Henry se mostró intranquilo a partir de ese momento, sus ojos buscaron aquel tatuaje que le hacía pensar en Romina Mayer, sin embargo, no volvió a aparecer.
—¿Estás bien? Luces pálido y nervioso —expresó Lucas junto a su oído, simulado mirar la última actuación de la mujer.
—No lo sé —dijo—, no sé si estoy bien.
Henry se puso de pie cuando las luces se apagaron por completo. Necesitaba un poco de aire fresco, algo que le hiciera alejar aquella imagen de su cabeza; sin embargo, el rostro de Romina parecía tener vida propia en sus recuerdos.
Henry tomó una copa de whisky y la bebió, su garganta quemó ante el fuego del licor, pero no llegó a tranquilizarlo, las cosas solamente parecían empeorar para él.
—¡Henry! —gritó Lucas, acercándose a él.
—Necesito un poco de aire fresco, siento que estoy mareándome —musitó Henry.
—Debe ser la borrachera de anoche y si no tienes cuidado, hoy terminarás igual o peor que ayer.
Había molestia en la voz de Lucas, después de todo, había sido él quien tuvo que lidiar con Alex y Henry borrachos la noche anterior.
—No te preocupes, no beberé más que esto —aseguró, mostrando su copa vacía.
Lucas no le creyó y vigiló durante los siguientes minutos.
—No soy un bebé, Lucas, y no necesito un jodido niñero detrás de mí, cuidando mis pasos —gruñó.
—No soy tu niñero, Henry, soy tu primo y me preocupo por ti, en verdad que lo hago. No estás bien, no has estado bien desde la muerte de Romina y de tu hijo —soltó. Lo había dicho. Lucas lo había pronunciado en voz alta…
Henry se giró y lo miró entre enfadado y dolido.
—No tenías que…
—Callarlo no cambiará lo que pasó, Henry. Comportarte como lo haces, ¡tampoco le devolverá la vida a Romina!
Henry gruñó como un animal herido.
—No digas nada más —le advirtió.
—Tienes que olvidar el pasado, Henry. Romina no era tu pareja sentimental.
—¡Estaba esperando un hijo mío! —gritó Henry, pues le dolía que Lucas tocara un punto tan sensible para él en un momento como este, cuando recién había sido el aniversario luctuoso de Romina y el bebé, y él no había acudido al panteón a dejarle flores.
—Lo sé y no quiero parecer insensible, Henry, ellos ya no están y tú sigues vivo. Tienes a Nicole que te ama y a quien dices amar. Formaliza tu compromiso, cásate con ella y ten la familia que tanto deseas.
Henry se giró bruscamente al escuchar las palabras de Lucas. Conocía a Nicole desde la universidad, había estado enamorado de ella desde entonces. Nicole también había sido el motivo por el cual terminó acostándose con Romina aquella noche en el antro, cuando acompañó a Abby; sin embargo…
—No estoy listo para casarme, Lucas —declaró, dando un par de pasos para alejarse de su primo—. Hazte cargo de firmar el contrato con la chica vampiro, es la única que realmente vale la pena —añadió, alejándose de Lucas, caminando hacia el pequeño laberinto en el jardín del hotel.
Henry metió sus manos en sus bolsillos, mientras miraba el cielo y se pregunta, ¿cuál de aquellas estrellas brillantes en el firmamento era Romina y su bebé?
Para él la familia era primero, era lo que sus padres le habían inculcado desde pequeño. De no haber existido el accidente de Romina, ahora estaría casado y con un hijo o hija de siete años.
Henry no había podido evitar preguntarse un centenar de veces, ¿a quién se hubiese parecido su bebé? Si heredaría ese carácter explosivo de Romina o sería más como él.
Preguntas que jamás tendrían ninguna respuesta…
—Quizás tengas razón, Lucas, quizá sea hora de que deje el pasado atrás y empezar una nueva vida con Nicole —susurró.
Henry cerró los ojos por unos breves segundos, mientras el aire frío de Nueva York le calaba hasta los huesos, se había olvidado el abrigo…
—¿Tienes frío? —la voz suave e infantil le hizo girarse. Henry abrió los ojos como platos al ver a la pequeña parada frente a él.
Henry miró a todos lados, esperando ver con quién venía, pero estaba sola…
—¿Tienes frío? —cuestionó de nuevo la pequeña, mirándolo con curiosidad.
—¿Estás sola?
—Yo pregunté primero —refutó la niña, dando un paso hacia él, mostrando sus impecables zapatos negros y sus medias bajo el vestido de corte princesa.
Henry frunció el ceño, dio un paso atrás, alejándose de ella.
—¿Tu padre, no te ha enseñado a no hablar con extraños?
La niña se encogió de hombros.
—No tengo padre, pero tú no eres un extraño —musitó, jugando con la punta de su zapato sobre la hierba.
—¿No? —Henry estaba impresionado. ¿Cómo era posible que una niña como ella estuviera sola y que, además asegura que él no era un extraño?
—No, tu rostro aparece en muchas revistas —dijo.
Henry abrió los ojos como platos.
—Eso no significa que me conozcas —la regañó—. Podría ser un hombre peligroso.
La niña frunció el ceño.
—No me regañes, solo te hice una pregunta, pero si no quieres responder. Entonces me voy —farfulló—. Sigue hablando solo, como si estuvieras loco —masculló entre dientes, alejándose de Henry, quién no podía creer lo que la niña le había dicho. ¿Quién se creía?
—¡Hey, espera! —Henry fue detrás de la niña, pero la pequeña desapareció de la misma manera en que llegó.
Una extraña sensación se apodera de su corazón y el pensamiento va directamente hacía su hijo no nacido. ¿Sería una niña como ella? ¿Tan atrevida e intrépida? Henry negó, era imposible que esa pequeña fuera real. Quizá solo era producto de su imaginación, la imagen que sin querer se había proyectado.
Nervioso y pensando cosas que no debía, sacó un cigarrillo, lo encendió y le dio una larga y profunda calada, tratando de tranquilizar los latidos locos de su corazón.
Entre tanto, Mina caminó de un lado a otro, jamás en su vida había estado tan nerviosa como en ese momento, había trabajado tan duro durante los últimos años para presentarse al concurso y ahora, no podía estarse quieta, no mientras el jurado deliberaba y daba a conocer los resultados.
—Si continúas así, terminarás por marearnos a todos —manifestó Alec, sentado en el sillón.
—Estoy nerviosa, hay actores y actrices allí afuera persiguiendo el mismo sueño —comentó abrumada, llevándose una mano su pecho.
—Son tantos, pero pocos con tu talento, Mina. Deberías tenerte un poco más de fe. —Alec se puso de pie para detener los pasos de la mujer.
—Estoy demasiado ansiosa —aceptó con un ligero suspiro.
—Lo sabemos, eres la mejor, ¿verdad Bastian? —preguntó.
—Alec tiene razón, eres la mejor, mamá. —Bastian se levantó de su asiento. Tenía un porte elegante, heredado de generaciones. El pequeño era una versión exacta de su madre.
—Lo dicen porque me quieren mucho, pero pregúntenle a Holly —murmuró Mina, buscando a su hija con la mirada. El asiento donde antes estuvo la pequeña estaba vacío—. ¿Dónde está Holly?
Bastian miró a Alec, sus rostros cambiaron de color en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Dónde esté Holly? —urgió saber.
Era la primera vez que estaban en el hotel, había demasiada gente. El miedo se adueñó del corazón de Mina.
—Tranquila, vamos a buscarla —trató de reconfortarla Alec; sin embargo, Mina estaba a punto de perder la cabeza, cuando la pequeña abrió la puerta y entró como si nada.
—¿Ya nos vamos? —preguntó, sentándose en el sillón.
—¿Dónde estabas, Holly?
—En el jardín, es muy aburrido estar en un solo lugar, ¿estás moleta mami? —Holly parpadeó de esa manera que solo ella sabía.
Mina quería decirle que sí, quería gritarle que no debía irse lejos sin su permiso, pero tenerla delante de ella, sana y salva, era más que suficiente para ella, sin embargo, no le dejaría ver su alivio.
—Estarás castigada una semana sin ver televisión y te harás cargo de ordenar la sala —le advirtió.
Holly se cruzó de brazos y movió la cabeza en señal de aceptación. Sabía que se merecía el castigo, porque había desobedecido a su madre.
—Tranquila, Mina. Holly es solo una niña —intervino Alec en favor de la pequeña.
—Tú sabes que no pueden alejarse —musitó.
—Ahora está aquí, no dejaré que vuelva a desaparecer —le prometió, dándole un ligero abrazo.
Mina respiró profundo y trató de tranquilizar los latidos de su corazón, sobre todo, en el momento que la voz de maestro de ceremonias se escuchó. El hombre agradeció la presencia de los patrocinadores y a los participantes antes de presentar al jurado, quien ya tenía el veredicto en sus manos.
—Llegó la hora. —Alec le colocó una mano sobre el hombro.
—Espero conseguir una oportunidad, Alec, por mí y por ellos —musitó, mordiéndose los labios.
—Vas a conseguirlo, has trabajado muy duro para este momento —le animó y Mina asintió.
Henry le dio una última calada a su cigarrillo, era el quinto, quizá el sexto que llevaba en pocos minutos. Necesitaba tranquilizarse y volver al salón, no podía ser irresponsable y dejar en manos de sus primos, un trabajo que su padre le había solicitado hiciera de manera personal.
Con paso firme volvió al interior del salón, buscó a Lucas y Alexander con la mirada. Ambos estaban en una conversación que parecía muy animada, por lo que, se dirigió directamente a su asiento.
—Llegas a tiempo, van a llamar a los tres finalistas, son tres oportunidades de contrato —mencionó Alexander, sentándose a su lado.
—¿Quién crees tú que será el ganador? —preguntó con seriedad. Haciéndole ver a su primo que estaba en su modo “hombre de negocios”.
—Primero tendremos que conocer quiénes son los tres finalistas, luego podré emitir mi opinión —respondió Alex en el mismo tono profesional de Henry.
El joven magnate fue interrumpido cuando el maestro de ceremonia habló y llamó a los tres finalistas al escenario.
Mina sintió su corazón latir de manera alocada al escuchar su nombre y caminó hacia el escenario. En ese momento Mina supo que las cosas iban a cambiar para ella y sus mellizos…
Henry se quedó de piedra cuando la mujer hizo su aparición, el maquillaje de su rostro había desaparecido, dejando ver sus verdaderas facciones. Todo le parecía irreal, tenía que ser un sueño. Él no podía creer que frente a sus ojos estaba la mujer a quién creía muerta desde hace ocho años. ¡Romina Mayer!
El corazón de Henry latió fuerte dentro de su pecho, su garganta se secó de inmediato y por un momento creyó que respirar era imposible. Tan imposible como aceptar que Romina estaba frente a él. —Henry —llamó Lucas al darse cuenta del parecido de la mujer en el escenario y Romina Mayer—. ¡Henry! —exclamó y movió su hombro para llamar su atención. Aquella breve distracción sirvió para sacar al joven CEO de su letargo, Henry se giró para ver a su primo, quería preguntarle si él había visto lo mismo que él miró. —Tienes que subir al escenario —le dijo Lucas. —¿La viste? —preguntó casi ahogándose con sus palabras. —¿A quién? —preguntó Lucas con el ceño fruncido. —Era ella, era Romina —dijo en tono bajo y ahogado. No podía salir de su asombro. Lucas negó, pensando que Henry estaba peor que otros años, decidió sacarlo del salón, le murmuró algo a Alexander y se marchó con Henry. —¡No estoy loco! —gritó Henry en el jardín. —Nadie está diciendo lo contrario —refutó Lucas. Henry se se
«Romina»Un silencio sepulcral le siguió a aquel único nombre que abandonó los labios de Henry Cameron, mientras la mujer delante de él parecía una estatua de mármol.Mina sintió que la tierra se abría bajo sus pies, cuando sus miradas se encontraron, ella supo que no había marcha atrás, aun así…—Lo siento, señor, debe estar confundiéndome con alguien más —se obligó a decir, tenía la boca seca y un nudo en la garganta que le impedía respirar con normalidad. Ella jamás se imaginó que estaría frente a frente con su pasado.Henry la miró, él sabía lo que estaba viendo, incluso el tono de su voz era igual al de Romina y el color de sus ojos… Aquella mirada que lo había perseguido durante los últimos ocho años de su vida.—No, no estoy confundido, ni confundiéndote con otra persona —aseguró, empujando la silla y poniéndose de pie con decisión.Mina se tensó como la cuerda de un violín al ver a Henry de pie, era tan alto y su porte juvenil había desaparecido. Ocho años le habían hecho bien
«Buenas noches, Romina»Mina se tensó de pies a cabeza, su corazón se agitó y latió de manera errática como si fuese a salirse de su pecho, ella dio un ligero vistazo al interior de su casa, rogando al cielo por, que sus hijos no decidiesen aparecer en ese momento.—Señor Cameron —se obligó a saludar, luchando por conseguir una voz serena, pero era tarde, su semblante seguramente la había delatado.—Necesitamos hablar, Romina.Ella negó.—Mi nombre es Mina Stewart, no Romina —refutó.Henry la miró de pies a cabeza y negó.—No vas a escapar de mí, tú y yo tenemos muchas cosas que conversar y te aseguro, que no me iré de aquí sin saber lo que pasó hace ocho años —aseguró.Mina arrugó la frente al escucharlo.—¿Qué fue lo que pasó hace ocho años? —cuestionó con enojo.Henry asintió.—No tengo idea de lo que pasó hace ocho años, señor Cameron, por tal razón, no tengo nada de qué conversar con usted. Así que, por favor, le pido se marche de mi casa o llamaré a la policía y lo acusaré de ac
«Romina está viva, Lucas. Está viva y mis hijos también»Lucas miró a Henry como si este hubiese perdido la cabeza, él estaba convencido de que su primo necesitaba ayuda profesional y de manera urgente. Era la única explicación que tenía para el comportamiento de Henry y sus delirios.—Esto ha superado todo límite, Henry, no puedo permitir que sigas por ese camino. ¡No voy a permitirlo, ¿me escuchas?! —gritó y preguntó al mismo tiempo.Henry apretó los dientes.—No estoy loco, Lucas. Quizá en este momento lo preferiría, pero no lo estoy. Romina y mis hijos viven en esta ciudad —musitó, tomando la copa entre su mano y bebiendo de un solo golpe el contenido.—Eso es imposible, Romina Mayer murió hace ocho años…—Jamás vimos su cuerpo, Lucas —refutó con amargura.—Es que no había nada que ver, esos cuerpos quedaron calcinados y…—No era ella —insistió Henry con vehemencia.Lucas negó.—Llamaré a Nicole y le diré que venga por ti.Henry lo miró con seriedad.—Mina Stewart es Romina Mayer,
«Espero que no llegara a pensar que no vendría» Henry la miró y tragó saliva, era justamente eso lo que estaba pensando, incluso hasta había amenazado con perseguirla si intentaba escapar. —¿Qué pasa, Cameron, lo pensaste? —se burló ella y por un momento los dos viajaron en el tiempo, era así como Romina lo llamaba luego de su relación fallida, ella nunca más le volvió a llamar por su nombre, hasta la noche que pasaron juntos y luego de eso, ni siquiera volvieron a dirigirse la palabra, ni por accidente. —No voy a negar que pensé en la posibilidad de que no asistirías —confesó, haciendo una seña con su mano para que Mina se sentara. —Sinceramente, no estaba obligada a venir, pero acá estoy… Ahora sí, ¿qué es lo que deseas hablar conmigo? —preguntó con seriedad. Henry se movió ligeramente incómodo sobre su silla, la mirada y voz de Romina eran frías, como si lo odiara, ¿no debía ser al revés? Era ella quién lo había citado, fue ella quien no llegó y se hizo pasar por muerta durante
«Mis hijos y yo estaremos en la misma ciudad, pero no a tu alcance» Aquellas palabras hirieron a Henry, pero también le hicieron tener un poco de esperanza, si Romina cumplía su palabra, él tendría la oportunidad de conocer a sus hijos, de ganarse su amor y compartir con ellos. No obstante, Romina tenía razón en algunos puntos en lo que debía reflexionar con mucho cuidado y su relación con Nicole era uno de ellos. No sabía cómo su novia y futura prometida iba a tomarse la noticia, pero debía hacerle de su conocimiento la existencia de sus hijos, ella debía comprender que, en el paquete, ellos venían incluidos. El problema es que, no estaba seguro de la reacción de su prometida, hasta el momento, las cosas entre ellos habían sido buenas. Sus familias estaban de acuerdo, bueno más bien la familia William, pues sus padres no interferían en su vida, respetaban sus decisiones y, aunque la relación de Nicole con sus padres era poca, él había estado seguro de que ella era la mujer de su vi
Romina cerró la puerta de su departamento, mientras sentía que su corazón iba a salirse de su pecho, latía tan rápido, que, si no salía, posiblemente terminaría con un ataque cardíaco. ¿Qué es lo que había sucedido? ¿Cómo era posible que su padre nunca le dijera que oficialmente Romina Mayer estaba muerta? Gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas al recordar lo mucho que le costó adaptarse a su nueva vida, con un embarazo que no fue bien visto por su padre al inicio, pero que, al no tener manera de hacer cumplir al padre de los bebés, terminó por aceptarlos, pero ¿a qué precio?Tom no era un hombre malo, era un padre preocupado por la seguridad de su hija y Romina lo comprendía, quizá solo unas semanas antes a ella no le hubiese importado su vida, pero todo cambió desde que supo que estaba embarazada.«—Eres casi una niña, Romina, ¿Qué se supone que debo pensar sobre ese embarazo?—Te dije que no podía irme de la ciudad, papá, pero nunca me escuchas, jamás me prestas atención. ¡Tu
«Mina tiene dos hijos y yo soy el padre de los dos»Alexander abrió y cerró la boca, miró a Lucas esperando que el menor de sus primos se echara a reír y confirmara que todo era una broma, pero la seriedad de Lucas y el rostro desencajado de Henry le indicaban que, no. No era una broma.—No sé qué decirte, Henry —murmuró en tono bajo.—Nada, nada de lo que puedan decirme borrará la verdad, Romina es la madre de mis hijos, ¡tengo dos hijos! —exclamó, elevando ligeramente la voz a causa de la emoción.—Es una locura —vociferó Alexander.El hombre cogió su vaso y bebió de él, de repente la boca se le había secado, no podía imaginar lo que Henry estaba viviendo en ese momento; no debía ser nada fácil descubrir que la persona que creías muerta apareciera delante de ti y con la sorpresa de tener dos hijos. —Es una jodida locura —aceptó Henry, cerró los ojos y echó la cabeza atrás.—¿Qué piensas hacer? —preguntó Alexander cuando ya pudo encontrar su voz.—Hacerme responsable de ellos, soy s