—¿Así vas a ir? —fueron las palabras de Manuel hacia su esposa.
La mujer esperaba esa noche con ansias, por fin iría a ver a uno de sus artistas favoritos a un concierto en vivo.
Había estado ahorrando lo más que podía para juntar para las entradas, desde que su esposo había regresado a trabajar. Antes no podía hacerlo porque todo su dinero se iba en gastos de la casa, realmente no le importaba porque era para su familia, pero no le quedaba ni para un chicle.
Él nunca la llevaría con su propio dinero, fue por eso que hizo el ahorro, por lo menos así, no tenía el pretexto que no tenía dinero para lujos.
Valeria se echó un vistazo a su atuendo, no veía que era lo que estaba mal, era verano, hacía calor y el concierto sería en un lugar cerrado, así que una blusa de tirantes anchos, unos jeans y botas bajas, no le parecieron nada mal para la ocasión.
Además de que se veía realmente hermosa, no necesitaba de mucho para resaltar sus facciones y su cuerpo. Justo eso era lo que le molestaba a su marido, otros hombres se fijaron en lo que era suyo.
Pero al parecer a su esposo no le había gustado, se sintió con el corazón oprimido, hacía mucho que no le decía ninguna cosa hiriente.
No sabía si en esta ocasión lo hacía a propósito por la alegría que ella tenía, o simplemente porque no quería perder la ocasión.
De cualquier manera, no quería que nada le opacara su día feliz, el día tan esperado después de tanto tiempo, así que trató de ignorar lo que había dicho, continúo realizando su maquillaje y cuando estuvo lista salió a la sala.
—Estoy lista, solo hay que llevar al niño con sus abuelos de paso al concierto —le dijo cuando llegó hasta donde estaba.
—Creí que vendrían a buscarlo —dio un resoplido molesto.
Ya mejor no volvió a decir palabra alguna, si seguía con cuestionamientos, lo más seguro sería que se regresaran a la casa por algún pleito en medio del tráfico.
Llegaron a donde los abuelos y solo Valeria se bajó y dejó al pequeño Noah de 7 años con sus ellos y ahora sí, la noche sería estupenda, fue lo que pensó.
Llegaron al lugar, la fila estaba un poco grande, tal vez serían como 50 metros de personas enfiladas, esperando entrar al concierto.
Valeria no pudo evitar mirar de reojo a su esposo, que con solo ver la fila ya había puesto cara de fuchi.
Avanzaron y se formaron, para suerte de Valeria, la fila avanzó rápido y como habían llegado temprano el lugar aún no estaba abarrotado.
Ella quería estar hasta la fila de enfrente para disfrutar al máximo, así que arrastró a su esposo a la primera fila, el concierto comenzó y la chica se divirtió como nunca, a pesar de la mala cara que tenía su marido.
Pasadas las tres de la madrugada estaban saliendo del lugar, fueron a cenar algo en un puesto de tacos, al parecer Manuel solo tenía hambre, después de eso se puso cariñoso con su esposa y aprovecharon el resto de la noche, al fin estaban solos en casa.
A la mañana siguiente Manuel no trabajaba, así que se quedaron un poco más en la cama, hasta que el hambre comenzó a perturbar el buen genio del señor.
Al parecer ese siempre era el problema, lo malo era que Valeria no lo sabía, si así hubiera sido, lo tendría en engorda y con los mejores platillos siempre dispuestos para el señor.
—Quiero café con un pan —fue más una orden que una petición, pero estaba más que acostumbrada a eso, así que solo se incorporó en la cama y avanzó a la cocina.
De cualquier manera, también necesitaba despabilarse un poco para poder comenzar con los quehaceres del hogar.
Irían a casa de sus padres ya por la tarde, ellos amaban a su pequeño nieto, así que querían disfrutarlo un poco más, además de que era el único, estaba más que consentido.
Llevó el café en una charola hasta la cama, pero tropezó con los pantalones que había en el piso. Siempre tenía cuidado con eso, ya que era muy común encontrarlos ahí.
Sin poder evitarlo, se fue de bruces contra el suelo derramando todo el café sobre la cama, alcanzando a quemar en el pecho a Manuel que seguía recostado sobre la cama mirando el televisor.
—¿Eres estup1da o que te pasa? —estaba furioso, se quitaba la camiseta caliente por el café de un tirón y se secaba el café a toda prisa.
Mientras que Valeria seguía de rodillas a un lado de la cama, dolorida de una rodilla por el impacto en el suelo.
—Perdón, no vi tu pantalón sobre el suelo, debes ponerlo en la silla que te coloqué a un lado de la cama —trataba de disculparse mientras soportaba el dolor.
—Acaso, ¿me estás culpando de tu ineptitud? —la miraba despectivamente, acusándola directamente de la quemadura que le había hecho el café.
—No, claro que no, es solo… —Mejor se ahorró su comentario, de cualquier manera, ella nunca tenía la razón en nada y siempre le salía por delante en sus peleas.
En lugar de protestar se puso de pie con dificultad ya que le dolía demasiado la rodilla.
Limpió el desorden y le pasó una camiseta limpia a su esposo, se retiró a preparar más café.
Estaba a punto de regresar a la habitación cuando sintió los pasos de Manuel acercándose hacia ella.
—Ya llevaba el café a la habitación —le dijo.
—¿Y arriesgarme a que me quemes nuevamente? No gracias, mejor aquí —se sentó en el comedor, sacó su teléfono y comenzó a verlo e ignorar a Valeria.
Ella se sentó al igual que él y desayunó en completo silencio, luego de un rato almorzaron algo y él se fue a la sala a seguir viendo televisión.
Valeria en cambio comenzó con las labores domésticas, aunque no era mucho lo que había que hacer, aprovecharía que no estaba su pequeño para ordenar todo.
Cuando estaba con Noah, siempre se tardaba más en terminar las labores, pero no podía permitir perderse de todo lo que el pequeño tenía que mostrarle. Desde un dibujo, hasta que lo acompañara a ver su caricatura favorita.
El día pasó sin más contratiempos, los esposos fueron a casa de los abuelos a buscar al pequeño, al siguiente día tendría que ir a la escuela.
—Espero no tarden en traer a este campeón muy pronto —les decía el abuelo Josué a la pareja.
—Claro que no suegro, el próximo fin de semana vendremos a visitarlos —le decía Manuel, de una manera amable.
En realidad, Manuel era amable con todos, solo con Valeria era un poco más tosco y renegado, cosa que no debería de ser. Si en verdad amas a la persona a tu lado, no la tratas así, pero no entremos en controversias… aún.
—Buen día —Saludó Valeria a su amiga, mientras entraba a la oficina.—Hola amiga — respondió contenta —sabes, ya tenemos fecha para los talleres que se cancelaron justo cuando te integraste a la empresa. —¿Mmmm? —le contestó sin prestarle absolutamente nada de atención.Estaba sumergida en el trabajo, si bien no era el trabajo que ella en verdad quería, tenía que poner todo el empeño en eso, dar lo mejor de sí.No fue hasta que sintió un chispazo de agua en la cara que reaccionó, miró a su amiga divertida por la broma que le jugó, traía un vaso con agua en una mano y la evidente humedad en la otra, con la que la había salpicado.—¡Oye! ¡Loca! —le decía entre risas —¡¿Qué te pasa?! —le reclamó, mientras limpiaba el agua.—Pues no me haces el mínimo caso —se defendió.—Es porque yo, si, estoy trabajando —le decía mientras iba a donde estaba la jarra del agua y se servía en un vaso.Tomó el contenido de este y cuando ya casi estaba por terminarlo, le lanzó el resto a su amiga, dejando e
Justo cuando estaban saliendo, Alejandro, el amigo de Ricardo, saludó a una vieja amiga de otros talleres.La curiosidad de Ricardo lo estaba asfixiando y no pudo evitar preguntarle a la Maritza.—¿Quién es ella? —dijo, mientras apuntaba discretamente con el dedo en dirección a Valeria, que se encontraba con otros compañeros.—Se llama Valeria, es nueva ¿Por? —la forma en que se lo preguntó, le decía que sospechaba cuál era la respuesta a esa pregunta.—Nada solo que no la había visto antes y es muy guapa —una verdad a medias, obviamente le había parecido atractiva, pero no lo admitiría delante de nadie la verdadera atracción que sentía hacia ella.—Así es, es el primer taller al que asiste y si es guapa… y casada, al igual que tú —sus palabras le sentaron como golpe en el estómago, de cualquier manera, tenía razón, no debía andar mirando mujeres si él tenía la de él en casa.—¿A qué viene eso? Yo solo preguntaba para saber quién era —mintió descaradamente y con cero convicción..Mari
—¿Quieres otro trago? —escucharlo hablar, le aflojaba las piernas a Valeria. La voz ronca y sensual, le parecía los más bellos del mundo. —S… si… claro —sólo pudo tartamudear eso porque la ponía demasiado nerviosa. A Ricardo le pareció graciosa la manera en que le respondió, pero escucharla, eso era música para sus oídos. Prácticamente todo le parecía perfecto en esa mujer, por lo menos lo poco que sabía de ella. Le preparó el trago, y comenzaron a platicar prácticamente sobre el taller, ya no había mucha gente, tal vez como seis personas, la mayoría ya se había retirado a sus habitaciones. —¿Qué es esa botella? —le preguntó curiosa. —Mezcal —le contestó él. —¿Me preparas uno de ese por favor? —la obedeció, aunque dudaba que sería sano que siguiera bebiendo y más si estaba bebiendo de todas las botellas que se encontraban en la mesita de la habitación. —Por supuesto —no tardó mucho en hacerlo, pensando en que sería el último que le ofrecía y pensando en persuadirla para que no
Entonces sin más que decir solo se besaron un rato más.—Esto no está bien… Esto no está bien… Esto no está bien… —Valeria repetía constantemente entre jadeos y besos.Pero no dejaba de tocarlo, de sentirlo, de extasiarse con el sabor de sus labios.Valeria metió las manos por debajo de la camiseta, acarició cada centímetro de piel mientras que estaban por explotar sus entrañas.Levantó el pedazo de tela hasta el pecho y comenzó a dejar un reguero de besos por toda el área, bajó por el abdomen hasta llegar a la orilla del pantalón, lo desabrochó, acarició sobre su ropa interior aquella erecci0n por unos momentos. Ella estaba bastante sorprendida, no era de las que tomaban ninguna iniciativa en ese aspecto, porque su marido lo consideraba vulgar.—No tienes que hacerlo —Ricardo le dijo, él pensó que ella lo hacía por compensar el hecho que ella no podía satisfacerlo de otro modo.—Quiero hacerlo —le contestó simple y continuó con su faena. Ricardo solo hizo la cabeza hacia atrás y susp
Verla partir, fue más difícil de lo que había pensado Ricardo, no sabía porque sentía ese vacío, solo había estado con ella una sola noche y prácticamente ni la conocía, aunque en el fondo sentía todo lo contrario.Aunque cada vez que la veía durante el día, quería ir hasta ella y tomarla ahí mismo, sobre las mesas de trabajo, verla irse, le causaba mucha aflicción.Las miradas cómplices sobraron ese día, pero se había dado cuenta de que algo le pasaba cuando se acercó hasta los directivos y luego salió a toda velocidad.Cuando la alcanzó y conversaron de lo que pasaba, fue que él mismo había sentido el balde de agua fría de la realidad.Ella estaba casada y se acababa de enterar que tenía un hijo, que todo estaría sobre eso y que él prácticamente salía sobrando.Pensó en su propia familia, la mujer que lo esperaba en casa y en sus hijas, pensando que algún día crecerían y no le gustarían que alguien le hiciera lo que él le estaba haciendo a su madre.Se pasó la mano por la cabeza, me
Pasaron los días, la verdad muy lentamente para Ricardo. Tenían bastante trabajo, pero con complicaciones con los directivos ya que no autorizaban ciertas cosas.Tuvieron una reunión junto con el ingeniero a cargo y los directivos, quería concentrarse, pero la verdad no podía, solo pensaba en ella.Al fin lograron llegar a un acuerdo, con el que les daban más trabajo, pero ambas partes quedaron conformes y se pusieron a trabajar en un nuevo proyecto.Para celebrar, se fueron a un bar de camino a la casa de Alejandro, estuvieron platicando y bebiendo unas cervezas.—Ricardo, ¿aún piensas en la chica de los cursos? —Era más que obvio.—La verdad si, a ti no te lo puedo negar y si no es a ti a quien le cuento ¿entonces a quién? —confiaba mucho en su amigo, solo él sabía de cómo lo traía esa chica.—Lo supuse, en ocasiones te veo pensativo, que, aunque estas concentrado, se nota que no es en lo laboral, pero hoy en la reunión te pasaste, parecía que solo eras un bulto sobre la silla — se
El cuerpo de Valeria se tensó al leer aquello, se quedó en tipo en shock, “¿quería verme?” pensó. sentía las mariposas revolotear en su estómago y su corazón latiendo a mil, ella también quería verlo.—¿De verdad quieres verme? —contestó, necesitaba estar segura, necesitaba que le confirmara y que no estaba en un sueño, como los que tanto había tenido, incluyéndolo a él.—Claro que sí, no tengo porque mentirte ¿y tú quieres verme? —él también tenía miedo de aquella respuesta, pero necesitaba saber.—Pues si quieres nos podemos ver un día de estos —escribió, pero dudaba en enviarlo o no. Luego de un par de minutos solo presionó enviar.Pasaron los minutos y no contestaba, ella pensó que no quería verla y sólo contestó por cortesía a los primeros mensajes. Casi una hora después, sonaba su celular otra vez.—Perdón por no contestar antes, es que llegó el ingeniero y pues estamos trabajando en un proyecto que tenemos que sacar esta semana, pero claro que quiero que nos veamos ¿a dónde te
Ricardo fue el primero en llegar, entró al estacionamiento y buscó con la mirada, al parecer ella aún no llegaba, habían quedado de verse ahí, para entrar juntos al restaurante.Salió del vehículo y se recargó a un costado de este, entonces fue que entró en su campo de visión, iba conduciendo y tomó un lugar un poco alejado de él, no se había percatado de que la observaban.Bajó y fue ahí que le sonrió a Ricardo, esa sonrisa lo derretía, le encantaba verla sonreír además de esa mirada hermosa, su expresión de felicidad era otra de las cosas que le encantaba de ella.Traía una blusa café con un escote pronunciado, donde se podía ver parte de sus senos, esos que lo habían vuelto loco en aquel closet, unos jeans pegaditos y zapatos negros con un tacón moderado, llevaba el cabello suelto, con unas delicadas ondas.Avanzó hasta donde estaba él, se saludaron con un beso en la mejilla que envió electricidad por todo su organismo, no querían soltarse, pero al estar en un lugar público, debían