Un mal rato

–¿Solo el jugo? –le preguntó el tipo de ojos negros y cabello a juego, Asher asintió.

El hombre pasó el jugo por el láser marcando el precio en la caja registradora e Asher buscó su cartera para paga, en eso la campanilla de la tienda sonó.

–Hola Killian –saludó la voz de una mujer justo a un lado de él.

–Buenas noches señorita Naomi –contestó el sujeto –¿cigarrillos?

–Me conoces bien.

–En un momento.

Entonces Asher dejó de ver su cartera y vio a la hermosa mujer que había hecho fila detrás de él, tuvo que mirarla dos veces y parpadear muchas más al confirmar que se trataba de su vecina, porque había visto lo suficiente para saber que era ella y con eso se refiera al inmenso trasero que se cargaba.

Naomi llevaba un vestido negro muy corto de esos que tenían un corte en “v” y se amarraban por detrás del cuello con dos cintas, sin duda de látex porque se pegaba muy bien a su cuerpo, resaltando esa delgada cintura y esa enorme cola, no tenía mucho busto pero lo recompensaba con la retaguardia, unas largas botas negras que le llegaban hasta arriba de las rodillas y una chaqueta de cuero del mismo color, llevaba sus largos y finos cabellos sueltos; por unos segundos se quedó anonadó con los billetes en mano.

–¡Hey! –le llamó Killian con fastidio –¿Me va a pagar sí o no? –Asher salió del trance y regresó su atención hacia el hombre, le dio los billetes y espero a que cobrara, la mujer rio de lado.

La belleza de esa mujer llamada Naomi era deslumbrante, trago en saco antes de salir, no se atrevió a voltear porque no estaba seguro si aquella vez que Madison entró a su habitación su vecina se había percatado de su presencia en la ventana. Salió y se bebió el jugo de un solo trago por los nervios.

–¿Nuevo? –la voz de Naomi por detrás hizo que se sobresaltara y casi escupiera parte del líquido en su boca, tosió sugestivamente y ella no puedo evitar reír de pronto se sintió burlado –¿estás bien?

–Sí, si –dijo al incorporarse, ¿era su imaginación o esa mujer lo ponía nervioso? No, eso nunca.

–Te preguntaba que si eres nuevo –Naomi sacaba de su diminuta bolsa un encendedor, pero la chispa parecía no llegar así que él aprovechando el acto sacó el suyo de su bolsillo y le enciendo el cigarrillo que descansaba en su boca –Gracias –le dijo soltando el humo de su boca.

–De nada y sí, soy nuevo –le respondió con calma.

–Estás en el quinto piso ¿verdad? –ella miró hacia arriba mientras él asentía –Eres muy joven para ser casado –inhaló más humo y lo soltó hacia arriba.

–¿Casado? ¿Yo? –Está vez el que reía era el, la mujer arqueó una ceja –ni por todo el dinero del mundo.

–Se supone que ese lugar sería rentado solamente para parejas –Asher palideció, había hablado de más –así que supongo engañaste a Killian.

–Este… yo… –él y su m*****a bocotá sin control.

–Descuida no le diré nada siempre, mi nombre es Naomi Nizo ¿el tuyo?

–Asher –respondió él reservándose su apellido. No quería dar más de que hablar.

Se quedaron viendo unos segundos a los ojos y juro a ver visto algún tipo de brillo en sus ojos chocolates.

–¿Quieres ir por un trago? –le ofreció ella de repente con una amplia sonrisa, el interior de Asher estalló en emoción, no podía creer su buena suerte.

–Vamos –le respondió sin pensar en su amiga –soy nuevo así que vas a tener que guiarme –ella volvió a reír.

–Conozco el lugar perfecto –y levantó su mano en señal de parar algún taxi.

–¿Qué haces?

–Detengo el transporte –un taxi se había detenido frente a la acera.

–Eso no es necesario –sacó las llaves de su mustang rojo estacionado al frente del edificio de donde él vivía, haciendo parpadear los faros con el botón del llavero, Naomi amplio su sonrisa despachando a la vez al taxista enojado –¿nos vamos? –le ofreció su brazo que fue sujeto por la guapa mujer sin dudarlo.

–Vámonos.

Las diez y Asher nunca apareció, tuvo que tomar un taxi para poder regresar, pero cuando llego a casa completamente furiosa y dispuesta a reclamarle al olvidadizo de su amigo se topó con la sorpresa que no estaba, la puerta de su habitación estaba abierta y no se escuchaba ni un ruido más que el ronroneo de Mustafá a sus pies. Se preocupó así que tomó su celular y le llamó, enviándola directo a buzón.

–Asher… –murmuró al hacer la octava llamada y no obtener respuesta.

No, no pudo dormir, ni siquiera llego a pisar su recámara porque prefirió quedarse en el sillón que estaba junto de la ventana, mirando la inmensa luna llena y con el teléfono en mano, si algo malo le hubiese pasado le tendrían que llamar y avisarle; Mustafá se acomodó en sus piernas en señal de acompañarla en toda la madrugada ¿A dónde habría ido? 1, 2 y 3 de la madrugada y nada, se había comido todas las uñas de sus manos hasta el grado de hacerse daño, finalmente a las 6 de la mañana el seguro de la puerta se corrió, ella se levantó de un salto hecha un manojo de nervios hasta que vio al pelinegro con la camisa blanca totalmente descompuesta, el cabello parcialmente enredado y con un penetra olor a alcohol; los ojos ambarinos se posaron en los cristalinos azules de Madison quien se aferraba fuertemente al cojín que sostenía y de repente Asher recordó.

–Madison… –la llamó con acento de preocupación, pero ella agachó la cabeza impidiéndole ver su rostro –Oye… yo…

–Supongo no estabas en ninguna situación de peligro ¿verdad? –había alcanzado a ver un poco de labial rojo en el cuello de su camisa.

–Perdóname Madison, me olvide de todo y yo… –comenzar a pedir clemencia era mejor idea porque se había dado cuenta de que lo había estado esperando despierta, su cara lo decía.

–Cállate, no digas nada… –porque las ganas de llorar se atoraron en su garganta haciéndole un gran nudo –Me voy a la escuela…

Tomó su mochila de la mesa y empujándolo de lado abrió la puerta para salir hecha una furia. Asher se llevó las manos a la cabeza, se había comportado como un reverendo idiota.

Era una tonta, la más tonta del mundo, ella preocupada por él durante toda la m*****a madrugada y él feliz de la vida sepa con cuál fulana, le odio, detesto amarlo porque eso era lo que la había detenido a golpearlo y gritarle como loca sin embargo aunque lo había pensado, el hecho de ver pintada su camisa con labial solo provocó una depresión y ganas de llorar enormes, no iba a poder tolerar su cercanía, no sabiendo lo que a leguas se notaba.

Las clases para su buena fortuna corrieron más rápido de lo normal, evitó salir de su salón con el propósito de no ver la cara de Asher y a la hora de la salida se fue derechito a su casa sin voltear atrás, llego al departamento le dio de comer a Mustafa y se encerró en su recámara; no, no quería verlo nunca más, no quería hablarle y mucho menos tenía antojo ya de seguir viviendo en un mismo lugar, se lanzó a la cama de boca abajo ideando mil formas de no volver a dirigirle la palabra hasta que se quedó completamente dormida.

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