Un día de los tan esperados para Valeria, había llegado. Era el día de la graduación de su maestría y estaba dispuesta a festejar ¡A lo grande!La graduación de la carrera, había sido sin ningún tipo de festejo. Manuel no quiso gastar un solo centavo en comida o nada de lo que tuviera que ver con el evento. Le parecían gastos innecesarios, decía que ya demasiado había gastado mientras estudiaba, porque no había comida en casa y tenía que comprarla fuera.Así que, con esos antecedentes, ella se había dedicado a ahorrar para su propio festejo. Ahora que terminaba la maestría, había comprado cada detalle, había elegido cada mantel y la decoración, incluso había hecho unos pequeños recuerdos ella misma.Había rentado un pequeño salón, era para pocas personas, de cualquier manera, no tenía muchas amistades, prácticamente serían las familias de ambos y su amiga Maritza.Por la mañana se había dedicado a decorar el salón, sus hijos le ayudaban, eran su soporte en todo eso. Noah, aunque era u
Si antes de leer aquel trozo de papel sentía que las piernas le fallaban, en ese momento lo hicieron. Agradecía que estaba parada junto a una de las sillas destinadas para los estudiantes, de otra manera, hubiera caído de rodillas en el piso.De pronto, como si todo hubiera hecho clic, se incorporó como un resorte y comenzó a buscar entre la gente. Necesitaba verlo, él había estado ahí compartiendo algo tan importante para ella.Sintió una mano cerrarse en su brazo, lo cual la exaltó un poco, se giró para ver quién era y ahí estaba Manuel, tomándola y con la mirada clavada en aquellas rosas rojas.—¿Quién te dio eso? —cuestionó serio, pero con evidente con disgusto. Valeria no podía articular palabra alguna, solo pasó saliva, haciendo un poco de tiempo para ver si llegaba alguna excusa a su mente —. Y ¿A quién buscabas?Los ojos azorados de Valeria la delataban, la última pregunta la había sorprendido más. Se había quedado muda ante la presencia de su marido.—A Maritza, la invité, cr
La brisa nocturna de la carretera, entraba por la ventanilla de la camioneta en la que viajaban Ricardo y Valeria.Ella disfrutaba sentir el aire fresco en su rostro. Se sentía relajante, podía sentir la brisa en sus brazos desnudos. Llevaba un vestido en color rosa mexicano, de tirantes, holgado y que le llegaba a medio muslo.Por esa razón es que cuando estaba sentada, se levantaba ligeramente. Pero, no contenta con eso, comenzó a deslizarlo hacia arriba lentamente, con movimientos provocadores.Verlo conducir era un placer culposo. Le encantaba como fruncía el ceño mientras se concentraba en el camino. No le sorprendió la sonrisa que se dibujó en su rostro, ante el detalle de subirse el vestido.Colocó su pequeña mano en el muslo de Ricardo, él la miró con ojos furtivos.Fue jugueteando por toda su pierna, deslizándola desde la rodilla, hasta la ingle y de regreso.—Vas a hacer que tengamos un accidente —le dijo divertido.—Sí. Quiero que choquemos, pero nuestros cuerpos. Detente a
Valeria no podía explicarle a su marido que acababa de tener el sueño húmedo, más espectacular de su vida, así que se limitó a decirle que había tenido una pesadilla.Regresaron a dormir, bueno, Manuel regresó a dormir, ya que para ella le costó un poquito hacerlo.Al día siguiente, le contó a Ricardo su extraño sueño, más bien su glorioso sueño.—¿De verdad eres virgen de ahí? —le decía en un mensaje.—¡¿De todo lo que te acabo de contar, solo eso recuerdas?! —le reclamó al instante.—No me culpes, algo de lo de tu sueño es cierto… siempre lo he deseado —si hubieran estado frente a frente, Valeria hubiera salido corriendo.Se había puesto colorada en toda la extensión de la palabra, nunca le había pasado con él, nunca se había avergonzado por algo de lo que platicaran, pero ¡eso era diferente!Durante toda la mañana ya no respondió ningún mensaje, además, tenía mucho trabajo que hacer y se estaba retrasando, de cierta forma, a causa de aquel sueño.Ya casi a la hora de salir de la of
Habían pasado varios días, en los que no habían tenido contacto ni por mensaje. Para colmo, se había atravesado el fin de semana y era una regla implícita que, durante tiempo en casa, no se mandaban ninguna señal de vida.Ya el lunes por la mañana, Ricardo fue quien envió el primer mensaje, justo antes de entrar a trabajar.—Hola mi niña, ¿cómo estás? —le encantaba su apodo, que, aunque no era mucho menor que él, le había gustado ese apodo cariñoso desde el principio.—Hola amor, bien ¿y tú? —le respondió mientras se colocaba frente al computador.—Te perdiste muchos días, te extraño —parecía un puberto, con esa sonrisa tonta que se le pintaba cada que le enviaba mensajes.—Tu igual. Tuve mucho trabajo y quise pensar que tú también —ahí siempre había trabajo, no recordaba un día en el que estuviera un poco relajada.—Lo imaginé, también tuve mucho trabajo —bajó de su coche y se dirigió a su oficina.—Lo bueno que ya se de ti, te he extrañado horrores —se puso a trabajar y se olvidó de
Las palabras simplemente no le salían. Ricardo, siempre había pensado que Verónica era cruel al no querer estar con él, cuando resultó que estaba embarazada.Y reflexionando sobre eso, él sabía que se había aferrado tanto a una familia que insistió, insistió, insistió demasiado, hasta que logró lo que quería.Una familia en la que fueran papá y mamá, donde no solo estuviera presente uno de los padres, justo lo contrario a como le había pasado a él. Lo que no hizo, fue pensar en lo que ella realmente quería o la razón por la que estaba renuente a vivir con él.—Pero dime algo —Verónica lo sacó de sus pensamientos.—Es solo… es que es algo…—Que no te esperabas, lo sé —le dijo ella, mirándolo con apacible calma.—¿Qué pasará con las niñas? —preguntó preocupado, con la mirada angustiada.—Mira, podemos terminar tan en paz como lo queramos. Si llegamos a un acuerdo, podemos seguir viviendo ambos aquí, no veo cuál sea el problema.—¿Cómo si nada? —la interrogó, sin entender.—Es solo una o
Valeria se quedó pensando mucho, dándole vueltas al asunto. Ricardo tenía muy claro lo que haría.Ella pensaba en el futuro, en que no quería ser siempre la otra. El amor por él, no era suficiente, no se conforma con ser la segunda.Siempre tuvo muy claro el lugar que ocupaba en su vida y él en la de ella. Pero esto era tan grande, que ya no se conformaba con eso, quería estar a su lado, quería hacer una familia con él y si no era posible prefería dejarlo ir.De esta forma, evitarían problemas para ambos, porque mientras siguieran en contacto, existía la posibilidad de que cualquiera de los dos fueran descubiertos y causar daño a los demás.Eran mucho riesgo los mensajes y aunque lo valía, ya no quería que las cosas pasaran así. Si las relaciones con sus parejas no estaban bien, ella quería que terminaran por cosas internas en la relación y no por qué descubrieron la infidelidad.Valeria había pensado en hacer un tipo de experimento, había pensado en analizar a fondo la relación con s
Regresó a atacar su boca para callarla. Después de ese intenso beso, bajó una vez más, tomó su miembr0 y comenzó a masturbarl0, seguido de besos tiernos antes de introducirlo todo en su boca.Lamia todo, desde sus testículos, hasta la punta de su erecci0n Lo mordisqueaba, jugueteaba con él, quería que nunca la olvidara.Después de un rato de disfrutar aquello, la tomó de los hombros y la acercó a su pecho, para besarla, nunca se cansaría de esos labios.Bajó besando su cuello, sabía que esa parte de su cuerpo es su perdición. Pasó su mano por su espalda desnuda y soltó su sostén de un solo movimiento, dejándolo caer al piso.Atendía con parsimonia cada uno de esos pech0s turgentes. Chupaba sus pez0nes deliciosamente. Bajó una de sus manos para terminar de quitarle el pantalón, se detuvo al comenzar a bajar todo.—¿Hoy no estás en tus días? —le susurró al oído.—No, esta vez seré toda tuya —le dijo coqueta, mientras mordía el lóbulo de su oreja.Sonrió y continuó en lo que estaba, bajó