Por vacaciones, las hermanas de Manuel se encontraban de visita en su casa. Entonces, Valeria aprovechó para que ellas le echaran la mano y lo convencieran de que no tenía nada de malo empezar a trabajar nuevamente. Además, de que algo de dinero extra, no les vendría nada mal.Después de la comida, se quedaron todos en la sobremesa platicando, fue cuando Val aprovechó.—Manuel, fíjate que me habló uno de mis profes de cuando iba a la prepa y me dijo de un trabajo muy bueno ¿Cómo ves? —le decía desentendida mientras levantaba los platos de la mesa.—¿De qué o qué? —Tenía su atención. Pero en el ceño fruncido se leía la inconformidad por la propuesta.—Es en la Secretaría de Educación, es un trabajo de secretaria —continuaba sin mirarlo.Sus cuñadas si estaban contentas por ella y por la oportunidad que se le presentaba, incluso la felicitaron y le dijeron a Manuel que tenía una gran mujer, pero su esposo no dijo nada, se le veía en el rostro su descontento.Ya después, cuando estaban e
—Oye, fíjate que me ofrecieron un nuevo puesto en el trabajo —le dijo un poco nerviosa, sabía perfectamente lo que le contestaría.—¿O sí? Y ¿de qué? —lo sintió indiferente mientras veía su teléfono celular.—Verás, es una supervisión, la verdad está muy bueno el sueldo, son mejores prestaciones… —quería llegarle por la parte del dinero, para ver si así, esperaba que le resultara más atractiva la oferta y no se opusiera a nada.—Sí, y también es perder más tiempo allá y descuidar más a tu familia —ella solo cerró los ojos y apretó la mandíbula. Creyó que ya casi estaba del otro lado, pero se equivocó.—No tiene por qué ser así. Hasta ahora he podido con todo y no quiero perder esta oportunidad —la mirada de súplica era sobreactuada, Sí que quería el puesto, pero necesitaba todas sus artimañas para lograr lo que quería.—Pues como quieras —le dijo con sarcasmo, con el tono de voz que ella conocía perfectamente y con el que le quería decir que no. Aún así, ella estaba decidida a aceptar
¡Hay dios! Era Ricardo. Aunque no le había enviado nunca mensaje, conservó su número, le gusta lo que siente cada vez que le envía mensajes, parece siempre como si fuera la primera vez.¿Qué sí le contestó? Claro que lo hizo, moría por saber cómo estaba. Comenzaban a jugar con fuego una vez más.—Hola, bien, ¿y tú? —demasiado formal para lo que había pasado.—Bien gracias, —los mensajes sonaban tanto a él, se sentían relajados, pero un poco melancólicos —. ¿Puedo marcarte?, me gustaría escucharte.—Sí, claro —respondió ella, e inmediatamente contestó la llamada que entraba en su teléfono.— ¿Qué has hecho? —lo escuchó y pudo sentir la emoción dentro de ella, queriendo salir por todos los poros de su piel. —Pues en todo este tiempo que desapareciste, solo la novedad es que estoy trabajando nuevamente —no había una cosa que le gustara más, que compartir sus logros con él, siempre la animaba y felicitaba por eso.—Mira que bien, y ¿en qué trabajas? Pero antes, déjame decirte que la des
Así lo hizo. La espero, verla subir hasta él le alegraba la vida. No era una alucinación, estaba frente a él, una vez más.—¿Te puedo abrazar? —le preguntó ella, cuando llegó frente a él.—¡Claro! —le abrió los brazos invitándola a hacerlo.Aquel abrazo fue cálido, significativo, tierno, con añoranza.Se podían percibir tantos sentimientos en tan poco tiempo. Ricardo le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de su boca y ella se perdía en el hueco de su cuello, percibiendo aquel olor que tanto había extrañado.Querían extender aquel momento lo más posible. Sus cuerpos transmitían todo lo que sentían. Hubo algo que asustó un poco a Ricardo y era que todo lo que había llegado a sentir por aquella mujer, seguía intacto.Se había torturado pensando en que la usaba como tabla de salvación, pero verdaderamente eso era lo que era para él, su salvación de una vida que no quería, de una vida en la que no era feliz.Sentían el calor de sus cuerpos mezclarse. Ricardo pegó su rostro
Por fin, había terminado su carrera en pedagogía. Entre sacrificios y malos ratos que le daba su esposo, porque no veía cuando terminaría de estudiar.Luego de un tiempo, el profesor Román y el profesor Jorge, la habían animado a que continuara con la maestría. Sabían que era capaz de lo que se propusiera y terminaron convenciéndola de hacerlo.Siempre había querido estar frente a un grupo de alumnos, ese era en realidad su sueño. Aunque, la situación la había llevado a solo estar en oficinas, algún día lo haría, era un deseo por cumplir.La felicidad por terminar una etapa más de estudios, no se comparaba en lo más mínimo con lo que sentía en esos momentos.El reencuentro la había dejado feliz y con la pila recargada. En ese momento, sentía que nada podría opacar su felicidad. Además, había aprendido a manejar más a su marido, a no dejar que lo que le dijera le afectara como antes.Una serie de preguntas similares eran las que le hacían a Ricardo.—Pa’ ¿Ganó tu equipo favorito de fút
Tras la puerta de aquel cuarto, el ambiente era de pura pasión. Las manos de Ricardo se clavaban en los muslos de Valeria, empotrándola contra la pared.Ella con las piernas enredadas en su cintura y atacando sus labios con muchísima lujuri@.La ropa salió volando en segundos, la tomó en sus brazos y la llevó para sentarla sobre el tocador que estaba frente a la cama.Repartía besos en su clavícula, su barbilla, hasta llegar a sus dulces labios, esos que lo volvían loco, los que tanto había extrañado.Ella colocó sus manos sobre el mueble y se echó un poco hacia atrás, dándole espacio a su amado para que la recorriera con mayor facilidad, todo lo que él quisiera.Ni tardo ni perezoso, él se pegó de uno de sus pez0nes, acariciándolo con la lengua, haciéndola gemir de puro gusto. Lo chupaba suavemente mientras atendía al otro con una de sus manos.Ella lo observaba con vehemencia, mojándose ante tal vista y ante las sensaciones que le estaba provocando.Extrañaba tanto esos labios que l
Un día de los tan esperados para Valeria, había llegado. Era el día de la graduación de su maestría y estaba dispuesta a festejar ¡A lo grande!La graduación de la carrera, había sido sin ningún tipo de festejo. Manuel no quiso gastar un solo centavo en comida o nada de lo que tuviera que ver con el evento. Le parecían gastos innecesarios, decía que ya demasiado había gastado mientras estudiaba, porque no había comida en casa y tenía que comprarla fuera.Así que, con esos antecedentes, ella se había dedicado a ahorrar para su propio festejo. Ahora que terminaba la maestría, había comprado cada detalle, había elegido cada mantel y la decoración, incluso había hecho unos pequeños recuerdos ella misma.Había rentado un pequeño salón, era para pocas personas, de cualquier manera, no tenía muchas amistades, prácticamente serían las familias de ambos y su amiga Maritza.Por la mañana se había dedicado a decorar el salón, sus hijos le ayudaban, eran su soporte en todo eso. Noah, aunque era u
Si antes de leer aquel trozo de papel sentía que las piernas le fallaban, en ese momento lo hicieron. Agradecía que estaba parada junto a una de las sillas destinadas para los estudiantes, de otra manera, hubiera caído de rodillas en el piso.De pronto, como si todo hubiera hecho clic, se incorporó como un resorte y comenzó a buscar entre la gente. Necesitaba verlo, él había estado ahí compartiendo algo tan importante para ella.Sintió una mano cerrarse en su brazo, lo cual la exaltó un poco, se giró para ver quién era y ahí estaba Manuel, tomándola y con la mirada clavada en aquellas rosas rojas.—¿Quién te dio eso? —cuestionó serio, pero con evidente con disgusto. Valeria no podía articular palabra alguna, solo pasó saliva, haciendo un poco de tiempo para ver si llegaba alguna excusa a su mente —. Y ¿A quién buscabas?Los ojos azorados de Valeria la delataban, la última pregunta la había sorprendido más. Se había quedado muda ante la presencia de su marido.—A Maritza, la invité, cr