–Tengo un maldito horario del infierno –le dijo Asher al dejar caer su mochila en la entrada, quitarse los zapatos y caminar hasta el sillón para dejarse caer boca abajo –mis maestros la mayoría son hombres y todos son unos cabrones.
–No exageres –Madison escribía en su libreta sin prestarle mucha atención.
–¿Y tú?
–¿Yo que?
–¿Hiciste algún amigo o amiga? –la pregunta de su amigo la hizo dejar su lápiz a un lado, acomodarse las gafas y tomar las pocas de sus cosas de la mesa.
–Te compre la cortina de tu habitación –le dijo antes de marcharse –la deje en tu cama.
–Si… gracias –se levantó y entonces al verla se frotó las manos en la cara –Madison… esa era nueva –se refería a la sudadera roja que llevaba puesta.
–Pues como la compraste hace casi dos meses y no te la ponías…
–¿Haz pensando en usar ropa de mujer?
–Uso ropa de mujer –reprochó ella.
–Mi ropa no es de mujer Madi, sé que te gusta ese estilo por ser cómodo, pero ¿no haz pensando en algo menos huraño? –la vio fruncir el ceño y aferrarse a sus libretas intuyó a ver tocado una fibra sensible –olvídalo… iré a poner la cortina.
Discutir con su amiga respecto a su forma de vestir no era buena idea, ya habían tenido sus peleas por ese tema y nada más no lograba comprender porque vestía así, aunque para ser sinceros no siempre la conoció así, al menos no cuando ambos pisaron la adolescencia; se encogió de hombros y tomó la cortina negra que había en su cama, la extendió y se sorprendió del buen gusto de Madison. Se había equivocado por segunda vez con ella; con la tela en mano se dispuesto a colocarla en los ganchos del cortinero y después de picarse algunos dedos y proliferar muchas maldiciones al fin pudo ver la cortina puesta en su lugar, pero en el momento en que sus manos iban a jalar la tela para cerrarla se quedó quieto, con las manos extendidas y viendo con la boca abierta la ventana contraria. Una mujer con una toalla enrollada alrededor de su cuerpo colocaba su pie en el tocador mientras se masajeaba suavemente la pierna de arriba abajo; estaba claro que por la toalla en su cuerpo y cabeza acababa de salir del baño, quiso moverse de ahí pero sus m*****as piernas no respondieron y menos porque ahora la mujer se quitaba la toalla que enrollaba su desnudez: mostrándole un enorme trasero, una delgada y larga espalda, trago saliva cuando el cabello mojado quedó fuera de la toalla, largos cabellos negros y lacios que le daban a la mitad de los glúteos, Asher sintió su cuerpo arder y centrar su calentura en su entrepierna porque la mujer a espaldas de él tomaba algo junto a ella, algo que el reconocido como una tanga; el verla deslizarse por sus largas piernas y acomodarse entre sus dos nalgas provocó que le doliera la m*****a erección que tenía, noto como acomodo su largo cabello de lado mientras agarraba un sujetador de encaje negro y cuando la mujer se disponía a dar media vuelta.
–Oye Asher… –Madison había entrado a su habitación sin tocar y en un acto de reflejo había cerrado con brutalidad las cortinas haciendo que algunos ganchos cayeran.
–¡Demonios Madison! –no, no quiso voltear a ver a su amiga porque eso sería mostrarle su hinchada masculinidad apretada contra el pantalón y que al bajar la cabeza a esa área, era claramente visible.
–¿Qué haces? –le escuchó preguntarle curiosa.
–¿¡Porque nunca tocas antes de entrar!? ¿¡Porque siempre eres tan impropia!? –tenía que sacarla de ahí y no debía demorar mucho porque la m*****a cortina comenzaba a ceder ante el peso que ejercía –¡LARGO!
El silencio de su amiga por detrás le hizo imaginar su cara, incluso dedujo que era lo que haría.
–Eres un idiota –definitivamente esa palabrota no la esperaba, la miro de reojo por su hombro y lo siguiente que escuchó fue el azotón de su propio cuarto.
Respiro aliviado una vez que escuchó la puerta de la habitación continua azotarse de la misma forma que la suya, soltó la cortina y se alejó lo más que puedo de la ventana ¿lo habría visto? Pensó, al reproducir las imágenes de la vecina en su cabeza ¿Quién era? Se froto los ojos con fuerza intentando sacar de su mente la idea de usar lo que había visto para bajarse la calentura, años tenía desde que no practicaba esa táctica porque siempre había alguien con quien desahogarse, pero dado que estaba en una nueva ciudad y no conocía a nadie aún tuvo que reconsiderarlo.
–Maldita sea… –murmuró al sentarse en el borde de la cama con dirección a la ventana.
Era un idiota, un neandertal bien hecho, no tenía por qué hablarle así y mucho menos tratarla de esa forma, se lanzó a la cama boca arriba y miro el techo ¿Por qué demonios lo amaba tanto? No llego muy lejos en su argumentación porque escuchó lo que parecía ser un gemido, se inclinó, sosteniendo su peso con sus ante brazos y agudizó su oído, se levantó de golpe al volver a escucharlo y por inercia camino hasta la pared que lo separaba del cuarto de él e hizo lo que nunca antes había hecho, puso su oreja en la pared; un gemido largo y sonoro salió de la boca de Asher; inmediatamente se alejó de la pared con cara de miedo y totalmente roja ¿Asher estaba…? ¡Por Dios! Ahora entendía su actitud a la hora de entrar sin tocar, se llevó las manos a la boca en señal de vergüenza definitivamente le debía una disculpa.
El exquisito olor de hot cakes Inundar su nariz le hizo abrir los ojos, dando un bostezo y estirarse con los brazos hasta arriba, no tardo en escuchar sus tripas rugir en señal de hambre. Así que con los pies casi arrastrándolos se guio por la estela del olor, encontrándose a una Madison servirle el desayuno: Huevos fritos con tocino, cinco hot cakes y su jugo de naranja le esperaban en la mesa.
–¿Buenos días? –le dijo a la muchacha que se daba la vuelta avergonzada.
–Asher… buenos días –el color rojo en su cara llamó su atención –quería pedirte disculpas por la grosería que te dije ayer en la noche –Asher sonrió.
–Descuida, yo fui el culpable –la jalo por el brazo y le depositó un beso en la frente –vamos a desayunar –Madison se llevó las manos a las mejillas y se sentó junto a él.
–Esto está delicioso Madi –decía mientras se metía un buen pedazo de hot cake.
–Exageras –el negó –Oye Ash –el muchacho cortaba otro pedazo –¿tú vas a entrar a algún deporte? –el platinado negó con la boca llena –quede en gimnasia y… –Asher bebía jugo.
–Descuida pasaré por ti al salir.
–¿De verdad?
–Sí, tienes que llegar hacer la cena a tiempo –el encanto se rompió. Madison apretó los puños e Asher volvía atragantarse.
–Asher hay algo que te quiero pedirte –le hizo el gesto con la mano de seguir –no quiero que traigas a este departamento a tus… –Asher ahora la veía con un semblante serio –puedo escuchar todo lo qué haces desde mi habitación –le soltó, haciendo que el pelinegro se pusiera igual de rojo que ella.
–Bien… bien –dijo entrecortado –solucionare eso.
Madison suspiró, al menos el problema de verlo llegar con otra a la casa estaba solucionado porque estaba completamente segura que no resistiría verlo con salir y entrar con un desfile de mujeres, porque una cosa era saberlo y otra verlo.
–Hoy tengo práctica y saldré a las nueve ¿pasarías por mí? –Asher asintió sin verla.
Y después de una hora de a ver peleado por el baño, otra media hora por Mustafa y quince minutos de tráfico al fin llegaron a la escuela.
Cruzo los pasillos de la escuela y cada vez miraba en los interiores de cada salón, pero nada, la mujer sensual no estaba por ninguna parte y es que hasta aquel punto comenzaba a soñar con esas curvas perfectas, tenía que tenerla.–Ezra –le llamó el entrenador a sus espaldas, este giro con el ceño fruncido –hoy vamos a tener práctica, te quiero a ti y al resto del equipo en la cancha a las 9 de la noche.–¿Por qué a las 9? Las prácticas siempre han sido a las 8 –el entrenador que escribía algo en su tabla de deportes dejó de hacerlo para verlo a la cara.–Porque la maestra de gimnasia ocupará el lugar a las ocho –los ojos azules de Ezra brillaron –el salón que ocupaba está en remodelación y nosotros le prestaremos por unas semanas el nuestro.–
–¿Solo el jugo? –le preguntó el tipo de ojos negros y cabello a juego, Asher asintió.El hombre pasó el jugo por el láser marcando el precio en la caja registradora e Asher buscó su cartera para paga, en eso la campanilla de la tienda sonó.–Hola Killian –saludó la voz de una mujer justo a un lado de él.–Buenas noches señorita Naomi –contestó el sujeto –¿cigarrillos?–Me conoces bien.–En un momento.Entonces Asher dejó de ver su cartera y vio a la hermosa mujer que había hecho fila detrás de él, tuvo que mirarla dos veces y parpadear muchas más al confirmar que se trataba de su vecina, porque había visto lo suficiente para saber que era ella y con eso se refiera al inmenso trasero
Él aura de enfurecido no se le había pasado aún y sus hermanos lo notaron desde que había regresado bateado por esa mocosa, tan enojado estaba que no pudo ni concentrarse en la práctica y ahora llegaba al salón y veía a Asher otra vez sentado en la mesa de su pupitre, el puto colmo del día.–Oye tú, idiota –Asher se giró recibiendo un golpe directamente en su cara, haciéndolo caer de bruces por el impacto –ve a poner tu trasero hediondo en otro lado.–¿¡PERO QUE PUTAS TE PASA!? –bramó Asher poniéndose de pie de inmediato y agarrándose la mejilla golpeada, pero Ezra simplemente lo ignoro y se sentó sin verlo.–A sus lugares –el profesor entraba a prisa tomando asiento en su escritorio, ignorando las caras de los alumnos, hasta que vio a Asher de pie –Se&ntild
–¡MALDITO! ¡VEN ACA! –vocifero Asher al encontrar una de sus camisas favoritas toda rasgada, Madison entraba con la cara como un tomate cuando un ágil Mustafa cayó en sus brazos, mostrándole los dientes a un feroz Asher –¡HIJO DE TU…!–¿¡Porque estas molestando al gato!? –Asher cayó de golpe, dio un paso hacia atrás cuando presintió el miedo recorrer su espalda al notar el semblante maligno de Madison.–Madison… que te…–¡TÚ, LE TOCAS UN SOLO PELO A MUSTAFA, Y YO TE CORTO LOS HUEVOS ASHER! –el platinado abrió los ojos de súbito al escuchar a su amiga, su amenaza era real lo veía en aquel brillo en sus ojos –¡Ahora quítate que quiero ir a bañarme!Asher se hizo a un lado con miedo ¿Por qué
Fingía leer mientras él se aferraba al control de su videojuego, llevaba días planificando como decirle e incluso había ensayado frente al espejo y a pesar de tener días de anticipación para invitarlo lo postergó hasta ese momento.–Asher… –le llamo, cerrando el libro y sacando de entre las páginas el pase rosado.–¿Qué? –le respondió mientras levantaba el control a lo alto sin dejar de ver la televisión.–Mañana es mi competencia –comenzó a decirle mientras se levantaba de la silla con el corazón latir a toda velocidad.–Ajá… ¿y luego?–Bueno… yo quería…–¡Mierda! –exclamó al pararse repentinamente del sofá y lanzar el control a
¿En qué momento había considerado que era buena idea ir? ¿Por qué había accedido al cambio repentino de su ropa? Probablemente fuera porque ese tal Armand le inspiraba confianza, a lo mejor por ser gay o porque de verdad no quería sentirse sola en ese momento, lo cierto era que ahora mismo se movía entre un inmenso mar de gente que bailaba al ritmo de la canción que retumbaba sexy bitch de David Guetta avanzaron hasta detenerse en una mesa circular hasta el fondo del lugar, mesa que ocupaba Ezra y otros miembros del equipo de basquetbol que ya reconocía.–Siéntate en donde tú quieras Madi –le dijo Armand.Mala idea, definitivamente mala idea el llevar ese revelador vestido purpura que sumamente pegado a sus curvas no dejaba nada a la imaginación, se limitó a sentarse junto a Armand que ahora levantaba la mano llamando a un mesero.
Los días transcurrieron según él: normal. Después de aquel evento en la discoteca se limitó a seguir observándola de lejos, sintiéndose victorioso de encontrar en sus mejillas ese rubor que sabía él provocaba cuando se percataba de que la veía y sin proponérselo comenzó a conocerla mejor, había aprendido que cuando se enojaba su nariz se arrugaba un poco, que al reír dos hoyuelos se marcaban en sus mejillas y que el azul cobalto de sus ojos a veces solía confundirse con un gris puro, asimiló que Madison a pesar de llevar todos esos harapos no dejaba de ser una mujer bonita; Asher de verdad era un verdadero idiota al no ver todo lo que su amiga tenía, porque sí, sabía ahora todo acerca de esos dos: compartían el alquiler en uno de los edificios del bulevar, ambos estaban estudiando una carrera contraria a la que sus familias les impusieron, ten&i
Tres maldecidos meses en los que se sorprendió pensando en ella, una y mil veces se repetía lo que su hermano Carl le decía se acabara una vez que te la cojas si, tenía que hacerlo ya porque de seguir así se volvería loco y más porque sabía que ella era parte clave de todo lo que estaba armando en contra de Asher, tenía que ser así, no podía desviarse de sus intenciones originales ni mucho menos detenerse averiguar los miles de cosas que le inquietaban de ella.–Regreso después –dijo antes de salir de su casa con la cabeza hecha un lío.No podía dar marcha atrás ahora que había avanzado tanto.Empezó con explicarle el porqué de su engaño, porque ya no había necesidad de mentir, no después de escuchar a la casera las mil y una de veces que vio salir a Asher del edif