El cuerpo de Valeria se tensó al leer aquello, se quedó en tipo en shock, “¿quería verme?” pensó. sentía las mariposas revolotear en su estómago y su corazón latiendo a mil, ella también quería verlo.—¿De verdad quieres verme? —contestó, necesitaba estar segura, necesitaba que le confirmara y que no estaba en un sueño, como los que tanto había tenido, incluyéndolo a él.—Claro que sí, no tengo porque mentirte ¿y tú quieres verme? —él también tenía miedo de aquella respuesta, pero necesitaba saber.—Pues si quieres nos podemos ver un día de estos —escribió, pero dudaba en enviarlo o no. Luego de un par de minutos solo presionó enviar.Pasaron los minutos y no contestaba, ella pensó que no quería verla y sólo contestó por cortesía a los primeros mensajes. Casi una hora después, sonaba su celular otra vez.—Perdón por no contestar antes, es que llegó el ingeniero y pues estamos trabajando en un proyecto que tenemos que sacar esta semana, pero claro que quiero que nos veamos ¿a dónde te
Ricardo fue el primero en llegar, entró al estacionamiento y buscó con la mirada, al parecer ella aún no llegaba, habían quedado de verse ahí, para entrar juntos al restaurante.Salió del vehículo y se recargó a un costado de este, entonces fue que entró en su campo de visión, iba conduciendo y tomó un lugar un poco alejado de él, no se había percatado de que la observaban.Bajó y fue ahí que le sonrió a Ricardo, esa sonrisa lo derretía, le encantaba verla sonreír además de esa mirada hermosa, su expresión de felicidad era otra de las cosas que le encantaba de ella.Traía una blusa café con un escote pronunciado, donde se podía ver parte de sus senos, esos que lo habían vuelto loco en aquel closet, unos jeans pegaditos y zapatos negros con un tacón moderado, llevaba el cabello suelto, con unas delicadas ondas.Avanzó hasta donde estaba él, se saludaron con un beso en la mejilla que envió electricidad por todo su organismo, no querían soltarse, pero al estar en un lugar público, debían
Entre besos y abrazos fueron avanzando hasta donde había un sillón, se recostaron, quedando Ricardo sobre ella, apoyándose en uno de sus antebrazos.Ricardo tomó el control, desabotono los jeans de Valeria, besaba su cuello, bajando lentamente hacia sus pechos.Metió una mano en su espalda y desabrochó el sostén, dejando al descubierto sus sen0s turgentes por la exitaci0n, los acarició, deslizó el pulgar por el pez0n, haciéndola gemir de placer.Mientras que las manos de Valeria, se extendieron por el pecho y espalda de él. Se miraron a los ojos, había complicidad, pasión, entrega, estaba el deseo prohibido y eso lo hacía aún más placentero.Ricardo siguió con el reguero de besos, bajando nuevamente a las montañas con aureola rosada, metió una en su boca, chupando, lamiendo, amasando con delicadeza, mientras que atendía la otra con una de sus manos.La mano libre, quitaba cada prenda que estorbaba, cada escudo entre ellos que le impedía sentir su piel caliente.Él tenía completamente
Ella solo abrió los ojos como platos. No dijo nada, era algo extraño, ¿cómo podía amar a alguien que no conocí? ¿a alguien que solo había mirado dos veces?Después de eso, ya no cruzaron palabras hasta que llegaron al estacionamiento del “Bianchi”, de ahí solo se despidieron como dos compañeros de trabajo.Se besaron en la mejilla y Valeria salió del coche, dirigiéndose al propio, sentía su mirada sobre ella. Llegó a su coche, al subir, se miraron y sonrieron como tontos, de ahí cada uno tomó su camino.Valeria seguía dándole vueltas al asunto, al volver a la realidad sentía remordimiento de lo que había hecho, pero al mismo tiempo se sentía feliz, como hacía muchos años no se sentía, eran dos sentimientos opuestos que luchaban el uno con el otro por sobrevivir.Se dirigió a su lugar de trabajo, tenía que sacarlo de mi sistema, tanta felicidad simplemente no le cabían.De camino, le marcó a Maritza para avisarle que la recogería en el trabajo, cuando llegó no tardó mucho en salir y ab
—Hola chicas. ¿Cómo están? —las saludó a ambas, pero siempre poniendo más atención en “su niña”.—Bien y ¿Tú? —le dijo Maritza.—Bien gracias Maritza.Después fue el turno de Valeria, lo besó en la mejilla, aspiró su aroma, esa costumbre rara que ella tenía.Olía tan delicioso, con la piel en su rostro casi no podía contener las ganas de colgarse a su cuello y plantarle un mega beso ahí mismo frente a todos.Pero está de más decir que no se podía, solo terminaron de saludar igual que su amiga y lo invitaron a su mesa, luego de un rato Alex se les unía.Luego de desayunar pasaron al salón donde se daría el taller, estuvo algo tedioso, les dieron un receso de veinte minutos los cuales no desaprovecharon.Por medio de mensajes se pusieron de acuerdo para subir al segundo piso, la necesidad de sentirse era demasiada, parecían dos adolescentes.Él se encontraba del otro lado del salón, junto con otros compañeros haciendo equipo en una de las actividades.Ella tenía más fácil acceso a salir
Ricardo había decidido tomar una ducha ya muy tarde, luego de un extenso día de trabajo. Dejó sus cosas en la habitación, incluyendo su celular y avanzó al baño.Tomó una larga ducha pensando en Valeria y en lo que le había dicho hacía un par de semanas, ya tenían varios días en lo que no lograron verse y eso le molestaba bastante.Solo le había enviado un par de mensajes durante el día, y fue ahí que como un flash, un pensamiento pasó por su mente… no había borrado la conversación.Salió a toda prisa del baño, pero justo lo que creyó… eso mismo estaba pasando.Llegó a su habitación y encontró a su mujer con el teléfono en la mano con el rostro desencajado.Podía notar mucho en esa sola expresión: enojo, decepción, tristeza, coraje, impotencia…—¡¿Qué significa esto Ricardo?! —lo increpó en cuanto la respiración se lo permitía, estaba muy dolida y tenía bastante razón.—¿De qué hablas? —él trataba de hacerle creer que nada pasaba, pero ella tenía pruebas y las tenía en sus manos.—¡¿C
Pasaron cinco días demasiado largos. Roberto había hablado con Ricardo, no sabía cómo ayudar en todo esto, lo único que le propuso fue que él hablaría con Vero, para que aceptara conversar las cosas y llegar a un acuerdo.Ella aceptó y tuvieron una charla larga y dolorosa, dentro de todo, él también le externó la falta de atención que sentía por falta de ella.Ella por su parte, le dijo sus necesidades y sentimientos.Ricardo nunca desmintió la versión de que solo habían sido mensajes, lo que sostenía con Valeria. Nadie nunca sabrá si Verónica le creyó o simplemente decidió dejarlo pasar.De esta manera, le permitió regresar a casa, no sin antes ponerle un ultimátum, en el cual era más que obvio lo que pedía, si encontraba la más mínima señal de infidelidad, lo mandaría al mismísimo infiern0, sin boleto de retorno.Verónica aceptó algunos de los reclamos de Ricardo, pero pensaba demasiado en su hijo, además ella estaba enamorada de su esposo, o por lo menos eso creía.Valeria no sabía
Han pasado poco más de siete años desde que Valeria y Ricardo se conocieron. Siempre se recuerdan y se extrañan. Pero esos sentimientos se intensificaron más para Valeria un día en particular.Le había pasado algo curioso, fue a la boda de uno de sus primos, cuando de repente el viento le llevó un aroma que reconoció de inmediato.Muchas cosas pasaron por su mente, era el aroma a su perfume, sintió como volaban esas mariposas en su estómago como si fuera una adolescente, tal cual como le pasaba en aquel tiempo.Se giró de inmediato, para su decepción era uno de sus primos. Después ella misma se burlaba por pensar que era él y que estuviera ahí, eso es prácticamente imposible, sacudió un poco la cabeza negando, pero en el fondo le gustó recordarlo, aunque fuera de esa manera.Muchas cosas se lo recordaban, pero últimamente muchas más. La semana anterior, su hermana la invitó a desayunar y fue en aquel lugar en donde él la invitó por primera vez, ese restaurante italiano llamado “Bian