20. Sonrisa "diabólica"

Regina decidió comenzar por la huerta, dedicando sus días a limpiar la maleza y preparar la tierra para sembrar nuevas plantas. Con cada raíz que arrancaba y cada piedra que removía, sentía cómo su conexión con la naturaleza se fortalecía. Poco a poco, la huerta comenzó a tomar forma, con hileras ordenadas de lo que esperaba fueran futuros vegetales y flores que empezaban a brotar del suelo fértil.

Mientras trabajaba en la huerta durante la mañana, sus tardes las asignaba para la restauración de la pequeña casa. Con paciencia y dedicación, comenzó a limpiar cada rincón, deshaciéndose del polvo y los trastos acumulados. No sabía cómo haría para reparar las grietas y las tablas del suelo, que en un descuido, podrían terminar generando un accidente; al menos, ahora la mantendría limpia, haciendo de ella un lugar donde su hijo no corriera riesgos.

A medida que pasaban los días, Regina transformaba la huerta y la casa en su propio oasis personal. Instaló un banco, que encontró en el interi
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