Y ahí estaban, dos cuerpos sin fuerzas, pero totalmente satisfechos.Valeria se había quedado profundamente dormida, había tenido tantos orgasm0s como nunca en su vida y su cuerpo había colapsado por ese hecho.Ricardo se colocó de lado para observarla. Era la mujer perfecta para él y muy pronto, estaría a su lado para siempre.Si la hubiera dejado dormida por más tiempo, por lo menos habría disfrutado más de ella.Después de poco más de una hora, ella se desperezaba, encontrándose entre los brazos de Ricardo, que estaba dormido profundamente.Buscó su celular y le tomó una foto, hasta dormido estaba divino.Por el movimiento en la pequeña cama, él despertó, extendió los brazos y la jaló hacia su pecho, simplemente no quería soltarla.—Ven acá —le besó la cabeza y la recostó en su pecho.—Te amo —quería que no lo olvidara, antes de comenzar con todo lo que necesitaba decirle.—También te amo, corazón… necesito decirte alg… —ella lo interrumpió, le urgía decirlo, antes de arrepentirse.
Los días que siguieron tenían un tono gris para ambos. Valeria había borrado el número de Ricardo de su teléfono, se quería hacer tonta sola. Simplemente, era buscarlo en redes sociales y listo, lo encontraría.Ricardo, por su parte, decidió conservar todo de ella. Tenía su número, ahora registrado completamente con su nombre y al final un corazón, ya no temía a que alguien lo mirara en su teléfono.Había mirado el acta de divorcio infinidad de veces después de esa despedida, era la llave a su felicidad, pero no sabía si esa felicidad tendría la misma puerta para Valeria.Estaba haciendo una pasta para comer, le relajaba cocinar, no sé dio cuenta la hora en la que Verónica había llegado.—Ricardo… Ricardo, ¿me escuchas? —le decía insistente, sin obtener ningún tipo de respuesta.Hacía días lo veía con ese semblante de tristeza, pero especialmente ese día, estaba perdido en sus pensamientos, nunca antes lo había visto de esa manera.Se acercó a él y le tocó el hombro, sacándole el sust
Como el médico se los informó, después de algunos eternos minutos, les estaban dando las indicaciones de la habitación a la que trasladaron a Manuel.Ambos se dirigieron de inmediato a donde les indicaron. Estaba inconsciente, pero estaba bien, Valeria abrazaba a su hijo y trataba de reconfortarlo. Aunque ya era casi un adulto, no dejaba de ser su padre el que yacía inconsciente en esa cama de hospital.Estaba conectado a las vías del suero y a otras máquinas más. Tenía el pecho descubierto, se veía la pequeña manguera por donde estaba saliendo el aire atrapado en el pecho.Había moretones desde el cuello, bajando por el lado izquierdo, hasta donde estaba la dichosa manguerita.Prácticamente, todo el lado izquierdo de su cuerpo estaba con varios golpes, tenía la pierna fracturada, colocada sobre algunas almohadas.Se acercaron a la cama, no quedaba más que esperar a que despertara y que les contara que fue lo que pasó.Luego de un rato, llegaron los padres de Manuel y los de Valeria,
Manuel se asustó demasiado, al ver que Valeria se desvanecía lentamente frente a él y sin poder hacer absolutamente nada.Noah estaba cerca de su madre y fue quien la alcanzó, deteniéndola un poco, antes de quedar tendida totalmente en el suelo.El alboroto se hizo en un instante, la madre de Valeria se acercó bastante asustada, le tomó el rostro entre sus manos y la revisó.Alguien le pasó un vaso con agua y comenzó a ponerle en el rostro, poco a poco fue despertando, hasta que estuvo totalmente lúcida.—Cariño, ¿Qué te pasa? —le decía su madre angustiada.—Mmm —solo se quejaba mientras trataba de abrir los ojos.—Mamá… —le decía su hijo Cristóbal. Al cual, su hermano se llevaba a otro lado, para que no mirara la escena.El pobre estaba asustado, solo tenía seis años y ver a su madre en el suelo, desmayada, no era nada agradable para un niño.—Estoy bien, no se preocupen —les decía incorporándose, con la ayuda de su suegro y su padre.—Vamos a sentarte —le dijo su madre, llevándola h
Los meses fueron pasando, ya por el sexto mes de la fractura ya podía incorporarse y caminar con la ayuda de muletas.Al igual que Valeria, por esas fechas ya estaba rebasando el sexto mes de gestación. Ya se le notaba la pancita y ya sabía que era lo que iba a tener.Una hermosa nena, ya con sus dos hijos, siempre le preguntaban que, ¿sí tendría más? Pero, ya no estaba en sus planes, como ya sabemos, sus planes eran otros.Ella seguía trabajando en oficinas, había ido infinidad de veces a oficinas centrales y ya no se había topado nunca con Ricardo.De cualquier manera, era lo mejor, no sabría cómo enfrentarlo con semejante panza.Lo que ella no sabía era que, tras su separación, él había entrado en depresión y optando por regresar a dar clases. Apenas había comenzado en una comunidad de la provincia a principios de año, bastante alejado de la ciudad donde Val vivía.Que, por la lejanía con la ciudad, se quedaba toda la semana allá y solo regresaba algunos fines de semana.Los niños
Dejó pasar varios días, quería preguntarle a qué se refería con eso, pero no sabía si le agradaría la respuesta, así que después no solo fueron días, pasaron semanas.Valeria se incorporó al trabajo, al igual que con su hijo Cristóbal, había una guardería en donde cuidaban a los pequeños. Estaba cerca de su lugar de trabajo, así que podía ir y amamantarla una vez, en horarios laborales.Manuel había perdido el trabajo en el que estaba. En un principio, se habían portado amables y lo habían dejado trabajar desde casa, pero luego simplemente le dieron las gracias.Justo en esos momentos, le había llegado una oferta de trabajo. Lo malo, que debía ser fuera de la ciudad, no estaba seguro si tomar el trabajo o no, al fin estaba sintiendo que su familia estaba mejor que antes, estaba equilibrada, o por lo menos eso creía él.No quería arruinarlo yéndose lejos, pero lo que no sabía, era que más tarde tomaría la decisión de hacerlo sin darle tantas vueltas.Ya en la hora de la comida, fue que
Las palabras de Valeria, resonaban en la cabeza de su esposo. Era justo lo que temía y se estaba haciendo realidad.“¿Acaso era verdad lo que le había afirmado Valeria? ¿Él tampoco la amaba ya?” pensaba.—¿Estás segura? —quería que le dijera que no, él no lo estaba, necesitaba que se dieran una última oportunidad.—Hace mucho, estoy segura de que no te amo de la manera en la que lo hacía y no me malentiendas. Te aprecio, eres el padre de mis hijos, pero ya no es como antes, nunca dije nada porque simplemente… tenía miedo —pero ahora se sentía liberada.Sentía que le habían quitado mil pesas de encima, se sentía liviana, aun mirando que, para Manuel, las cosas eran totalmente diferentes.Pero ya había dado el primer paso y hacia atrás no daría ninguno.Ya no estaba dispuesta en pensar en los demás antes que en ella y este era el principio para hacerlo.—Una última vez, por favor —la tomó de las manos y con ojos llorosos y suplicantes le pedía aquello que, para ella, hacía mucho que hab
Las cosas entre Manuel y ella se habían puesto insoportables. Para su fortuna, ya no tenía por qué lidiar con él, cuando iba por los chicos ellos salían y no tenía que verle la cara. Había tratado de evitar que las cosas llegaran a este punto, solo que simplemente, él no aceptaba la realidad.Después de poner en orden su vida, se dedicó de lleno al trabajo y a sus hijos, Ya había pedido su plaza para dar clases, se había especializado en escuela secundaria y para su buena suerte, le habían dado un lugar dentro de la misma ciudad y no muy lejos de su casa.Estaba haciendo lo que realmente quería, lo que había soñado toda su vida, lo que le hubiera gustado que su esposo la apoyara y tal vez, en el mejor de los casos, aún estarían juntos.Pero era inútil ya pensar en eso. Las cosas habían sido diferentes y no le quedaba más que poner lo mejor de ella para seguir creciendo y ser feliz.Miles de cosas le recordaban a Ricardo, la música principalmente. Escuchando la radio un día al ir a su