Un poco de esencia

Platicar con Ema me hacía bien, en mi corto tiempo en la mansión se había convertido en mi confidente y en la persona en quien más confiaba.

—Tienes el cabello enredado. —me dijo, inspeccionando los nudos evidentes. No me había molestado en peinarme cuando volví, debía tener un desastre allí arriba.

Ella comenzó a desenredar mi cabello con paciencia.

—Me gusta mucho la peluquería. —dijo mientras comenzaba la ardua tarea, nos sentamos sobre la cama para que fuera más sencillo. Con las yemas de sus dedos desenredaba cada hebra sin hacer que me doliera. Siempre que yo me peinaba tenía tan poca paciencia que tironeaba y sufría bastante.

—Gracias. —dije con una sonrisa. —Me has ayudado en todo, incluso en una guía de la mansión y los lobos.

—Es que me caes bien. —contestó ella. —Me gusta que estés aquí.

—¿No te sentías asustada cuando llegaste? Eras la única humana… —empecé a decir.

—En ese momento no lo era, Kal tenía una novia, estaba Ryan, algunas muchachas que trabajaban aquí. —explicó
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