Ahora hablemos un poco de Valeria. Ella es la típica ama de casa, la que está en su hogar atendiendo a los hijos y al marido, la que su rutina es la misma a diario en el trabajo más estresante y menos valorado de todo el mundo.
Había conocido a su esposo en el tiempo en que ella estaba en la preparatoria, él ya estaba por concluir la carrera de administración de empresas.
Al concluir la preparatoria comenzó un semi-escolarizado en pedagogía, quería ser maestra, pero luego de un tiempo Manuel le propuso matrimonio y ella decidió dejar de estudiar y dedicarse a la casa, ya que él le dijo que después él mismo le ayudaría a continuar estudiando.
Sin embargo, para sentirse útil, trabajaba y llevaba la casa, eso era realmente agotador, pero a ella le gustaba, cosa que a su marido no.
Hace algunos años trabajaba y se desarrollaba en el ámbito laboral en una empresa de lácteos, estaba creciendo, escalón por escalón, estaba casi donde quería, pero como la vida no es un cuento de hadas y en el mundo aún existe mucho machismo, pasaron cosas que si bien es cierto podía haber evitado, no lo hizo.
Las discusiones se hicieron frecuentes y todas comenzaban con el trabajo de la muchacha, después de mucho pensarlo tomó una decisión.
Aceptó dejar de trabajar para dedicarse al hogar, de cierta manera se sentía frustrada por hacerlo, pero no quería tener más problemas con su esposo de los que ya tenía a causa de ese tema.
Físicamente es una mujer guapa, alta, tez blanca, cabello castaño y lacio, unos ojazos claros que, aunque no llegan al verde, cambian su tonalidad dependiendo la ropa que lleva puesta.
Cuando era soltera tenía buen cuerpo, con el paso de los años ganó un poco de peso, pero nada de lo que no se pudiera encargar.
Intelectualmente es una persona dedicada, un poco perfeccionista, amorosa, cuando se entrega a algo o a alguien lo hace completa y tal vez eso ha sido su más gran error.
¿Por qué? Porque a veces entregarte por completo es la más grande debilidad de una persona, ella pensaba en lo que la gente dice, que debes dar amor sin esperar nada, la vida le había enseñado que eso no es verdad, porque no se puede ser feliz cuando solo tu das amor.
Cuando solo tú lo demuestras y no hay nada a cambio, ni palabras, ni hechos, pensaba que tal vez estuviera equivocada y solo había tomado malas decisiones en la vida.
Aunque dentro de esas decisiones estaba su hijo, el pequeño Noah. Se había embarazado rapidísimo después de su matrimonio, su pequeño había llegado a deslumbrar su mundo, así que era su adoración.
Era lo único por lo que permanecía así, sin insistir sobre un trabajo, estar al cuidado del pequeño le daba cierta satisfacción que llenaba el hueco de su vida profesional.
Pero ahora que ya estaba en la escuela, el tiempo la mataba, toda la mañana después de terminar sus labores domésticas se aburría demasiado, necesitaba una distracción.
Por un tiempo optó por vender dulces en el porche de la casa, le gustaba que los niños fueran a comprar y de esta manera se distraía y tenía un dinero extra para sus cosas.
A Manuel no le parecía aquello, así que terminó por dejarlo, había intentado un par de cosas más, pero nada, al final era lo mismo, disgustos que la verdad no quería.
Se vinieron tiempos duros en los que, por una enfermedad, Manuel cayó en cama, una enfermedad de los pulmones lo incapacitó para trabajar.
Las cuentas no se pagaban solas, así que Valeria tenía que entrar a trabajar cuanto antes, porque no solo era eso, sino la cuenta del hospital que se debía desde hace dos semanas, desde que le dieron el alta del mismo.
Había estado poco más de una semana internado con una grave neumonía, estaba demasiado enfermo y necesitaba tener reposo.
En la empresa donde trabajaba le dieron la incapacidad, pero el seguro apenas cubría las medicinas que le habían recetado, pero de su sueldo no era ni siquiera el 20 % de este.
No había más, tenía que buscar algún trabajo, recordó a su amiga Maritza, ella siempre la buscaba, aunque se habían distanciado hacía un par de meses porque ella no soportaba a Manuel.
No quería causarle molestias a su amiga, así que mejor se alejó. Pero en ese momento, no tenía a nadie más a quien recurrir, así que buscó su contacto y la llamó.
—¡Amiga, pero que milagro! —era la efusividad andante, era alegre y quería demasiado a Valeria.
Era una chica morena, alta, con unas caderas de infarto y unos rulos que ni eran rulos ni eran lacios, solo eran cabellos esponjosos como nubes.
—Muy bien, gracias ¿y tú? —respondió de la misma manera.
—Pues muy bien, pero a mí no me engañas ¿Qué quieres? ¿por fin te decidiste a dejar al ogro de tu marido? —Valeria solo rodó los ojos por las ocurrencias de su amiga.
—Bueno, pues me descubriste, necesito tu ayuda ¿aún están contratando en la empresa donde trabajas? —. El silencio se hizo del otro lado por un momento.
—¿Estás segura?, no quiero una desagradable discusión con tu marido por esto —le dijo seria.
Valeria comenzó a explicarle cómo es que estaba la situación y porque necesitaba el trabajo, a lo que su amiga la consoló y le prometió buscar algo para ella.
A los tres días de esa llamada, el celular de Valeria timbró, donde en la pantalla se distinguía el contacto de Maritza.
Tomó la llamada y para su fortuna, eran excelentes noticias, su amiga le había conseguido un trabajo justo junto a ella.
Era bastante difícil lograr eso, por lo regular, en ese tipo de empresas te daban el peor trabajo a las personas nuevas y tenías que subir por tu propio esfuerzo.
Había tenido suerte, solo esperaba que no le cambiara de la noche a la mañana.
Debía presentarse inmediatamente, ya que tendrían una capacitación grupal a la que no podía faltar.
De esas capacitaciones en las que te enseñan a atender a las personas, a empoderarte, a ser líder, es más, hasta a saber manejar tus emociones.
Así que decidida a todo, fue hasta donde se encontraba su esposo y habló seriamente con él, no estaba en condiciones de negarle que trabajara, él más que nadie sabía los gastos que se vinieron por su enfermedad.
Los ahorros se fueron a pagar la mayor parte de la cuenta en el hospital en donde había estado internado, y saber que no tenían de qué más vivir, terminó aceptando sin protestar el hecho de que su mujer regresara a trabajar.
Pero solo sería mientras él regresaba a su trabajo, lo cual no iba a ser pronto, las secuelas que había dejado la enfermedad en sus vías respiratorias no había sido poco, así que, se cuidaba o regresaría al hospital.
—Estoy lista —le dijo Valeria a su amiga en la puerta de su lugar de trabajo.
—Perfecto amiga, vamos, estaremos recibiendo solo una conferencia esta vez, cancelaron el taller que recibiríamos, aunque la verdad, prefiero los talleres, son más dinámicos que solo estar escuchando al ponente, tal como nos toca el dia de hoy —se quejaba la chica.
Ambas avanzaron y se sentaron casi en las sillas de atrás, recibieron la conferencia y comenzaron a trabajar.
Así pasaron un par de meses Valeria se empapó del trabajo, se movía como pez en el agua, ya su esposo se encontraba totalmente recuperado y no le había pedido que dejara de trabajar. Para ella, eso era muy bueno, estaba segura que pronto se daría cuenta de que estaban mejor si ambos trabajaban.
Solo esperaba que no comenzara a pedirle que dejara el trabajo, porque ya sabía que, si comenzaba con eso, al final de cuentas ella terminaba cediendo.
—¿Así vas a ir? —fueron las palabras de Manuel hacia su esposa.La mujer esperaba esa noche con ansias, por fin iría a ver a uno de sus artistas favoritos a un concierto en vivo.Había estado ahorrando lo más que podía para juntar para las entradas, desde que su esposo había regresado a trabajar. Antes no podía hacerlo porque todo su dinero se iba en gastos de la casa, realmente no le importaba porque era para su familia, pero no le quedaba ni para un chicle.Él nunca la llevaría con su propio dinero, fue por eso que hizo el ahorro, por lo menos así, no tenía el pretexto que no tenía dinero para lujos.Valeria se echó un vistazo a su atuendo, no veía que era lo que estaba mal, era verano, hacía calor y el concierto sería en un lugar cerrado, así que una blusa de tirantes anchos, unos jeans y botas bajas, no le parecieron nada mal para la ocasión.Además de que se veía realmente hermosa, no necesitaba de mucho para resaltar sus facciones y su cuerpo. Justo eso era lo que le molestaba a
—Buen día —Saludó Valeria a su amiga, mientras entraba a la oficina.—Hola amiga — respondió contenta —sabes, ya tenemos fecha para los talleres que se cancelaron justo cuando te integraste a la empresa. —¿Mmmm? —le contestó sin prestarle absolutamente nada de atención.Estaba sumergida en el trabajo, si bien no era el trabajo que ella en verdad quería, tenía que poner todo el empeño en eso, dar lo mejor de sí.No fue hasta que sintió un chispazo de agua en la cara que reaccionó, miró a su amiga divertida por la broma que le jugó, traía un vaso con agua en una mano y la evidente humedad en la otra, con la que la había salpicado.—¡Oye! ¡Loca! —le decía entre risas —¡¿Qué te pasa?! —le reclamó, mientras limpiaba el agua.—Pues no me haces el mínimo caso —se defendió.—Es porque yo, si, estoy trabajando —le decía mientras iba a donde estaba la jarra del agua y se servía en un vaso.Tomó el contenido de este y cuando ya casi estaba por terminarlo, le lanzó el resto a su amiga, dejando e
Justo cuando estaban saliendo, Alejandro, el amigo de Ricardo, saludó a una vieja amiga de otros talleres.La curiosidad de Ricardo lo estaba asfixiando y no pudo evitar preguntarle a la Maritza.—¿Quién es ella? —dijo, mientras apuntaba discretamente con el dedo en dirección a Valeria, que se encontraba con otros compañeros.—Se llama Valeria, es nueva ¿Por? —la forma en que se lo preguntó, le decía que sospechaba cuál era la respuesta a esa pregunta.—Nada solo que no la había visto antes y es muy guapa —una verdad a medias, obviamente le había parecido atractiva, pero no lo admitiría delante de nadie la verdadera atracción que sentía hacia ella.—Así es, es el primer taller al que asiste y si es guapa… y casada, al igual que tú —sus palabras le sentaron como golpe en el estómago, de cualquier manera, tenía razón, no debía andar mirando mujeres si él tenía la de él en casa.—¿A qué viene eso? Yo solo preguntaba para saber quién era —mintió descaradamente y con cero convicción..Mari
—¿Quieres otro trago? —escucharlo hablar, le aflojaba las piernas a Valeria. La voz ronca y sensual, le parecía los más bellos del mundo. —S… si… claro —sólo pudo tartamudear eso porque la ponía demasiado nerviosa. A Ricardo le pareció graciosa la manera en que le respondió, pero escucharla, eso era música para sus oídos. Prácticamente todo le parecía perfecto en esa mujer, por lo menos lo poco que sabía de ella. Le preparó el trago, y comenzaron a platicar prácticamente sobre el taller, ya no había mucha gente, tal vez como seis personas, la mayoría ya se había retirado a sus habitaciones. —¿Qué es esa botella? —le preguntó curiosa. —Mezcal —le contestó él. —¿Me preparas uno de ese por favor? —la obedeció, aunque dudaba que sería sano que siguiera bebiendo y más si estaba bebiendo de todas las botellas que se encontraban en la mesita de la habitación. —Por supuesto —no tardó mucho en hacerlo, pensando en que sería el último que le ofrecía y pensando en persuadirla para que no
Entonces sin más que decir solo se besaron un rato más.—Esto no está bien… Esto no está bien… Esto no está bien… —Valeria repetía constantemente entre jadeos y besos.Pero no dejaba de tocarlo, de sentirlo, de extasiarse con el sabor de sus labios.Valeria metió las manos por debajo de la camiseta, acarició cada centímetro de piel mientras que estaban por explotar sus entrañas.Levantó el pedazo de tela hasta el pecho y comenzó a dejar un reguero de besos por toda el área, bajó por el abdomen hasta llegar a la orilla del pantalón, lo desabrochó, acarició sobre su ropa interior aquella erecci0n por unos momentos. Ella estaba bastante sorprendida, no era de las que tomaban ninguna iniciativa en ese aspecto, porque su marido lo consideraba vulgar.—No tienes que hacerlo —Ricardo le dijo, él pensó que ella lo hacía por compensar el hecho que ella no podía satisfacerlo de otro modo.—Quiero hacerlo —le contestó simple y continuó con su faena. Ricardo solo hizo la cabeza hacia atrás y susp
Verla partir, fue más difícil de lo que había pensado Ricardo, no sabía porque sentía ese vacío, solo había estado con ella una sola noche y prácticamente ni la conocía, aunque en el fondo sentía todo lo contrario.Aunque cada vez que la veía durante el día, quería ir hasta ella y tomarla ahí mismo, sobre las mesas de trabajo, verla irse, le causaba mucha aflicción.Las miradas cómplices sobraron ese día, pero se había dado cuenta de que algo le pasaba cuando se acercó hasta los directivos y luego salió a toda velocidad.Cuando la alcanzó y conversaron de lo que pasaba, fue que él mismo había sentido el balde de agua fría de la realidad.Ella estaba casada y se acababa de enterar que tenía un hijo, que todo estaría sobre eso y que él prácticamente salía sobrando.Pensó en su propia familia, la mujer que lo esperaba en casa y en sus hijas, pensando que algún día crecerían y no le gustarían que alguien le hiciera lo que él le estaba haciendo a su madre.Se pasó la mano por la cabeza, me
Pasaron los días, la verdad muy lentamente para Ricardo. Tenían bastante trabajo, pero con complicaciones con los directivos ya que no autorizaban ciertas cosas.Tuvieron una reunión junto con el ingeniero a cargo y los directivos, quería concentrarse, pero la verdad no podía, solo pensaba en ella.Al fin lograron llegar a un acuerdo, con el que les daban más trabajo, pero ambas partes quedaron conformes y se pusieron a trabajar en un nuevo proyecto.Para celebrar, se fueron a un bar de camino a la casa de Alejandro, estuvieron platicando y bebiendo unas cervezas.—Ricardo, ¿aún piensas en la chica de los cursos? —Era más que obvio.—La verdad si, a ti no te lo puedo negar y si no es a ti a quien le cuento ¿entonces a quién? —confiaba mucho en su amigo, solo él sabía de cómo lo traía esa chica.—Lo supuse, en ocasiones te veo pensativo, que, aunque estas concentrado, se nota que no es en lo laboral, pero hoy en la reunión te pasaste, parecía que solo eras un bulto sobre la silla — se
El cuerpo de Valeria se tensó al leer aquello, se quedó en tipo en shock, “¿quería verme?” pensó. sentía las mariposas revolotear en su estómago y su corazón latiendo a mil, ella también quería verlo.—¿De verdad quieres verme? —contestó, necesitaba estar segura, necesitaba que le confirmara y que no estaba en un sueño, como los que tanto había tenido, incluyéndolo a él.—Claro que sí, no tengo porque mentirte ¿y tú quieres verme? —él también tenía miedo de aquella respuesta, pero necesitaba saber.—Pues si quieres nos podemos ver un día de estos —escribió, pero dudaba en enviarlo o no. Luego de un par de minutos solo presionó enviar.Pasaron los minutos y no contestaba, ella pensó que no quería verla y sólo contestó por cortesía a los primeros mensajes. Casi una hora después, sonaba su celular otra vez.—Perdón por no contestar antes, es que llegó el ingeniero y pues estamos trabajando en un proyecto que tenemos que sacar esta semana, pero claro que quiero que nos veamos ¿a dónde te