El mundo da muchas vueltas, pero nunca espere que mi vida cambiara hasta el día en que ese hombre pomposo llego a mi vida. Al principio solo era un extraño más en mi vida, pero de pronto y de la nada, se convirtió en la persona que compró a la “belleza de México”.
Solo tenía veinte años cuando mi padre, quién era un abogado famoso, me vendió a uno de los hombres más importantes y ricos de México. Era un hombre que tenía una fama muy grande, mientras que se hablaba también que era un hombre codiciado por todas las mujeres, metido por su padre en un negocio de la mafia.
Pero antes de llegar a sus manos, hablare un poco de mí.
Mi nombre es Belle Fernández, cuando llegue a las manos de Alejandro Ferreira, estaba regresando de Francia, en donde mi padre me tuvo la mayor parte de mi vida, viviendo en uno de los mejores internados de todo París. Toda mi vida fui abandonada por mi padre, quién al perder a mi madre cuando yo solo tenía cinco años, se abandonó a él mismo por la soledad y tristeza, para abandonarme a mí también.
No puedo negar que cuando me digiero, que mi padre quería que yo volviera a México fue un momento en donde pensé que las cosas iban a cambiar, quizás por mi mente pasaba la posibilidad de estar más tiempo a su lado, pero lo que nunca tuve en cuenta, es que deseaba con todo mi ser que algo cambiara en mi vida de privación y soledad en el internado en donde no recibía visitas de nadie. Toda mi infancia pase un infierno en el internado, ya que me llamaba “la huérfana”, mi padre solo pagaba la colegiatura del internado que era de gente prestigiosa. Los hijos de gente importante en Francia asistían conmigo, pero a pesar de ser hijos de padres ocupados, los padres venían a visitar a sus hijos cuando era permitido, pero yo no recibía a nadie.
Al llegar a México, pude ver que mucho había cambiado, ya que solo tenía cinco años cuando dejé mi bello país, así que, al llegar a los veinte años a la ciudad, todo era nuevo y extraño para mí. Pero nunca se me haría extraño ver a una de mis personas favoritas en el mundo. Ese era Miguel, el hijo del chofer. Cuando yo dejé México, Miguel tenía catorce años. Él era mi mejor amigo, siempre me hacía compañía cuando mi padre no estaba, así que verlo ya como un hombre maduro y guapo, me hace tan feliz, que no puedo evitar sentir emoción sobre mi cuerpo que ahora ve a un hombre totalmente diferente.
–¿Miguel? –Murmure como una idiota al ver a un hombre de ojos verdes y cabellera negra, vestido todo de negro mientras en sus manos, sostenía un cartel con mi nombre. –¿Eres tú?
Miguel sin decir más, dejo caer el cartel al suelo para poder abrazarme con fuerza.
–¡Belle, no puedo creer que seas tú! –Después del abrazo me miró con detenimiento, quizás notando que ya no era esa pequeña niña pálida con ojos grandes, que lo miraban jugar por el jardín a mi lado.
–Yo tampoco puedo creer que seas tú. –Pase mis manos por sus brazos musculosos. –¿Cuándo crecieron estos músculos?
–Unos años después de que te fuiste. –Me contesta con gracia, para después tomar mi maleta y llevarla por todo el aeropuerto. Él me encamino hacía el auto mientras platicábamos de todo lo que habíamos hecho, después de nuestra despedida, en donde él rogaba que no me fuera de México, pero su padre y el mío, casi nos matan a golpes por hacer una escena tan dramática y llena de lágrimas.
–Estoy realmente feliz de poder regresar. –Le comenté mientras él conducía hacía la mansión, que pertenecía a la familia de mi padre, quienes eran unos burócratas de dinero.
–En realidad, yo también estoy feliz y algo asombrado. –Me dice el joven mientras me mira por el retrovisor. –Pensé que no volvería a verte. Pensé que te casarías con un hombre francés y que te convertirías en la esposa perfecta de un francés sin humor. –El tono de su voz es un poco sombría, era como si estuviera odiando ese futuro, que quizás yo también tenía pensado.
–Supongo que el futuro de todos, puede cambiar en cinco segundos. –Murmuré mientras veía como las gotas de agua caían por la ventana del auto. –Ahora lo único que quiero es que mi padre me ame.
Miguel mofó al escuchar mi comentario.
–¿Quién no te amaría? –Y de pronto sus ojos verdes se juntaron con los míos.
No podía negar que cuando nuestras miradas se encontraron, empecé a sentir como una sensación de paz llenaba mi cuerpo. Pero sabía que lo único que Miguel me podía hacer sentir, era pura tranquilidad y nada más, ya que era como un hermano para mí.
La mansión de mi padre se encontraba en uno de los lugares más exclusivos de la ciudad de México, que era en “Bosques de Chapultepec” en donde estábamos rodeados de gente realmente poderosa como mi padre, quién era uno de los mejores abogados de todo México. Y cuando las rejas negras de la mansión “los canarios” se abrió, me pude dar cuenta de que era un lugar tan hermoso, en donde solía jugar con Miguel por los jardines llenos de rosas rojas y fuentes por todas partes.
–¡No lo puedo creer! –Dije sin aliento mientras pasaba mis manos por el vidrio de la ventana. –No puedo creer que esta es mi casa.
–¿Te gusta? –Pregunta el joven. –Le he ayudado al jardinero a que mantenga este lugar como el edén, solo esperando a que cuando tu regresaras, te encontraras con el mismo jardín que tu madre cuidaba con mucho cuidado.
Emotiva miro mis manos con las uñas pintadas de esmalte rojo, recordando a mi madre, quién solo tenía treinta años cuando murió de una pulmonía inesperada. Ella era tan hermosa y joven cuando dejo este mundo, pero claramente mi madre había dejado su legado en mí, ya que era una joven de ojos azules y cabellera negra muy larga, al igual que ella. Cuando nací enamore a las enfermeras y al doctor que me recibieron, logrando tener un sobrenombre inesperado, que era “la belleza de México”. Un sobrenombre que se quedó en México y que nunca pude llevarlo a Francia conmigo.
–Se que la extrañas. –Me dice Miguel llamando mi atención, mientras estaciona el auto enfrente de la gran mansión. –Pero ahora tu padre y tú pueden volverse más cercanos. –Así que sonreír al ver la posibilidad de volver a tener una buena relación con él.
De inmediato, uno de los sirvientes me abrió la puerta. La persona que me estaba abriendo la pueta, era el padre de Miguel quién antes solía ser el chofer de la casa.
–¡Señorita Belle! –Dice el hombre viejo de cabellera blanca, que ahora luce bastante cansado.
–Señor Alberto. –Lo salude con una sonrisa amable. –Hace mucho tiempo que no lo veo. –En ese entonces él era el chofer y me llevaba a todas partes, me cuidaba como si fuera una hija para él.
–¡Es gusto verte Belle! Espero que no te moleste que ya no esté a tus ordenes.
–Señor Alberto, lo que usted necesita es descansar. –Le dije con una sonrisa, pasando mi mano por su brazo. –Mi padre debe darle su respiro.
–Como siempre, preocupándose por los demás. –Dijo el señor Alberto con una sonrisa, iluminando su cara llena de arrugas. –Pero descansare cuando muera, aún quiero seguir trabajando para su padre. Y más si usted está aquí. –No pude evitar sentir nostalgia al ver que estaba feliz de verme.
Y así mi cuerpo se empezó de llenar de mariposas y fuegos artificiales, explotando en mi estomago como nunca antes. Ya que sabía que, si Miguel y su padre estaba realmente felices de verme, quizás mi padre estaría muerto por tenerme entre sus brazos. Así que entre a esa mansión de suelos de mármol blanco y negro, hasta llegar al estudio en donde mi padre siempre se escondía para trabajar. Con mis dedos delgados toco la puerta con delicadez, para poder escuchar su voz.
–¡Adelante!
Sonriendo abrí la puerta de madera suiza, encontrándome una escena algo extraña. Mi padre no estaba solo, sino que estaba con un joven hombre, el cual solo veía la parte trasera de su traje fino color café camello.
–¿Padre? –Pregunté sin quitarle los ojos al hombre desconocido, que permanecía sentado cuando entré a la habitación.
–¡Belle! –Mi padre de inmediato se levanta de su asiento, mientras sus ojos se iluminan como nunca. Debo decir que los años le han pasado a mi padre, ya que ahora su pelo es una combinación de negro con blanco, mientras que su cara muestra arrugas muy pronunciadas, en su frente grasosa. –¡Qué bueno que ya has llegado! –Como nunca mi padre camino hacia mí, para tomarme de la mano y llevarme al frente de su escritorio, en donde puedo ver a ese hombre que era un misterio para mí.
Y cuando pude verlo directamente a los ojos, me encontré con uno de los hombres más atractivos que había visto en mi vida. Sus ojos eran verdes claro, que se iluminaban como nunca, mientras que su piel era bronceada y tersa, mientras lucia una cabellera castaña peinada hacía arriba con mucho estilo y porte.
Mis ojos se abren de par en par, mientras él sonríe complacido de verme. Su mirada era atrapante y poderosa, era como si el mismísimo dios te mirara de frente. De la nada, como todo un caballero se levanta de su asiento, ahora mostrando que era bastante alto y elegante.
–Ella es mi hija. –Mi padre parece emocionado, para después poner sus manos sobre mi barbilla, haciéndome sentir realmente extraña y un poco avergonzada. –¿No es hermosa? –Me presume como si fuera una muñeca sin vida.
–Es la joven más hermosa que he visto. –Confeso el hombre con una sonrisa tan hermosa e iluminada. No puedo negar que por un momento me sentí complacida, al tener la aprobación de ese hombre pomposo, pero jamás pensé ver venir lo que pasaría después.
–Sera una novia muy hermosa. –Pronuncia el joven castaño con mucha seguridad.–¿Qué? –Me aleje de mi padre con recelo. –¿De que habla? –Pregunté confundida mientras el hombre de traje café se muestra muy valiente.–Iras conmigo. –Responde con tranquilidad. –Serás mi nueva novia.–¿Acaso está loco? –Reclame nerviosa. –Supongo que su padre no le dijo, que usted ahora es mi novia.En ese momento me sentí sin valor, como si fuera una pieza de arte barata, que se vende en cada esquina. Pero aún no quería creer en las palabras de ese hombre, así que mire a mi padre, quizás para que me dijera que esto era un sueño o una broma. Pero cuando nuestras miradas se juntaron, lo único que pude encontrar son sus ojos que me miran con gracia.–Dime que todo lo que este hombre dice es mentira. –Le rogué.Mi padre sin más alza los dos hombros como si más. –Me temo que es cierto, mi pequeña Belle. –De pronto abre uno de los cajones de su escritorio, para sacar un montón de hojas metidas en un folder
Mis maletas ya estaban hechas, mientras que todo el personal de la casa sollozaba por lo que mi padre estaba haciendo, sin poder ayudarme, ya que sabían que si lo hacían estarían en grandes problemas. Sabían que no se podían meter con dos hombres tan importantes como ellos. Y para ser sincera, yo tampoco quería que se metieran, ya que sabía de ante mano, que la gente que trabajaba en esta casa, eran personas muy pobres y necesitaban el dinero. No quería que perdieran su empleo. Antes de salir de la casa, me encuentro con la que era mi niñera. La mujer ya no era tan joven, ahora era una vieja con una cabellera rubia opaca, que estaba sufriendo mucho al verme partir con ese hombre desconocido. –No puedo creer que te perderé una vez más. –Me dice la señorita Betty, mientras sus lágrimas caen como una cascada sobre sus mejillas regordetas. –Pensé que volverías a esta casa, pero… –Mira a mi padre, quién no deja de hablar con el señor Ferreira. –No puedo creer lo que está haciendo tu pa
Con algo de miedo solo niego con la cabeza, mientras miraba sus ojos verdes y profundos.–Tu padre hizo una subasta. –Me comenta mientras se aleja de mí, para ir por un trago a su mini bar. –Realmente fui al lugar porque mi madre me obligo, lo que no sabía era que era una subasta para vender a la belleza de México. –Se sirvió un poco de wiski con hielo, para después darle un trago. –Esa eres tú. –Me señala con sus dedos largos, eran como los de un bello pianista. –Al principio no tenía conocimiento de quién eras, hasta que tu padre como si se tratara de un catálogo, archivo fotos tuyas para repartirlas entre el público. Después me di cuenta que te estaba vendiendo, había hombres que estaban dispuestos a utilizarte como esclava sexual, para venderte como trata de blanca y explotarte. –El hombre de inmediato hizo un gesto de desaprobación, al igual que yo, sintiendo un escalofrío pasando por mi cuerpo entero. –Pero yo estaba ahí, escuchando los comentarios de gente asquerosa, mientras q
Me levante de la cama para caminar con cautela por toda la mansión, encontrando la puerta principal abierta. Había planeado este plan todo el día, tanto que se me olvido ponerme los zapatos, pero aún así continue caminando por el césped mojado del jardín, hasta llegar a las rejas de la casa. Cuando intente abrirla, estas estaban cerradas por un sistema inteligente. Estaba realmente enojada por no haber podido abrir esas rejas, pero pude ver que en los muros había enredaderas hechas de plantas, que habían crecido en la pared.Estaba tan desesperada por salir de esta gran mansión, que decidí subir la pared metiendo mis pies sobre la enredadera, todo parecía ir bien, aunque sabía que la caída del otro lado iba a doler como nunca, pero antes de poder llegar al tope de la gran pared, uno de mis pies se enterró en las hojas. Traté de sacar mi pie de las plantas, pero no pude y caí al suelo con fuerza.Y en vez de obtener mi libertad, lo único que cause es que las alarmas de la casa se activ
Por la mañana soy despertada por el sol que alumbraba mi habitación, pero después de una noche dura, no se sintió como en los cuentos de hadas, en donde la princesa se despierta por los hermosos rayos del sol, sintiéndose mejor que nuca. En mi caso sentía dolor y mucho pesar, mientras que parecía que tenía resaca sin haber tomado algo de licor.–¡Maldito sol! –Maldije mientras tapaba mis ojos.La puerta suena con fuerza.–Adelante. –Dije sin más.La persona que había tocado mi puerta era Teresa, quién traía una charola de planta y encima dos botecitos y un vaso de agua.–Buenos días, señorita Belle. –Dice con entusiasmo.–Buenas. –Susurré mientras movía mi brazo adolorido.–Ayer causo conmoción en la casa. –Me comenta mientras me da una pastilla.Yo la tomo en mis manos, para preguntar:–¿Qué es? –Mire la pastilla blanca como si fuera un detective, incluso cerrando un ojo, como un viejo hombre viendo un diamante. –Es un desinflamatorio y la otra pastilla es para el dolor. –Yo solo a
Baje por las escaleras de madera hasta llegar al recibidor de la casa, en donde ya me estaba esperando Alejandro. Él estaba muy concentrado hablando por celular, así que mientras él está ocupado, empiezo a echarle un ojo a las fotografías de la casa. El joven Alejandro parecía ser un fanático del piano, mientras que podía ver que había hecho conciertos. También puedo ver fotografías de su madre, quién era tan hermosa como su hijo. Tenía unos ojos verdes tan parecidos a los de su hijo, mientras que su esposo era tan guapo como Alejandro, sorprendentemente también el hombre portaba unos ojos verdes muy bonitos, así que de inmediato me doy cuenta que por genética Alejandro era muy bien parecido.Y mientras miró más y más, puedo ver una fotografía de una novia con un vestido blanco muy hermoso, mientras que la mujer sonreía con todos sus dientes. La mujer en ese momento era un misterio para mí, ya que era rubia y de ojos verdes, así que tome la fotografía entre mis manos dudosa de quién e
Cuando llegamos a estar enfrente de ellos, Alejandro raspa un poco su garganta. De inmediato un hombre que estaba usado un traje fino color negro, se da la vuelta para mirarnos con sorpresa.–¿Alejandro? –Preguntó el hombre sorprendido, haciendo que su mujer, quién lucia un hermoso vestido dorado de pedrería entallado, se diera la vuelta para mirarnos con sorpresa. –¿Quién es esta hermosa joven? –Pregunta el hombre que de ante mano, se que se llama Marco.–Hola padre. –Alejandro lo saludo con mucho respeto, pero no con la misma vibra como lo hizo con su hermana mayor. –Ella es Belle mi novia. –El hombre se queda sorprendido. –Belle él es mi padre, Marco. –Yo extiendo mi mano, mientras él me recibe la mano para darle un beso.–Es un gusto conocerla. –Dijo el hombre dándome una sensación de inseguridad.–Y ella es mi madre. –Cuando miré a la mujer de inmediato me puse nerviosa, ya que sus ojos se veían bastante atemorizantes. Ella sin tomar mi mano de inmediato pregunta.–¿Dónde la cono
–Recuerda de que lado estas. –Dijo Alejandro entre dientes, molesto por lo que este hombre decía. –Recuerda que tu perteneces al lado enemigo.–Ja. –Se mofa el joven. –Tienes razón. Supongo que nacimos para ser enemigos naturales.–Es por eso que me sorprende que te muestres en la fiesta de mi padre.–Si me he aparecido en esta fiesta, es porque tu padre y el mío, siempre han tratado de llevar esta fiesta en paz. Pero todo será un problema, cuando los dos heredemos estos casinos. –El hombre de cejas pobladas mira todo el lugar. –Entonces los bandos omega y Blatewi seguirán como antes, robándose a los clientes para ganar más dinero. –De pronto me mira a mí. –Adiós querida y hermosa Belle. –Yo no entendía mucho de lo que estos dos estaban hablando, pero sin duda note algo de tensión entre estos dos hombres, hasta que Ronaldo se fue sombríamente.–¿Qué fue eso? –Le pregunté con los ojos bien abiertos a Alejandro.–Quizás es tiempo de que te lo diga. –Toma mi mano para llevarme a un lugar