(Iker)La vi llegar caminando con una ligereza sutil, estaba más bella que nunca. El vestido remarcaba sus formas femeninas, las curvas que yo tanto amaba. Mi corazón latía con una intensidad terrible, creí que me daría un ataque. Estaba nervioso, porque a pesar de ahora ser el alfa líder, tenía miedo de que mi propia boda no saliera bien.Cuando sentí la suavidad de su piel al rozar nuestras manos, la felicidad me colmó de pies a cabeza. El hormigueo en mis pies desapareció para dejar solo la alegría del momento, porque estaba viendo a la mujer más bella de la tierra a mis ojos aceptar ser mía para siempre.La vi como la primera vez, como la mujer más seductora que había observado. Su aroma me volvía completamente loco, ahí supe que no podría jamás fijarme en nadie que no fuera ella. Solo Keira era perfecta para mí.El hombre dio las palabras que nos casarían para siempre, frente a la multitud de personas que habían asistido, los lobos y mafiosos que me debían plena lealtad. Mis tatu
(Nat)La boda en aquel momento, terminó con una gran fiesta, de la cual no me retiré temprano como hubiera querido, sino que me quedé hasta casi el final e incluso, me divertí. El sentirme parte de una manada era nuevo para mí y eso me hacía sentir bien. Nunca antes quise reconocer a un alfa, por el rencor que sentía a causa de mi titulo de omega. Pero ahora, las cosas habían cambiado.Después de la boda los años pasaron demasiado rápido. Este era uno de mis departamentos en los cuales guardaba papeles, porque Kal no daba abasto con los números y ahora éramos varios los que debíamos encargarnos de ello. Habían pasado cuatro años y medio desde que Iker y Keira se casaron. Todos seguíamos viviendo en la mansión, que sufrió muchas reformas a causa de los nuevos integrantes.Debía volver antes del almuerzo, porque los fines de semana se acostumbraba a que estuviéramos todos y le prometí a Lukken que estaría allí para jugar con el balón. Me apresuré en conducir de vuelta hacia la mansión c
Tomé aire mientras me colocaban las esposas, el hombre que me inmovilizaba era mucho más fuerte que yo, por lo que era inútil intentar liberarme. Yo me había buscado los problemas supongo, era esa clase de chica. Sonreí, porque incluso en ese momento, cuando estaba siendo aprisionada, estaba siendo yo misma.—¿Estás contenta, Keira? —preguntó con desdén el otro hombre que se acercaba.Claro que lo conocía, era mi proveedor y mi jefe, él se encargaba de darme el dinero que usaba para mantenerme. Debía haberle pagado hacía tres meses, supuse que mi plazo de deuda había culminado.—Anda, perdóname, no volveré a tardarme. —dije, sonriendo, enredando mi cabello lacio y azabache entre mis dedos.—Cállate, no te será tan fácil seguir engañándome. —gruñó Marcus, era mi jefe y tarde o temprano iba a cansarse de mi comportamiento. —Me has timado muchas veces, escúchame, no has pagado todo lo que te llevaste y al parecer, cada vez tienes menos oportunidades.—¿A qué te refieres? —pregunté, enfoc
Como alfa de mi manada, me encontraba en un laberinto sin salida. Nadie quería que siguiera en esa condenada soledad que arrastré por tantos años. Mi vida no era tan simple como creían, portaba el peso de no haber hallado a alguien que de verdad llamara mi atención. Mi nombre tenía un significado curioso “el portador de buenas noticias” o al menos eso me dijo mi madre, al llamarme “Iker”. Era un buen líder, nadie podía conmigo cuando intentaba enfrentarme, era despiadado y sanguinario cuando me convertía en lobo, mi sangre hirviente me desataba y siempre lograba todo lo que quería. O al menos la mayoría de las cosas, pero en lo que respecta a mis relaciones, nunca logró conectar de verdad con alguien, solo pasar el rato y ya.—Buenos días señor. —saludó Aylin, con su amabilidad característica. Era mi tía, como una madre para mí. Tenía casi cincuenta años y cuidaba de mí y de mis hermanos desde que éramos niños.—No me digas así, tía, solo llámame por mi nombre. —dije, no quería que me
La subasta estaba próxima a comenzar, por lo que puse mi mejor sonrisa y me retoqué el maquillaje, estaba esplendida. Al verme al espejo comprendí que no sería difícil encontrar un buen comprador, pero rogaba porque fuese alguien de contextura mediana, para que así fuera más fácil deshacerme de él.—Keira ¿Estás lista? Dime, te ves excelente. —dijo Marcus, haciendo que diera una vuelta para lucirme. Asentí, sonriendo y lo abracé.—Gracias Marcus, me has salvado la vida. —le dije, mientras lo abrazaba, eso lo sorprendió, pero me devolvió el abrazo.Fui rápida, ese era mi modus operandi, cuando nos separamos, yo ya tenía una daga guardada en mi abrigo de hilos de color plata. No era lo único que robaría, si quería dar un golpe, necesitaba un arma de verdad.Las chicas me felicitaron al verme así de radiante y derrochando simpatía, yo seguí caminando hacia la famosa subasta, donde hombres ricos debían hacer ofertas para adquirirme. El lugar era amplio y allí había más de cuarenta hombres
La terraza vislumbraba una completa locura, el lobo era muy grande y parecía enfurecido. Su pelaje brillaba con la luz de la luna, el color plata refulgía y contrastaba con él azabache. Estaba a punto de empezar a gritar por auxilio, cuando otra voz se hizo presente en la escena.—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Jayden, confundido, al divisar al lobo, ni siquiera se inmutó. —Ah, ya comprendo. Con que se trataba de ti, Iker, has venido a robarme a mi mate. —su voz demostraba una rivalidad entre ambos, podía percibirlo.El lobo gruñó y comenzó a atacar.—¿Por qué no buscas tu propia mate? —dijo Jayden, con una mirada desafiante, deteniéndolo con sus manos, no parecía poder resistir mucho. —No vas a robarte a la mía, ni lo sueñes.No podía creer lo que mis ojos veían, Jayden también se convirtió en un lobo de color crema, defendiéndose del ataque del desconocido. Cuando volví la vista para buscar a Marcus, este había escapado. El lobo oscuro iba tomando la ventaja ante el otro, no ente
La luz que se filtró por la ventana hizo que me despertara, santo cielo, nunca imaginé sentir unas sabanas y mantas tan suaves. Mi cabello azabache estaba algo enredado y ahí me percaté de que ya no estaba vestida como en la subasta. Tenía una camiseta ancha de color blanco y unos shorts de verano, era un pijama muy bonito, de colores pasteles que combinaban a la perfección. Al bajar mis pies de la cama, divisé unas pantuflas de felpa de color crema que hicieron que mis pies se sintieran más cómodos que nunca.¿Dónde estaba? El cuarto estaba impecable, las paredes eran blancas y las estanterías eran completamente organizadas. Parecía sacado de un cuento, yo jamás había estado en una habitación tan esplendida, siempre acostumbrada a estar huyendo por mi vida y durmiendo en apartamentos de bajo costo que carecían de cualquier tipo de elegancia.—¿Estás despierta? —preguntó una voz, del otro lado de la puerta, que también me dejó maravillada, era de madera labrada con incrustaciones de g
Caminé por la extensa mansión a mi gusto, contemplando que no tenía lugar por donde escapar. No importaba, de todas formas, no quería ser devorada por alguno de esos lobos que vivían allí. Los hermanos de Iker me dieron una cortés bienvenida al igual que Aylin, pero todo seguía pareciéndome una completa locura. Me habían colmado de regalos lujosos que en toda mi vida esperé tener.—Hola hermosa, ¿Quieres almorzar conmigo? —me preguntó, empezaba a fastidiarme que me tratara como si ya fuera suya, solo nos habíamos besado una vez.—No, pero tengo mucha hambre. —dije, encogiéndome de hombros, el soltó una risa.—Vendrás solo conmigo. —empezó a decir, tomándome de la mano, me solté, no quería que parezcamos una feliz pareja.—Oye, no iré como si fuéramos unos recién casados, estás loco. —rodé los ojos y alisé mi falda, que no me gustaba para nada, remarcaba mucho mis glúteos.—No hace falta que me digas que sí.Con un solo movimiento, Iker me tomó por las caderas y me cargó cuesta arriba,