que no se tarden tanto en servirles y el chico que allí trabaja las mira con el ceño fruncido.
—Identificación —pregunta serio, mirando especialmente a Charlize.
—Yo solo quiero una malteada — le dice ella y el chico mueve la cabeza —.
—Aguafiestas — le dice su amiga al hombre, mientras le muestra su identificación —.
—Bien, querida, cuéntamelo todo… ¿chicos o sigues enamorada de tu oficial?
—Sargento… —la corrige y Ava rueda los ojos —, y no hubo chicos.
Unos minutos después, Charlize bebe de su malteada de chocolate, escuchando de todas las anécdotas de su amiga, que son muchísimo más entretenidas que las suyas.
Se ríen, medio lloran y se vuelven a reír. El ambiente del lugar las ayuda a sentirse más relajadas, hasta que un chico se acerca a ellas, con aire de conquistador y las invita un trago.
—No, gracias, yo paso — le dice Charlize, sin siquiera mirarlo —.
—Vamos —insiste el hombre, pero ella no quiere nada con nadie, como siempre —, es sin compromisos.
—En verdad, a mí no me interesa —ve a Ava que le hace un gesto y sonríe amable —, pero a mi amiga seguro que le encantará.
El hombre sonríe forzadamente, pero le regala un trago a Ava. Finge una llamada y se va de allí, sin que vuelvan a verlo más.
—Tengo ganas de moverme un poco, ¿tú no? —le dice Ava, sin dejar de moverse como si tuviera un bicho entre la ropa, haciendo reír a Charlize, que se pone de pie.
Las dos van a la pista de baile y se mueven como se les da la gana, la idea es pasarlo bien, no hacer una competencia de baile al estilo de ¿Dónde están las rubias?
Tras unos cuantos bailes y refrescos, deciden que es tiempo de irse a casa. Al salir al frescor de la noche, las dos ríen y se abrazan. Esta era otra de las cosas que Charlize sacrificó por sus sueños, pero ahora podría disfrutar de la vida de adulta.
Juntas esperan un taxi para Ava, en cuanto ella se sube al taxi y deja de mover la mano para despedirse, comienza a caminar al estacionamiento, con las manos en la chaqueta, con una sonrisa en el rostro y las ganas de repetir aquello todo cuanto sea posible.
Sin embargo, la sonrisa se le borra cuando la voz de un hombre la llama, se gira y es abordada por el chico al que le rechazó la bebida dentro del local nocturno.
—Disculpa, me tengo que ir — le dice ella, poniendo en alerta todos sus sentidos y caminando más rápido, pero el chico no la escucha y la toma del brazo —.
—No me gusta que me ignoren —le dice muy molesto y con el hálito alcohólico en el rostro de Charlize.
—Ese no es mi problema —lo desafía ella, porque esa es la primera falla de los machitos como ese.
En un movimiento rápido, el chico la deja aprisionada contra la pared, es como si todos se hubiesen perdido a esa hora. Nadie camina por allí, pero lo que más lamenta Charlize es que nadie será testigo de lo que le espera al pobre tarado ese.
El hombre pasa una de sus manos por el rostro de Charlize, mientras la otra baja por el costado de su cuerpo. Y precisamente cuando ella está a punto de aplicar una de sus técnicas de defensa, pero de las que le enseñó su tía Keylen, no el Sabonim, una figura alta y ancha se lo quita de encima, haciéndolo volar al otro lado de la acera y arrancándole un quejido al hombre.
Aquella figura se pone de pie al lado del tipo, para que no se incorpore de nuevo y con una mano lo apunta, en señal de advertencia.
—Creo que la señorita había dicho que no.
Y esa voz, varonil, grave y peligrosa hace que el corazón de Charlize se quiera escapar de su pecho. Esa voz que la hace estremecer como nunca nadie lo consiguió, porque ahora es una mujer y siente como una.
Cuando el hombre se gira para verla, comprueba sus sospechas… es Matías.
—¿Está bien señorita? —ese simple pregunta hace que Charlize se moleste más aún con Matías, porque ni siquiera la reconoce. Lleva cinco años pensando en él, en cómo sería ese reencuentro tras ese beso, en que se lanzaría a sus brazos y él le respondería, diciéndole lo mucho que la extrañó… ¡Pero él ni siquiera la reconoce! Así que, sin pensarlo mucho, se acerca a él, le da una patada en la pantorrilla y en el momento que Matías se agacha por el dolor, aprovecha de darle con la palma en la nariz. —¡¿Pero qué te pasa loca de…?! —¡Primero te olvidas de mí y ahora soy una loca! —Matías enfoca bien y abre los ojos. —¿Cha-Charlize…? —pregunta con una mezcla de sorpresa y miedo, porque frente a él no está la princesa, más bien es una fiera y que no está dispuesta a ser domada… Matías salió del trabajo cansado y solo quería distraerse, aquella noche no quería problemas, solo quería beber algo, buscar alguna mujer para pasar un momento agradable y luego cada quién por su lado. Pero al ir
Charlize se despereza y abre los ojos con una sonrisa, pero justo frente a ella se encuentra esos ojos castaños que la miran con intensidad, y bajo ellos una sonrisa seductora que le produce un escalofrío.—Matías…—Supongo que ahora no me vas a golpear, ¿verdad?—¿Cómo llegaste aquí?Pero Matías no le responde, solo lleva sus labios a su cuello y luego baja por su cuerpo, haciéndola jadear. Justo cuando llega a esa zona de su cuerpo, un ruido la sobresalta.Abre los ojos asustada, se sienta en la cama con la respiración agitada, mojada y no precisamente de sudor, se encuentra sola en su habitación, con la alarma que olvidó quitar. Se deja caer en la cama otra vez y se tapa hasta la cabeza.Otra vez ese sueño.Desde que vio a Matías hace tres días, ese sueño se le volvió recurrente y no es su culpa, con semejante voz y ese cuerpo, nadie podría culparla de soñarlo de esa manera.Hoy es sábado, el primero en años en casa y la tradición de hacer algo familiar sigue intacto. Se gira para
Charlize da un respingo y Luz le sonríe. —Tu padre quiere que entres aprendiendo como abogada junior, pero confía en que te ganarás tu propio lugar. Me advirtió que no sería delicado, ya sabes… la firma tiene un prestigio y debemos mantenerlo. —Sabes que esa es la razón por la que estudié —le responde Charlize con sinceridad y emoción —. Aunque no tenía claro dónde empezar, porque quería hacerme mi propia reputación y no una bajo la de ustedes, pero siempre quise seguir lo que mi abuelo inició. —Me gusta saber que quieres continuar el legado, pero… deja eso de la reputación a un lado —le da unos golpecitos en las manos y se pone de pie —. Cuando yo empecé a trabajar, era la esposa de Gerard Finnick y muchos me consideraban buena en lo que hacía. Pero cuando demostré lo que realmente podía hacer, tu padre pasó a ser el esposo de Luz Finnick. «Él mismo cree que la firma lleva el nombre por mí más que por él, no hay un caso que perdiera, porque mis causas son justas. Con Dan a medio t
Luz, como en el pasado, le sonríe a través del espejo a Charlize luego de terminar de peinarla.—Estás hermosa, mi vida.—Me encanta —se pone de pie y se mira el vestido negro, ajustado al cuerpo, de escote reina Ana y hasta las rodillas —. Así no me veo de veinte, ¿verdad?—No, para nada.Mientras ella quisiera verse de veinte otra vez, su niña solo quiere verse mayor para dejar en claro que creció. Pero el asunto ahora es cómo hacer para que Gerard no bote espuma por la boca y quiera matar a alguien, solo por la apariencia de Charlize.—Creo que deberíamos llamar a la policía —le dice Luz a Charlize cuando se calza los zapatos de diez centímetros.—Se supone que Matías lo es, ¿no?—Pero él no podrá levantar su propio cuerpo, porque si tu padre lo pilla mirándote, lo mata.—No lo hará, te lo aseguro, mami. Matías no me verá esta noche ni ninguna vez que nos reunamos en familia.—Entonces, ¿para qué todo esto?—Para que a mi padre le quede claro que crecí y que debo hacer mi vida de a
Los tres Finnick entran al edificio como el mejor equipo, y lo son.Cuando pasan por la recepción, Robert se queda con la boca abierta al ver a Charlize, por la cierra en cuanto Gerard se gira distraído y lo ve, le pone mala cara enseguida y el chico se entierra en la pantalla del computador, revisando las citas de ese día.Para cuando llegan al piso, todos los presentes se quedan en silencio.Por supuesto, algunos no ven con buenos ojos que Charlize sea parte del equipo, porque hasta ahora su único mérito es ser la hija del dueño, es más, hay quienes aún no aceptan a Luz como una igual, pero eso lo guardan muy bien.—Buenos días, espero a todos los abogados senior en la sala de juntas en cinco minutos.—¡Sí señor! —se oye al unísono y ellos siguen el camino hacia la sala.—Vi algunas caras que no estaban muy contentas —le dice Charlize a sus padres y Gerard se sienta a un costado de la cabecera de la mesa, porque su esposa ocupa el lugar principal —. Ya no sé si esto es lo mejor.—¿D
—Méndez… ¡Méndez!—¡¿Qué pasa Dalton?! —le dice Matías a su compañera, sin dejar de perder de vista a la princesa.—Oye, parece que viste a tu ex con un nuevo novio… —él la mira con los ojos abiertos y ella se ríe—. Espera, tú no tienes ex.—No digas tonterías —continúa la marcha y los ve entrar a un restaurante —. ¿Tienes hambre?—¿Me vas a invitar?—Sí, vamos.Su compañera no se lo puede creer, esta es la primera vez que Matías tiene ese detalle con ella, así que aprovecha la invitación. Se estaciona cerca de la entrada, dentro de él hay un debate enorme de si eso está bien o no, pero se baja de todos modos.—¿No me vas a ofrecer el brazo, como todo un caballero? —se burla ella y Matías le gruñe.—No exageres, Allison.—Ok, ok… —levanta las manos en señal de rendición y se ríe bajito.Matías le abre la puerta y ella entra rápidamente, Matías busca con la mirada a Charlize, la encuentra en un lugar que no se ve desde la calle, halla una mesa que está cerca de ellos y se lleva a Allis
Aquella primera semana pasó volando para Charlize, entre ayudar a Allan y otros dos abogados de la firma, ni siquiera se enteró que ya era viernes, hasta cuando Darling se pone de pie en medio de la sala en donde están todos los novatos y grita feliz.—¡Hoy hay iniciación! —los demás aplauden y silban, haciendo que Charlize se ría —. McSorley’s nos espera, cariño.—¡Comida y cerveza! —gritan todos al unísono, Charlize se pone de pie y los calma un poco.—Les agradezco la invitación y créanme que iré feliz… pero nada de alcohol para mí, porque no tengo los veintiuno —les dice con expresión de resignación —.—No te preocupes por eso, estarás rodeada de adultos responsables, que se beberán todo lo que tú no —le dice Antoine y todos estallan en carcajadas.Se dedican a guardar todos los archivos, ordenar los escritorios y apagar los ordenadores, mientras que Charlize se pregunta cómo hará para quitarse a sus padres de encima. Hasta que se le ocurre lo mejor que puede hacer en ese momento,
Antoine está bailando bastante animado con Darling, es obvio que ellos tienen algo más, pero quiere salir de la duda y le pregunta a Jackson, que baila bastante bien.—¿Ellos se gustan?—le dice acercándose a su oído.—Sí, pero les cuesta admitirlo, es como si estuviesen buscando un acuerdo para no ir a juicio.Charlize se ríe y sigue bailando. El ambiente se vuelve más distendido, hasta que llega una de esas canciones que se bailan muy pegados, Jackson se acerca a ella, preguntando si puede abrazarla para el baile y ella asiente.—Te lo advierto, tengo novia.—Y yo estoy enamorada de un hombre tonto.Jackson se carcajea, posa sus manos en la cintura de Charlize, mientras que ella deja las suyas en el hombro de su compañero. Cuando termina la canción, le sigue otra igual, los dos se resignan a seguir de la misma manera, pero una mano fuerte se posa en los hombros de Jackson.Este se gira y ve a un hombre algo mayor, que parece una bestia enjaulada, se aparta de Charlize para enfrentarl