Caras alegres

Para ser sincera, quería esconderme en mi cuarto y no volver a pensar en los alfas que me habían reclamado hacía ya un buen tiempo. Me dejaron a solas para que pudiera pensarlo, como si eso me ayudara, más bien me hacía estar todavía más indecisa. Bebía agua y zumo para intentar contrarrestar los nervios, vaya pérdida de tiempo.

—Te ves terrible. —dijo Charlie, que entró para buscar sus libros.

—Creí que me veía de maravilla. —bromeé, con una sonrisa débil. —No tengo idea de que hacer ni lo que es correcto.

—No voy a decirte que te guíes por tu corazón porque es todavía más difícil de entender. —acotó él, sentándose cerca y mirándome fijamente. —Supongo que lo mejor será que decida el azar.

—¿Cómo sería eso? —pregunté.

—Lanza una moneda o anota papeles y saca uno de una bolsa. —soltó una risa. —Quien sabe, a lo mejor decides mejor así.

Hice una mueca, se notaba que no le agradaba mucho la idea de verme con otros lobos, a pesar de que intentaba disimularlo porque era considerado y tier
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