Beso robado

Él aura de enfurecido no se le había pasado aún y sus hermanos lo notaron desde que había regresado bateado por esa mocosa, tan enojado estaba que no pudo ni concentrarse en la práctica y ahora llegaba al salón y veía a Asher otra vez sentado en la mesa de su pupitre, el puto colmo del día.

–Oye tú, idiota –Asher se giró recibiendo un golpe directamente en su cara, haciéndolo caer de bruces por el impacto –ve a poner tu trasero hediondo en otro lado.

–¿¡PERO QUE PUTAS TE PASA!? –bramó Asher poniéndose de pie de inmediato y agarrándose la mejilla golpeada, pero Ezra simplemente lo ignoro y se sentó sin verlo.

–A sus lugares –el profesor entraba a prisa tomando asiento en su escritorio, ignorando las caras de los alumnos, hasta que vio a Asher de pie –Señor Clarke a su lugar –el pelinegro lo miró con el ceño fruncido, pero se limitó a no decir nada y regresar a su lugar.

La hora de receso y Ezra fue el primero en salir, tenía tanto coraje por lo de anoche que ni siquiera golpeando al baboso de Asher lo dejaba desahogarse.

–Pero que caras traes Ezry –le dijo Armand al sentarse junto a él seguido de los demás de su grupo.

–Es porque la chica sexy lo bateó –agrego Carl casi a risas –su orgullo está herido.

–¡Lo rechazó! ¿De verdad? –Armand parecía incrédulo a lo que escuchaba –Eso si es noticia

–Hubieses visto su cara hoy en la mañana al llegar y ver a Asher en la mesa de su pupitre –decía Carl mientras se acercaba la lata de refresco, Ezra se limitó a ignorarlos –casi le rompe la nariz.

–¿¡Asher está aquí!? –exclamo emocionado Armand –¡Por Dios!

–Sino se callan olvidare que son mis hermanos y juro que los golpeare hasta que me sangren los puños –el silencio y las miradas entre todos se hicieron presentes –además esa mocosa caerá a mis pies.

–Creí que habías dicho… –interrumpió Carl.

–Esa mujer no se va a burlar tan fácil de mí –y clavó su tenedor en una uva.

Y no lo haría, durante la noche se repitió una y otra vez que la muy cabrona se las pagaría, su título de cazador estaba en juego.

–¡EZRA! –rugió la voz de Asher al irse acercando al grupo de él –¡ME DEBES ALGO! –el moreno ni lo vio porque observaba atento a la uva atravesada por el tenedor –¡TE ESTOY HABLANDO IDIOTA!

–Vete de aquí –le dijo si verlo –no quiero desperdiciar mi energía contigo.

–¡Eres un cabrón! –Ya en ese momento un grupo de estudiantes se había reunido alrededor de la mesa –¡Supera ya lo qué pasó! –entonces Ezra soltó el tenedor y se levantó de su lugar –¡No es mi puto problema que seas tan aprensivo con pendejadas como esa!

Y perdió la cabeza como un cerillo, pero no solo él, también Carl y Armand se habían puesto de pie y ahora lo sujetaban por ambos brazos, Ezra se tronó los nudillos conforme se iba acercando.

–Eres un tramposo –murmuró Asher al intentar zafarse.

–Aquí el único tramposo eres tú –el moreno lo jalo por el cuello de la camisa –entraste a mi casa haciéndote pasar por un amigo y solo viste la forma de joderme.

–Hice lo que tenía que hacer –se defendió Asher –no es mi problema que confiaras en la persona equivocada. Además ¿eso cuando te ha importado a ti? –el moreno arrugó la frente y apretó más el agarre.

–Escucha bien Asher, si de verdad no quieres perder esa fea cara a golpes será mejor que no te metas en mi camino, aquí no vas a tener a tu papito y a ti hermanito que te cubran las nalgas, tu presencia en este lugar no es importante –sus hermanos lo soltaron haciéndolo caer –y si vuelvo a verte poniendo el trasero en mi pupitre, no seré tan amable contigo. Quedas advertido.

¿Golpearlo? Lo pensó pero no en público, ni con tantos mirones, ya habría tiempo para ajustar cuentas.

–Armand, necesito que me investigues que hace este perro aquí –su hermano asintió.

Despertó sintiendo su cuerpo pesado, se sorprendió al ver un cobertor cubrirla y después se asustó notar a Asher recargado en su tocador.

–Hola… –le dijo en voz bajita, ella se incorporó, dobló la cobija e hizo un esfuerzo descomunal por ignorarlo –quiero pedirte perdón por no a ver pasado por ti, también por no avisarte que saldría y preocuparte –ella frunció el ceño –Ya sé que actúe como un verdadero idiota y pido disculpas –se acercó a ella y la abrazó sin que ella se lo esperara –por favor Madison, perdóname.

¿Y quién podía negarse? La verdad es que perdía la voluntad con su sola presencia y aquel abrazo que recibida le dificultaba mantener su postura que hacía horas juraba sería firme.

–No te preocupes –se atrevió a decir al mismo tiempo que correspondía el abrazo –quedas perdonado –su amigo se separó un poco mirándola emocionado.

–¿De verdad? –ella asintió.

–Si, pero a cambio… –Asher se hizo hacia atrás casi riendo –veras conmigo el maratón de zombies en N*****x.

–Eso es hacer trampa, pero de acuerdo –se acercó a darle un beso en la frente y después la tomó por la mano –Madi… ¿me harías algo de cenar? –Madison sonrió de lado.

–Tragón

Sin embargo, cuando el fin de semana llego y Madison esperaba paciente en el sofá mientras seleccionaba una de las películas para el maratón, Asher salió de su habitación con el teléfono en la oreja y riéndose de quien sabe qué cosa, miro a Madison quien quieta lo seguía con los ojos, le hizo un ademán de que volvería luego y salió dirigiéndose su atención fuera del apartamento.

El corazón de Madison se hizo pequeño junto con una terrible decepción que le hizo saber que su amigo no cumpliría su promesa, Mustafa que recostado a un lado levanto la cabeza cuando la escucho sollozar.

–No sé qué putas hacemos aquí si esa mocosa ya te bateó –su hermano el fastidioso le seguía murmurando un par de cosas más que no escucho.

Toda la m*****a semana había planeado como ir acercándose a ella, ideando la forma de penetrar esa m*****a armadura que portaba la sensual mujer que ahora se unía a las otras, que pacientes esperaban su turno. El equipo de basquetbol se entusiasmó al verla hasta en medio de la fila, sin duda les daría tiempo para observarla a detalle.

–Estoy seguro que una vez que te la empines, se te va a quitar el gusto por estar aquí metido como un idiota –Ezra se limitó a recorrer con sus ojos cada curva de la muchacha que ahora le daba la espalda –¿Me estas escuchando?

–¡Ya Carl! Deja de molestar a Ezry –replico Armand que junto a él miraba también a la muchacha –no vez que está ocupado…

–¡Ah! Pues te recuerdo que por su nuevo caprichito yo tuve que joderme todo el pinche día –la pelinegra avanzo un poco más haciendo que esas tetas se menearan un poco, seguía sin escuchar a su hermano –¡Hoy no teníamos que venir a practicar pero este baboso nos hizo venir solo para poder ver a la tipa esa!

–Tú necesitas que alguien te quite todas esas frustraciones que cargas –sugirió Armand con un tono de voz burlón –tal vez… –puso su mano en el mentón mientras aparentaba pensar en algo, hasta que abrió los ojos con una cara sonriente –¡Ah! Ya sé… tengo un amigo que muy gustosamente puede darte una buena mamada, una buena cogida… o tal vez…

–¡Cierra el chipo! –bramo Carl desde su lugar ahora rojo –¿¡Por qué nunca dices nada coherente!?

–Porque yo soy la menos coherente del grupo –le respondió con un guiño.

–Sssh… –interrumpió Ezra sin dejar de verla a lo lejos –comienza lo bueno…

Los hermanos vieron entonces al frente a la muchacha que se subía a la colchoneta con las manos arriba, se inclinó, adquiriendo impulso y de un solo saltó capturo la barra entre sus manos, giro una, dos y tres veces hasta que se puso de cabeza, sosteniendo su peso en la barra, se quedó así unos cortos segundos solo para volverse a impulsarse con las piernas abiertas y girar ahora en esa posición alrededor de la barra ¿Por qué la observaba? ¿Por qué se había obsesionado con tenerla? No lo sabía, lo único que tenía claro era esa m*****a atracción que le propiciaba su cercanía, que seguramente se iría una vez que la tuviera en su cama. La muchacha termino con un giro al aire, cayendo en la colchoneta con ambos pies firmes y las manos hacia arriba. El equipo de basquetbol se levantó de sus lugares, aplaudiéndole a la muchacha que después de hacer una reverencia se disponía a retirarse entonces Ezra se levantó, bajando las gradas dispuesto a todo.

–Muero de ganas porque este teatro termine –dijo Carl con los brazos cruzados.

–¿Qué teatro? –pregunto Armand –para mi es novedad, nunca lo había visto tan empecinado con una mujer.

–Eso es, porque al cabrón nunca lo habían bateado.

–¿Crees? –Ezra ahora caminada por detrás de la muchacha que firme se negaba a voltear –yo creo que esos dos se atraen más de lo que piensan, la he visto mirarlo, le gusta.

–¿Ah sí? Pues yo creo que todo esto es una p**a pérdida de tiempo.

–¿Sabes hermano? Eres un hombre sin amor por eso siempre te cargas ese maldito carácter tan odioso.

–Que pendejadas dices… anda, esperemos a Ezra afuera.

La paso de largo y obstruyo el paso de los vestidores con su brazo extendido detenido en la pared, entonces ella se detuvo con los brazos cruzados y frunciendo el ceño.

–Muévete… –le dijo con una mueca en su boca.

–Oblígame –le reto.

–O te mueves…

–¿O qué?... ¿me vas acusar? –Madison se giró hacia la maestra que estaba ocupada hablando con una de sus compañeras, regreso su atención al moreno que le sonreía, no, no necesitaba de la maestra, ella podía sola.

–Habla…

–La última vez me dejaste con la palabra en la boca –Madison sonrió pero él avanzó, intentando intimidarla pero ella no se movió de su lugar –pero escucha bien lo que te voy a decir…

Madison espero a escuchar algo, aunque en realidad lo que hizo fue sentir la mano del moreno jalarla por la cintura y pegarla contra su ancho pecho, apenas tuvo tiempo mover sus manos porque lo siguiente que percibió fueron los labios de Ezra oprimir lo suyos contra su voluntad, lo quiso empujar pero la fuerza del muchacho la superaba limitándole movimiento y de repente como si su cuerpo lo quisiera, cedió al beso de un momento a otro: correspondió. Su corazón latió tan fuerte que lo escucho retumbar en sus oídos, siguió sin dudar el ritmo de la boca del moreno moverse contra la suya e incluso había dejado de forcejar hace un tanto, hasta que una extraña corriente eléctrica la recorrió de arriba abajo, erizando su piel, entonces el contacto desapareció dejándola impactada.

–Vez… solo necesitas cooperar –le murmuro muy de cerca a su rostro.

El moreno la soltó, alejándose a paso lento mientras Madison apenas se recuperaba del shock en que la había dejado y cuando pudo parpadear se dio cuenta de lo que había pasado; se llevó las manos a la boca y se limpió con fuerza ¿pero qué putas se creía ese cabrón? Quiso alcanzarle y patearle las pelotas por aprovechado, pero Ezra ya no estaba.

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