Manuel se asustó demasiado, al ver que Valeria se desvanecía lentamente frente a él y sin poder hacer absolutamente nada.Noah estaba cerca de su madre y fue quien la alcanzó, deteniéndola un poco, antes de quedar tendida totalmente en el suelo.El alboroto se hizo en un instante, la madre de Valeria se acercó bastante asustada, le tomó el rostro entre sus manos y la revisó.Alguien le pasó un vaso con agua y comenzó a ponerle en el rostro, poco a poco fue despertando, hasta que estuvo totalmente lúcida.—Cariño, ¿Qué te pasa? —le decía su madre angustiada.—Mmm —solo se quejaba mientras trataba de abrir los ojos.—Mamá… —le decía su hijo Cristóbal. Al cual, su hermano se llevaba a otro lado, para que no mirara la escena.El pobre estaba asustado, solo tenía seis años y ver a su madre en el suelo, desmayada, no era nada agradable para un niño.—Estoy bien, no se preocupen —les decía incorporándose, con la ayuda de su suegro y su padre.—Vamos a sentarte —le dijo su madre, llevándola h
Los meses fueron pasando, ya por el sexto mes de la fractura ya podía incorporarse y caminar con la ayuda de muletas.Al igual que Valeria, por esas fechas ya estaba rebasando el sexto mes de gestación. Ya se le notaba la pancita y ya sabía que era lo que iba a tener.Una hermosa nena, ya con sus dos hijos, siempre le preguntaban que, ¿sí tendría más? Pero, ya no estaba en sus planes, como ya sabemos, sus planes eran otros.Ella seguía trabajando en oficinas, había ido infinidad de veces a oficinas centrales y ya no se había topado nunca con Ricardo.De cualquier manera, era lo mejor, no sabría cómo enfrentarlo con semejante panza.Lo que ella no sabía era que, tras su separación, él había entrado en depresión y optando por regresar a dar clases. Apenas había comenzado en una comunidad de la provincia a principios de año, bastante alejado de la ciudad donde Val vivía.Que, por la lejanía con la ciudad, se quedaba toda la semana allá y solo regresaba algunos fines de semana.Los niños
Dejó pasar varios días, quería preguntarle a qué se refería con eso, pero no sabía si le agradaría la respuesta, así que después no solo fueron días, pasaron semanas.Valeria se incorporó al trabajo, al igual que con su hijo Cristóbal, había una guardería en donde cuidaban a los pequeños. Estaba cerca de su lugar de trabajo, así que podía ir y amamantarla una vez, en horarios laborales.Manuel había perdido el trabajo en el que estaba. En un principio, se habían portado amables y lo habían dejado trabajar desde casa, pero luego simplemente le dieron las gracias.Justo en esos momentos, le había llegado una oferta de trabajo. Lo malo, que debía ser fuera de la ciudad, no estaba seguro si tomar el trabajo o no, al fin estaba sintiendo que su familia estaba mejor que antes, estaba equilibrada, o por lo menos eso creía él.No quería arruinarlo yéndose lejos, pero lo que no sabía, era que más tarde tomaría la decisión de hacerlo sin darle tantas vueltas.Ya en la hora de la comida, fue que
Las palabras de Valeria, resonaban en la cabeza de su esposo. Era justo lo que temía y se estaba haciendo realidad.“¿Acaso era verdad lo que le había afirmado Valeria? ¿Él tampoco la amaba ya?” pensaba.—¿Estás segura? —quería que le dijera que no, él no lo estaba, necesitaba que se dieran una última oportunidad.—Hace mucho, estoy segura de que no te amo de la manera en la que lo hacía y no me malentiendas. Te aprecio, eres el padre de mis hijos, pero ya no es como antes, nunca dije nada porque simplemente… tenía miedo —pero ahora se sentía liberada.Sentía que le habían quitado mil pesas de encima, se sentía liviana, aun mirando que, para Manuel, las cosas eran totalmente diferentes.Pero ya había dado el primer paso y hacia atrás no daría ninguno.Ya no estaba dispuesta en pensar en los demás antes que en ella y este era el principio para hacerlo.—Una última vez, por favor —la tomó de las manos y con ojos llorosos y suplicantes le pedía aquello que, para ella, hacía mucho que hab
Las cosas entre Manuel y ella se habían puesto insoportables. Para su fortuna, ya no tenía por qué lidiar con él, cuando iba por los chicos ellos salían y no tenía que verle la cara. Había tratado de evitar que las cosas llegaran a este punto, solo que simplemente, él no aceptaba la realidad.Después de poner en orden su vida, se dedicó de lleno al trabajo y a sus hijos, Ya había pedido su plaza para dar clases, se había especializado en escuela secundaria y para su buena suerte, le habían dado un lugar dentro de la misma ciudad y no muy lejos de su casa.Estaba haciendo lo que realmente quería, lo que había soñado toda su vida, lo que le hubiera gustado que su esposo la apoyara y tal vez, en el mejor de los casos, aún estarían juntos.Pero era inútil ya pensar en eso. Las cosas habían sido diferentes y no le quedaba más que poner lo mejor de ella para seguir creciendo y ser feliz.Miles de cosas le recordaban a Ricardo, la música principalmente. Escuchando la radio un día al ir a su
Frente a ella, estaba Ricardo. Su Ricardo. Las canas lo habían hecho aún más guapo que como lo recordaba, los años le habían sentado de maravilla.—Ri… Ricardo… ¿Cómo es posible? —se llevó las manos a la boca y los ojos se le cristalizaron de inmediato.—Yo lo hice posible, si yo… por aquí… —le decía Maritza haciendo ademanes para llamar su atención.Él no articuló palabra alguna, simplemente se acercó a ella sonriendo, la tomó de los hombros y la acercó a su pecho. La rodeó completamente con sus brazos y la apretó en el más posesivo de los abrazos.—Te extrañé tanto durante estos largos años —fue lo único que le dijo.La separó ligeramente y sin más, le plantó el más hermoso y apasionado de los besos.Estaba lleno de nostalgia y añoranza, ella lo había extrañado muchísimo también.Cuando se separaron, ya estaban completamente solos. Sus amigos se habían esfumado y lo agradecían, necesitaban estar solos en ese encuentro tan especial.—¿Esto es real? —le tocaba el rostro y lo veía por
Ricardo se había encontrado con Alejandro hacía un poco más de un mes. Salieron a beber un rato, le contó que se había casado con Maritza y que eran muy felices.Desde que dejaron la empresa en donde habían trabajado juntos, se perdieron el rastro, hasta ese día que se habían encontrado por casualidad.Se pusieron al día de todo lo que había pasado en esos largos años.Cuando Alejandro le contó que Maritza era su esposa, de inmediato preguntó por Valeria, sabía que cerca de la una, estaba la otra.—Valeria está bien, decidió irse a dar clases a una escuela secundaria. Ha estado ahí desde hace mucho, ya ni sé por cuántos años —Ricardo lo escuchaba atento.—Su familia… ¿Cómo está su familia? —Alex no pudo evitar reír a carcajadas, dejando a Ricardo confundido.—Si preguntas por sus hijos, todos bien, pero si lo haces por su esposo, déjame decirte que no hay esposo por el cual preguntar —las mariposas muertas en su estómago, habían resucitado como un ave fénix, podía sentirlas bailando d
Cada día que pasaba, Ricardo entendía las razones por las que Valeria no quería decirle a Íngrid, que él era su verdadero padre.Era una muchacha alegre, responsable y que amaba a sus padres muchísimo, no podía hacerle eso. De cualquier manera, Manuel podría ser el peor esposo del mundo, pero como padre era totalmente diferente.Se notaba el cariño que tenía por sus hijos, incluyéndola a ella.Estar ahora cerca de ella, compensaba todo lo demás, la quería igual que sus primeras hijas, incluso ya se habían conocido Ingrid y Angie, y se habían hecho buenas am