Las palabras de Valeria, resonaban en la cabeza de su esposo. Era justo lo que temía y se estaba haciendo realidad.“¿Acaso era verdad lo que le había afirmado Valeria? ¿Él tampoco la amaba ya?” pensaba.—¿Estás segura? —quería que le dijera que no, él no lo estaba, necesitaba que se dieran una última oportunidad.—Hace mucho, estoy segura de que no te amo de la manera en la que lo hacía y no me malentiendas. Te aprecio, eres el padre de mis hijos, pero ya no es como antes, nunca dije nada porque simplemente… tenía miedo —pero ahora se sentía liberada.Sentía que le habían quitado mil pesas de encima, se sentía liviana, aun mirando que, para Manuel, las cosas eran totalmente diferentes.Pero ya había dado el primer paso y hacia atrás no daría ninguno.Ya no estaba dispuesta en pensar en los demás antes que en ella y este era el principio para hacerlo.—Una última vez, por favor —la tomó de las manos y con ojos llorosos y suplicantes le pedía aquello que, para ella, hacía mucho que hab
Las cosas entre Manuel y ella se habían puesto insoportables. Para su fortuna, ya no tenía por qué lidiar con él, cuando iba por los chicos ellos salían y no tenía que verle la cara. Había tratado de evitar que las cosas llegaran a este punto, solo que simplemente, él no aceptaba la realidad.Después de poner en orden su vida, se dedicó de lleno al trabajo y a sus hijos, Ya había pedido su plaza para dar clases, se había especializado en escuela secundaria y para su buena suerte, le habían dado un lugar dentro de la misma ciudad y no muy lejos de su casa.Estaba haciendo lo que realmente quería, lo que había soñado toda su vida, lo que le hubiera gustado que su esposo la apoyara y tal vez, en el mejor de los casos, aún estarían juntos.Pero era inútil ya pensar en eso. Las cosas habían sido diferentes y no le quedaba más que poner lo mejor de ella para seguir creciendo y ser feliz.Miles de cosas le recordaban a Ricardo, la música principalmente. Escuchando la radio un día al ir a su
Frente a ella, estaba Ricardo. Su Ricardo. Las canas lo habían hecho aún más guapo que como lo recordaba, los años le habían sentado de maravilla.—Ri… Ricardo… ¿Cómo es posible? —se llevó las manos a la boca y los ojos se le cristalizaron de inmediato.—Yo lo hice posible, si yo… por aquí… —le decía Maritza haciendo ademanes para llamar su atención.Él no articuló palabra alguna, simplemente se acercó a ella sonriendo, la tomó de los hombros y la acercó a su pecho. La rodeó completamente con sus brazos y la apretó en el más posesivo de los abrazos.—Te extrañé tanto durante estos largos años —fue lo único que le dijo.La separó ligeramente y sin más, le plantó el más hermoso y apasionado de los besos.Estaba lleno de nostalgia y añoranza, ella lo había extrañado muchísimo también.Cuando se separaron, ya estaban completamente solos. Sus amigos se habían esfumado y lo agradecían, necesitaban estar solos en ese encuentro tan especial.—¿Esto es real? —le tocaba el rostro y lo veía por
Ricardo se había encontrado con Alejandro hacía un poco más de un mes. Salieron a beber un rato, le contó que se había casado con Maritza y que eran muy felices.Desde que dejaron la empresa en donde habían trabajado juntos, se perdieron el rastro, hasta ese día que se habían encontrado por casualidad.Se pusieron al día de todo lo que había pasado en esos largos años.Cuando Alejandro le contó que Maritza era su esposa, de inmediato preguntó por Valeria, sabía que cerca de la una, estaba la otra.—Valeria está bien, decidió irse a dar clases a una escuela secundaria. Ha estado ahí desde hace mucho, ya ni sé por cuántos años —Ricardo lo escuchaba atento.—Su familia… ¿Cómo está su familia? —Alex no pudo evitar reír a carcajadas, dejando a Ricardo confundido.—Si preguntas por sus hijos, todos bien, pero si lo haces por su esposo, déjame decirte que no hay esposo por el cual preguntar —las mariposas muertas en su estómago, habían resucitado como un ave fénix, podía sentirlas bailando d
Cada día que pasaba, Ricardo entendía las razones por las que Valeria no quería decirle a Íngrid, que él era su verdadero padre.Era una muchacha alegre, responsable y que amaba a sus padres muchísimo, no podía hacerle eso. De cualquier manera, Manuel podría ser el peor esposo del mundo, pero como padre era totalmente diferente.Se notaba el cariño que tenía por sus hijos, incluyéndola a ella.Estar ahora cerca de ella, compensaba todo lo demás, la quería igual que sus primeras hijas, incluso ya se habían conocido Ingrid y Angie, y se habían hecho buenas am
Como ya se lo habían propuesto, vivieron plenos el resto de sus vidas, hasta que cerca de los ochenta y tres años, Valeria fue víctima de cáncer de pulmón. Le consumía la vida, fue realmente rápido lo que avanzó y poco el tiempo en el que estuvo en cama. Pero el suficiente para terminar su misión en esta vida, solo le quedaba una sola cosa por hacer, solo una cosa y podría irse en paz. —Hija, necesito que llames a Ricardo. Debe estar en la bodega, piensa que no lo sé, pero cada que va ahí, lo hace para llorar, lo conozco tan bien. Dile que es importante —le dijo sonriendo, después de eso, ella salió y fue a buscarlo. Efectivamente, lo encontró con los ojos rojos y húmedos. Sin perder tiempo fueron hasta la habitación donde descansaba ella. Pasaron por la cocina, donde estaba la mayoría de la familia. Toda la familia, había estado muy al pendiente de ella, porque ya el médico les había indicado que no había nada que hacer, más que fuera feliz los últimos días. Llegaron hasta la cam
PREFACIO —¡¿Qué significa esto Ricardo?! —lo increpó Veronica, su esposa, en cuanto la respiración se lo permitía, las palabras salían entrecortadas por los sollozos, estaba muy dolida y tenía bastante razón. —¿De qué hablas? —él trataba de hacerle creer que ignoraba de lo que hablaba, pero ella tenía pruebas y las tenía en sus manos. —¡¿Cómo de qué hablo?! Por favor ¿crees que no me he dado cuenta de tu actitud? — Le cuestiono con lágrimas en los ojos —. Hace mucho que lo vengo sospechando, ¿crees que no sé qué estás con alguien más?, además acabo de ver los maldit0s mensajes ¡así que no lo niegues! La furia se desbordaba en ella, al igual que sus lágrimas. A Ricardo se le encogió el corazón al verla así, nunca midió las consecuencias de sus actos y ahora este era el resultado. Enamorarse no estaba en sus planes, pensar que tenía todo bajo control, fue un grandísimo error y ahora comenzaba a pagarlo. 1 DIEZ SEMANAS El sueño de la mayoría de los jóvenes es convertirse en un prof
Los meses del embarazo pasaron rápido, ambos siguieron en la escuela con apoyo de sus padres, pero la relación entre los chicos no había estado del todo bien.Ricardo insistía en que vivieran juntos, ahorrarse lo del alquiler de las casas donde vivían, él quería estar disfrutando cada etapa del embarazo de su chica, incluso si debía despertarse a media noche para ir a buscar algún antojo para ella.La negativa de la chica era contundente, no la haría cambiar de opinión, así que desistió de la idea, por lo menos en ese momento.Para finales del embarazo, la chica tuvo que dejar la escuela, era demasiado pesado y mucho estrés al que estaba sometida y no quería que eso le afectara a su bebe, así que decidieron que era lo mejor, tal vez después lo retomaría.El día del parto llegó, está de más decir que los nervios carcomían a Ricardo en todo su ser, estaba feliz, pero ver cómo es que estaba sufriendo su mujer, le partía el corazón.Después de varias horas en labor de parto, uno de los mé