—Buen día —Saludó Valeria a su amiga, mientras entraba a la oficina.
—Hola amiga — respondió contenta —sabes, ya tenemos fecha para los talleres que se cancelaron justo cuando te integraste a la empresa.
—¿Mmmm? —le contestó sin prestarle absolutamente nada de atención.
Estaba sumergida en el trabajo, si bien no era el trabajo que ella en verdad quería, tenía que poner todo el empeño en eso, dar lo mejor de sí.
No fue hasta que sintió un chispazo de agua en la cara que reaccionó, miró a su amiga divertida por la broma que le jugó, traía un vaso con agua en una mano y la evidente humedad en la otra, con la que la había salpicado.
—¡Oye! ¡Loca! —le decía entre risas —¡¿Qué te pasa?! —le reclamó, mientras limpiaba el agua.
—Pues no me haces el mínimo caso —se defendió.
—Es porque yo, si, estoy trabajando —le decía mientras iba a donde estaba la jarra del agua y se servía en un vaso.
Tomó el contenido de este y cuando ya casi estaba por terminarlo, le lanzó el resto a su amiga, dejando el agua por todo su rostro.
Ambas parecían niñas chiquitas, se rieron a más no poder, hasta que Maritza retomó la palabra.
—¡Ya! me rindo — puso las manos frente a ella en defensa —. Te decía que ya hay fecha para el taller, verás que están bastante interesantes —le dijo sincera.
Y no mentía, los talleres eran bastante interesantes. Además de orientarlos al trabajo, también servían de relajación para los empleados. Unos días fuera de casa, con talleres dinámicos, y tardes de ocio, eran perfectos.
—Pues esperemos que sí —le contestó mientras regresaba a su silla.
—Lo que más me encanta es que son como unas vacaciones de tres días y dos noches para todos —le decía mientras se estiraba en su asiento.
La mirada asombrada de Valeria no la tomó por sorpresa, se esperaba que pondría algún “pero” a ese pequeño detalle. Estar fuera de casa, para ella no era una opción.
—Tendrás que decirle que es cosa de la empresa, es obligatorio para todos los empleados, así que se ch1nga —si, era eso por lo que la chica estaba preocupada.
No sabía la manera en la que le diría a su esposo que estaría durmiendo fuera por dos noches enteras, eso era inconcebible para él.
Si ya de por sí, le decía indirectamente que ya debería dejar el trabajo, ahora con esto Valeria estaba segura que casi la obligaría. Se quedó pensando en eso el resto del día laboral. Buscaba la manera de decirlo, sin que le costara el matrimonio.
Al llegar a casa, saludó a su pequeño. Ya su madre lo había llevado a casa y Manuel ya había vuelto del trabajo.
—Mi vida, ¿Cómo te portaste? —le decía mientras lo abrazaba y besaba.
—Bien. Mi abuelo me compró un helado de limón —le decía contento el pequeño.
—¿Sí, mi vida? —lo levantó y lo cargó hasta la sala, donde estaba su marido, le dio un beso de bienvenida y se sentó a su lado.
—Ya debes de ir pensando en dejar ese trabajo, ve la hora que es y aun no hay nada que comer —Valeria sintió un tirón de entrañas, ahora no había sido una indirecta. Esa incomodidad que sentía cada que él hacía un comentario de ese tipo la inundó.
—Bueno, no puedo hacer eso, necesitaría avisar con tiempo, además… —se mordió el labio, pensando en que necesitaba darle la noticia —. Lo que pasa, es que… tendremos unos talleres que son muy importantes para la empresa y son de carácter obligatorio.
—¿Obligatorio? No pueden hacer eso —le dijo algo molesto.
—Si, es que si no asistimos es como si no fuéramos a trabajar, nos descontarán el día —le explicaba.
—Pues que te lo descuenten, servirá para que veas que es mejor estar en tu casa atendiendo a tu familia.
Y con decir “A tu familia”, se refería a él específicamente, él era primero, él era después y él era al final, siempre era él.
—No puedo faltar —le dijo un poco más firme —además serán unos talleres largos, nos pagarán hospedaje para no perder tiempo.
Ahí estaba. ¡Prendió la mecha y soltó la bomba!, estaba hecho, ahora solo esperar la explosión.
—¡¿Qué?! —levantó más la voz, que hasta hizo que el niño volteara a verlo un poco asustado.
—Los talleres duran tres días, así que nos pagan hospedaje por dos noches, terminan demasiado tarde y comienzan a primera hora, no quieren exponer a sus empleados, además de que sales directamente a cenar y a dormir, no veo cual es el problema.
De hecho, no había ningún problema en los talleres ni en asistir, pero en la cabeza de Manuel, no cabía la posibilidad de que su mujer durmiera… “no una noche” fuera de casa, mucho menos dos.
—¿Qué fechas tienen para esa estup1dez? —preguntó bastante molesto.
—A partir del próximo lunes —apenas comenzaba el fin de semana, así que, tenía dos días para hacerse a la idea.
Valeria no estaba dispuesta a renunciar a su trabajo, ni mucho menos a faltar a esos talleres, ya había arreglado con su madre que se quedaría con el pequeño.
Ella se encargaría de él, los días que Valeria no estaría. Su madre le dijo que al fin y al cabo, ya lo cuidaba durante el día y estaba feliz de disfrutarlo por más tiempo.
El lunes llegó, dejando atrás un verdadero dolor de cabeza, lo cual fueron esos dos días de fin de semana. La insistencia de su marido en que no asistiera, casi la convence de no hacerlo.
Pero esta vez no cedería, esta vez, haría lo que tenía que hacer, era simplemente cumplir con su trabajo y nada más.
Qué sorpresas le daría el destino.
La capacitación era en un hotel lujoso de esos en los que tiene varios salones para eventos, un gran lobby con plantas y un restaurante bellísimo. Al llegar, las chicas se dirigieron a recepción y se registraron, obviamente en la misma habitación.
Subieron y se instalaron de inmediato, después bajaron para tomar el desayuno y de eso continuaba al taller.
Cuando ellas iban entrando por el elevador, un par de hombres entraron al hotel.
Uno de ellos, no pudo evitar notar a esa chica hermosa, pero se le perdió de vista al cerrarse las puertas del elevador, no dijo nada, solo se acercaron a recepción a registrarse y hacer lo que todos los demás.
Todo pasaba normal, entre una ponencia y otra, algunas eran didácticas, otras eran tediosas y aburridas, pero todo pasaba como se tenía previsto.
No fue hasta que tenían que hacer equipos para realizar ciertas actividades,que las miradas se encontraron. Tenían que escoger a otros compañeros para hacer la actividad.
La mirada de Valeria se perdió entre los asistentes buscando candidatos para su equipo, ahí estaba él, pareciera que lo había visto en algún otro lugar, pero la verdad era que no recordaba donde.
Estaba prácticamente babeando, le parecía tan masculino, tan amable cuando le hablaban otras personas, tan agradable, tan guapo, no sabía cuántos adjetivos darle a aquel hombre que había impactado demasiado en ella, solo con verlo.
Y en un segundo, sus miradas impactaron, enviando una corriente eléctrica por el cuerpo de ambos.
Ninguno se explicaba, qué era esa sensación tan extraña. Por su parte, Valeria lo comparaba como cuando te gusta tu profesor o cuando eres niña y tienes un amor platónico, sentía mariposas en el estómago como una adolescente.
Ricardo, no sentía eso desde hace mucho tiempo, ni siquiera con su esposa, simplemente sentía las rodillas temblando.
Les tocó hacer equipo en alguna ocasión, pero todo se limitó a realizar las actividades y a cruzar palabras necesarias para eso y ya.
El día transcurrió normal, simplemente varios compañeros realizando trabajo en común. Pero las miradas extrañas no faltaron, tanto de uno como del otro.
Ya eso de las 5 de la tarde, todos estaban cansados y con ganas de ir a descansar a las habitaciones, por fin terminó el día de trabajo.
Justo cuando estaban saliendo, Alejandro, el amigo de Ricardo, saludó a una vieja amiga de otros talleres.La curiosidad de Ricardo lo estaba asfixiando y no pudo evitar preguntarle a la Maritza.—¿Quién es ella? —dijo, mientras apuntaba discretamente con el dedo en dirección a Valeria, que se encontraba con otros compañeros.—Se llama Valeria, es nueva ¿Por? —la forma en que se lo preguntó, le decía que sospechaba cuál era la respuesta a esa pregunta.—Nada solo que no la había visto antes y es muy guapa —una verdad a medias, obviamente le había parecido atractiva, pero no lo admitiría delante de nadie la verdadera atracción que sentía hacia ella.—Así es, es el primer taller al que asiste y si es guapa… y casada, al igual que tú —sus palabras le sentaron como golpe en el estómago, de cualquier manera, tenía razón, no debía andar mirando mujeres si él tenía la de él en casa.—¿A qué viene eso? Yo solo preguntaba para saber quién era —mintió descaradamente y con cero convicción..Mari
—¿Quieres otro trago? —escucharlo hablar, le aflojaba las piernas a Valeria. La voz ronca y sensual, le parecía los más bellos del mundo. —S… si… claro —sólo pudo tartamudear eso porque la ponía demasiado nerviosa. A Ricardo le pareció graciosa la manera en que le respondió, pero escucharla, eso era música para sus oídos. Prácticamente todo le parecía perfecto en esa mujer, por lo menos lo poco que sabía de ella. Le preparó el trago, y comenzaron a platicar prácticamente sobre el taller, ya no había mucha gente, tal vez como seis personas, la mayoría ya se había retirado a sus habitaciones. —¿Qué es esa botella? —le preguntó curiosa. —Mezcal —le contestó él. —¿Me preparas uno de ese por favor? —la obedeció, aunque dudaba que sería sano que siguiera bebiendo y más si estaba bebiendo de todas las botellas que se encontraban en la mesita de la habitación. —Por supuesto —no tardó mucho en hacerlo, pensando en que sería el último que le ofrecía y pensando en persuadirla para que no
Entonces sin más que decir solo se besaron un rato más.—Esto no está bien… Esto no está bien… Esto no está bien… —Valeria repetía constantemente entre jadeos y besos.Pero no dejaba de tocarlo, de sentirlo, de extasiarse con el sabor de sus labios.Valeria metió las manos por debajo de la camiseta, acarició cada centímetro de piel mientras que estaban por explotar sus entrañas.Levantó el pedazo de tela hasta el pecho y comenzó a dejar un reguero de besos por toda el área, bajó por el abdomen hasta llegar a la orilla del pantalón, lo desabrochó, acarició sobre su ropa interior aquella erecci0n por unos momentos. Ella estaba bastante sorprendida, no era de las que tomaban ninguna iniciativa en ese aspecto, porque su marido lo consideraba vulgar.—No tienes que hacerlo —Ricardo le dijo, él pensó que ella lo hacía por compensar el hecho que ella no podía satisfacerlo de otro modo.—Quiero hacerlo —le contestó simple y continuó con su faena. Ricardo solo hizo la cabeza hacia atrás y susp
Verla partir, fue más difícil de lo que había pensado Ricardo, no sabía porque sentía ese vacío, solo había estado con ella una sola noche y prácticamente ni la conocía, aunque en el fondo sentía todo lo contrario.Aunque cada vez que la veía durante el día, quería ir hasta ella y tomarla ahí mismo, sobre las mesas de trabajo, verla irse, le causaba mucha aflicción.Las miradas cómplices sobraron ese día, pero se había dado cuenta de que algo le pasaba cuando se acercó hasta los directivos y luego salió a toda velocidad.Cuando la alcanzó y conversaron de lo que pasaba, fue que él mismo había sentido el balde de agua fría de la realidad.Ella estaba casada y se acababa de enterar que tenía un hijo, que todo estaría sobre eso y que él prácticamente salía sobrando.Pensó en su propia familia, la mujer que lo esperaba en casa y en sus hijas, pensando que algún día crecerían y no le gustarían que alguien le hiciera lo que él le estaba haciendo a su madre.Se pasó la mano por la cabeza, me
Pasaron los días, la verdad muy lentamente para Ricardo. Tenían bastante trabajo, pero con complicaciones con los directivos ya que no autorizaban ciertas cosas.Tuvieron una reunión junto con el ingeniero a cargo y los directivos, quería concentrarse, pero la verdad no podía, solo pensaba en ella.Al fin lograron llegar a un acuerdo, con el que les daban más trabajo, pero ambas partes quedaron conformes y se pusieron a trabajar en un nuevo proyecto.Para celebrar, se fueron a un bar de camino a la casa de Alejandro, estuvieron platicando y bebiendo unas cervezas.—Ricardo, ¿aún piensas en la chica de los cursos? —Era más que obvio.—La verdad si, a ti no te lo puedo negar y si no es a ti a quien le cuento ¿entonces a quién? —confiaba mucho en su amigo, solo él sabía de cómo lo traía esa chica.—Lo supuse, en ocasiones te veo pensativo, que, aunque estas concentrado, se nota que no es en lo laboral, pero hoy en la reunión te pasaste, parecía que solo eras un bulto sobre la silla — se
El cuerpo de Valeria se tensó al leer aquello, se quedó en tipo en shock, “¿quería verme?” pensó. sentía las mariposas revolotear en su estómago y su corazón latiendo a mil, ella también quería verlo.—¿De verdad quieres verme? —contestó, necesitaba estar segura, necesitaba que le confirmara y que no estaba en un sueño, como los que tanto había tenido, incluyéndolo a él.—Claro que sí, no tengo porque mentirte ¿y tú quieres verme? —él también tenía miedo de aquella respuesta, pero necesitaba saber.—Pues si quieres nos podemos ver un día de estos —escribió, pero dudaba en enviarlo o no. Luego de un par de minutos solo presionó enviar.Pasaron los minutos y no contestaba, ella pensó que no quería verla y sólo contestó por cortesía a los primeros mensajes. Casi una hora después, sonaba su celular otra vez.—Perdón por no contestar antes, es que llegó el ingeniero y pues estamos trabajando en un proyecto que tenemos que sacar esta semana, pero claro que quiero que nos veamos ¿a dónde te
Ricardo fue el primero en llegar, entró al estacionamiento y buscó con la mirada, al parecer ella aún no llegaba, habían quedado de verse ahí, para entrar juntos al restaurante.Salió del vehículo y se recargó a un costado de este, entonces fue que entró en su campo de visión, iba conduciendo y tomó un lugar un poco alejado de él, no se había percatado de que la observaban.Bajó y fue ahí que le sonrió a Ricardo, esa sonrisa lo derretía, le encantaba verla sonreír además de esa mirada hermosa, su expresión de felicidad era otra de las cosas que le encantaba de ella.Traía una blusa café con un escote pronunciado, donde se podía ver parte de sus senos, esos que lo habían vuelto loco en aquel closet, unos jeans pegaditos y zapatos negros con un tacón moderado, llevaba el cabello suelto, con unas delicadas ondas.Avanzó hasta donde estaba él, se saludaron con un beso en la mejilla que envió electricidad por todo su organismo, no querían soltarse, pero al estar en un lugar público, debían
Entre besos y abrazos fueron avanzando hasta donde había un sillón, se recostaron, quedando Ricardo sobre ella, apoyándose en uno de sus antebrazos.Ricardo tomó el control, desabotono los jeans de Valeria, besaba su cuello, bajando lentamente hacia sus pechos.Metió una mano en su espalda y desabrochó el sostén, dejando al descubierto sus sen0s turgentes por la exitaci0n, los acarició, deslizó el pulgar por el pez0n, haciéndola gemir de placer.Mientras que las manos de Valeria, se extendieron por el pecho y espalda de él. Se miraron a los ojos, había complicidad, pasión, entrega, estaba el deseo prohibido y eso lo hacía aún más placentero.Ricardo siguió con el reguero de besos, bajando nuevamente a las montañas con aureola rosada, metió una en su boca, chupando, lamiendo, amasando con delicadeza, mientras que atendía la otra con una de sus manos.La mano libre, quitaba cada prenda que estorbaba, cada escudo entre ellos que le impedía sentir su piel caliente.Él tenía completamente