(2)

–Sera una novia muy hermosa. –Pronuncia el joven castaño con mucha seguridad.

–¿Qué? –Me aleje de mi padre con recelo. –¿De que habla? –Pregunté confundida mientras el hombre de traje café se muestra muy valiente.

–Iras conmigo. –Responde con tranquilidad. –Serás mi nueva novia.

–¿Acaso está loco? –Reclame nerviosa.  

–Supongo que su padre no le dijo, que usted ahora es mi novia.

En ese momento me sentí sin valor, como si fuera una pieza de arte barata, que se vende en cada esquina. Pero aún no quería creer en las palabras de ese hombre, así que mire a mi padre, quizás para que me dijera que esto era un sueño o una broma. Pero cuando nuestras miradas se juntaron, lo único que pude encontrar son sus ojos que me miran con gracia.

–Dime que todo lo que este hombre dice es mentira. –Le rogué.

Mi padre sin más alza los dos hombros como si más.  

–Me temo que es cierto, mi pequeña Belle. –De pronto abre uno de los cajones de su escritorio, para sacar un montón de hojas metidas en un folder azul. –Antes de tu llegada a México, tramite tus papeles en donde se le otorga al señor Ferreira tu custodia.

Tome los papeles en donde mi padre constataba que yo estaba enferma mentalmente y que no podía cuidarme por mí misma. Y mientras leo los papeles, no puedo evitar empezar a llorar. Quería que todo esto solo fuera un sueño, pero es el mismísimo señor Ferreira el que me regresa al mundo real.

–Ahora es de mi propiedad, así que aliste sus cosas. –El hombre se mantiene frio mientras su porte lo hace ver superior. Pero de la nada la puerta del estudio se abre de par en par, era Miguel luciendo bastante enfadado mientras algunas lágrimas recorren su cara delicada.

–¿Cómo le puede estar haciendo esto a Belle? –Gritó el joven furioso.

–No te metas en problemas muchacho. –Mi padre lo amenaza.

–¿Meterme en problemas? –Pregunta sarcásticamente. –Usted estará en problemas cuando la policía se entere, lo que está haciendo con su propia hija. –Mi padre y el señor Ferreira de inmediato se muestran molestos, al ver la valentía del joven. Supuse que, en ese momento la valentía era un problema.

–Si tu abres la boca, te mandare a matar. –Mi padre lo amenaza. –Y también matare a tu padre.

–¡Con mi padre no se meta! –Gritó Miguel intentado entrar en la habitación, pero es detenido por su propio padre, quién luce bastante triste y apagado por lo que acaba de presenciar.

–¡Hijo no lo haga! –Alberto es un hombre realmente alto y fuerte, así que detiene a su hijo. –Lamento mucho lo que mi muchacho quiere hacer.

–No te preocupes. –Mi padre de inmediato dibuja una sonrisa falsa, mientras que Alberto se ve asqueado al ver todo lo que estaba haciendo mi padre, pero no le quedo más que salir de la escena con su hijo. Sabía que era lo mejor para los dos, pero en ese momento me empecé a sentir sola, como si nadie me quisiera. Pero quería respuestas, así que mire a mi padre para poder preguntar por qué tomo esa decisión.  

–¿Por qué me haces esto? –Le pregunté a mi padre entre lágrimas, pero sin bajar mi mirada, ya que no era ninguna cobarde.

Mi padre me mira con una ceja alzada.

–¿Acaso no lo sabes? –Me pregunta mientras yo niego con la cabeza. –¿Acaso no recuerdas el por qué tu madre murió? –Yo me quedo intacta, ya que solo recuerdo que murió por una pulmonía. –Tu madre no solo se enfermó por medio del espíritu santo, sino que murió porque tu querías jugar en la nieve en un viaje a Toronto. Tuvimos que regresar a México lo antes posible para poder atenderla, pero cuando llegamos al hospital ya era demasiado tarde. Tu madre ya había muerto.

En realidad, no recordaba cómo había pasado la muerte de mi madre, así que de inmediato me empecé a sentir culpable del hecho de ser esa persona, quién la llevo a la muerte.

–No lo sabía. –Murmuré. –¿Pero por qué me odias? –Aun quería más respuestas.  

–Te odio porque lo único que amaba en este mundo era a tu madre. –Frunce el ceño mientras habla. –Y tú solo eres una copia de ella, que me recuerda que ella no está más conmigo. –Se da la vuelta para mirar por la ventana. –Es por eso que te mantuve lejos de mí, es insoportable mirarte y no pensar en la muerte de tu madre.

Yo me quede helada al saber el porque me mantuvo en Francia por años. Pero a pesar de que quería que esto fuera privado, no estábamos solos. En todo el tiempo en que estuvimos hablando, el señor Ferreira estuvo escuchando.

–Es hora de irnos. –Me toma del brazo.

Inesperadamente le solté una bofetada al hombre que estaba tras de todo ese plan de venderme, mientras me alejaba de él.

–¡No quiero que me vuelva a tocar! –Le grite con fuerza, para después escuchar una risa algo macabra que venía de su parte. Lentamente me volvió a mirar retadoramente. Parecía que el golpe no le había hecho mucha gracia.

Una vez más me toma del brazo, pero ahora enterrando sus dedos sobre mí.

–Me encantara vivir contigo. –Dijo entre diente.

Yo lo mire con miedo, quizás me estaba metiendo con el hombre equivocado.

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