En el automóvil no me dirigió la palabra en lo absoluto, estaba molesto y no sabía porque. Yo tenía muchos más motivos que él para estar enfadada, me había tratado como a una simple sumisa y ya, que podía mantener callada y bonita para cualquier ocasión. Seguía pensando en Reg, en si sobreviviría a toda esa depresión evidente que transitaba luego de que la niña fuera raptada. El lo sabía, incluso cuando nos echó lo vi en sus ojos, temía por su vida y sabía que no estaba a salvo. Iker me aseguró que el día de la fiesta, el recuperaría a Gala y la mantendría a salvo, que solo tenía que esperar a que el actuara. Lo tenía todo bajo control.Mis decisiones me ahogaban, el saber que ya estaba marcada y la ira que me hacía sentir esa impotencia de no poder desafiarlo me quemaba por dentro. Pero yo dejé hacerme suya, porque me gustaba y me atraía más que nadie, porque amaba sentirlo en mi interior y su forma de ser posesiva me encapsulaba sin dejarme ver sus defectos evidentes.Me encerré en
Platicar con Ema me hacía bien, en mi corto tiempo en la mansión se había convertido en mi confidente y en la persona en quien más confiaba.—Tienes el cabello enredado. —me dijo, inspeccionando los nudos evidentes. No me había molestado en peinarme cuando volví, debía tener un desastre allí arriba.Ella comenzó a desenredar mi cabello con paciencia.—Me gusta mucho la peluquería. —dijo mientras comenzaba la ardua tarea, nos sentamos sobre la cama para que fuera más sencillo. Con las yemas de sus dedos desenredaba cada hebra sin hacer que me doliera. Siempre que yo me peinaba tenía tan poca paciencia que tironeaba y sufría bastante.—Gracias. —dije con una sonrisa. —Me has ayudado en todo, incluso en una guía de la mansión y los lobos.—Es que me caes bien. —contestó ella. —Me gusta que estés aquí.—¿No te sentías asustada cuando llegaste? Eras la única humana… —empecé a decir.—En ese momento no lo era, Kal tenía una novia, estaba Ryan, algunas muchachas que trabajaban aquí. —explicó
Fue una jornada intensa, Iker me llevó hacia un rincón donde estábamos un poco más a solas y allí pudimos estar sin cuidado. Los gritos de placer inundaron mi cuarto y quedé desplomada sobre mi cama, agotada y extasiada al máximo de lo que creí posible. En estas semanas había disfrutado más que en mi vida entera, la pasión me había sumergido en unas aguas relajantes y pasionales.—Ya no estás enojada. —aseguró Iker, tapándome con una cobija y acomodando mi almohada para que estuviera más a gusto. Ema y Greg se habían quedado en el cuarto de al lado al terminar.—Si lo estoy. —aseguré, con la voz más firme. —No aceptaré tus órdenes.Seguía teniendo puesto el vestido rojo, aunque tenía desgarros apasionados visibles. Lo volvía loco, podía ver la forma en que me observaba con lascivia, era incontrolable. A pesar de que me había hecho suya, seguía hipnotizado ante mi visible desnudez. Puso a preparar café, para consentirme, mientras me inspeccionaba con esa mirada tan fuerte suya.—Vas a
Iker entró a mi cuarto como si nada hubiera sucedido, con una sonrisa en sus labios y sus ojos penetrantes viéndome sin pestañear.—Ponte algo bonito, nos iremos de paseo. —me dijo, con buen talante, era como si todo su mal humor hubiera desaparecido.—¿Es una trampa o una broma? —pregunté con desconfianza, yo estaba viendo la televisión para no pensar en Gala, porque no podía acelerar las cosas.—No, confía en mí, solo quiero llevar a mi luna hermosa a pasear por un lugar que conozco. —contestó, con suavidad y besando mi mejilla.Me daba mala espina esa nueva forma de actuar.—¿No sigues enojado conmigo? Digo, estuve desafiándote todo el día. —empecé a decir, pero el me interrumpió con un largo beso en los labios. No voy a negar que me encantó y disfruté hacerlo. Siempre disfrutaba.—Un poco, pero eso no me tapa la felicidad. Estuve buscándote por largos años, luna, ahora no te perderé por la terquedad. —dijo, mirándome con más comprensión. —Deberás tú misma hacer que ese tipo me dem
Mi zumo estuvo perfecto, sin demasiada azúcar, pero tampoco agrio, era una buena combinación. En cuanto a los rollos de canela, a pesar de que eran muy buenos, no eran competencia para los fantásticos brownies de chocolate. Lo que me había dicho Iker era cierto.—Uf, están muy buenos… —dije, probando el mío con helado, era increíble. Tenía un autentico sabor a chocolate que era irremplazable. —Gracias por traerme aquí.El me miró por un buen rato y me dio un beso en la mejilla, para luego besarme en la boca y atraerme hacía el con dulzura.—Eres la única a la que traería aquí, este lugar significa mucho para mí. Mi madre venía aquí con nosotros y era una actividad familiar…—Es un hermoso lugar para tomar el té. —dije, mirando a mi alrededor, cada parte de la casa era especial. Cada cuadrito y esculturas en miniaturas con pequeños cactus que se lucían por doquier. Incluso la mesa estaba pintada de un modo artístico.Platicamos como si fuéramos una pareja normal, olvidándome por unos s
Tomé asiento al lado de mi alfa y me acurruqué a su lado. Lo vi olfatear con desconfianza y luego, calmarse al reconocer solo mi aroma. Era una buena táctica de supervivencia, me dije a mi misma, si el tenía el olfato tan sensible esa colonia incluso lo atontaría, era demasiado fuerte. Me la había obsequiado Marcus para uno de mis cumpleaños y no había querido usarla ni un solo día de mi vida, hasta ahora. Era un olor tan fuerte que me resultaba horrible, me gustaban los perfumes más sutiles y con aromas más discretos. Ahora era una de las pocas ventajas que tenía a mi favor y también se la debía a Marcus, que estaba muerto por mi culpa. La imagen de él tirando el dinero hacia las calles cuando lo confronté, mi escape entre el viento, cayendo en cientos de manos felices. Luego otra imagen, una de un trabajo de casi espionaje, debía tomar fotografías en un evento muy secreto, donde un hombre yacía en la cama con otra mujer que no era su esposa. Yo era la segunda allí, solo debía buscar
La vuelta a la mansión fue más tranquila, el estaba satisfecho y yo, en las nubes. Tener ese vigor y esa fuerza dentro de mí me hacía sentir imparable. Entré a la mansión con una sensación ardiente en mi pecho, con mi ropa desalineada y rastros del amor en todas partes. Me tomaba de la mano, acariciando mis dedos con suavidad y luego mi brazo. Tenía la complicidad de un amante.—Han vuelto temprano. —dijo Aylin, saludando con amabilidad. Ella solía estar siempre en la zona del living, donde iba a tejer tranquila, nadie la interrumpía. A veces leía, otras, miraba la televisión.Me quedé en el jardín para estar un rato en el sol, quería tomar un poco de color y sentía que necesitaba quedarme al aire libre. Estaba sentada en una de las bancas que parecían de algún mármol costoso. Mi alfa se retiró a su estudio, debía tener que ultimar los detalles de su dichoso evento. Jayden vendría, lo sabía, el estuvo en lo correcto cuando me aseguró que me obedecería a pesar de que no le conviniera.
Almorcé solo, en mi amplio estudio de trabajo, dentro de mi casona. Con ella en mi mente, como siempre. Keira, su nombre incluso hacía que me volviera loco. No era irracional, pero ella, hacía que llegara al borde de cualquier locura. Incluso si quisiera evitarlo no podría, solo quería tenerla en mi cama otra vez. El probar su cuerpo una vez fue mi condena, ahora no podía vivir sin ella.—¿Estás ahí? —preguntó una voz, era la voz de Kat. No sabía si quería abrirle la puerta, había estado insoportable los últimos días.—¿Qué quieres? —sabía que eso la pondría furiosa, contestarle con una pregunta solo haría su rabia fuera en aumento.Entró sin pedir mas permiso, estaba con el rostro nervioso. Llevaba un vestido ajustado que la hacía ver tan delgada que me daba impresión verla. No entendía porque seguía sin comer, luego de que todos e incluso el médico le advirtiera que no podía seguir haciendo esa dieta tan estricta. Todavía me acordaba como era antes, cuando estaba saludable y era un