Los meses del embarazo pasaron rápido, ambos siguieron en la escuela con apoyo de sus padres, pero la relación entre los chicos no había estado del todo bien.
Ricardo insistía en que vivieran juntos, ahorrarse lo del alquiler de las casas donde vivían, él quería estar disfrutando cada etapa del embarazo de su chica, incluso si debía despertarse a media noche para ir a buscar algún antojo para ella.
La negativa de la chica era contundente, no la haría cambiar de opinión, así que desistió de la idea, por lo menos en ese momento.
Para finales del embarazo, la chica tuvo que dejar la escuela, era demasiado pesado y mucho estrés al que estaba sometida y no quería que eso le afectara a su bebe, así que decidieron que era lo mejor, tal vez después lo retomaría.
El día del parto llegó, está de más decir que los nervios carcomían a Ricardo en todo su ser, estaba feliz, pero ver cómo es que estaba sufriendo su mujer, le partía el corazón.
Después de varias horas en labor de parto, uno de los médicos salía a informar a la familia que ya había nacido una niña muy sana.
Todos en la sala estaban felices, se felicitaban por la llegada de la pequeña, los abuelos por ser abuelos, al padre por serlo ahora, todo era felicidad.
Ricardo continuó en la universidad, ahora que había nacido su hija, tenía más gastos y él no era de los que se quitaban la responsabilidad, así que estaba por tomar una de las decisiones más difíciles de su vida, estaba pensando en dejar la escuela.
Todo dependería de lo que Verónica le contestara respecto a la propuesta que tenía hacia ella, se lo diría el fin de semana, cuando fuera a verlas, la pequeña Vivian tenía tres meses de edad y él se estaba perdiendo gran parte de su desarrollo, así que no estaba dispuesto a seguir haciéndolo.
Llegó a casa de sus suegros que era donde ella estaba viviendo, los saludó, pero fue directo con sus mujeres, así le gustaba llamarlas.
Le dio un beso a Vero y luego tomó en brazos a la pequeña, tenía unos ojos hermosos, tenía la piel morena como su madre y la nariz igual a la de él, simplemente era perfecta.
Ya por la noche cuando al fin estaban solos en la habitación, él comenzó a hablarle de los planes que tenía.
—Amor, sé que te he presionado para que vivamos juntos…
—¡¿Ya vas a empezar?! —ni siquiera lo dejó terminar, no es que volviera a empezar con lo mismo, simplemente quería que ella entendiera que no quería perderse todo lo que pasaba en la vida de su hija.
—¡Es que no entiendo porque no quieres! —se exasperó Ricardo ante la obvia negativa.
—Es que no es el momento —para ella nunca sería el momento, la desilusión surcó su rostro, estaba dispuesto a dejar la escuela por estar juntos y dedicarles todo a ellas.
—¿Y cuándo será? Para ti nunca es el momento —se levantó de la cama un tanto enojado.
—No lo sé ¿sí? No me siento preparada para formar una familia con…
La mirada furiosa de Ricardo se posó sobre ella, ¿acaso estaba por decir lo que se estaba imaginando?
—Sabes que, cuando te sientas preparada me buscas, mientras tanto me voy —comenzó a decirle mientras se vestía.
—¿A dónde vas? —preguntaba la muchacha angustiada, ya era de noche y no quería que algo malo le pasara, su casa estaba del otro lado de la ciudad, debía conducir por lo menos una hora para llegar hasta allá.
—Se perfectamente identificar donde no me quieren, y ese lugar es precisamente aquí, me voy, solo te pido que cuides bien a mi hija y ten por seguro que nada le faltara, vendré a verla tanto como pueda.
Realmente estaba harto de la negativa de Vero, no entendía qué era lo que la detenía, no estaba estudiando, bien podía cuidar a la beba desde donde fuera, y que mejor junto a él, para poder disfrutar de ambas.
Pero como no había tenido una respuesta favorable por parte de su novia o exnovia, ahora ya ni sabía cómo llamarla, entonces decidió alejarse, tal vez eso era lo que ella quería y no se atrevía a decírselo.
Verónica no era mala, simplemente no se veía como una esposa y formar una familia. Adoraba a su hija, pero tampoco había estado en sus planes tener hijos y eso simplemente no podía decirlo, porque no sabía si Ricardo lo entendería.
Se limitaron a llamadas para saber de la niña, Ricardo las visitaba cada que podía y solamente se dedicaba a su hija, un par de ocasiones la llevaba a con su madre, era la abuela más cariñosa y adoraba a su nieta.
Así pasaron más de seis meses, donde él se dedicaba a la escuela y a su hija, donde ya no había insistido más en que Verónica lo aceptara y mucho menos en que se fuera con él. Simplemente había dejado la relación a un lado.
—¿Podemos hablar? —le dijo Verónica un día, en una de las visitas que le hacía a la pequeña.
Ricardo asintió y salieron al jardín de la casa con la niña en brazos, la colocó sobre una colchita en el pasto y se sentó a jugar con ella ahí, mientras Verónica hablaba.
—¿Aún me amas? —la pregunta lo tomó por sorpresa.
Era una pregunta fácil de responder, aun la amaba con locura, amaba a su hija y deseaba formar una familia con ellas.
—No entiendo la finalidad de tu pregunta —le dijo sin expresión en el rostro.
—Es que yo no he dejado de amarte y quiero pedirte perdón por lo tonta que he sido —lo miró con los ojos humedecidos por las lágrimas a punto de salir.
—¿Qué es lo que tendría que perdonarte exactamente? —sabía perfectamente a qué se refería, pero quería que ella usara sus propias palabras para decírselo.
—Por hacer que te alejaras, perdóname por rechazar tu propuesta, ¡por todo! —se llevó las manos al rostro mientras sollozaba. Pensaba en lo egoísta que había sido, que su hija creciera lejos de su padre la mataba. Pero seguía pensando en que ella, no estaba hecha para el hogar.
—Ya, amor, no he dejado de amarte y si aún quieres, podemos platicar la propuesta que te hice, yo aún quiero formar una familia con ustedes.
Conversaron lo que tenían que conversar y en dos meses ya estaba instalada en una casita cerca de la universidad, de esta manera él podía seguir estudiando y estarían juntos.
Él se graduó después de un tiempo, pero no consiguió trabajo de su profesión, las cosas estaban tan difíciles en esos momentos que tomó el primer trabajo que le ofrecieron, era en una compañía china, de fabricación de parte es de autos, nada que ver con lo que era su profesión, pero no había de otra.
Comenzó trabajando en uno de los puestos más pesados, empacar y embodegar, pero gracias a su intelecto y ganas de trabajar, poco a poco fue subiendo de puesto hasta que se convirtió en el asistente y mano derecha de uno de los ingenieros.
En casa, las cosas no siempre eran miel sobre hojuelas, las peleas no se hicieron esperar, una razón, fue el hecho de que ella quería regresar a estudiar, pero la falta de dinero se lo impedía.
Fue entonces que ella también comenzó a trabajar, reduciendo su mundo a dos cosas: su trabajo y su hija.
Una noticia en particular, fue la que los hizo reflexionar acerca de la vida que estaban teniendo, las peleas eran cada vez más frecuentes, no solo por la lejanía como pareja que estaban teniendo, si no por cada mínima cosa en la que no estaban de acuerdo.
Y esa noticia fue que estaba embarazada nuevamente, ahora tendría otra niña, esta vez sí quisieron saber el sex0 antes de que naciera, fue entonces que trataron de estar mejor, por ellos y por sus hijas.
Y así fue, por lo menos por un tiempo.
Ahora hablemos un poco de Valeria. Ella es la típica ama de casa, la que está en su hogar atendiendo a los hijos y al marido, la que su rutina es la misma a diario en el trabajo más estresante y menos valorado de todo el mundo.Había conocido a su esposo en el tiempo en que ella estaba en la preparatoria, él ya estaba por concluir la carrera de administración de empresas.Al concluir la preparatoria comenzó un semi-escolarizado en pedagogía, quería ser maestra, pero luego de un tiempo Manuel le propuso matrimonio y ella decidió dejar de estudiar y dedicarse a la casa, ya que él le dijo que después él mismo le ayudaría a continuar estudiando.Sin embargo, para sentirse útil, trabajaba y llevaba la casa, eso era realmente agotador, pero a ella le gustaba, cosa que a su marido no.Hace algunos años trabajaba y se desarrollaba en el ámbito laboral en una empresa de lácteos, estaba creciendo, escalón por escalón, estaba casi donde quería, pero como la vida no es un cuento de hadas y en el
—¿Así vas a ir? —fueron las palabras de Manuel hacia su esposa.La mujer esperaba esa noche con ansias, por fin iría a ver a uno de sus artistas favoritos a un concierto en vivo.Había estado ahorrando lo más que podía para juntar para las entradas, desde que su esposo había regresado a trabajar. Antes no podía hacerlo porque todo su dinero se iba en gastos de la casa, realmente no le importaba porque era para su familia, pero no le quedaba ni para un chicle.Él nunca la llevaría con su propio dinero, fue por eso que hizo el ahorro, por lo menos así, no tenía el pretexto que no tenía dinero para lujos.Valeria se echó un vistazo a su atuendo, no veía que era lo que estaba mal, era verano, hacía calor y el concierto sería en un lugar cerrado, así que una blusa de tirantes anchos, unos jeans y botas bajas, no le parecieron nada mal para la ocasión.Además de que se veía realmente hermosa, no necesitaba de mucho para resaltar sus facciones y su cuerpo. Justo eso era lo que le molestaba a
—Buen día —Saludó Valeria a su amiga, mientras entraba a la oficina.—Hola amiga — respondió contenta —sabes, ya tenemos fecha para los talleres que se cancelaron justo cuando te integraste a la empresa. —¿Mmmm? —le contestó sin prestarle absolutamente nada de atención.Estaba sumergida en el trabajo, si bien no era el trabajo que ella en verdad quería, tenía que poner todo el empeño en eso, dar lo mejor de sí.No fue hasta que sintió un chispazo de agua en la cara que reaccionó, miró a su amiga divertida por la broma que le jugó, traía un vaso con agua en una mano y la evidente humedad en la otra, con la que la había salpicado.—¡Oye! ¡Loca! —le decía entre risas —¡¿Qué te pasa?! —le reclamó, mientras limpiaba el agua.—Pues no me haces el mínimo caso —se defendió.—Es porque yo, si, estoy trabajando —le decía mientras iba a donde estaba la jarra del agua y se servía en un vaso.Tomó el contenido de este y cuando ya casi estaba por terminarlo, le lanzó el resto a su amiga, dejando e
Justo cuando estaban saliendo, Alejandro, el amigo de Ricardo, saludó a una vieja amiga de otros talleres.La curiosidad de Ricardo lo estaba asfixiando y no pudo evitar preguntarle a la Maritza.—¿Quién es ella? —dijo, mientras apuntaba discretamente con el dedo en dirección a Valeria, que se encontraba con otros compañeros.—Se llama Valeria, es nueva ¿Por? —la forma en que se lo preguntó, le decía que sospechaba cuál era la respuesta a esa pregunta.—Nada solo que no la había visto antes y es muy guapa —una verdad a medias, obviamente le había parecido atractiva, pero no lo admitiría delante de nadie la verdadera atracción que sentía hacia ella.—Así es, es el primer taller al que asiste y si es guapa… y casada, al igual que tú —sus palabras le sentaron como golpe en el estómago, de cualquier manera, tenía razón, no debía andar mirando mujeres si él tenía la de él en casa.—¿A qué viene eso? Yo solo preguntaba para saber quién era —mintió descaradamente y con cero convicción..Mari
—¿Quieres otro trago? —escucharlo hablar, le aflojaba las piernas a Valeria. La voz ronca y sensual, le parecía los más bellos del mundo. —S… si… claro —sólo pudo tartamudear eso porque la ponía demasiado nerviosa. A Ricardo le pareció graciosa la manera en que le respondió, pero escucharla, eso era música para sus oídos. Prácticamente todo le parecía perfecto en esa mujer, por lo menos lo poco que sabía de ella. Le preparó el trago, y comenzaron a platicar prácticamente sobre el taller, ya no había mucha gente, tal vez como seis personas, la mayoría ya se había retirado a sus habitaciones. —¿Qué es esa botella? —le preguntó curiosa. —Mezcal —le contestó él. —¿Me preparas uno de ese por favor? —la obedeció, aunque dudaba que sería sano que siguiera bebiendo y más si estaba bebiendo de todas las botellas que se encontraban en la mesita de la habitación. —Por supuesto —no tardó mucho en hacerlo, pensando en que sería el último que le ofrecía y pensando en persuadirla para que no
Entonces sin más que decir solo se besaron un rato más.—Esto no está bien… Esto no está bien… Esto no está bien… —Valeria repetía constantemente entre jadeos y besos.Pero no dejaba de tocarlo, de sentirlo, de extasiarse con el sabor de sus labios.Valeria metió las manos por debajo de la camiseta, acarició cada centímetro de piel mientras que estaban por explotar sus entrañas.Levantó el pedazo de tela hasta el pecho y comenzó a dejar un reguero de besos por toda el área, bajó por el abdomen hasta llegar a la orilla del pantalón, lo desabrochó, acarició sobre su ropa interior aquella erecci0n por unos momentos. Ella estaba bastante sorprendida, no era de las que tomaban ninguna iniciativa en ese aspecto, porque su marido lo consideraba vulgar.—No tienes que hacerlo —Ricardo le dijo, él pensó que ella lo hacía por compensar el hecho que ella no podía satisfacerlo de otro modo.—Quiero hacerlo —le contestó simple y continuó con su faena. Ricardo solo hizo la cabeza hacia atrás y susp
Verla partir, fue más difícil de lo que había pensado Ricardo, no sabía porque sentía ese vacío, solo había estado con ella una sola noche y prácticamente ni la conocía, aunque en el fondo sentía todo lo contrario.Aunque cada vez que la veía durante el día, quería ir hasta ella y tomarla ahí mismo, sobre las mesas de trabajo, verla irse, le causaba mucha aflicción.Las miradas cómplices sobraron ese día, pero se había dado cuenta de que algo le pasaba cuando se acercó hasta los directivos y luego salió a toda velocidad.Cuando la alcanzó y conversaron de lo que pasaba, fue que él mismo había sentido el balde de agua fría de la realidad.Ella estaba casada y se acababa de enterar que tenía un hijo, que todo estaría sobre eso y que él prácticamente salía sobrando.Pensó en su propia familia, la mujer que lo esperaba en casa y en sus hijas, pensando que algún día crecerían y no le gustarían que alguien le hiciera lo que él le estaba haciendo a su madre.Se pasó la mano por la cabeza, me
Pasaron los días, la verdad muy lentamente para Ricardo. Tenían bastante trabajo, pero con complicaciones con los directivos ya que no autorizaban ciertas cosas.Tuvieron una reunión junto con el ingeniero a cargo y los directivos, quería concentrarse, pero la verdad no podía, solo pensaba en ella.Al fin lograron llegar a un acuerdo, con el que les daban más trabajo, pero ambas partes quedaron conformes y se pusieron a trabajar en un nuevo proyecto.Para celebrar, se fueron a un bar de camino a la casa de Alejandro, estuvieron platicando y bebiendo unas cervezas.—Ricardo, ¿aún piensas en la chica de los cursos? —Era más que obvio.—La verdad si, a ti no te lo puedo negar y si no es a ti a quien le cuento ¿entonces a quién? —confiaba mucho en su amigo, solo él sabía de cómo lo traía esa chica.—Lo supuse, en ocasiones te veo pensativo, que, aunque estas concentrado, se nota que no es en lo laboral, pero hoy en la reunión te pasaste, parecía que solo eras un bulto sobre la silla — se