—¿Ya lo olvidaste por completo? —Esa pregunta era fácil de contestar, pero no estaba segura de querer hacerlo.—¿Quién pregunta? Jajá. Creo que nunca se me va a olvidar, pero es algo que pasó y lo recuerdo como algo maravilloso —y esa era la verdad, ya no le importaba quién estaba detrás del perfil, si era su esposa o si era él, esa era la verdad.—Él tampoco te ha olvidado —Valeria, podía sentir que era él quien escribía.Eso hizo que las mariposillas traviesas volvieran a revolotear, ¿sería verdad?—¿Cómo sabes? —la increpó.—Amiga, somos muy buenos amigos, me platica todoooo, también guarda muy lindos recuerdos tuyos —eso no lo dudaba, recuerdos bonitos había muchísimos, desde los pequeños detalles en mensajes, hasta las sesiones de pasi0n que tenían.Ahora casi estaba segura de que era él. Aunque la manera de escribir y las cosas que le decía, no se parecían tanto a como lo hacía él, pero habían pasado muchísimos años, eso podría cambiar, ¿no?Después de algunos mensajes más, se d
—Si claro, dime —respondió.—La primera… ¿Tuviste en algún momento alguna relación (no de amigos) con Ricardo? Se sincera por favor, yo lo he sido —era un piso peligroso, tal vez, aunque hubieran tenido algo, no lo admitiría.—Jajaja, a lo más que llegamos un día fue a un par de besos, fue todo —Valeria sintió el estómago revolverse. Celos, eso sentía. Con su esposa era diferente, eran celos, pero sabía que no tenía de otra, con esa mujer era diferente.—Ok, va la segunda. Siempre he tenido la espinita de que no eres quien dices ser, podrías ser él, o quien sea. Nunca te he escuchado, nunca te he mirado, tu foto es un dibujo, ¿me entiendes? —Claro que entendía, no pudo ser más clara y más directa con sus preguntas.—Si bien es cierto este es un segundo perfil, no hago mucho movimiento en este, lo que sí te aseguro que no soy él —¿y eso era verdad? ¿La chica detrás del perfil era amiga de Ricardo? Tal vez, una amiga que lo estimaba mucho y que, gracias a todas esas pláticas sobre Valer
Por vacaciones, las hermanas de Manuel se encontraban de visita en su casa. Entonces, Valeria aprovechó para que ellas le echaran la mano y lo convencieran de que no tenía nada de malo empezar a trabajar nuevamente. Además, de que algo de dinero extra, no les vendría nada mal.Después de la comida, se quedaron todos en la sobremesa platicando, fue cuando Val aprovechó.—Manuel, fíjate que me habló uno de mis profes de cuando iba a la prepa y me dijo de un trabajo muy bueno ¿Cómo ves? —le decía desentendida mientras levantaba los platos de la mesa.—¿De qué o qué? —Tenía su atención. Pero en el ceño fruncido se leía la inconformidad por la propuesta.—Es en la Secretaría de Educación, es un trabajo de secretaria —continuaba sin mirarlo.Sus cuñadas si estaban contentas por ella y por la oportunidad que se le presentaba, incluso la felicitaron y le dijeron a Manuel que tenía una gran mujer, pero su esposo no dijo nada, se le veía en el rostro su descontento.Ya después, cuando estaban e
—Oye, fíjate que me ofrecieron un nuevo puesto en el trabajo —le dijo un poco nerviosa, sabía perfectamente lo que le contestaría.—¿O sí? Y ¿de qué? —lo sintió indiferente mientras veía su teléfono celular.—Verás, es una supervisión, la verdad está muy bueno el sueldo, son mejores prestaciones… —quería llegarle por la parte del dinero, para ver si así, esperaba que le resultara más atractiva la oferta y no se opusiera a nada.—Sí, y también es perder más tiempo allá y descuidar más a tu familia —ella solo cerró los ojos y apretó la mandíbula. Creyó que ya casi estaba del otro lado, pero se equivocó.—No tiene por qué ser así. Hasta ahora he podido con todo y no quiero perder esta oportunidad —la mirada de súplica era sobreactuada, Sí que quería el puesto, pero necesitaba todas sus artimañas para lograr lo que quería.—Pues como quieras —le dijo con sarcasmo, con el tono de voz que ella conocía perfectamente y con el que le quería decir que no. Aún así, ella estaba decidida a aceptar
¡Hay dios! Era Ricardo. Aunque no le había enviado nunca mensaje, conservó su número, le gusta lo que siente cada vez que le envía mensajes, parece siempre como si fuera la primera vez.¿Qué sí le contestó? Claro que lo hizo, moría por saber cómo estaba. Comenzaban a jugar con fuego una vez más.—Hola, bien, ¿y tú? —demasiado formal para lo que había pasado.—Bien gracias, —los mensajes sonaban tanto a él, se sentían relajados, pero un poco melancólicos —. ¿Puedo marcarte?, me gustaría escucharte.—Sí, claro —respondió ella, e inmediatamente contestó la llamada que entraba en su teléfono.— ¿Qué has hecho? —lo escuchó y pudo sentir la emoción dentro de ella, queriendo salir por todos los poros de su piel. —Pues en todo este tiempo que desapareciste, solo la novedad es que estoy trabajando nuevamente —no había una cosa que le gustara más, que compartir sus logros con él, siempre la animaba y felicitaba por eso.—Mira que bien, y ¿en qué trabajas? Pero antes, déjame decirte que la des
Así lo hizo. La espero, verla subir hasta él le alegraba la vida. No era una alucinación, estaba frente a él, una vez más.—¿Te puedo abrazar? —le preguntó ella, cuando llegó frente a él.—¡Claro! —le abrió los brazos invitándola a hacerlo.Aquel abrazo fue cálido, significativo, tierno, con añoranza.Se podían percibir tantos sentimientos en tan poco tiempo. Ricardo le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de su boca y ella se perdía en el hueco de su cuello, percibiendo aquel olor que tanto había extrañado.Querían extender aquel momento lo más posible. Sus cuerpos transmitían todo lo que sentían. Hubo algo que asustó un poco a Ricardo y era que todo lo que había llegado a sentir por aquella mujer, seguía intacto.Se había torturado pensando en que la usaba como tabla de salvación, pero verdaderamente eso era lo que era para él, su salvación de una vida que no quería, de una vida en la que no era feliz.Sentían el calor de sus cuerpos mezclarse. Ricardo pegó su rostro
Por fin, había terminado su carrera en pedagogía. Entre sacrificios y malos ratos que le daba su esposo, porque no veía cuando terminaría de estudiar.Luego de un tiempo, el profesor Román y el profesor Jorge, la habían animado a que continuara con la maestría. Sabían que era capaz de lo que se propusiera y terminaron convenciéndola de hacerlo.Siempre había querido estar frente a un grupo de alumnos, ese era en realidad su sueño. Aunque, la situación la había llevado a solo estar en oficinas, algún día lo haría, era un deseo por cumplir.La felicidad por terminar una etapa más de estudios, no se comparaba en lo más mínimo con lo que sentía en esos momentos.El reencuentro la había dejado feliz y con la pila recargada. En ese momento, sentía que nada podría opacar su felicidad. Además, había aprendido a manejar más a su marido, a no dejar que lo que le dijera le afectara como antes.Una serie de preguntas similares eran las que le hacían a Ricardo.—Pa’ ¿Ganó tu equipo favorito de fút
Tras la puerta de aquel cuarto, el ambiente era de pura pasión. Las manos de Ricardo se clavaban en los muslos de Valeria, empotrándola contra la pared.Ella con las piernas enredadas en su cintura y atacando sus labios con muchísima lujuri@.La ropa salió volando en segundos, la tomó en sus brazos y la llevó para sentarla sobre el tocador que estaba frente a la cama.Repartía besos en su clavícula, su barbilla, hasta llegar a sus dulces labios, esos que lo volvían loco, los que tanto había extrañado.Ella colocó sus manos sobre el mueble y se echó un poco hacia atrás, dándole espacio a su amado para que la recorriera con mayor facilidad, todo lo que él quisiera.Ni tardo ni perezoso, él se pegó de uno de sus pez0nes, acariciándolo con la lengua, haciéndola gemir de puro gusto. Lo chupaba suavemente mientras atendía al otro con una de sus manos.Ella lo observaba con vehemencia, mojándose ante tal vista y ante las sensaciones que le estaba provocando.Extrañaba tanto esos labios que l