En lo mas hondo

–¡Bájame! –ordenó de repente.

–¿Qué?

–Que me bajes –repitió con fuerza al mismo tiempo que se movía.

–¡Cálmate! Nos harás caer a los dos.

–Entonces, bájame.

–No seas infantil, te llevare a tu habitación.

–Yo puedo sola.

–Lo dudo…

Se vieron a los ojos con desafío, si, estaba ebrio pero aún era consciente de lo que pasaba a su alrededor y eso era la aparente caricia que la chica le propició al deslizar su mano por sus pectorales. No dijo nada, es más, se hizo el tonto cuando noto sus mejillas encenderse o estaba muy borracho o ya estaba alucinando.

–Ya puedes bajarme aquí –dijo cuando llegaron al umbral de su habitación.

–Te dejare en tu cama –respondió sin verla.

Probablemente lo hizo al propósito o porque llevaba mucho tiempo intentando no perder el equilibrio pero justamente cuando se iba a inclinar para depositarla en el colchón, tropezó, cayendo ambos precipitadamente. ¿En qué punto se le bajó el coraje? A lo mejor cuando sintió los duros senos de la chica apretarse cont
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